MALRAUX, André

La condition humaine

(Le livre de Poche, Gallimard, París 1969, 275 pp.)

 

 

1. INTRODUCCION[1]

En la vida de Malraux (1901-1976), la acción precede y acompaña lo que el autor escribe. Nació en París en el seno de una familia de funcionarios pertenecientes a la alta burguesía. Desde joven tuvo afición por el mundo oriental y por la arqueología y se dedicó a estos estudios. Recién contraído su primer matrimonio (se casará tres veces) salió para una expedición arqueológica por Indochina, Camboya y Cochinchina. Resultado de este viaje accidentado fue La voie royale (1930), obra en la que puso de manifiesto su conocimiento de la jungla asiática y del arte khmer. Más tarde militó en las luchas revolucionarias chinas (1926-1927). La condition humaine (1933) es fruto de esta experiencia. En cuanto Hitler subió al poder, Malraux se lanzó en la lucha antifascista. En 1935 publicó Le temps du mépris, libro en que se nota su plena adhesión a la ideología comunista. Más tarde, en los años 1936-37, combatió en la guerra civil española como aviador en el ejército republicano: L'espoir (1937) recoge esta vivencia y será su último libro revolucionario.

Participó después activamente en la II Guerra mundial. Se inscribió inicialmente como voluntario y fue hecho prisionero por los alemanes, pero logró huir. Entre 1940 y 1944 organizó y mandó la brigada "Alsacia-Lorena". Por esos años comienza a distanciarse del partido comunista: los excesos del stalinismo y la decepción causada por el pacto germano-soviético le llevarán finalmente a un anticomunismo militante. Al acabar la guerra fue dos veces ministro en el gobierno del general de Gaulle (de Información en 1945-1946 y de Cultura en 1958-1969). En esta nueva etapa de su vida se dedicó también a la teoría y crítica del arte. Los Antimémoires aparecen en 1967. En este libro, Malraux da la impresión de valorar excesivamente su papel testimonial y singular en los acontecimientos del siglo.

Cuando publicó La condition humaine tenía 32 años y había vivido y luchado durante 6 años en Extremo Oriente. La obra encontró éxito y el autor recibió el Prix Goncourt. La fecha de publicación tiene un contexto claro en la historia de la literatura francesa contemporánea. Después de una generación de escritores felices (los de la Belle Epoque y los inmediatamente posteriores a la I Guerra mundial), viene una serie de autores marcados por lo trágico; después de escritores que describen la psicología de los individuos, vienen otros que se interesan por la humanidad y la historia: quieren ser autores engagés. El título, La condition humaine, es significativo al respecto.

 

2. SITUACION HISTORICA DE LA NOVELA

El libro narra un episodio de la revolución china: la insurrección comunista en Shanghaï en 1927. Partiendo de hechos reales, Malraux crea personajes en cuya conciencia y con ocasión de los conflictos revolucionarios, se desarrolla la acción. Lo esencial es el enfrentamiento trágico de la voluntad humana con las fuerzas políticas.

¿Qué fuerzas son éstas? En 1911, Sun-Yat-Sen había fundado la República de China. Pero el país estaba muy dividido. El Kuomintang (partido nacionalista popular) inspiraba con dificultad la joven república. Los comunistas comenzaron a actuar a partir de 1921 en el Sur. De allí, aliados con el general Chang-Kaï-Shek, se dirigieron al Norte (Han-Kéou, Shanghaï).

En Shanghaï, las primeras sublevaciones comunistas fueron fuertemente reprimidas en 1927. El partido comunista envió entonces a uno de sus mejores jefes, Chu-En-Laï, para preparar una nueva insurrección, precisamente la que se narra en La condition humaine. En el libro, Kyo juega el papel de Chu-En-Laï, sin parecerse a él.

Los comunistas adhirieron al Kuomintang y se aliaron con Chang-Kaï-Shek. Con éste perseguían el mismo fin inmediato: echar a los gubernamentales que todavía ocupaban Shanghaï, pero a largo plazo sus intenciones eran muy diferentes: unos pretendían establecer una república nacionalista burguesa y los otros, un régimen colectivista.

La crisis estalla cuando Chang exige a todos los revolucionarios que le entreguen sus armas. Kyo y sus compañeros se lanzan en un combate desigual contra su antiguo aliado, el cual ha pactado con sus adversarios, los ricos burgueses de Shanghaï y las potencias extranjeras.

 

3. RESUMEN[2]

La novela se compone de escenas breves, como las secuencias de una película, con una cronología rigurosa. Lo esencial de la acción se desarrolla en dos periodos de tiempo de dos días. Las escenas se alternan según una oposición entre dos mundos: el de los revolucionarios que es dramático y el de la burguesía capitalista, bastante podrido.

I y II.— Las dos primeras partes se sitúan en Shanghaï del 21 al 23 de marzo de 1927. Se narra hora tras hora la insurrección comunista contra el gobierno de los Nordistas. La novela empieza de modo brusco con un asesinato. Enseguida aparece el clima de violencia que empapa el libro y también la soledad del asesino que a partir de este primer crimen se hará terrorista.

El 21 de marzo, a las 12h30 de la noche, Tchen asesina a un traficante para obtener un documento de entrega de armas. Luego se da cuenta de que éstas no están pagadas. La misma noche, Katow y sus hombres se apoderan de estas armas en un barco y Kyo las distribuye.

El 22 de marzo, a las 13h, Tchen y sus compañeros atacan y toman puestos gubernamentales. El 23 de marzo, se puede considerar que la insurrección comunista ha sido un éxito: los grupos están armados. Atacan el tren blindado donde se han refugiado los últimos soldados gubernamentales. En el mismo momento, las tropas de Chang-Kaï-Shek penetran en la ciudad e invitan a los insurrectos a rendir sus armas.

III.— Después de la acción viene la reflexión. En la tercera parte, asistimos a una discusión política en la que aparecen las diversas concepciones de la revolución. El 29 de marzo, estamos en Han-Kéou, ciudad ya ocupada por los comunistas. Kyo y Tchen han acudido allí para hablar con los responsables del partido sobre la posición que hay que adoptar respecto a Chang-Kaï-Shek. El delegado de la Internacional, Vologuine, rechaza la tesis de la lucha abierta contra Chang. A pesar de ello, Kyo decide resistir a éste con las armas y Tchen está resuelto a asesinarlo.

IV.— Unos días más tarde, nos encontramos de nuevo en Shanghaï. El 1 de abril, Tchen fracasa en su intento de tirar, con dos camaradas, unas bombas contra el coche de Chang. Para ello, había entrado en una tienda de antigüedades situada en un lugar estratégico. Cuando llegó el coche del general, molestado por un gesto del anticuario, no consigue lanzar la bomba. Tchen, Peï y Souen intentan entonces refugiarse en casa de Hemmelrich, quien no acepta hospedarlos a causa de sus bombas y de su propia familia. Tchen convence a sus compañeros de dejarle actuar solo y les anima a proseguir en su actividad terrorista después de su muerte.

El día siguiente, Tchen se arroja con una bomba sobre el coche de Chang-Kaï-Shek y se suicida con su pistola. Pero el general no se encontraba en el automóvil.

V.— Kyo se entera del atentado fracasado. Cae en manos de la policía. Chang-Kaï-Shek progresa. Varios comunistas son ejecutados. Hemmelrich y Katow se arman. Clappique pide en vano la gracia de Kyo a König, jefe de policía de Chang. König odia a los comunistas: "Mi dignidad consiste en matarlos" (pág. 217). La sede comunista es asaltada y tomada por los soldados del Kuomintang. Hemmelrich mata a un oficial y se escapa.

VI.— Ha llegado el momento del trágico desenlace. Kyo está en la cárcel. König lo somete a interrogatorio, le propone trabajar para él y le amenaza con la tortura si se niega. En un antiguo patio de escuela, doscientos heridos comunistas esperan su ejecución. Serán quemados vivos en la caldera de una locomotora cuyo silbido anuncia regularmente la muerte de uno de ellos. Entre los condenados se encuentran Katow y Kyo. Este último se suicida tomando cianuro. Katow da su cianuro a Souen y a otro compañero y es arrojado en la locomotora. Los camaradas angustiados esperan una vez más el lúgubre silbido.

VII.— La séptima parte constituye el epílogo en el que se evoca el destino de los supervivientes. Hemmelrich trabaja en una tienda de electricidad. La novela termina con un último encuentro entre May y Gisors. La esposa y el padre serán fieles a Kyo, cada uno a su manera. La fidelidad de May consistirá en continuar la acción revolucionaria. Gisors, en cambio, se refugiará en una especie de "contemplación" pasiva y en el opio. La oposición entre las dos actitudes podría ser de algún modo la del Occidente moderno que busca la eficacia y la del Oriente tradicional.

 

4. RELACION DE PERSONAJES

KYO. Jefe de la insurrección comunista encargado por el Comité central de organizar la revuelta en Shanghaï. De madre japonesa y padre francés (Gisors). Ha sido educado en las dos culturas. Tiene unos 28 años.

MAY. Esposa de Kyo, nacida en Viena. Doctor en medicina. También milita en el partido; ayuda en los hospitales.

KATOW. Ruso. Unos 42 años. Revolucionario profesional. Ha estudiado medicina y fue deportado a Siberia bajo los Zares.

TCHEN. Unos 25 años. Chino. Convertido parcialmente por un pastor americano. Por influjo de Gisors se hará marxista. Tomará gusto al crimen.

GISORS. 60 años. Filósofo francés que vive al modo oriental. Expulsado de Pekín donde era profesor de sociología en la Universidad. Los demás personajes hablan regularmente con él para hacer el balance de la situación. Es fumador de opio.

CLAPPIQUE (Barón de). Ha sido anticuario. Tiene simpatía por Gisors y Kyo. Lleva una vida moralmente muy desordenada.

FERRAL. Ex-diputado. Presidente de la Cámara de Comercio francesa en Shanghaï y del Consorcio franco-asiático. Apoya a Chang-Kaï-Shek contra el comunismo. Capitalista duro y ambicioso. En el epílogo se ve que no consigue la ayuda de los bancos y del gobierno francés: toda su acción fracasa.

HEMMELRICH. Técnico belga, casado con una china. Tiene un hijo pequeño. Miembro del Partido comunista.

KÖNIG. Alemán. Jefe de policía de Chang-Kaï-Shek. Prefigura a los jefes de la Gestapo.

PEÏ y SOUEN. Jóvenes chinos miembros del Partido. Trabajan con Tchen en el grupo de los terroristas.

 

5. VALORACION DOCTRINAL

5.1. Como escritor engagé, Malraux ha evolucionado en su manera de comprometerse. Su punto de partida es el nihilismo. Haciéndose eco de Nietzsche que decía: "Dios ha muerto", Malraux añade: "El hombre ha muerto después de Dios... Muerto Dios, el hombre sólo encuentra la muerte". El pesimismo es evidente. Sin embargo, en sus libros, trata de superar el nihilismo buscando valores que den sentido a la vida. ¿Cuáles son esos valores? La acción, el comprometerse por una causa, el arte. Durante un tiempo, el autor dirige su atención al Oriente (como Gisors). Después, se reconcilia con Europa, que le parece la guardiana de los valores esenciales.

5.2. En las obras que tienen como marco el Extremo Oriente, aparece un tipo de héroe inquieto y nervioso, ambicioso, con sed de acción y de poder, cuyas aventuras se desarrollan en un ambiente muy violento. Pero el héroe de La condition humaine no es tanto un individuo como un personaje colectivo: la comunidad revolucionaria de Shanghaï. Sin embargo, en cada escena se pone el acento sobre una persona. De este modo se pasa continuamente de una subjetividad a otra. Se subraya así lo que constituye el tema del libro: la soledad absoluta de las conciencias. Se pone el acento no tanto en los acontecimientos como en la manera en que éstos son vividos por los personajes. La experiencia de cada uno es la de su diferencia y separación de los demás. Gisors huye de la soledad pero no la supera. Tchen y Kyo se suicidan. Katow, después de haber dado su cianuro, tampoco consigue escapar de modo absoluto a la soledad cuando oye el silbido de la locomotora.

Todo hombre, encerrado en sí mismo, es una especie de afirmación absoluta, la afirmación de un loco: esto es lo que define la condición humana. Gisors, que se parece de algún modo a Malraux, dice al final de la novela: "Todo hombre está loco, pero ¿en qué consiste un destino humano sino en una vida de esfuerzos para unir este loco y el universo?" (pág. 273).

5.3. Los críticos han señalado la existencia en la novela de tres tipos de personajes: los conquistadores, los testigos y los héroes.

Ferral es el modelo del conquistador. Es un ser inauténtico. Su relación con los demás está basada en el enfrentamiento, en la tentativa de dominación. La misma actitud se encuentra en König. Ambos están en el campo de los adversarios de la revolución.

Los testigos son hombres de buena voluntad que conocen los valores pero son incapaces de comprometerse por ellos. Se contentan con presenciarlos; son meros testigos de los acontecimientos. En las dificultades, estos hombres huyen. Gisors, por ejemplo, se refugia en el opio y en la sabiduría oriental; Clappique, en el juego y en la mentira.

En el grupo de los revolucionarios, Hemmelrich es héroe sin saberlo. Tchen es un héroe fracasado: se sacrifica sin que su acto dé sentido a su vida, pues no le ayuda a superar la soledad. May es una heroína gracias a su fidelidad a su marido Kyo.

Los verdaderos héroes son los que tienen sentido comunitario y se comprometen hasta la muerte para la defensa de una causa que les supera y les prolongará en el futuro. Estos héroes son Kyo, el jefe responsable, y Katow, el revolucionario profesional. Kyo sabe cargar su muerte de sentido y es el personaje más importante de la novela. Katow, sin embargo, le supera de algún modo en su propia muerte, al renunciar al cianuro dándolo a sus camaradas: por un momento supera la soledad.

5.4. Todos los personajes, sumergidos en una oscuridad casi total, buscan confusamente algo que dé sentido a su existencia: el amor, la revolución, el don de sí, el alcohol, el opio, la voluntad de poder.

El amor aparece aquí en la forma de conmiseración y cariño. Katow piensa que es necesario creer en esas cualidades, sobre todo a falta de otros valores. Por conmiseración con su familia, Hemmelrich renuncia a tirar una bomba, la única cosa que entonces hubiera dado un sentido a su vida. Con todo, estos sentimientos son más bien elementos pasajeros en la novela.

El amor de Kyo por su esposa May aparece como un modo de comunicar con el universo. Pero en el mundo de Malraux, la muerte tiene el papel de protagonista. El momento más importante de la vida de Kyo y de May es el que precede la marcha de Kyo a la muerte. En definitiva, Malraux ignora el verdadero amor humano. Dios y el amor son los grandes ausentes de la novela. De allí el tono amargo, que se hace repugnante si se añade la sensualidad que también aparece en el libro.

La revolución comunista, en cambio, es omnipresente. Aparece como un modo de escapar a la soledad. Kyo, impresionado por la miseria que ve alrededor suyo, aspira a crear un humanismo que correspondiera a este principio enunciado por su padre Gisors: "Una civilización se transforma, cuando su elemento más doloroso —la humillación en el esclavo, el trabajo en el obrero moderno— llega a ser de golpe un valor; cuando ya no se trata de escapar de esta humillación sino de esperar de ella la salvación, cuando no se trata de escapar de este trabajo sino encontrar en él la razón de ser de uno. Hace falta que la fábrica, que todavía no es sino una especie de iglesia de las catacumbas, llegue a ser lo que fue la catedral y que los hombres vean allí, en lugar de los dioses, la fuerza humana que lucha contra la Tierra..." (pág. 269).

En esta concepción del trabajo encontramos un elemento positivo: es un valor que está llamado a dar sentido a la civilización y al ser del hombre. Pero tal como se describe aquí es un valor muy reducido: lo que se busca en la fábrica no es Dios ni tampoco un verdadero humanismo sino una "lucha contra la Tierra". El cristianismo enseña que el trabajo nos puede conducir al Creador, permite construir el mundo con los demás y no consiste en luchar contra nada ni nadie sino en someter la tierra y llevar todo a Dios (cfr. Gen. 1, 28). La revolución marxista con su violencia pretende sustituirse a la religión, excluyendo a Dios de la sociedad y de la actividad humana.

Queda todavía cierta solidaridad entre los revolucionarios, basada en el hecho de tener los mismos enemigos, de afrontar idénticos peligros y luchar en los mismos combates. A esto se añade de algún modo el espíritu de sacrificio y una entrega que desemboca en la muerte. Así, por ejemplo, Katow, cuando estuvo en las minas de sal, tomaba para sí las tareas más duras; luego, al final de la novela, dará su cianuro, con la idea equivocada de prestar un servicio. Kyo sueña con una fraternidad universal: piensa en el pueblo miserable de Shanghaï y de China y también del Occidente.

5.5. El universo de La condition humaine es un universo sin Dios, por lo que el hombre se encuentra encerrado dentro de unos límites muy estrechos y los valores son forzosamente de dimensión reducida: una visión muy pobre del trabajo y de la solidaridad humana; la justificación de la violencia y del crimen como medios para alcanzar una meta; una concepción absurda de la muerte (con ella, algunos personajes piensan conseguir unirse con el mundo y los demás, y escapar a la soledad, por unos instantes). Al final, Gisors dirá: "son necesarios sesenta años para hacer un hombre... Y cuando este hombre está hecho... cuando verdaderamente es un hombre, sólo sirve para morir" (págs. 274-275). De este modo lo trágico de la condición humana desemboca en un callejón sin salida.

 

6. VALORACION LITERARIA

La condition humaine refleja la adhesión de Malraux al marxismo en aquella época de su vida. Sin embargo, no se trata tanto de un ensayo histórico-político como de una verdadera novela. Los personajes están bien individualizados en su modo de ser, de presentarse, de actuar. Tienen un modo de pensar y de hablar característico: por ejemplo, se nota el acento de Katow. El autor se preocupa por la coherencia psicológica: en el momento en que Katow da su cianuro, desea que este gesto —que a sus ojos es heroico— sea reconocido como tal.

En algunas páginas, la novela se hace epopeya: ataque del tren blindado; descripción del patio de la escuela donde los revolucionarios esperan la muerte, etc.

En estos momentos y en otros, la intensidad del relato se traduce en un estilo rápido y nervioso, con frases breves y entrecortadas. En otros momentos, el estilo es amplio, con ritmo e imágenes, enfático. El tono general es amargo, con poco espacio para el humor.

En la composición se alternan las escenas dinámicas (acción) y las estáticas (reflexión). Los hechos y los problemas de la condición humana se ven a través de los puntos de vista de los distintos personajes. En las escenas de reflexión el autor utiliza abundantemente el monólogo interior, el estilo indirecto.

Como en la tragedia francesa clásica encontramos una unidad de tiempo, lugar y acción bastante fuerte, lo cual acentúa la densidad del relato.

En definitiva, para dar a conocer sus ideas, el autor se ha servido del género de la novela y de los recursos literarios que ésta ofrece. Todo le sirve para expresarse: la psicología de los personajes, sus gestos y palabras; los ruidos que traducen lo absurdo; el silencio que es signo de la soledad; las imágenes. De este modo, la novela se hace tragedia, una tragedia que refleja lo absurdo de la condición humana.

J.G.

 

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[1] Para los nombres propios extranjeros que aparecen en la novela, se sigue la ortografía francesa.

[2] Para situar mejor a los protagonistas, ver más adelante (n. 4) la relación de personajes.