Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Correspondencia
Inicio
Quiénes somos
Correspondencia
Libros silenciados
Documentos internos del Opus Dei
Tus escritos
Recursos para seguir adelante
La trampa de la vocación
Recortes de prensa
Sobre esta web (FAQs)
Contacta con nosotros si...
Homenaje
Links
Si quieres ayudar económicamente...

Google

en opuslibros

Si quieres ayudar económicamente al sostenimiento de Opuslibros puedes hacerlo desde aquí.


CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 16 de Marzo de 2015



Sobre la santificación en la propia profesión.- pareto

Quisiera felicitar y agradecer a Gervasio por su colaboración del 13 de Marzo “El Sacerdocio como culminación del éxito vocacional”. Me trajo muchos recuerdos a la mente sobre experiencias vividas en carne propia y sobre otros casos observados en el Opus Dei. En mi caso sobre todo las trabas que muchas veces pone la propia institución para el desarrollo profesional. Ya lo comenté en otro artículo, cuando en un curso anual ya sobre la marcha me indicaron que tenía que permanecer 3 días más de lo que tenía planeado por no tener dispensa del Padre para realizar un curso anual de menor duración y eso hizo que llegara 3 días tarde a mi trabajo en los primeros años de mi vida como profesionista. Todas las enseñanzas y el buen ejemplo de años de mi señor padre sobre el cumplimiento de las obligaciones me las brinqué por obedecer a los directores. Hoy me parece de lo más irresponsable cuando algún compañero llega un día tarde y yo llegué 3 por estar obedeciendo indicaciones.

También las negativas a las consultas para realizar estudios de posgrado, el estudio de una segunda lengua (primero estaba la Misa diaria y el encargo apostólico), la indicación de cambiarme de ciudad teniendo un buen trabajo para apoyar en otro sitio (aunque ganes menos y tengas un puesto de menor nivel, me dijeron). Pero eso sí, después de unos años viene el director del centro y me dice: los directores de la delegación están muy preocupados porque tu desarrollo profesional no es el que debería de haber sido. No sabía si era en serio o era una broma (si reír o llorar), además no me imagino a un director de la delegación perdiendo el sueño o el hambre (preocupado) por mi desarrollo profesional.

Sobre lo que menciona Gervasio del interés de algunos numerarios por sus estudios, adjunto los temas de tesis de dos numerarios ahora sacerdotes que estudiaron Ingeniería Industrial en la Universidad Panamericana: 1. Proyecto de un club juvenil cultural y deportivo. 2. La Función social del Ingeniero Industrial. Tantos años de estudio de Ingeniería en una Universidad privada para terminar con estas tesis! pero como menciona Gervasio, seguramente su principal prioridad era solo obtener el título para continuar con lo más importante: El club de niños, los pitajes, etc y después su segunda vocación. También en México veo casos de numerarios ingenieros dedicados ahora a dar clases en la Universidad Panamericana, en el IPADE o en Colegios de niños, de historia, filosofía, ética, antropología, Catecismo etc. Por qué no se dedican a la Ingeniería? Porque estuvieron años dedicados a las labores internas y nunca ejercieron como Ingenieros. También como me tocaron directores y sacerdotes que jamás han tenido un trabajo profesional externo, con un jefe que no tiene idea del Opus Dei ni le interesa y que se ponen a dar consejos como si tuvieran la gran experiencia en ese que es un mundo totalmente desconocido para ellos.

En fin, otra vez mi agradecimiento a Gervasio y saludos a todos.

Pareto





El sustrato de lo aprendido ahí cuesta quitárselo.- LauraGM

Hola Kurt,

Me he sentido totalmente identificada con lo que cuentas en la primera parte de tu publicación.

Yo pasé allí 12 años y llevo fuera 5.  Escribes: “Siempre se puede hacer las cosas mejor. Eso marca mi vida. ¿No os pasa a vosotros? Nunca estoy contento porque ¡todo se puede hacer mejor! ¡Qué irresponsable y mala persona soy por no hacer las cosas perfectas!" Me pasa eso y todo lo demás que cuentas tal cual. Aunque cada vez menos, el sustrato de lo aprendido queda ahí por mucho que me esfuerzo en desaprender.

También tengo pesadillas aunque cada vez menos frecuentes. El otro día soñé que una directora me decía que me tenía que sacar los ojos por mi bien y yo obedecía... Cuando desperté me empecé a reír porque ilustra muy bien la "obediencia ciega" que exigen allí.

Tuve ayuda psicológica al salir, pero hay cosas que necesitan tiempo para que desaparezcan. Pese a todo... ¡Qué bien se está fuera! ¡Qué vida más buena cuando eres libre y vas tomando tus decisiones! ¡Qué liberación mental y emocional! De vez en cuando veo a alguna "in" por la calle y siento pena. Me alegra saber que no soy la única a la que le cuesta desaprender.

Dejo mi correo en el perfil por si quieres escribirme y contrastar opiniones.

Saludos
LauraGM 





Acosos y coacciones.- Pepito

Alguna vez, pensando en los acosos y hasta coacciones que en esta página han denunciado algunos ex, encaminados a evitar que se buscaran la vida por otro camino (este con minúscula, naturalmente), he recordado unas palabras de “Su Padre” en las que decía que no eximía de cargo grave de conciencia a los últimos que hubieran convivido con uno que se hubiera ido. Ahí creo yo que está una raíz de los acosos y coacciones dichos: el pánico al gran chorreo que les caería si el pájaro volaba. En mi caso no se llegó a tales coacciones ni acosos y todo quedó en amables invitaciones para que me quedara, por lo que sospecho que los últimos con los que conviví, todos buena gente, no se libraron del chorreo.

Pepito





Dos acontecimientos que me han removido.- Dolcevita

Queridos amigos y compañeros de combate:

A pesar de que hace tiempo que no escribo, os prometo que lunes, miércoles y viernes al acabar el día, no falto nunca a nuestra cita y sigo con interés todas vuestras cuitas.

Dos acontecimientos presentes en estos días, me han removido especialmente y han traído un recuerdo a mi ya cascada memoria, que sin ánimo de levantar ampollas y a sabiendas del dolor, indignación y tristeza que os va a producir, me creo en la obligación de contároslo. Probablemente así se entiendan muchas cosas.

Ando impresionada y triste por lo que contáis del padre Danilo y otros. Para postre, han fallecido unas personas de la obra que, por mi cercanía con ellas he acudido al tanatorio. Allí, como es natural, me he visto rodeada de personas de la obra a las que hacía muchos años que no veía. Lógicamente, las he saludado, he charlado con ellas, y les he comunicando que estoy felizmente casada.

Lejos de alegrarme del encuentro con esas personas queridas, quedé triste y con un nudo en el estómago, pues fue terrible ver la transformación que habían sufrido aquellas chicas jóvenes y alegres con las que yo conviví hace años… Y claro, no me refiero a los estragos lógicos del paso de los años… Muchas de ellas, cadáveres ambulantes. ¡Lástima!

Estas tristes emociones me han recordado algo que tenía absolutamente olvidado. Los que habéis sido directores lo sabréis, y los que no, os lo cuento ahora:

Cierto día, llegó una novedosa indicación de Roma, que nos transmitieron a las directoras para que lo tuviéramos en cuenta a partir de entonces en el gobierno  y en las “confidencias” de nuestras hermanas depresivas y con enfermedades mentales.

La indicación era sencillamente: “Aunque “nuestro Padre” nos enseñó que los enfermos en casa eran el tesoro de la obra, muchas de las enfermedades mentales se curan sencillamente con entrega y vida interior”

Para que esos enfermos se recuperaran pronto, deberíamos ser fuertes en la dirección espiritual para exigirles mayor sacrificio y fortaleza.

Esta idea fue una constante en aquellos años.

Y en aquellos años, yo viví con dos personas que intentaros suicidarse, otras dos que ingresaron en un psiquiátrico, una a la que debíamos acompañar día y noche (de noche con la puerta abierta, claro, no vaya a ser…), otra en cuya habitación tuvimos que poner rejas, y otra que se tiró al fin por la ventana. Descanse en paz.

Y le hicieron santo.

Dolcevita




 

Correos Anteriores

Ir a la correspondencia del día

Ir a la página principal

 

Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?