VALLE-INCLAN, Ramón María DEL

Sonata de Invierno

Espasa-Calpe, 4ª ed., Madrid 1963.

CONTENIDO

El libro no está dividido en capítulos sino en fragmentos separados tipográficamente por espacios en blanco, sin numeración. Para facilitar la referencia, he numerado los fragmentos.

1. Este fragmento está constituido a manera de prólogo. El Marqués de Bradomín, ya viejo, recuerda su vida: sus amores; entre ellos, el de una niña a quien enamoró ya anciano y que se suicidó. Comienza a contar esta historia (que será el contenido del libro) haciendo referencia a que acababa de llegar entonces a Estella, durante la tercera guerra carlista, en el declinar de su vida.

2. Llegó a Estella huyendo, disfrazado de monje; asiste a Misa inmediatamente, en acción de gracias por haber salvado la vida. Entre los asistentes está, con toda su gallardía, el Rey Don Carlos. Al terminar, un fraile anima a la guerra, en vasco, ante los tercios vizcaínos que acaban de llegar. Estas palabras, que no entiende, le causan una emoción indefinible. Ve a Doña Margarita y reconoce algunas personas del cortejo real. A la salida, nota que una dama le reconoce, pero no recuerda quién es ella. Después se dirige a la sacristía, pregunta por Fray Ambrosio, que llega. Fray Ambrosio pronto le reconoce, Bradomín se envanece ante la acogida que le hacen al identificarle los clérigos presentes.

3. Bradomín cuenta una historia inventada de cómo se hizo fraile, interrumpida por Fray Ambrosio, que no le cree. Llega un seminarista al que Fray Ambrosio presenta a Bradomín. Hablan Bradomín y el seminarista; éste, a quien Fray Ambrosio había comparado en valentía a Cabrera, afirma que acaso éste hubiera sino más eficaz con menos temeridad. Discuten sobre el valor en los generales y ensalzan a sus respectivos modelos: el seminarista, que cree que no hacen falta grandes ejércitos en esta guerra, a Don Miguel Gómez; Fray Ambrosio, que acusa a los generales actuales de tener miedo, a Don Tomás Zumalacárregui. Hay un momento de alarma cuando se alude a cierta inseguridad en el triunfo de la Causa. Se produce una pausa: los clérigos se revisten y salen para cantar un entierro. Bradomín se queda solo con Fray Ambrosio que le pregunta por la verdadera causa de su disfraz; Bradomín promete hacerlo, aunque siente lástima de que prefiera el fraile la verdad a la mentira, a la que considera más bella y de la que hace un elogio irónico.

4. Fray Ambrosio se ofrece a hospedarle; se va con él. Le señala, al pasar, la casa donde vive la Duquesa de Uclés, aludiendo a antiguos amores de Bradomín. Éste los recuerda interiormente, en la época en que ella era bailarina. El ama de Fray Ambrosio les recibe refunfuñando, sin miedo a los gritos de éste ni admiración por Bradomín.

5. Mientras toman el chocolate, Bradomín cuenta al fraile la razón de su disfraz: huye del cura Santa Cruz que le odia porque ha conseguido del Rey la orden para fusilarle. Fray Ambrosio, partidario del cura, es en realidad, como todos los que han hecho la otra guerra, partidario de la violencia y la crueldad. Al final, le pregunta al Marqués qué desea de él y le insinúa que, si tiene relación con la Condesa de Volfani, él sigue siendo capellán de su casa. Bradomín elude responderle y se acuesta para reponerse del camino.

6. Por la tarde, va a la Casa del Rey. Habla con Don Carlos: se muestra enemigo del cura Santa Cruz y los curas facciosos en general. Don Carlos los considera necesarios de momento; identifica las ideas de Bradomín con las de Cabrera, que no es ni partidario de la guerra. Le invita a comer. Habla Bradomín con el Obispo de Urgel, que le reprocha levemente el disfraz de por la mañana.

7. Entra en la saleta a saludar a Doña Margarita, que le comunica sus temores sobre la posibilidad de una traición. Entran después el Príncipe y la Infanta y charlan con Bradomín.

8. A la salida, Fray Ambrosio le lleva a casa de la Condesa de Volfani. En el zaguán, bajo la amenaza del escándalo consiguiente, le exige cien onzas para echarse al campo, que por vergüenza no ha querido pedir por amistad. Se va después y una doncella guía a Bradomín adonde está la Condesa.

9. María Antonieta, que cree que la cita la ha buscado Bradomín (ignora la treta de Fray Ambrosio) cae en brazos de Bradomín, al que sigue amando, olvidando sus ausencias. Pasan la noche de modo libertino. Se hace alusión a que el marido de la Volfani vuelve al día siguiente a Estella y a que la Reina quiere que se reconcilien.

10. Bradomín, que sale de casa de la Volfani todavía de noche, busca alojamiento y se decide a volver a casa de Fray Ambrosio. Se encuentra una escena de juego: gente que se adivina de clerecía están jugando a los naipes, entre ellos Miquelcho, el seminarista que irá ahora de segundo de la partida de Fray Ambrosio. Éste se disculpa con Bradomín por el dinero que le ha sacado. Bradomín está a punto de ponerse a jugar, pero ante su alusión a que allí se iban a quedar los dineros de la partida, Fray Ambrosio acaba con el juego.

11. Don Carlos, al haber llegado la caballería de Borbón,con la que venia Volfani, quiere salir a campaña inmediatamente. Bradomín va también con él. El mal tiempo les obliga a detenerse en una casería. Se aburren. Don Carlos invita a Bradomín a que, subido en una silla, recite el soneto que había compuesto a su primo Alfonso. Acepta la respuesta de Bradomín, que se niega: "— Señor, para juglar nací muy alto." Don Carlos decide ir a Estella, según un plan de Volfani, para divertirse; también irá Bradomín. Mientras esperan a que cierre la noche, se oye hablar con emoción patriótica, en la cocina de la casería, a los generales Lizárraga, Dorregaray y Aguirre de la guerra y de los soldados carlistas. Bradomín se sonríe interiormente, irónico y cínico, de la ingenuidad de los que confían en las rancias y severas virtudes, la ventura de los pueblos, y expresa su confianza en el instinto ciego del futuro más allá del bien y del mal. Parten hacia Estella, Don Carlos, Bradomín y Volfani.

12. Van a la casa de la antigua bailarina ex-amante de Bradomín, ahora Duquesa Viuda de Uclés. Les recibe un antiguo picador, con pata de palo, Rafael el Rondeño, del que se dijo que fue amante de la de Uclés después de haberlo sido Bradomín. En la conversación que tienen Bradomín y ella, mientras Don Carlos y Volfani están con unas damas que entraron embozadas, la antigua bailarina niega este hecho. La de Uclés habla a Bradomín de una hija de ambos, de la que él apenas se acuerda. A una pregunta de Bradomín, afirma que es feúcha y, como Bradomín exprese dudas de que sea realmente hija suya, se lo asegura de modo que a Bradomín le parece sincera. La bailarina es ahora fiel carlista; hablan del príncipe y de las infantas. Aparece Don Carlos: a Volfani le ha dado un accidente cerebral, permanece consciente pero paralizado. Se estudia la manera de llevarlo a su casa sin escándalo, cosa que organiza el antiguo picador.

13. Vuelven Don Carlos y Bradomín a la casería. Don Carlos le dice que esa noche le han hablado con horror de él, la nieta de una princesa romañola que le conoció hace mucho tiempo. Bradomín recuerda el pasado (alusión a la Sonata de primavera) mientras pasea bajo la luna; después juega a las cartas con los miembros del Cuartel Real. A la mañana, el Rey le manda que parta a detener al cura de Orio, que hace la guerra como en tiempos de sus abuelos, y del que ahora dicen que quiere quemar a dos rusos, prisioneros suyos, como herejes.

14. Bradomín, con diez lanzas de Borbón, parte a desempeñar su misión. Al cruzar un río le alcanza un brazo una bala enemiga. A pesar del dolor prosigue su camino, pero una monja, antigua conocida suya, le reconoce y detiene.

15. La monja le lleva al sitio donde tienen instalado el hospital, desde la muerte del general Concha. Bradomín le cuenta su misión con el cura de Orio. La acompañante de la monja, muy joven, mira compasivamente al Marqués herido; está a punto de echarse a llorar. Bradomín se conmueve. "Yo sentí el alma llena de ternura por aquella niña de los ojos aterciopelados, compasivos y tristes. La memoria acalenturada, Comenzó a repetir unas palabras con terca insistencia :"¡Es feúcha! ¡Es feúcha! ¡Es feúcha!...". Bradomín se acuesta; el médico le reconoce y ve necesario amputarle el brazo. Bradomín piensa en Cervantes, sintiendo no haber alcanzado la manquedad, como él,en una ocasión gloriosa. Se le amputa el brazo, sin una queja de Bradomín.

16. Bradomín, dormido o desvanecido después de la amputación, habla con Maximina, que le cuida con cariño y admiración. Le dice cosas amables acerca de su voz y sus ojos, que halagan a la niña, ingenua y tímida y que siente que vale poco. Le cuenta que no tiene aún quince años y que no es novicia, sino educanda. Bradomín la escucha: "Yo callaba, sintiendo sobre mi el encanto de aquellos ojos poblados por los sueños. ¡Ojos de niña, sueños de mujer! ¡Luces de alma en pena en mi noche de viejo!".

17. El eco de las tropas leales por la calle y las aclamaciones del pueblo abren y cierran el fragmento. Bradomín coquetea con la niña, que se siente atraída y se resiste, seduciéndola delicadamente: preguntándole, a propósito de su misión con el cura de Orio (al que Sor Simona ha ido a convencer) si se atrevería a correr un gran peligro por él.

18. Vuelve Sor Simona con los dos rusos prisioneros del cura de Orio. Mientras se reponen en la cocina, Sor Simona cuenta al Marqués que los soldados que trajo consigo han hecho horrores en el pueblo y que los vecinos están indignados. Bradomín los defiende, en nombre de la tradición, con lo que está de acuerdo Sor Simona. Después entran los rusos: Bradomín los reconoce de los tiempos de su estancia en Méjico (alusión a la Sonata de Otoño). Se lamenta irónicamente de no ser homosexual, como lo es el ruso de más edad, al ver las gráciles formas (que Bradomín hubiera querido para Maximina) del "efebo" que le acompaña.

19. Al día siguiente, Bradomín pasa el día levantado. Por la ventana, ve llegar, derrotados, soldados carlistas que se quejan de haber sido vendidos. Le acompaña Maximina: Bradomín sigue conquistando a la niña que, en su inocencia, confiesa que le quiere. Después huye y Bradomín no vuelve a verla en todo el día. Por la noche contempla la luna en el cielo, identificándola simbólicamente con la niña: "Por la sombra del cielo iba la luna sola, lejana y blanca como una novicia escapada de su celda. ¡Era la Hermana Maximina!"(Fin del fragmento).

20. Al día siguiente, Bradomín, después de oír Misa habla con un soldado herido. Se oye en el convento un clamor de desgracias: se oye el rumor de una novicia muerta en su celda al pie del brasero. Pero nadie le dice nada. Siguen llegando soldados vencidos y airados; Bradomín presiente el fin de la guerra.

21. Sor Simona, severamente, anuncia a Bradomín que el médico le ha dado de alta y puede irse. Bradomín pregunta por la niña y la monja, encolerizada, le reprocha haber abusado de su experiencia para enamorar a una niña. Por una frase equivoca, Sor Simona cree entender que el Marqués sabía que era su hija; el Marqués rememora el amor sentimental que le había inspirado la niña en el otoño de su vida de donjuán; se le hace evidente la voz de la corazonada y discurre ambigua e irónicamente sobre el incesto. Se va con sus soldados, mientras en su memoria acalenturada resuenan las palabras de la Duquesa de Uclés: "¡Es feúcha! ¡Es feúcha! ¡Es feúcha!".

22. Al anochecer llega a Estella, con mucha fiebre. Ya de noche —alojado en casa de dos señoras, viuda e hija— entra a verle Fray Ambrosio, con una venda en la frente. Se queja de la guerra, que considera una farsa. Bradomín hace su famosa declaración acercad el carlismo y la guerra: "—Fray Ambrosio, estoy por decir que me alegro de que no triunfe la Causa. / Me miró lleno de asombro: /—¿Habla sin ironía?/ —Sin ironía. /Y era verdad. Yo hallé siempre más bella la majestad caída que sentada en el trono, y fui defensor de la tradición por estética. El carlismo tiene para mi el encanto solemne de las grandes catedrales, y aun en los tiempos de la guerra, me hubiera contentado con que lo declarasen monumento nacional. Bien puedo decir, sin jactancia, que como yo pensaba también el Señor."

La cuchillada de la frente del fraile se la hizo Miquelcho, que le traicionó y se alzó con la partida. Cuando ya se va, le transmite un ruego de la Volfani: que, sin que haya dejado de quererle, le suplica que no intente verla. Bradomín cree que es un nuevo engaño del fraile y le arroja desdeñoso de la habitación.

23. Nuevo día. Cuando las señoras de la casa vuelven de Misa, Bradomín les pregunta por Volfani. Ha mejorado, pero se quedó como un niño, no conoce a nadie. Hablan de la actitud edificante de la Condesa en el cuidado de su marido inválido, con celosa reacción de Bradomín. Llega Fray Ambrosio y hacen las paces; le comunica que María Antonieta está dispuesta a verle una sola vez para decirle adiós. No se alegra mucho Bradomín, ante la perspectiva de presentarse despoetizado, con un brazo de menos.

24. Bradomín va a la Casa del Rey, donde ha quedado con María Antonieta. Saluda a la Reina, entre los comentarios que suscita su reciente manquedad. Un obispo presente le sugiere escribir sus memorias. Habla en tono de sermón; Bradomín le interrumpe cifrando su actitud ante la vida en una sola frase: "¡Viva la bagatela!", con el consiguiente reproche del obispo.

25. La Marquesa de Tor, anciana tía de Bradomín, le pide, en nombre de María Antonieta, que se vaya sin despedirse de ella. En un momento de la conversación, expresa la famosa definición de Bradomín: "Eres el más admirable de los Don Juanes: Feo, católico y sentimental. "Aparece María Antonieta: se retiran por fin a hablar. Antes entra el Rey, que abraza largamente a Bradomín y luego sigue hablando sin aludir a su manquedad, por no mostrarle una ofensiva compasión; delicadeza que conmueve a Bradomín.

26. Los amantes se despiden. Bradomín aún intenta convencerla de que ella volverá a llamarle, de que el momento en que se canse de atender a su marido ha llegado ya. María Antonieta toma la resolución de decirle que le ha ocultado que en su vida había habido amantes, sin gran resultado. Bradomín piensa en su edad, en sus cabellos blancos, en su brazo de menos. Se despide y se va de la estancia sin volver la cabeza ante lo que considera que, quizá, ha sido su último amor. (Fin).

RELACIÓN DE PERSONAJES

(Sigo el orden de aparición, señalando al margen el fragmento en que se nombran por primera vez. Escribo en cursiva los principales personajes e indico los que sólo aparecen nombrados en boca de los demás personajes con n. después del nombre propio.)

1. MARQUÉS DE BRADOMÍN.— Noble carlista, protagonista y narrador de las cuatro Sonatas de Valle-Inclán, que constituyen sus Memorias galantes, correspondientes a las cuatro etapas de su vida. En esta de Invierno, pretende ser casi un anciano, aunque su edad no queda definida. Es un dandy famoso y admirado.

2. DON CARLOS.— Carlos VII, Duque de Madrid. Nieto de Carlos María Isidro y pretendiente a la corona de España, levantó en armas al carlismo en 1872. Tuvo su corte en Estella durante gran parte de la guerra. (Personaje histórico).

DOÑA MARGARITA. Doña Margarita de Parma, mujer de Carlos VII. Vivió también un tiempo en Estella, durante la guerra. (Personaje histórico).

PRÍNCIPES DE CASERTA, MARISCAL VALDESPINA, CONDESA MARÍA ANTONIETA VOLFANI, MARQUÉS DE LANTANA, BARÓN DE VALATIÉ, BRIGADIER ADELANTADO, DON JUAN MANUEL MONTENEGRO. Forman parte del cortejo real, tal como los ve Bradomín cuando asiste a Misa al llegar a Estella. Es una mezcla de personajes históricos (Caserta, Valdespina, Adelantado) y ficticios: unos que corresponden a tipos existentes en la Corte de Estella (extranjeros legitimistas como Lantana o Valatié) y otros puramente novelescos: María Antonieta Volfani y Don Juan Manuel Montenegro. Don Juan Manuel Montenegro es tío de Bradomín y aparece en otra novela del ciclo (Sonata de Otoño) tendrá un papel destacado en otras obras de Valle-Inclán. María Antonieta Volfani es dama de Doña Margarita. Antigua amante de Bradomín, reanuda sus relaciones cuando éste llega a Estella; pero la enfermedad de su marido le lleva a cortar con el Marqués.

FRAY AMBROSIO. Antiguo maestro de gramática de Bradomín, está ahora en Estella. Para alzarse con una partida extorsiona a Bradomín, para verse después traicionado.

3. MIQUELCHO. Seminarista, segundo de la partida que quiere formar Fray Ambrosio, al que después traiciona y se queda con ella.

CABRERA, n. .— Personaje histórico. Desde la primera guerra carlista tuvo un importante papel en el Tradicionalismo; acabó por reconocer a Alfonso XII en la Restauración.

DON MIGUEL GÓMEZ, n. .— Personaje histórico. Famoso en la primera guerra civil.

DON TOMAS ZUMALACARREGUI, n. .— Personaje histórico. El general carlista más importante de la primera guerra civil.

4. DUQUESA DE UCLÉS (CARMEN).— Antigua bailarina, que había sido amante de Bradomín. Ahora, ya viuda, es dama de Doña Margarita. Con Bradomín ha tenido una hija, a la que Bradomín no conoce.

RAFAEL EL RONDEÑO.— Antiguo picador, a quien la Duquesa de Uclés dio asilo cuando un toro le dejó cojo. La gente murmuraba que habían sido o eran amantes, cosa que ella niega a Bradomín.

5. CURA SANTA CRUZ, n. .— Cabecilla carlista. Personaje histórico.

AMA DE FRAY AMBROSIO.— Vieja que resulta ser hermana de Micaela la Galana, antigua doncella de la abuela de Bradomín.

6. OBISPO DE URGEL, CARLOS CALDERON, DIEGO VILLADARIAS.— Los ve Bradomín en la Corte del Rey. Son personajes históricos, que realmente estuvieron con Carlos VII en Estella (al menos, los dos primeros con seguridad).

7. DOÑA JUANA PACHECO, DOÑA MANUELA OZORES.— Viejas damas que con la Volfani bordan junto a la Reina. Seguramente personajes ficticios.

PRÍNCIPE DON JAIME, INFANTA DOÑA BLANCA.— Hijos de Don Carlos y Doña Margarita. Personajes históricos, aunque en la novela tienen más edad que en la realidad, en los tiempos de la guerra civil. Sostienen una breve conversación con Bradomín.

10. DON QUINTILIANO.— Clérigo que juega a los naipes en casa de Fray Ambrosio.

11. CONDE VOLFANI.— Personaje novelesco (pero que podría referirse a uno histórico de otro nombre) que aparece como promotor de aventuras galantes para que se divierta el Rey. Su mujer es amante de Bradomín; cuando cae repentinamente enfermo y se queda inválido, ella abandona a Bradomín para dedicarse a cuidarlo.

12. DORREGARAY, LIZARRAGA, AGUIRRE.— Generales carlistas que charlan en la cocina de la casería. Personajes históricos.

13. CURA DE ORIO.— Cabecilla carlista. Personaje histórico.

14. SOR SIMONA.— Monja que atiende heridos y enfermos carlistas, antigua conocida de Bradomín, al que atiende cuando le amputan el brazo y que ejecuta la misión de Bradomín con el cura de Orio.

15. DON MANUEL DE LA CONCHA, n. .— General liberal muerto en el campo de batalla durante la tercera guerra carlista.

MAXIMINA.— Educanda en el convento de Sor Simona, Brandomín intenta seducirla, ante lo que, al parecer, se suicida. Era hija de Bradomín y Carmen, la antigua bailarina convertida en Duquesa de Uclés.

20. SOR JIMENA.— Monja anciana que atiende a los carlistas en el hospital.

22. VIUDA E HIJA DE DON MIGUEL ARIZCUN.— Alojan a Bradomín en su casa cuando vuelve a Estella con el brazo recién amputado.

25. MARQUESA DE TOR.— Tía anciana de Bradomín que está en la Corte de Estella.

VALORACIÓN LITERARIA

Las cuatro Sonatas, entre ellas la de Invierno (1905), son la mejor muestra de la prosa modernista en España, verdaderas obras de arte en su género. Sus valores literarios han sido adecuadamente analizados por gran número de críticos; es ya clásico el libro de A. Zamora Vicente (Las Sonatas de Valle-Inclán, la ed., Buenos Aires, 1951) sobre el tema. Valle-Inclán escribe mimetizando irónicamente los tópicos decadentistas —muy finamente— en un estilo inmejorable. En la Sonata de Invierno en concreto, quizá ya un poco hastiado del ciclo, incorpora plenamente un motivo temático ya apuntado en las tres anteriores: el carlismo. Sitúa la acción en Navarra, durante la tercera guerra civil, y en ella vemos a un Bradomín legitimista, vaciado sobre el modelo de Chateaubriand, que tiene sus últimas aventuras galantes en la Corte de Estella; y —alterego, a su vez, de Valle-Inclán— pierde el brazo izquierdo en una escaramuza. La fórmula común a todas las Sonatas (donjuanismo, evocación de un mundo aristocrático, esteticismo, ambigüedad e ironía, transposiciones artísticas y literarias, imágenes y musicalidad de la prosa,etc.) se da también en la Sonata de Invierno; su originalidad está en el interés por la historia que se adelanta a la trilogía de La guerra carlista y que, desdibujado por la ironía y el talante adjudicado a Bradomín, ha pasado por alto a los críticos valleinclanescos, así como la seriedad de la reconstrucción de pasado histórico que en ella se hace.

VALORACIÓN DOCTRINAL

Para juzgar las Sonatas creo que hay que partir de una base: Valle-Inclán parodia (levemente) en ellas todos los tópicos decadentistas (satanismo, perversiones, etc.), como arriba queda dicho; y, sin tener en cuenta ese enfoque humorístico no se puede dar un juicio adecuado. Además, Valle se cuida de no dejar clara la conducta de Bradomín en los aspectos que podrían ser más conflictivos. El posible incesto (del que sólo se insinúa la posibilidad de que se diera) está tratado de manera tan calculadamente ambigua que en ningún momento queda claro si Bradomín, en su papel de Don Juan eterno, cuando coquetea con Maximina es consciente de que es su padre o no. En cuanto a las bravatas nietzscheanas (alabanzas de los saqueos militares, por ejemplo) son también propios de la caracterización Bradomín como dandy decadente: no hay que perder de vista que, al estar escrita la novela en primera persona, las afirmaciones que en ella se hacen no cabe referirlas al discurso de un narrador omnisciente (más cercano a las opiniones del autor), sino a la personalidad del personaje como tal; en este caso, de la formulación valleinclanesca del mito del Don Juan modernista. Por otra parte, salvo en el fragmento IX (la noche que pasa con la Volfani), no hay inconvenientes formales en el texto; y aún así, dicho fragmento tampoco supone un inconveniente muy grave para personas mayores formadas.

No parece que haya inconvenientes para personas jóvenes en los fragmentos 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 10, 13, 14, 15, 16, 17, 19, 20, 21, 22, 23, 24 y 25. Es decir: todos excepto el 9, ya indicado, y el 11 y 18 en que Bradomín formula opiniones decadentes que, aunque están expresadas con tono irónico, pudieran desorientar a personas menos formadas.

 

                                                                                                           M.J.A.S. (1988)

 

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