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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 15 de Octubre de 2018



Observaciones a la Entrevista al Prelado del Opus Dei.- Salypimienta

 

«Ante el 90 aniversario, decimos a Dios: gracias, perdón, ayúdame más»

Al cumplirse 90 años de la prelatura del Opus Dei, entrevista exclusiva con el prelado Fernando Ocáriz. Entre otras cosas, pide perdón por “las faltas y pecados” de los miembros de la Obra, divisa los horizontes de acción de la prelatura y comenta el reciente llamado del Papa a rezar el rosario por la protección de la Iglesia de los ataques del demonio, “el gran acusador”.

Entrevista completa en la página del Opus Dei

 

Ahora resulta que el prelado celebra el 90 aniversario del Opus Dei pidiendo perdón por ‘las faltas y los pecados’ de los miembros de la Obra. ¡Qué cinismo y qué descaro! Eso es como pedir perdón en el nombre del coche a la persona que se atropelló.

En primer lugar, los pecados que cometen los miembros de la Obra con los demás son muy subjetivos. Todas las personas que pertenecen al Opus Dei actúan en el 98% de las ocasiones conforme las órdenes de algún superior. O sea, que las faltas de generosidad y de cariño cometidas por cualquiera de los miembros del Opus Dei, fueron expresamente indicados por algún director de quien los cometió.

Siempre es lo mismo con estas personas de la prelatura comenzando por ‘el padre’. Tiran la piedra y esconden la mano. Son expertos en la simulación, el trampantojo, el engaño, la manipulación, el reacomodo de las situaciones, las palabras y los hechos. Dicen una cosa totalmente diferente a lo que piensan y hacen. ¡Es el colmo que el prelado suelte los engaños que profiere sin el menor recato! Y si él se cree todo lo que dice, estamos ante un caso grave de esquizofrenia que debería ser tratado de inmediato.

Ya ni siquiera se hace el esfuerzo de pensar por sí mismos ahí dentro, todo se es repetir el guión de ‘santos-en-medio-del-mundo-enamorados-de-Cristo’. ¡Que nos sabemos el discurso de memoria palabra por palabra porque no ha cambiado en los últimos 90 años!

Que tenga muy presente el prelado para que lo transmita a sus hijos y sus hijas a quienes considera pecadores (por obedecer las órdenes de los directores) que la Obra ha demostrado hasta el cansancio que es ella quien está aliada con el enemigo con todas sus prácticas, sus intrigas, sus mentiras y sus atropellos. Que es la Obra la que está mal, muy mal, debido a que no reconoce sus faltas y sus errores y sigue culpando a las personas de ello cuando los errores del Opus Dei son fundacionales y la única manera de corregirlos es haciendo una reforma desde los cimientos.

No es posible que se atreva a decir que: En el caso del Opus Dei, por ejemplo, ha costado explicar la autonomía de sus miembros que, por ser laicos como la mayoría de fieles de la Iglesia, gozan de la misma libertad en sus decisiones vitales, profesionales, intelectuales, políticas, sin que sus puntos de vista o actuaciones representen a la prelatura, como sucede con los fieles de cualquier otra circunscripción eclesial: diócesis, ordinariatos, etc.”, cuando todos los que hemos pertenecido a la Obra sabemos de sobra que un miembro del Opus Dei NUNCA es libre de tener ningún tipo de decisión vital, profesional, intelectual, política ni de ningún tipo cuando esta pueda afectar en lo más mínimo a la prelatura. NINGÚN miembro del Opus Dei tiene ni ha tenido ni tendrá autonomía ni siquiera para tomar la decisión más sencilla con respecto a nada porque así está ordenado en los reglamentos no públicos desde su fundación y todo, absolutamente todo debe de ser consultado. Recordemos que una de las incoherencias de la Obra es precisamente esa: “Tener la libertad de no ser libres” porque cada uno, desde que puso el punto final a la carta de pitar le entregó su libertad a la prelatura. Y mejor no toco el tema de la ‘laicidad’ de sus miembros porque me daría material para escribir largo.

Aún más, en el colmo de la fantasía, el prelado cuenta que miles de personas se acercan a la prelatura buscando a Cristo por conducto de las enseñanzas de San Josemaría y casi que entre líneas se atreve a decir que el Opus Dei es el ejemplo de la Iglesia Católica de cómo deben de ser las instituciones religiosas cuando todos sabemos que de unos años para acá, a la Obra no se acercan ni las moscas gracias al enorme desprestigio que se han procurado ellos solitos con sus prácticas inmorales de las que hay cientos de ejemplos por no hablar tampoco de la adhesión imaginaria que le tienen al Papa Francisco, porque bien que por debajo del agua le han criticado de todo… hasta de ‘rojo’.

Creo que si el Opus Dei quiere pedir perdón, más que el prelado lo diga de ‘dientes para afuera’ como se dice coloquialmente, que públicamente pida perdón a cada uno, con nombres y apellidos de los que la Obra le ha causado algún perjuicio y que hagan una reparación material a todos aquellos que dejaron el pellejo en ‘Casa’ para sacar la labor adelante y al final se quedaron con un palmo de narices, una mano delante y otra atrás, el corazón completamente roto y la vida hecha añicos. De otra manera, la verdad es que los arrepentimientos opusinos me suenan a lágrimas de cocodrilo.

Besos a todos

Salypimienta.





El mismo modus operandi que la prelatura Opus Dei.- Agustina

Una exmonja, en apuros con su jubilación porque su congregación no cotizó sus años trabajados

- Araceli Mayans perteneció a las Hermanas de la Presentación durante 15 años. Al dejar los hábitos comprobó que solo habían cotizado por ella durante tres años: "Nos tratan como a limpiadoras o cocineras, pero no nos pagan como tal"

- Desde 1982, los religiosos y religiosas españoles funcionan como autónomos, pero son las congregaciones quienes les dan de alta y pagan su cotización, ya que muchos no tiene ni cuenta bancaria por el voto de pobreza

- Un asesor de la Conferencia Española de Religiosos reconoce más casos y señala que "la vida religiosa tiene una obligación moral" con quienes abandonan la vocación, que se pueden quedar sin nada

"Cuando quise hablar con la congregación sobre mi cotización, en 2002, la superiora me colgó el teléfono. Y hasta hoy". La de Araceli es una de las muchas historias con las que se encuentran exreligiosas que, tras abandonar los hábitos, descubren que su trabajo no existe a efectos laborales y por tanto tampoco existe en el cálculo de su pensión. Que sus años trabajados en colegios, centros sanitarios o como agentes religiosos no han sido cotizados por las órdenes que debían hacerse cargo. Muchas de ellas no preguntan sobre ello hasta que les llega la edad de jubilarse, pero el derecho a reclamar prescribe a los cinco años. ¿Qué sucede? 

Artículo completo en El Diario

 




 

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