RUIZ DE LA PE„A, Juan Luis: Las nuevas antropolog’as. Un reto a la teolog’a, Sal Terrae, 2» ed., Santander 1983, 232 pp.

1. "El libro aspira a ser no mucho m‡s que una cr—nica o informe sin—ptico de las discusiones antropol—gicas en curso" (p. 10), desde el existencialismo hasta nuestros d’as, tanto en el sector filos—fico como en el cient’fico, relacionado con el cerebro y la mente humanas (cfr. pp. 17-199). Al mismo tiempo, como el autor reconoce, el libro quiere dejar en el lector la idea de que hacer una ontolog’a que considere la existencia de una realidad llamada alma es la śnica soluci—n posible para intentar una explicaci—n coherente del fen—meno humano. El śltimo cap’tulo Ń"Imagen de Dios" (pp. 203-232)Ń es donde el autor expresa su pensamiento al confrontar la interpretaci—n cristiana del hombre con las antropolog’as estudiadas.

2. Las conclusiones a las que llega el autor, pueden resumirse as’: a) existe el alma; b) la esencia del alma es incognoscible desde la ciencia; c) el alma no es material pero exige la materia como condici—n de posibilidad; d) el alma humana es forma del cuerpo (como su estructura; no afirma que le comunique su acto de ser).

3. Ruiz de la Pe–a se–ala los l’mites del dualismo, pero, aunque tambiŽn lo niega, parece inclinarse por el monismo; en concreto, para sobrepasar el "binomio alma-cuerpo", propone la siguiente concepci—n, de influencia rahneriana: "Entendida como funci—n de la singularidad de lo humano, la noci—n de alma ser’a compatible, en principio, con todos aquellos materialismos que no nivelen lo humano por el rasero de lo biol—gico o lo f’sico. Decir 'alma' (o 'mente' o 'esp’ritu') equivaldr’a a decir materia autotrascendiŽndose realmente hacia lo nuevo, lo distinto, lo ontol—gicamente m‡s rico y superior" (p. 214).

Adem‡s de que no parece correcta la identificaci—n de "alma" con el tŽrmino "mente", el autor deja sin aclarar la autŽntica relaci—n alma-cuerpo y sus manifestaciones en la escatolog’a cristiana: la manera de defender la "unidad" del hombre, acaba por no ser m‡s que ausencia de composici—n de dos sustancias distintas, esto es, simplicidad. Por ejemplo, cuando afirma: "El hombre entero es, en definitiva, "alma" y a la vez "cuerpo". Es alma en cuanto totalidad una, dotada de interioridad; es cuerpo en cuanto tal interioridad se visibiliza, se comunica y se despliega hist—ricamente en el tiempo y en el espacio" (p. 224).

L.M. y M.G.

 

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