SPENGLER, Oswald: Der Untergang des Abendlandes, 1918

(La decadencia de Occidente)

1. Partiendo del fracaso de la belle Žpoque, el autor intenta trazar los esquemas de una morfolog’a de la historia que facilite la interpretaci—n del futuro de nuestra cultura, y la comprensi—n de los fen—menos incoados en el primer tercio del s. XX.

2. Spengler distingue entre Naturaleza e Historia, empleando para su estudio metodolog’as diversas que denomina, respectivamente sistem‡tica y fisiogn—mica. La sistem‡tica, mŽtodo propio de la ciencia, se funda en el principio de causa-efecto y no se puede aplicar a la historia. Esta es un devenir que no puede reducirse a leyes generales, es independiente y fragmentada en sus culturas.

Utiliza el modelo de las estaciones y el del ciclo del ser humano (ni–ez, adolescencia, juventud y vejez), como el m‡s apropiado para el estudio de la historia. Una cultura nace, crece, se desarrolla y muere. Cuando comienza su degeneraci—n llega a ser 'civilizaci—n'. Occidente, segœn esta concepci—n c’clica de la historia, est‡ viviendo un proceso degenerativo desde el momento que es civilizaci—n.

3. En este concepto de Historia no existe un plan Divino ni la Providencia. Se trata de un determinismo en el que no hay verdadera cabida para el ejercicio de la libertad; no existe un fin trascendente ya que las culturas est‡n determinadas por el modelo de la concepci—n c’clica. En cuanto devenir, la historia no es susceptible de responder a un plan universal, comœn a todos los seres humanos. Para Spengler, en definitiva, la historia es una evoluci—n natural, ciega, por la cual todo nace sin un fin y todo cambia y muere por la satisfacci—n de cambiar y morir: la humanidad es un concepto biol—gico; la cultura, los pueblos, la civilizaci—n, las lenguas y las ideas, surgen y envejecen como los ‡rboles.

Su concepto del cristianismo carece de rigor hist—rico y, aunque se muestra respetuoso, hace una disociaci—n entre el primer milenio y la aparici—n de lo que llama el esp’ritu faœstico, iniciado en el per’odo g—tico, como si se tratase de dos religiones distintas.

A pesar de que en algunos momentos acierta en el an‡lisis de los fen—menos de nuestro siglo, el libro ofrece serios inconvenientes por sus afirmaciones deterministas.

O.A.ÑV.R.ÑG.V.

 

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