CASTIGLIONE, Baltasar DE

El Cortesano

SUMARIO

1.— Introducción.

1.1. El autor.

1.2. El libro.

     Dedicatorias.

1.3. "El Cortesano" en España: la traducción de Juan Boscán.

2.— Estructura de El Cortesano: sus cuatro libros.

2.1. Primer libro del Cortesano. (cap. I. a XI ).

     A. Resumen.

     B. Algunas observaciones.

2.2. Segundo libro del Cortesano (cap. I-VII).

     A. Resumen.

     B. Algunas observaciones.

2.3. El tercer libro del Cortesano (cap. I-VII).

     A. Resumen.

     B. Algunas observaciones.

2.4. El cuarto libro del Cortesano. (cap. I-VII).

     A. Resumen.

     B. Algunas observaciones.

3.— Los grandes temas del Cortesano.

3.1. El perfecto Cortesano.

3.2. La perfecta dama.

3.3. La figura del Príncipe.

1.— Introducción

Los primeros humanistas en la Italia del Quattrocento, creyeron que en la antigüedad estaban los modelos universales, los valores que, debidamente adaptados a la civilización cristiana que vivían, eran la versión completa del hombre y del mundo.

Los clásicos habían expresado tan perfectamente lo que ellos sentían y querían decir en todos los terrenos que no era necesario más que dar a conocer aquellos textos, debidamente depurados, y expresarse con los mismos modelos.

El Humanismo conllevaba una forma, un arte de vivir. Una manera de vivir en la que la existencia humana y sus exigencias naturales ocupaban atención preferente. La afirmación de la personalidad, el gusto estético, la liberalidad, la cortesía, como rasgos humanos, merecen especial estima de los autores de este tiempo.

El armazón intelectual de "El Cortesano" lo integran las ideas de numerosos autores de la antigüedad grecolatina: Platón, Aristóteles, Cicerón, Jenofonte ... revitalizados junto con otros tratadistas y escritores que Castiglione incorpora a su mundo cultural: Dante, Petrarca, Bocaccio e incluso algún contemporáneo suyo, Ficino. Castiglione consigue una flexible integración personal de un mundo cultural firmemente asimilado en su práctica humanística: lo ideal lo hace vida. Tiene además el mérito de reflejar no ya un prototipo humano idealmente diseñado, sino que, como indica en alguna de sus dedicatorias, son figuras existentes en la realidad histórica de su tiempo.

Son diversísimos los personajes que intervienen o son aludidos a lo largo de los diálogos: Papas, reyes, clérigos, hombres de letras, cortesanos, bufones... El libro posee en este sentido un claro valor testimonial, aunque eminentemente subjetivista. Se percibe en todas sus líneas un fuerte sentimiento nostálgico de un tiempo muy concreto de su vida y para Castiglione especialmente entrañable: la corte de Urbino (1504-1513), exaltada como modelo ideal de corte por la brillantez de ingenio de los cortesanos, por la finura de gustos y maneras, por la presencia de la sin par duquesa...

Es importante para entender y estudiar la obra, poner especial atención al marco histórico y cultural del autor y las circunstancias externas de tal creación.

1.1. El autor

Castiglione había nacido en Aldea de Casatico (Mantua) el 6-XII-1478. En su biografía confluyen varios factores representativos de la vida italiana de fines del s. XV y principios del XVI.

Había nacido en el seno de una familia noble: su padre era hombre de armas de la familia Gonzaga, apellido que también correspondía a su madre. Estudió en Milán latín y griego con los humanistas Demetrio Calcondila y Giorgio Merula, educándose como gentilhombre en la corte de Ludovico el Moro, en el esplendor de las artes y refinamiento de costumbres. Allí permaneció hasta 1499, fecha de la muerte de su padre.

Después de estar en Milán, vuelve a Mantua donde se puso al servicio del marqués Francisco Gonzaga, al que acompañó en la batalla de Garigliano, ganada por los españoles (1503). Poco después (1504), se instala en la corte de Urbino primero al servicio de Guidobaldo de Montefeltro y más tarde de su sucesor Francisco María de La Rovère. Estos años de Urbino son especialmente significativos en la vida de Castiglione, ya que marcan el comienzo de su carrera política y diplomática: se le asignan diversas misiones en Inglaterra y Francia y también participa, al lado de sus señores, en algunos hechos de armas. En 513, sus servicios son recompensados con el título de conde.

La estancia de Castiglione en Urbino tiene además un significado cultural de primer orden. Inicia estrecha relación con hombres de cultura, amenos conversadores, algunos de los cuales protagonizarán más tarde el coloquio de El Cortesano. Según explica el mismo Castiglione esbozó en su mente el libro desde la muerte del duque Guidobaldo, conversaciones mantenidas con personajes reales como fueron Pietro Bembo, Ludovico de Canosa, el Unico Aretino, Fregoso... entre otros, y de los que hará encendidos elogios desde las páginas de su libro, cuando ya la muerte los había separado.

Más tarde (1513-1516) permanece en Roma como embajador en la corte papal. De estos años data su amistad con el pintor Rafael que inmortalizó al escritor en el retrato que se conserva en el museo del Louvre.

A partir de 1516, Castiglione se mueve entre Mantua y Roma en el desempeño de diversas tareas diplomáticas.

En 1520, muere su esposa y decide abrazar el estado eclesiástico. Muerto León X, el breve pontificado de su sucesor Adriano VI y el nombramiento de Clemente VII (otro Papa Médicis) facilitan su reinserción en la corte de Roma de la que faltaba desde 1522. En 1524 es nombrado pronotario apostólico y, casi inmediatamente, nuncio en España. Discrepan los historiadores acerca del verdadero papel desempeñado por Castiglione como nuncio papal. La tensión entre Clemente VII y Carlos V culminó con el Saco de Roma de mayo de 1527. El Pontífice recriminó a Castiglione por no haberlo sabido prevenir y evitar.

Mención especial merece la actitud de Castiglione al entrar en polémica con el secretario del emperador Alfonso de Valdés, famoso erasmista de la corte española. En su Risposta (1528) ofrece una dura réplica a lo ocurrido en Roma expuesto por Valdés, justificando lo ocurrido, en el "Diálogo de lo acontecido en Roma" de fecha 1527. En esa Risposta se ve en Castiglione no sólo la actitud obligada del representante papal en España, sino la censura de un hombre convencido del desastroso y bárbaro Saco de Roma. Castiglione no verá firmados los acuerdos de Bolonia propugnados por él desde España, ya que muere en la ciudad de Toledo en febrero de 1529.

Carlos V autorizó el traslado de sus restos a Mantua donde fue enterrado en junio de 1530. En la carta de condolencia al Pontífice que Carlos V escribió de su puño y letra se refiere a Castiglione como que "es muerto uno de los mejores caballeros del mundo". Definía así el emperador la virtud humana de la caballería, tal y como se entendía en el primer Renacimiento Español: caballero, hombre de corte y otros atributos culturales como eran su formación humanística y su capacidad literaria. Castiglione fue un producto genuino del refinamiento cultural y humano que se respiraba en las cortes italianas del Cinquecento, modelo inequívoco de ese mundo peculiar, lo que explica el nacimiento de un libro como El Cortesano.

1.2. El libro

Concebido como ya se ha dicho en los años de Urbino, a poco de la muerte del duque Guidobaldo, fue al parecer redactado entre 1513 y 1518. Fue obra por tanto de larga gestación y sometida además a sucesivas correcciones por el mismo autor, según lo confirman diferentes códices. La redacción manuscrita circuló, como era habitual en aquel tiempo, en primer lugar, entre amigos y allegados.

Al partir para España solicita el manuscrito a la marquesa de Pescara, gran admiradora del mismo quien lo hizo copiar permitiendo así que otras muchas personas tuvieran acceso a él. Finalmente y ya desde España, el nuncio autoriza su publicación en 1528. En la carta, dedicada al obispo de Viseo que precede al texto, alude Castiglione a la decisión de hacer imprimir el libro ante el peligro de que otros lo hicieran sin su consentimiento.

Sale pues al mercado editorial precedido ya de fama y esperado por muchos. Se inserta en los moldes de los vigentes tratados renacentistas que a su vez conectaban con modelos de la antigüedad clásica: el libro traza un ideal de perfección humana —el Cortesano perfecto— y el mismo Castiglione legitima ese trazado trayendo a colación ejemplos prestigiados: el perfecto rey, el perfecto orador, etc.

El libro se plantea como evocada transcripción de conversaciones sostenida a lo largo de cuatro veladas por los contertulios de la duquesa Isabel Gonzaga. Junto a ella, la señora Emilia Pía. Ambas mujeres señalan el orden de la conversación.

Dedicatorias

Las dedicatorias van dirigidas, en sucesivo orden, a la muy magnífica señora doña Gerónima Paloma de Almogávar, firmada por Boscán, la primera y por Garcilaso de la Vega, la segunda. En la primera Boscán da cuenta a esta señora del encargo recibido por Garcilaso de traducir este libro y la constituye como juez de todo "vos veréis el libro y el cortesano y lo que yo he hecho por él en habelle puesto en vuestras manos"...

En la segunda, dedicada a esta misma señora por Garcilaso, se apunta la mediación gestora de la dama para conseguir que Boscán aceptara el trabajo de esta traducción y el agradecimiento del mismo.

La tercera dedicatoria va dirigida "AL MUY ILUSTRE Y REVERENDO SEÑOR DON MIGUEL DE SILVA, OBISPO DE VISEO" firmada por el mismo Castiglione, primera y única por tanto, en la mente del autor, en la que refiere la andadura del libro en sus inicios tal y como más arriba se ha expuesto y su carácter testimonial histórico y aún en cierto modo, autobiográfico.

1.3. "El Cortesano" en España: la traducción de Juan Boscán

El mismo Boscán nos lo cuenta:

"No ha muchos días que me envió Garcilaso de la Vega... este libro llamado El Cortesano, compuesto en lengua italiana por el conde Baltasar Castellón. Su título y la autoridad de quien me le enviaba, me movieron a leelle con diligencia."

"...Todo esto me puso en gana que los hombres de nuestra nación participasen... que no dexasen de entendelle por falta de entender la lengua y por eso quise traducille luego."

También explica sus dudas en hacerlo y su posterior decisión:

"Andando yo en estas dudas, Vuestra merced (la señora Doña Gerónima de Almogávar a quien dedico el libro) ha sido la que me ha hecho determinar, mandándome que lo traduxese;"...

Y da razón de cómo lo hace:

" Yo no terné fin en la troducción deste libro a ser tan estrecho que me apriete a sacalle palabra por palabra, antes, si alguna cosa en él se ofreciere, que en su lengua parezca bien y en la nuestra mal, no dexaré de mudarla o de callarla."

Compuesto en italiano por el conde Baltasar de Castiglione y traducido en lengua castellana por Boscán, fue impreso en Barcelona por Pedro Mon Pezat, imprimidor, a dos del mes de abril de 1534.

Esta es la traducción de cuyo texto iré transcribiendo algunos párrafos.

2.— Estructura de El Cortesano: Sus cuatro libros

El texto de El Cortesano se ajusta a lo que se conoce como diálogo ciceroniano. La estructura dialogada se apoya en una donna que señala el orden de la conversación.

El tema del coloquio (cuáles deben ser las cualidades del cortesano perfecto) se escoge después de pasar revista a otros posibles argumentos y siempre en el marco de un planteamiento dialéctico.

El trazado de esa figura ideal no será objeto de un tratado discursivo sino que brotará en el ámbito de una dialéctica —con parole— propia de la corte misma donde el cortesano se mueve. El trazado de la figura ideal será por tanto el resultado del cotejo de pareceres distintos, a lo largo de una conversación sosegada y natural. Los interlocutores entran en la conversación precedidos de varios introductores o de acotaciones insertas en el relato. La conversación, conducida con flexibilidad, permite completar y matizar juicios y contradecir opiniones. Se enriquece y agiliza así el coloquio, que se va llenando a la vez de abundante ejemplificación surgida al hilo del tema central del libro. Todo va presidido por un sabio sentido del humor, por una comprensiva actitud hacia las opiniones ajenas y todo ello, en un marco distendido y sosegado, ideal conversacional que Castiglione presenta como propio de una cultura llena de respeto y elegancia, entendida como norma de vida.

Tales pláticas se articulan en cuatro libros precedidos de sus prólogos. De este modo se delimitan sin confusiones los cuatro grandes temas, objeto de discusión, sin que esto prive de unidad a la obra.

2.1. Primer libro del Cortesano. (cap. I a XI)

cap. I: "En que se da noticia de la nobleza de la casa y corte del Duque de Urbino, y cuán noble y valeroso señor fue el duque Federico, cuya nobleza y virtudes heredó el hijo llamado Guidubaldo, en cuya casa y corte pasaron todas las pláticas y materias que se tratan en este libro entre los cortesanos y damas de su palacio, y pone las causas dello."

cap. II: "Cómo fue nombrado por Emilia dama, y confirmado por la Duquesa, el conde Ludovico de Canosa para que tomase el cargo de formar un perfecto Cortesano, el actual acató el cargo, y comenzando, dixo que lo primero que le pertenece al cortesano es ser de buen linaje."

cap. III: "En el cual se prosigue la plática sobre lo del buen linaje, en que hay contradicciones y hermosas réplicas, añadiendo primero el Conde a su cortesano que sea de claro ingenio y gentil hombre de rostro y de buena disposición de cuerpo."

cap. IV: "En el cual, concluyendo el Conde que el cortesano ha de ser de buen linaje, dice que le conviene ser diestro en el uso y exercicio de las armas, y que debe huir el alabarse dello, sobre lo cual hay entre los cortesanos diversas razones y réplicas."

cap. V: "En que se prosigue la plática de los exercicios del cortesano. Y habiendo dicho el Conde en las pláticas pasadas que en todo lo que hiciere el Cortesano lo haga con buena gracia y aire que a todos agrade, hace una pregunta miser César Gonzaga sobre esta gracia. Sobre lo cual pasan hermosas razones y réplicas."

cap. VI: "En el cual, prosiguiendo la plática, dice el Conde que en el hablar y en el escribir es muy importante aviso al perfeto Cortesano huir como de pestilencia la afectación, que es una tacha que desbarata y destruye totalmente el lustre de la buena gracia; el cual aviso se dio en el capítulo pasado por una generalísima regla. Y sobre esta materia del hablar y el escribir pasa gran disputa entre los cortesanos."

cap. VII: "En el cual, prosiguiéndose la plática del hablar y escribir, se afirma el Conde en su opinión, que es que las reglas que sirven para el hablar, sirvan para el escribir."

cap. VIII: "En que, prosiguiendo el Conde su plática, dice que el uso es la guía del bien hablar y escribir."

cap. IX: "Como al perfeto Cortesano le conviene ser ornado y ataviado en el ánima como en el cuerpo, y qué ornato debe ser éste."

cap.X: "Cómo al perfeto Cortesano le pertenece ser músico, así en saber cantar y entender el arte, como en tañer instrumentos diversos."

cap.XI: "Que al Cortesano conviene tener noticia del pintar, y sobre este punto pasaron sotiles razones entre los cortesanos."

A. RESUMEN

En este primer libro, después de una elogiosa descripción de los valores y encantos de la casa y corte de Urbino, los caballeros presentes se reúnen tras la cena con la señora del palacio, la duquesa Isabel Gonzaga, esposa del duque Guidubaldo y con su cuñada Emilia Pía. Para abrir el coloquio se plantean varias cuestiones, sucesivamente desechadas hasta elegir la que parece más pertinente: las cualidades que ha de tener el cortesano perfecto. Tal cometido se encomienda a Ludovico de Canosa, quien desarrolla la cuestión con frecuentes interrupciones de otros contertulios.

Este primer libro traza un detallado cuadro de los valores y cualidades del cortesano ideal y alterna, como será habitual a lo largo de toda la obra con la ejemplificación y relato de casos y sucedidos.

También se trata el discutido tema de la época LA CUESTIÓN DE LA LENGUA, según la práctica de Castiglione de interpolar temas de divulgación culta o erudita. La plática concluye con la llegada del prefecto de Roma. Los contertulios prosiguen la velada entre danzas y juegos hasta que, al levantarse la duquesa, se retiran los demás a sus posadas.

B. Algunas Observaciones

A pesar del tono que ya desde este primer libro se advierte como moralizante en frases como:

"peor es dexar de hacer bien por no querer que por no saber" (p. 90)

"como en la mujer, la honestidad una vez alterada mal puede volver a su primer estado"... (p. 95).

"muchas veces se muestra más el buen corazón en las cosas pequeñas que en las grandes" (p. 95).

"castigado por lo que él erró, más aún por lo que hizo errar a otros" (p. 101).

"perdonando mucho a los malos se hace perjuicio a los buenos". (p. 101); a pesar de que en dos ocasiones incluso nombra a Dios (una cuando habla de las letras como don de Dios, (p. 122) y otra cuando se refiere a la música como algo que Dios nos da para alivio de congoxas (p. 128), se aprecia un fondo, un modo de ver la vida en el que se excluye la trascendencia y se va sin embargo insistiendo en el aprecio, amor, apego y dependencia de todo lo terreno; con un consiguiente planteamiento moral —en el mejor de los casos— relativista, cuando no dependiente de horóscopos o de signos de astrología. (p. 80, 90, 102 y 103...)

Cabe destacar, desde el punto de vista de la educación, la recta apreciación de las virtudes humanas: linaje, honor, honra (p. 91), de la positiva influencia de la familia y del ejemplo en la educación (p.91); (102 y 10); el desprecio de la homoxesualidad (p. 97); el elogio a la naturalidad y llaneza (p. 104 y 105); profesionalidad y cultivo del saber (p. 106), etc.

Esta visión reciamente humanista y en muchos momentos reduccionista de la vida, da lugar a frases como "es necesario mudar a ratos y con la diversidad remediar el hastío que anda siempre envuelto en nuestra vida"... (p. 100) o "al no ser conocido por sus obras... se duela que su valor se pierda entre la gente y hale de descubrir por fuerza en alguna manera por no carecer de la debida honra, la cual es la verdadera satisfacción (!) de los virtuosos trabajos" (!) (p. 96) Las exclamaciones no están en el texto. Se subraya siempre por tanto el afán de gloria humana (p. 123) tan propio, por otra parte de la mentalidad de su época que comentaremos en el conjunto "Valoración doctrinal". Son buenas las ideas sobre el modo de escribir (p. 107): "lo escrito no es otra cosa sino una forma de hablar que queda después que el hombre ha hablado" ... "hablar de lo que se sabe"... (p. 111 y 112) y las loas a la música y a las artes ...

2.2. Segundo libro del Cortesano (cap. I-VII)

Prólogo: En el que Castiglione censura la tendencia de los viejos a la excesiva ponderación de las cortes del pasado y vituperio de las presentes. Desautoriza así el tópico del elogio de cualquier tiempo pasado y exalta los valores de la corte de su época, en especial de la de Urbino.

cap. I: "En que se platica en cuál modo y manera, tiempo y sazón deba el Cortesano usar de sus buenas cualidades, y poner por obra todo lo que le conviene."

cap. II: "En el cual, prosiguiendo miser Federico su plática, dice que tal ha de ser la conversación del Cortesano con el príncipe y con las otras personas".

cap. III: "En que habiendo dicho miser Federico en el capítulo pasado cómo debe el Cortesano conversar con sus señores, dice agora en éste cómo debe conversar con sus iguales".

cap. IV: "En el cual siguiendo miser Federico su plática, da ciertos avisos y reglas que el Cortesano debe guardar en su conversación".

cap. V: "En el cual, miser Bernardo, a quien la señora Emilia dio la mano en el hablar, muestra cuáles son los términos y modos que debe usar el Cortesano en el decir de las gracias y motes para hacer reír, y cómo se deben fundar".

cap. VI: "En el cual, prosiguiendo miser Bernardo su plática sobre el decir de las gracias, dice otros muchos y diversos fundamentos sobre que el Cortesano puede fundar sus gracias y donaires."

cap. VII: "Cómo habiendo ya miser Bernardo concluido en el capítulo pasado su plática sobre el decir de las gracias y sus donaires, dice agora en éste las maneras y fundamentos de las burlas que suelen hacer los amigos unos a otros."

A. RESUMEN

Después del prólogo brevemente descrito, se abre de nuevo el coloquio en la velada siguiente al libro I y la intervención principal corre a cargo de Federico Fragoso sobre modos, lugares y circunstancias en los que el buen cortesano usará las cualidades y maneras diseñadas por Ludovico de Canosa. El tema de divagación intercalado es el de las burlas y gracias que ha de practicar el cortesano en la conversación. En este punto se da la palabra a Bernardo Bibiena, quien esboza una verdadera tipología de gracias verbales y ejemplifica abundantemente con anécdotas y cuentecillos. El libro II termina con el problema de la "condición de las mujeres", suscitado por el asunto de las burlas y de la diversidad de puntos de vista pro y antifemeninos. Por ello se encomienda a Julián el Magnífico la tarea de trazar el retrato de la perfecta donna di palazzo, cuestión que queda aplazada hasta la noche siguiente.

B. Algunas Observaciones

En este libro el tono es plenamente desenfadado, burdo, farragoso... y aburrido.

Se aprecia una gran falta de respeto —que roza lo blasfemo— por todo lo religioso. No sólo con respecto a obispos y frailes sino sobre cualquier contenido religioso como votos o promesas, devociones, etc.

Se sobrevalora el aspecto externo: trajes etc.: la picardía; y se da por bien sentada la deshonestidad, los engaños, las faltas de fidelidad en el matrimonio...

Hay comentarios de muy mal gusto sobre la Confesión... "cuando era muchacho..."; se presenta a los religiosos como seres que "sólo esperan la muerte".. .; se alaba el Decamerón repetidas veces...; se destaca erradamente el "valor esencial" de las cosas mudables...

En todo este segundo Libro sólo he podido apreciar un pasaje positivo: en la p. 149 cuando habla de la conveniencia de un recto sentido profesional y la consiguiente seriedad de las tareas humanas...

Se puede ya adelantar que, en cuanto respecta a la educación integral, este libro carece de valores. Podría sacarse uno genérico, la conveniencia de la alegría y del sentido del humor... pero no se puede admitir como valor educativo ninguno de los expuestos, a lo largo de los siete capítulos.

2.3. El tercer libro del Cortesano (cap. I-VII)

Prólogo: Una vez más se cantan las excelencias de la corte de Urbino valiéndose para ello de un cuento sobre Hércules: Léese que Pitágoras halló la medida de Hércules sabiendo que el espacio olímpico de Acaya había sido medido por Hércules en 625 pies. Los otros estadios, por toda Grecia también habían sido instituidos sobre esta medida de 625 pies. resultando más pequeños. Teniendo en cuenta esta proporción, fácilmente adivinó todas las demás medidas de Hércules... Así también se puede entender cuanta ventaja lleva la corte de Urbino a todas las demás de Italia...

cap. I: "Cómo la Duquesa dio el cargo al Manífico Julián de formar una perfeta Dama con las calidades que la convienen, así como queda un perfecto Cortesano en lo ya platicado en los dos libros pasados, el cual, aceptándolo, comenzó su plática".

cap. II: "En el cual, prosiguiendo el Manífico Julián su plática en las calidades de la Dama, dice los exercicios que le competen, y cómo los debe usar; y también quiere que la Dama tenga noticia de letras, de música y del pintar, y otras muchas calidades, sobre lo cual pasan entre los cortesanos sotiles razones y réplicas."

cap. III: "En el cual prosiguiendo más adelante el manífico Julián su plática, cuenta en defensión de las damas, algunos notables hechos que hicieron muy afamadas mujeres, y estos exemplos trae a consecuencia contra las razones del Frigio y de Gaspar Pallavicino".

cap. IV: "Cómo después que en el capítulo precedente el manífico Julián ha traído muchos exemplos de los notables hechos de mujeres, en especial de la memorable señora doña Isabel, reina de España, agora en éste, tomando la mano en la plática miser César en defensión de las damas, tras otros muchos exemplos de afamadas señoras. "

cap. V: "En el cual, concluyendo miser César en los enxemplos de ilustres mujeres torna el manífico Julián a proseguir su plática en las calidades de la Dama y dice cómo se ha de haber con el galán que la sigue de amores y muéstrale a saber amar."

cap. VI: "En el cual prosiguiendo el manífico Julián su plática en las calidades de la Dama, en especial en mostralle saber amar, atraviesan hermosas disputas entre la señora Emilia y el único Aretino y otros Cortesanos sobre los medios que ha de tener el Cortesano para irle bien de amores y para saberse conservar en ellos.

cap. VII: En el cual concluye su plática en formar la Dama perfeta con las calidades que le convienen, y da algunos avisos para que el Cortesano sepa traer secretos sus amores.

A. RESUMEN

El tema de la perfecta dama proyecta la discusión sobre el viejo pleito literario en torno a la condición natural de la mujer, encomiada ardientemente por el Magnífico y vituperada por Gaspar Pallavicino. La ya clásica querella sobre las mujeres que se ha ido desarrollando a lo largo de toda la obra es tratada especialmente por Castiglione en este tercer libro.

Como divagación interpolada hay que destacar la riquísima ejemplificación que el Magnífico desgrana en un alarde de erudición clásica. (p. 246, 247-255).

B. Algunas Observaciones

Aparte de algunas afirmaciones positivas y de valor p. ej. en cuanto a las calidades de la Dama que hablará más adelante, en este libro se puede destacar alguna...

(aparece aquí una línea del texto que es incomprensible)

ocupa: "El verdadero esfuerzo es aquel que nace de un juicio propio y de una voluntad determinada a hacer lo que conviene, y a tener en más la honra y la obligación della que todos los peligros del mundo; y, en fin, el buen corazón ha de ser tal, que, aunque tenga la muerte a los ojos, tan firme que sus sentidos estén siempre libres y su acuerdo entero". (p. 242).

Asimismo cabe destacar la loa a Doña Isabel, reina de España:

"Si los pueblos de España, los señores, los privados, los hombres y las mujeres, los pobes y los ricos, todos no están concertados en querer mentir en loor de ella, no ha habido en nuestros tiempos en el mundo más glorioso exemplo de verdadera bondad, de grandeza de ánimo, de prudencia, de temor de Dios, de honestidad, de cortesía, de liberalidad y de toda virtud, en fin, que esta gloriosa Reina"... (p.256).

Por lo demás, siguen las invectivas contra frailes o personas de la Iglesia; se alaba el suicidio como un hecho maravilloso (p. 247, 269); se habla de deshonestidades, violaciones, hijos naturales, etc. como lo normal de la vida; se exponen verdaderas aberraciones respecto a la virtud de la castidad contemplándola en hombres o en mujeres... Errores todos graves que Castiglione expone con procacidad y desenfado.

2.4. El cuarto libro del Cortesano. (cap. I-VII)

Prólogo: El que antecede a este Libro ofrece un tono más personal y menos teórico que los tres anteriores. El autor destaca el hecho de escribir sobre los acontecimientos que recuerda del pasado. Lamenta la muerte de algunos de los contertulios (Pallavicino, César Gonzaga, Roberto de Bari) y elogia de nuevo a los personajes de la casa de Urbino. El tono es quejumbroso y lleno de nostalgia.

cap. I: "En el cual, tomando la mano en la plática Otavián Fregoso, dice cómo mediante las calidades que se le han dado al Cortesano, y con las demás que se le pueden dar, puede hacerse muy amado y privado del Príncipe, y así podrá inducille a las virtudes y reprendelle los vicios."

cap. II: "En el cual, prosiguiendo Otavián Fregoso su plática acerca de las virtudes que son atavío del ánima, declara la diferencia que hay entre la virtud de la temperancia y continencia, sobre la cual pasan sutiles razones entre los cortesanos."

cap. III: "En el cual se platica cuál sea mejor gobernación, la de un buen rey o la de una buena república, y sobre esta disputa pasan entre los cortesanos sutiles razones y réplicas."

cap. IV: "En el cual Otavián prosigue su plática acerca de las virtudes, en que pasan ciertas preguntas y respuestas, en especial cómo ha de criar y enseñar a un príncipe el perfeto Cortesano. "

cap. V: "En el cual, prosiguiendo Otavián su plática acerca del fin de la perfeta cortesanía, añade otros documentos sobre ello al Cortesano; sobre lo cual pasan algunas contradicciones y réplicas entre los cortesanos."

cap. VI: "En el cual miser Pietro Bembo, por mandado de la Duquesa, tomando el cargo de la plática, muestra cómo el Cortesano siendo viejo puede ser enamorado, no sólo sin afrenta, más con mayor prosperidad de honra que el mozo, y trata esta materia del amar sutilmente."

cap. VII y Último: "En el cual prosiguiendo miser Pietro Bembo su plática, muestra al Cortesano la manera que debe tener para amar muy al contrario del amor loco que el vulgo sigue."

A. RESUMEN

Este cuarto libro pretende ofrecer una seria reflexión intelectual sobre dos temas concretos, muy propios de la época: el primero lo desarrolla Octaviano Fregoso y se refiere a las relaciones entre el buen cortesano y el Príncipe... Castiglione no elude el juicio sobre delicadas cuestiones, como las formas de gobierno o el criterio moral de la obediencia al señor. Una rica ejemplificación aligera la doctrina expuesta.

El segundo tema es el del amor que pone en boca de Pietro Bembo. Sobre estas dos cuestiones ampliaremos más adelante el tema.

B. Algunas Observaciones

Lo referente al gobierno está lleno de sensatez y nos hacemos eco de ello. En cuanto a las disquisiciones sobre el amor, existe un error de base. Ni se pretende aclarar ni se aclara la diferencia existente entre el orden natural y sobrenatural. Por lo que, partiendo de un plano filosófico, se propugna la llegada a lo divino, como si el trato con Dios consistiera o se fundamentara en una progresiva evolución intelectual humana. No sólo no se atiende al orden de la gracia sino además, se confunde la naturaleza humana con la angélica como si también fuera cuestión de ir evolucionando. En todos estos puntos se exponen verdaderas aberraciones, que por tener forma literaria no dejan de serlo. Le da lo mismo hablar de la hoguera donde Hércules quedó abrasado que de la zarza ardiendo de Moisés o de las lenguas de fuego en la venida del Espíritu Santo. Como muy bien dice al hablar sensatamente sobre el gobernante; la "ignorancia es la causa de todos los pecados", "La ignorancia y la permanencia en la sensualidad... a la que continuamente se aferra con todos sus sentidos. Confunde el amor a Dios con el sentimentalismo, la virtud con la indiferencia o superación estoica... humana y natural. Si se contentara con hablar del amor platónico y no se remontara a alturas místicas quizá no hubiera errado. Sostiene tesis aberrantes sobre la virtud de la castidad: todo pecado es excusable en la juventud...: forma parte de nuestro ser natural... Lo comprende a otras edades aunque opina que es menos defendible, etc.

Estas disquisiciones suyas sobre el amor son un compendio de errores doctrinales y morales, absolutamente rechazables, que hunden sus raíces en el neoplatonismo de Ficino en la interpretación que hace este filósofo de lo que él da en llamar "circuito espiritual".

En este mundo neoplatónico descubierto por Ficino desaparecen todas las fronteras propugnadas por el pensamiento medieval especialmente en los conceptos de amor y de belleza, conceptos en los que se polariza el filósofo florentino.

Ficino, frente a Santo Tomás, reafirma la identidad de lo bello y lo bueno e iguala lo bueno, no sólo con el amor, sino a la beatitud.

Todo lo terrestre —ser humano, animal o planta— es una expresión de la belleza divina; el amor es siempre engendrado por una belleza que por su propia naturaleza llama a Dios. El que este amor adopte la forma de "amor humano" o "amor divino", es una cuestión de grado, no cualitativa.

La interpretación de Ficino del "circuito espiritual" tuvo importantes consecuencias no sólo en la creación artística o literaria sino con el mundo de la ciencia y en el sincretismo religioso renacentista.

Desde su perspectiva, no hay diferencia entre la medicina, la magia y la astronomía. El "espíritu cósmico lo invade todo, también lo sensible; por tanto, los efluvios benéficos o maléficos, de los astros, repercuten en el mundo de los humanos.

Por análogas razones no admite Ficino diferencia esencial de autoridad entre fuentes cristianas o paganas: Toda revelación es única, sostiene, el "mito pagano" es una manifestación directa de la revelación religiosa.

Es fácil intuir el "éxito" de esta filosofía que permitía "aparentemente armonizar" la ciencia, la moral y la teología con las flaquezas de la humanidad, a los hombres y mujeres mundanos, a sus conductas mundanas con las "cosas del espíritu"...

Castiglione asimiló esta doctrina y la transcribe plenamente en la segunda parte de este libro.

3.— Los grandes temas del Cortesano

Al ideal de perfección vigente en la cultura de la época apunta no sólo el Cortesano, sino también los otros dos personajes de la obra: donna di palazzo y el Príncipe.

En cuanto al Cortesano, Castiglione dicta normas de conducta que atañen a un ideal de hombre. Menéndez y Pelayo lo expresa así en un estudio que hizo sobre la traducción de Juan Boscán:

"el perfecto Cortesano y la perfecta dama cuyas figuras ideales traza, no son maniquíes de corte ni ambiciosos egoístas o adocenados que se disputan en oscuras intrigas la privanza de sus señores y el lauro de su brillante domesticidad. Son dos tipos de educación general y ampliamente humana, que no pierde su valor aunque esté adaptada a un medio singular y selecto, que conservaba el brío de la Edad Media sin su rusticidad, y asistía a la triunfal resurrección del mundo antiguo sin contagiarse de la pedantería de las escuelas. La educación, tal como la entiende Castiglione, desarrolla armónicamente todas las facultades físicas y espirituales sin ningún exclusivismo dañoso, sin hacer de ninguna de ellas profesión especial, porque no trata de formar al sabio, sino al hombre de mundo, en la más noble acepción del vocablo." (Castiglione y Boscán: el ideal cortesano en el Renacimiento español . Estudio preliminar. Madrid 1959 —Anexo I Boletín Real Academia Española).

Nos atrevemos a contradecirle en el punto final "Valoración doctrinal" aunque —como hemos hecho a lo largo del contenido— se puedan salvar algunos valores en concreto pero no atendiendo a un sentido de educación integral.

3.1. El perfecto Cortesano

Varias son las componentes de ese ideal humano. En primer término, el sentido del equilibrio que ha de presidir todas sus acciones y sus gestos. En el texto de Castiglione se percibe la alusión a todo extremismo en el hacer y en el decir, de forma que una virtud no se convierta en vicio ni por exceso ni por defecto. Virtud humana, se entiende.

Se exige al cortesano una refinada contención, al mismo tiempo que una controlada audacia. Equilibrio entre acción y pensamiento: entre dedicación a las armas y disciplina intelectual; entre las actividades del ejercicio de caballería y el refinamiento de la corte.

Otra exigencia del cortesano es la naturalidad, la huida de toda forma de afectación. La gracia debe brotar de la naturalidad, debe enmascararse tras la apariencia de la espontaneidad y facilidad: este sentido estético... del comportamiento lo aplica de igual manera al hablar que al tañer, que al escribir, o, en el uso de las armas. Y esto, aunque alcanzar esa determinada gracia suponga esfuerzo y lleve tiempo...

Del mismo modo se aluden a otros pormenores que completan el retrato:

El Cortesano ha de ser de sangre noble, de limpio linaje; ha de tener ingenio; buena disposición de cuerpo, de tal modo, que sea agradable a la vista; diestro en el ejercicio de las armas; interesado por las letras hasta el punto de componer un soneto a la dama que se lo solicite, de tal modo que las letras sean su ornamento ya que su verdadera profesión, es la de las armas.

Por tanto, ha de poseer instrucción más que mediana; conocer el latín y el griego; conocer las artes de la oratoria y dominar mil historias que le ayudarán a lucirse en juegos y pasatiempos. Debe aprender a escribir en prosa y en verso, de tal modo que se haga capaz de entender y juzgar a los que escriben por oficio. Conocerá la música y la pintura y la escultura; en la danza será mesurado, grave, y en la conversación discreto y comedido, con capacidad de adaptarse a su interlocutor.

Se pronuncia Castiglione sobre el vestido del cortesano: de color negro "a lo español", o cuando menos oscuro, en los usos ordinarios; de vivos colores y fantasía, en máscaras y torneos. Deberá saber elegir los amigos. La amistad sólo es posible con amigos verdaderos, ya que exige "estar muy conformes con las condiciones, con las voluntades, con los corazones y con los juicios".

Castiglione hace aprecio del idioma vulgar frente al preferente uso humanístico del latín e imprime el ideal de la naturalidad al idioma hablado frente al exagerado artificio de la precedente literatura. Así en el libro I insiste en la necesidad de adecuar la escritura a la lengua hablada: (cfr. p. 111 y 112).

"Así que yo estas palabras antiguas (cuanto por mi huillas ía siempre, saldo en ciertos lugares, y aun en estos pocas veces las usaría. Y paréceme que quien de otra manera lo hace no yerra menos que erraría el que quisiese, por seguir los antiguos, comer bellotas agora que tenemos abundancia de trigo."

Pero la facilidad y la llaneza no deben dejar de ir unidas al saber:

"Así que lo que más importa y es más necesario al Cortesano para hablar y escribir bien, es saber mucho. Porque el que no sabe, ni en su espíritu tiene cosa que merezca ser entendida, mal puede decilla o escribilla."

"... Todo esto se haga sin trabajo, que el que escuchare piense que aquello no es nada de hacer, y que está en la mano hacello él también: pero después cuando venga a proballo, se halle muy lexos de poder hacello".

Otro ingrediente que incorpora al diálogo de los contertulios es el humor, la gracia verbal expresada en burlas y anécdotas. El Cortesano debe dominar la conversación fácil y jocosa propia del ambiente distendido, superficial de las veladas cortesanas, ideal ligado a la existencia del hombre renacentista.

El Cortesano debe saber amar. Sobre el amor se explaya en cada uno de sus libros pero sus tesis más importantes las expone en el libro IV como hemos apuntado ya al hablar de él y no merece la pena insistir en ello.

3.2. La donna di palazzo

Su retrato se ajusta a un esquema similar al del Cortesano. Muchas virtudes serán comunes a los dos personajes: nobleza de linaje, gracia natural, ausencia de afectación... Pero otras virtudes serán propias de la dama: la hermosura, la delicadeza tierna y blanda que contrapone a la gallardía varonil.

El ideal de la gentildonna no es solamente para contemplarlo sino para tomarlo como medio de comportamiento, rico y variado. La "perfecta dama" debe poseer —junto a las cualidades naturales de esposa y madre—, virtudes sociales. Además de llevar su casa, debe tener cultura, garbo en la conversación, conocimiento de las artes y "cierta afabilidad graciosa": ni retraída ni descarada; debe saber danzar y hacerse rogar; cantar y tañer con movimientos mesurados... con instrumentos adecuados a su condición femenina.

Hace cuestión importante del trato con los que anduvieran "con ella de amores". Aquí Castiglione presenta parte de sus tesis sobre el amor. Su ideal de honestidad es sólo aparente: ha de mostrar mucho escrúpulo. Llega a defender, por boca de Federico Fregoso, un error aplicable al caso de aquellas mujeres casadas que lo fueron por fuerza de sus padres: para ellas se justifica "algún alivio" en punto de amores.

La controversia se establece sobre la "condición" de las mujeres; sobre la bondad o maldad de las mismas. Se ejemplifica con anécdotas. Pallavicino ataca, el Magnífico defiende: se habla de la proclividad de las mujeres, de sus envidias y naturales flaquezas.

Se razona filosóficamente (?) sobre la idea de la perfección natural del hombre frente a la imperfección femenina: aunque luego, en boca del Magnífico, se afirma que las mujeres están "naturalmente dispuestas a recibir las mismas virtudes que suelen recibir los hombres".

Como ya hemos expuesto al referirnos al tercer libro, se hacen elogios cumplidos de la reina de España.

César Gonzaga afirma que ellas elevan los pensamientos de los hombres y sus acciones e incluso lo proyectan al conocimiento de cosas más altas...

3.3. La figura del Príncipe

Gran parte del libro IV se refiere a la vida política del Cortesano y el modo de vivirla. Ya que todas las perfecciones acumuladas, deben ir dirigidas a ganar la voluntad del Príncipe a quien sirviera ...

Así lo expresa Otavián Fregoso:

"Pienso yo luego que el Cortesano perfeto de la manera que le han formado el señor conde Ludovico y el señor miser Federico, puede ser cosa buena y merecedora de ser loada; más no puramente buena ni por sí, sino por respeto del fin al cual puede ser enderezado, porque en la verdad el Cortesano, con ser de buen linaje, gracioso, de buena conversación y hábil en tantos exercicios cuantos aquí le han sido dados, no hiciese otro fruto sino el ser tal para sí mismo, no sería yo de opinión que sólo por alcanzar esta tal perfición de cortesanía trabajase el hombre tanto cuanto sería necesario para alcanzalla. Antes diría que muchas de aquellas calidades que, según aquí se ha dicho, le convienen, como es danzar, conversar con damas, cantar y jugar, serían todas liviandades y vanidades puras, y en un hombre muy principal y de autoridad más aína para ser reprehendidas que para ser alabadas; porque los aderezos y fiestas y burlas y otras semejantes cosas que son necesarias para tratar con damas y para andar de amores con ellas, muchas veces, aunque otros tengan el contrario, no hacen sino enflaquecer nuestros corazones y dañar la mocedad, echándole en una vida muelle y demasiadamente regaladai de donde nacen aquellos malaventurados efetos que traen al hombre italiano arrastrado y cargado de infamia...". "Más resumiéndonos en esto, si las obras del Cortesano se enderezan al fin que es razón y que yo entiendo, en tal caso paréceme que no sólo no son dañosas ni vanas, más son muy provechosas y dignas de loores infinitos. El fin luego del perfeto Cortesano, del cual hasta agora no se ha tratado, creo yo que sea ganar por medio de las calidades en él puestas de tal manera la voluntad del príncipe a quien sirviere, que PUEDA DECILLE LA VERDAD, Y DE HECHO SE LA DIGA EN TODA COSA Y LE DESENGAÑE SIN MIEDO NI PELIGRO DE SELLE CARGADO..." (p. 300-301).

Por tanto, deberá "INDUCILLE A VIRTUDES" ... "REPRENDELLE LOS VICIOS"..

Esta parte del libro IV es valiosa. Es la más aprovechable en materia de educación, por lo que recogeremos abundantes citas:

Así en el cap. II de este libro al hablar de las virtudes del alma se plantea la cuestión de la connaturalidad del hombre con las virtudes o con los vicios... Otavián Fregoso en cuyos labios se ponen los consejos atinados se expresa así: "porque nosotros somos nacidos dispuestos a recibillas —se refiere a las virtudes—, y asimismo a recibir los vicios, y por eso de entrambas cosas se hace en nosotros un hábito con la costumbre, y así primero hacemos obras de virtud o de vicios, y después somos virtuosos o viciosos".

Habla de una virtud especialmente necesaria, la temperancia: que modera y corrige los movimientos del alma, ayuda a la virtud, muestra hacer lo que se debe hacer; huir lo que se debe huir. A la temperancia le sigue la grandeza de ánimo y la guía la prudencia: cierto juicio de saber bien elegir... y a ellas les sigue la liberalidad, magnificencia, buena crianza, deseo de honra, mansedumbre, dulzura y buena conversación...

Antes de trazar el retrato del Príncipe ideal se enumeran los defectos en los que más comunmente cae: no admitir consejo ni parecer de nadie; aborrecer a la razón; creer que gobernar es tarea fácil; adquirir soberbia; retraerse del público por creer que se alcanza así más autoridad; caer en presunciones e ignorancias que le llevan a cometer errores, etc.

La temperancia señala la supremacía de la razón humana sobre los apetitos y su posesión es prueba de la "ciencia" del hombre...

Ya en el cap. III (p. 314 y ss.) expone las cualidades de un buen gobernante: justo, continente, templado, animoso, sabio, liberal, magnífico, buen cristiano, piadoso, honrado y amado de Dios y de los hombres. Debe dar buena cuenta de su cargo; tener el bien y el mal de los demás por propio... Debe hacer buenos a los otros; procurar el contentamiento y descanso de todos...

De ahí que "no conviene que el ignorante enseñe", "ni que el desordenado, ordene" "ni que el caído levante a otro"...

Debe cargar con una gran pesadumbre: ya que puede lo que quiera, ES GRAN PELIGRO QUE NO QUIERA LO QUE DEBE...

Debe atender más a la vida contemplativa —conocer y juzgar bien; mandar justamente y por términos convenientes las cosas razonables; mandar en su lugar y tiempo— que a la activa... "El que sabe mandar, siempre es obedecido...".

El fin de su gobierno ha de ser la paz. La guerra sólo se legítima para defensa del territorio, para no consentir que se prive de la libertad y se esclavice, para echar a los tiranos...

En la crianza del Príncipe, el Cortesano debe atender antes al cuerpo que al alma; antes al apetito que a la razón ya que el apetito aparece en el hombre antes que el entendimiento.

Hace una afirmación muy provechosa:

"Así que siguiendo esta orden, débese primero tener cuidado del cuerpo que del alma, y asimismo del apetito primero que de la razón; pero este cuidado que se ha de tener del cuerpo ha de ser por respeto al alma, y el del apetito por respeto de la razón; porque como la virtud intelletiva se hace perfeta con la doctrina, así se hace perfeta la moral con la costumbre. Debe luego primero mostrarse esta buena crianza con la costumbre, la cual puede gobernar los apetitos que aún no son capaces de razón y enderezallos con el buen uso hacia el bien; después confírmanse ellos con el entender, el cual, aunque muestra tarde su luz, de manera para gozar perfetamente de la virtud a quien tiene fundamento de buenas costumbres, en las cuales consiste, a mi parecer, la suma de todo esto."

"...Tras esto le mostraría que de los cuidados que ha de tener el Príncipe, el más importante es el de la justicia, por la conservación de la cual se deben dar los cargos a los hombres sabios y abonados; y la prudencia destos ha de ser veradera prudencia mexclada con bondad, porque de otra manera sería prudencia, sino astucia..."

"...Diríales también cómo de la justicia pende aquel amar a Dios que se requiere necesariamente en todos, pero más en los príncipes, los cuales deben amalle sobre toda otra cosa, y enderezar a él como a verdadero fin todas sus obras, y..."

"...Acordaríales más, a vueltas de todo esto, que fuese veraderamente buen cristiano, de conciencia sana y firme, no supersticioso ni dado a las vanidades de los conjuroso ensalmos de los adevinos; porque desta manera, juntando con la humana prudencia el temor de Dios y la verdad de nuestra religión cristiana, terná de su mano la buena fortuna, y a Dios por protetor, el cual siempre le hará andar próspero en la paz y en la guerra." (p. 322).

"...Que fuese buen cristiano, de conciencia sana y firme... que debe amar a la patria y a todos los pueblos; que debe amar a sus deudos, ser liberal, remunerar los servicios, repartir los honores y los cargos según las diferencias y desigualdades de los méritos; que todos obedecerían las leyes, si él las obedecía...; que guarde a los pueblos de malas costumbres; que los guarde en paz; que les de los bienes del cuerpo y de la fortuna para poder ellos ejercitar los del alma; que tenga mesura, templanza, prudencia... ya que por el placer hacemos lo que no debemos y por el desplacer dejamos de hacer lo que deberíanos...; que hay muchos caminos para errar... y un sólo camino para acertar..."

Tantas son las cualidades que se ponen al príncipe en un plano totalmente teórico, que se plantea la cuestión de cómo va a ser capaz el Cortesano de enseñárselas si el príncipe así descrito es infinitamente superior al Cortesano... Castiglione resuelve este problema con un ejemplo válido y enriquecedor: la piedra que afila los cuchillos no es de calidad superior a ellos, pero los afila...; un médico, entre sanos, sigue siendo buen médico; la intención del médico, es la salud de los hombres; la del Cortesano, la salud del príncipe.

Ante la dificultad que le ofrecen en cuanto que si el Cortesano es ya mayor —por eso sabe tanto— no podrá enseñar ni a luchar ni a tener destreza en el caballo... contesta: "la natura no ha puesto un tan corto término a la autoridad.. habiéndolas ejercido en la mocedad, terná en ellas tanto más perfeto juicios y tanto más perfetamente sabrá mostrallas a su príncipe cuanto mayor y mejor noticia de toda cosa se alcanza con la esperiencia y años que sin ellos..."

Como siempre, hace alusión a hechos de la antigüedad. Pone el ejemplo de Aristóteles y Alejandro:

"le formó tal (p.335) en las ciencias naturales y en las virtudes del alma, que le hizo sapientísimo, esforzadísimo, continentísimo... no sólo en palabras, más aún en las obras... enseñó a que supieran estar juntos y a vivir con la orden que se suele tener en las buenas ciudades, unos pueblos tan bárbaros y tan fieros como los que habitaban en Bactra (antiguo Irán), Cáucaso, India ... y enseñarles la ley del matrimonio, el arte de la labranza, el amar y honrar a sus padres, el astenerse de robos y homicidios y de otras abominables costumbres, el edificar tantas ciudades famosas en tierras muy estrañas; de manera que infinitos hombres fueron por causa destas leyes reducidos de la vida salvaje y bestial a la humana... "

VALORACIÓN DOCTRINAL

Castiglione es un hombre de su tiempo y en su obra refleja la mentalidad de su época: por tanto, participa de sus virtudes y errores. En primer término analizaremos este contexto histórico.

La crítica histórica coincide en separar Renacimiento y Humanismo como dos fenómenos distintos aunque contemporáneos. Entre los escritores romanos, la palabra "humanista" se encuentra p.ej. en Cicerón y su empleo se hace habitual en los escritores italianos del s. XV. Estos humanistas protagonizaron un movimiento de retorno a la cultura antigua y a la literatura greco-latina, con la salvedad de que las "humanidades" no abarcaron el estudio de todas las artes liberales romanas, sino solamente de la Gramática y la Retórica que, junto con la Dialéctica, formaban parte del "trivium" medieval en la formación de los jóvenes.

Poseían una actitud de confianza optimista en el hombre. Sus temas principales son la felicidad y dignidad humanas, la educación el hombre como centro del mundo. Conocían el latín clásico y el griego y podían leerlos; sus inquietudes fueron más de orden estético y literario que filosófico.

Bajo el gobierno de los Médici, Florencia se convirtió en el primer centro del humanismo y el Renacimiento italianos. El Studio, fundado en 1349 y trasladado a Pisa por Lorenzo el Magnífico en 1471, favoreció el movimiento iniciado por Petrarca (Dante, Petrarca y Bocaccio son considerados como los precedentes de los humanistas del s. XV). Algunos cancilleres florentinos, humanistas al mismo tiempo, contribuyeron al renacimiento literario y artístico (p. ej. Leonardo Bruni Aretino 1374-14 Plethon (m. 1452) fue uno de los platónicos de esa misma ciudad de Florencia que lanzó contra Aristóteles un teísmo universal inspirado en Platón.

El papel director del movimiento humanista pasó a Roma tras la caída de los Médicis. Lorenzo Valla (1407-1457) uno de los representantes más importantes del humanismo romano rechazaba definir la naturaleza a través de la finalidad y divinizaba la realidad sustituyendo la razón por los instintos, de acuerdo con el principio "sequere naturam": "todo lo que la naturaleza creó es bueno, el hombre debe hacerse su discípulo y seguir el evangelio que ella le dicta, que es ... el del placer". En él se revela el espíritu de racionalismo religioso que será común más tarde, en el s. XVI.

El humanismo supone un concepto de la vida, una nueva forma de sensibilidad. El sentido de radicalismo ateo, pagano que suele darse al humanismo no es cierto, aunque derivará así en ocasiones. Vivían más bien un clima de religiosidad que les hacía tener confianza en Dios pero también en el hombre; creían posible ser cristiano y seguir a Cicerón; aspiraban a integrar de manera decidida la tarea de conocimiento y dominio de un mundo que se proclama perfectible con un sentido vital cristiano. Tenían un ansia de síntesis que no siempre consigue alcanzar una solución recta y acertada. Su afán era buscar un sentido de cultura integral, de formación del hombre completo; se ansía una humanidad culturizada. Todo esto da al humanismo un aire de elegancia y facilidad. El ideal de la moderación compite con el de la exaltación y voluptuosidad. Se reconoce que el hombre es falible, pecador pero se le disculpa y se confía en su poder de dominar las artes y de dominarse moralmente a sí mismo. La educación hasta ahora llevada fundamentalmente por clérigos tiende a ser asumida por el poder ciudadano y a recibir una orientación cívica. Se hace sentir la necesidad de una educación que coloque al ciudadano en condiciones de participar activamente en la vida de su propia ciudad. La exaltación de la vida social como encuentro entre los hombres y realización de la "humanitas" es una consecuencia clara de estos planteamientos. Los humanistas se caracterizan por su aguda conciencia de vivir un momento histórico ante el que adoptan la actitud de protagonistas. La vuelta a lo antiguo no fue mera imitación sino reelaboración desde la nueva situación en que vivían y según sus propias exigencias. Y todo esto en sí mismo no es malo; es bueno... Y estas ideas se ven reflejadas en el libro de Castiglione.

Pero ¿CUÁL FUE LA ACTITUD DE LOS HUMANISTAS RESPECTO A LA FE CRISTIANA y cuál pueda ser su influencia en la actualidad?

De un modo u otro, casi todos coincidieron en contraponer su propia cultura con la del Medievo. En ocasiones lo hicieron con expresiones violentas, (como en el caso del ej. citado de L. Valla), en otras con tono más moderado. Es en estas ideas en las que se han apoyado y se siguen apoyando algunos humanismos ateos para advertir cómo el mito del Imperio Romano construido por los humanistas se transforma en un ataque directo al cristianismo, considerado culpable de la decadencia de Roma y de la supuesta oscuridad de los siglos que siguieron, hasta que llega el Humanismo Renacentista a "redescubrir" el hombre...

No se puede definir al humanismo renacentista como la toma de conciencia de la dignidad del hombre, en honor de la verdad.

Esta visión de la dignidad del hombre es inseparable del cristianismo. La concepción grecorromana del nombre cristalizó en el concepto de "humanistas" que recoge el ideal helénico de la "Psideia" (educación) y cuyo paso al mundo medieval se realiza a través de la cultura humana complementa a la Teología y, en el s. XII las corrientes humanistas tienen un primer renacimiento que llega a su más alta cima con Sto. Tomás de Aquino. Su valoración del pensamiento antiguo establece las bases de una brillante y certera concepción humanística del mundo y del hombre. Se logra una perfecta armonía entre razón y fe.

Tampoco corresponde a la realidad histórica presentar al Renacimiento como un movimiento de naturaleza pagana ya que la fe cristiana está presente en sus hombres. Pero ello no quiere decir que no hubiera actitudes poco cristianas más aun claramente neopaganas. Y es verdad también que algunas de las posiciones centrales de los humanistas del Renacimiento estaban expuestas a desviaciones: la exaltación de la dignidad del hombre y de la belleza del vivir humano podía degenerar y de hecho degeneró en ocasiones en egocentrismo o en hedonismo sensual; la afirmación de la bondad del mundo y de la fuerza creativa del hombre se transformó a veces en un naturalismo o en una divinización panteísta de la naturaleza... Estos y otros errores se perciben en la obra de Castiglione.

También conviene hacer notar la importancia que en la obra de Castiglione tiene su concepción del hombre y del mundo: su oscura y confusa concepción. Es una obra que es, al parecer, inocua en su planteamiento y en su forma elegante, moderada, equilibrada, puede hacer difícil en algún momento al detectar sus profundos errores. Hay que destacar su falta de respeto y de amor por lo religioso, por lo sagrado y por las personas que lo representan —Papas, clérigos o frailes...—; sus expresiones ridiculizando los santos y hasta su osadía poniendo como voto grato a la Stma. Virgen, actitudes que son blasfemas...

Asimismo, en el orden teológico la confusión entre el orden natural y sobrenatural —tal y como apuntábamos en la crítica a la segunda parte del cuarto libro; su desconocimiento de la naturaleza del hombre y su llamada a ser hijo de Dios no ángel...

Una visión recta de lo que es una educación integral no puede provenir sino de una recta concepción del mundo y del hombre. Y se refiere a una idea del hombre y de su destino según la razón y la Revelación: el hombre como imagen de Dios y ordenado a Dios.

Esta idea supone que es un ser personal y un ser social, síntesis superadora de cualquier concepción individualista o colectivista, que a la vez lleva consigo la exigencia de perfección. La idea cristiana del hombre se monta sobre la doctrina de las virtudes teologales y cardinales y la necesidad de la gracia sobrenatural para superar la imperfección y el pecado... El humanismo cristiano es posible, es más, es el único humanismo posible por cuanto lo sobrenatural no anula lo natural, sino justamente lo sitúa en su auténtico ser.

Castiglione, quizá sin proponérselo, abre las puertas al humanismo ateo. Como él mismo afirma: la ignorancia; es la ignorancia; la ignorancia y presunción de las que nacen todos los pecados...

Caben dos posiciones extremas: la afirmación del hombre como ser que obtiene su perfección de la relación con el mundo, postura que puede venir teñida en conceptos exaltados pero que en realidad concibe al hombre cerrado en su individualismo, como elemento del universo que se autorrealiza en él (así sucede en el Danteísmo y estoicismo antiguos de los que Castiglione tiene grandes influencias y que se da actualmente en el marxismo y positivismo...); o la visión del hombre como ser para Dios, del que el hombre recibe su ser, su perfección y su acabamiento. Esta es la única posición capaz de dar razón adecuada del ser humano.

La relación trascendental del hombre a Dios no es algo, yuxtapuesto a su humanidad o una mera evolución perfectiva de la misma, sino constitutivo del ser humano. El hombre no se realiza a partir de sí mismo o por el simple desarrollo de fuerzas o cualidades inmanentes en su naturaleza, sino que el hombre se desarrolla en la medida que se une a un Bien que le trasciende que supera toda medida mundana. La concepción cristiana del hombre implica su elevación a un fin sobrenatural y absolutamente gratuito.

La Revelación cristiana al abrir las perspectivas del misterio de Dios, por una parte hizo sentir con especial fuerza la limitación del hombre. Y, al mismo tiempo, al proclamar la verdad de la creación y la radical distinción entre creatura y Creador permitió llegar a una comprensión de la realidad, alejando el peligro de una exaltación inmanentista y tendencialmente atea del hombre.

El hombre se realiza en cuanto hombre, cuando reconociendo su condición de criatura, se abre a Dios y aprende a conocer y a amar toda la realidad desde la perspectiva que el Amor de Dios le descubre. Esto es de algún modo, en teoría, lo que parece propugnar Castiglione para su Príncipe. Pero lo presenta como algo inasequible. Sin embargo, a través de su Cortesano, de la vida del Cortesano y de los cortesanos que la forman, se aprecian otros principios de autorrealización autónoma, de "desconexión" con lo sobrenatural etc. La idea de una perfección autónoma del hombre, a partir de sí y centrada en sí encierra un error mortal ya que una dignidad autónoma del hombre no existe y, pretenderla, es destruir la verdadera dignidad de la persona humana.

La perfección del hombre, su plenitud es una realidad de orden moral y teologal que culmina en la adoración rendida a Dios, a su pleno sometimiento, hechos en los que y por los que el hombre encuentra su propio ser. El "humanismo" que revela el cristianismo es el que deriva de conocerse capaz de Dios, llamado a la amistad con Dios, a participar de Su Vida, "el orgullo de saberse hijo de Dios" (J. Escrivá de Balaguer, Camino n 274). "El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado" (Gaudium et Spes n. 22. Conc. Vaticano II): todo su bien lo tiene recibido de Dios. El conocimiento por el que el hombre se eleva y sana no es un conocer en el que se recrea egocéntricamente —como es el caso que nos ocupa—, sino el conocimiento realismo de la inteligencia— por la que el hombre, al conocer al otro en cuanto otro, es colocado en situación de poder trascenderse a sí mismo y a toda la creación, hasta llegar al Creador. Es un conocimiento que engendra amor a Dios y a los demás por Dios. Un conocimiento que engendra por tanto la lucha consigo mismo, apoyado en la gracia de Dios, un olvido de sí —en contra de la propia exaltación y ambición de gloria— que implica renuncia y sacrificio, una entrega que implica una actitud de fe y de esperanza (fe en la palabra de Dios, esperanza en su acción salvadora) y un amor que se expresa en entrega a la Voluntad de Dios, voluntad cuyos designios no siempre se conocen con plenitud pero que se sabe que son la expresión del Amor paterno de Dios.

El único humanismo en sentido pleno y radical es el cristianismo que enseña a cada hombre a asumir su propia situación, poniendo en juego todos sus talentos, fomentando todos los valores que esta actitud comporte: (rectitud, justicia, prudencia, gusto por la amistad, alegría de vivir, amor a la belleza, gozo en el servicio, etc.) no buscándose a sí mismo, sino sirviendo a los demás por Dios con actitud de entrega, de desprendimiento tal y como vivió Cristo, Camino, Verdad y Vida.

La única educación integral es la cristiana, de tal modo que no se puede hablar de educación integral si falta esta visión cristiana en la concepción del mundo y del hombre.

 

                                                                                                                  A.E. (1987)

 

Volver al Índice de las Recensiones del Opus Dei

Ver Índice de las notas bibliográficas del Opus Dei

Ir al INDEX del Opus Dei

Ir a Libros silenciados y Documentos internos (del Opus Dei)

Ir a la página principal