¡No tiren el bebé junto con el agua del baño!

AgustínB, 7 de mayo de 2010

 

 

"Voy a proclamar el nombre del Señor: ¡den gloria a nuestro Dios!

El es la Roca: su obra es perfecta, todos sus caminos son justos; es un Dios fiel y sin falsedad, justo y recto."

(Deut 32:3-4)

 

 

No soy Opus Dei ni ex-OD, sino que mi interés por el tema tratado en este sitio surgió a partir de haber tenido como compañero de trabajo por varios años a un numerario. Y tras haber leído unos cuantos artículos, creo poder ofrecer una reflexión que será útil a los que están adentro y a algunos de los que se fueron.

 

En primer lugar, tuve que hacer una evaluación crítica del contenido de los artículos. En esta evaluación percibí la existencia de una consistencia entre las observaciones sobre la personalidad del fundador [ 1] [ 2] [ 3] [ 4] [ 7], sobre las normas oficiales u oficiosas de la institución [ 5] [ 6] [ 7], y sobre las consecuencias  que se están produciendo en la vida de sus miembros [ 8], llegando a un alto grado de certeza relativa sobre la buena fe y veracidad de los testimonios (sobre el testimonio de Manuel Mindán Manero en particular [ 1] sólo cabía cuestionar la exactitud de sus recuerdos - a la que estimo total - y no su buena fe) y sobre la facticidad de la situación que ellos describen. Esta conclusión fue apoyada por al menos un sitio independiente [9] que satisface el requisito de seguir una línea de ortodoxia doctrinaria católica.

Paradójicamente, el aval final a esta conclusión provino de la respuesta de Calandria [10] a Jacinto Choza, la cual también me motivó a escribir esta reflexión.  (Irónicamente, es probable que Calandria la descarte a priori y jamás lea más allá del primer párrafo, a partir del criterio que expresa en [11]: "Por último, Aldeano, tú no eres un ex Opus Dei, no tenemos nada que hablar.") Esta respuesta de Calandria en [10] es como la otra cara de la moneda de algo que dice Jacinto Choza en [ 7]: "Queda una última cuestión, que afecta al crédito de la Iglesia, y es ¿qué garantías hay de la calidad y legitimidad de los actos magisteriales y de los actos jurídicos de la iglesia?"

En efecto, la confusión entre, por un lado, lo que el magisterio de la Iglesia enseña como verdad de fe y todo fiel debe Creer con certeza absoluta, y por otro lado, lo que es materia opinable y cada fiel puede creer con distintos grados de certeza relativa o no creer, da lugar a la situación espiritual testimoniada por Calandria en [10] y más tarde, si y cuando esta situación se hace insostenible, a que el abandono de aquellos conceptos y criterios que eran puramente humanos vaya acompañado por el cuestionamiento o incluso abandono de verdades esenciales de fe. No saber distinguir el bebé del agua hace que, cuando el peso de ésta se hace insostenible, se corra el riesgo de arrojar ambos. Y la referencia para un discernimiento correcto es el Motu Proprio "Ad tuendam Fidem" de Juan Pablo II y la correspondiente Nota Doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe [12]. Esta Nota Doctrinal expone la Profesión de Fe que es requerida a los fieles llamados a ejercer un oficio en nombre de la Iglesia, la cual consiste en el Credo Niceno-Constantinopolitano seguido por los siguientes tres párrafos:

«Creo, también, con fe firme, todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida por la Tradición, y que la Iglesia propone para ser creído, como divinamente revelado, mediante un juicio solemne o mediante el Magisterio ordinario y universal»

«Acepto y retengo firmemente, asimismo, todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres, propuestas por la Iglesia de modo definitivo»

«Me adhiero, además, con religioso asentimiento de voluntad y entendimiento, a las doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo»

El segundo párrafo adicional comprende aquellas verdades concernientes a la fe o a las costumbres que están necesariamente conectadas con la divina revelación, sea por razones históricas sea por lógica concatenación, pero que no pertenecen a ella. Por ejemplo, si algún día el Magisterio define definitivamente que la contraconcepción es contraria a la ley natural, estaría dentro de lo incluido en el segundo párrafo. Por ahora está en el tercero. Estos tres párrafos tienen su correspondiente sanción en el Código de Derecho Canónico, donde el segundo párrafo del canon 750 fue agregado justamente por el Motu Proprio "Ad tuendam Fidem" para reflejar el segundo párrafo adicional de arriba:

Canon 750

§ 1. Se ha de creer con fe divina y católica todo aquello que se contiene en la palabra de Dios escrita o transmitida por tradición, es decir, en el único depósito de la fe encomendado a la Iglesia, y que además es propuesto como revelado por Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia, ya por su magisterio ordinario y universal, que se manifiesta en la común adhesión de los fieles bajo la guía del sagrado magisterio; por tanto, todos están obligados a evitar cualquier doctrina contraria.

§ 2. Asímismo se han de aceptar y retener firmemente todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas de modo definitivo por el magisterio de la Iglesia, a saber, aquellas que son necesarias para custodiar santamente y exponer fielmente el mismo depósito de la fe; se opone por tanto a la doctrina de la Iglesia católica quien rechaza dichas proposiciones que deben retenerse en modo definitivo.

Canon 752

Se ha de prestar un asentimiento religioso del entendimiento y de la voluntad, sin que llegue a ser de fe, a la doctrina que el Sumo Pontífice o el Colegio de los Obispos, en el ejercicio de su magisterio auténtico, enseñan acerca de la fe y de las costumbres, aunque no sea su intención proclamarla con un acto definitivo; por tanto, los fieles cuiden de evitar todo lo que no sea congruente con la misma.

 

A partir de ahora usaré "Creer" con mayúscula para denotar la "fe firme, divina y católica" del primer y segundo párrafos, que se refiere a verdades de las que podemos y debemos tener certeza absoluta porque son garantizadas por El que Es verdad y bien absolutos. Así, resumo diciendo que:

 

"Creo con certeza absoluta todo lo que Dios ha revelado, tal cual lo enseña el Magisterio de la Iglesia, y sólo eso."

 

"Rechazo con certeza absoluta todo lo que se opone a lo que Dios ha revelado (tal cual lo enseña...), y sólo eso."

 

Los "y sólo eso" finales son cruciales. Yo no puedo ni debo Creer con certeza absoluta algo que no pertenezca al depósito de la fe (o sea propuesto por la Iglesia de modo definitivo por estar conectado con éste), aún cuando no se oponga a éste. En otras palabras, hay tres categorías de enunciados:

 

A. Los que Dios ha revelado, y debo Creer con certeza absoluta,

 

B. Los que se oponen a lo que Dios ha revelado, y debo Rechazar con certeza absoluta,

 

C. Los que no están ni en la categoría A ni en la B, y puedo creer o rechazar con distintos grados de certeza relativa.

 

Por ejemplo, Creo con certeza absoluta que Jesús es el Hijo Unigénito, Eterno y Consustancial de Dios Padre, que resucitó, y que está verdadera, real y sustancialmente presente en la Eucaristía. Por otro lado, creo con 100 % de certeza relativa que no existe vida extraterrestre, ni inteligente ni bacterias ni nada.  Si bien a mi juicio esa es la posición sobre el tema que está más de acuerdo con la Revelación, sé perfectamente que no debo ni puedo Creerla con certeza absoluta, porque la Revelación nada dice al respecto y la posición opuesta es también compatible con ella.

Habiendo dejado en claro estos criterios, paso a aplicarlos a la respuesta de Calandria [10] a la que cito en su casi totalidad, numerando sus párrafos:

 

"1. Cómo no voy a creer en la verdad y sobrenaturalidad -la Obra es de Dios- de esta institución a la que pertenezco hace tantos años.

2. Decir que fue un error canonizar a Escrivá es decirle a la Iglesia “te equivocaste”, decir que el Opus Dei no tiene un carácter sobrenatural es pretender arrebatar a Dios lo suyo, es decir a Dios “no te creo, esto no es tuyo”.

3. No soy jurista, mucho menos canonista o literata, no creo tener mente filosófica, mucho menos teológica. Lo que creo tener es un poco de FE. Hay que tener FE para creer en aquello que a nuestros ojos -los ojos humanos- aparece como equivocado, torcido, falso, repulsivo… Resultó siempre aleccionadora, para mí, aquella frase “Dios escribe derecho con renglones torcidos”

4. Yo me imagino a Dios sonriendo a quienes después de hacer largos estudios y disquisiciones concluyen “no te creo, esto no es tuyo” y me lo imagino respondiendo con más amplia la sonrisa “si yo lo quiero así, a ti qué?” Si Dios permite que se desarrollen los acontecimientos de una determinada manera, qué vamos a hacer nosotros? A lo más, se me ocurre, preguntarle por qué lo quiere así y pedirle, si es nuestro deseo, que por favor tome otros derroteros.

5. No puedo tomar como verdaderas las afirmaciones que Jacinto Choza y otros tantos hacen sobre Escrivá, sobre el Opus Dei, aquello del narcisismo y del carácter fraudulento de la Obra de Dios porque significaría estar diciéndole a Dios creo más a Jacinto Choza, creo más en unas cuantas líneas publicadas en Opuslibros en un determinado momento que lo que TU me has dicho, dado y enseñado durante toda mi vida."

 

En el párrafo 1, las afirmaciones de la sobrenaturalidad del Opus Dei y de que "la Obra es de Dios" pueden entenderse en dos sentidos. En el primer sentido se aplican al Opus Dei tal como pueden legítimamente aplicarse a la Compañía de Jesús, la orden Salesiana, o la Institución Teresiana. Esto es correcto, siempre que en todos los casos se haga en su justa medida, tal como explica el primer artículo en [9]:

"Si bien es cierto que la Iglesia declara que los santos al desarrollar obras apostólicas han sido movidos por el Espíritu Santo, ello no implica una declaración de que todos los aspectos de sus obras hayan sido objeto de una novísima "revelación". La revelación concluye con la muerte del último apóstol, o a lo sumo, con la muerte del último discípulo del último apóstol. No hay más. Sería adecuado decir que Dios inspiró a San Ignacio un profundo celo apostólico para fundar la Compañía de Jesús. Por contra, sería inadecuado decir que el libro de los Ejercicios le fue inspirado como camino seguro de santidad ratificado por Dios, revelado por Él mismo para quienes entrasen a formar parte de su compañía, ni tampoco que la hora de oración diaria que San Ignacio prescribe entre en esos parámetros."

Sin embargo, sospecho que Calandria tiene otro sentido en mente, tal como continúa el mismo artículo:

"Cualquier miembro del Opus Dei aceptaría esto en principio. Pero lo aceptaría para todas las demás instituciones y obras de la Iglesia. Cuando se trata del Opus Dei, esto es distinto. Cada norma de piedad, cada costumbre, hasta incluso la manera de decorar una habitación, lo "vió" el fundador. Con estas metáforas floridas lo que se dice es algo sumamente ajeno a la enseñanza pública de la Iglesia sobre tales puntos."

El párrafo 2 muestra una confusión en cuanto al alcance de una canonización.  Como dice el punto 828 del Catecismo de la Iglesia Católica, canonizar un fiel es "proclamar solemnemente que el fiel ha practicado heroicamente las virtudes y ha vivido en la fidelidad a la gracia de Dios". Esto no implica que el fiel no cometió errores, o que no tenía defectos personales, o que todo lo que hizo fue inspirado por Dios e "incontaminado" por sus defectos personales. Es bien sabido que Santo Tomás de Aquino, cuya Suma Teológica y la Biblia fueron los dos únicos libros puestos sobre el altar por los Padres Conciliares de Trento como referencias doctrinales, negaba la Inmaculada Concepción de la Virgen (que en aquel momento distaba más de 500 años de ser definida como dogma). Por lo tanto, a priori e independientemente de cualquier característica particular de San Josemaría Escrivá o del Opus Dei:

Por un lado, la canonización define una verdad de Fe: todo fiel católico debe Creer con certeza absoluta que San Josemaría Escrivá (SJME) "ha practicado heroicamente las virtudes y ha vivido en la fidelidad a la gracia de Dios" y que desde por lo menos 1992 (año del milagro) está gozando de la Visión Beatífica.

Por otro lado, el carácter de sobrenatural que una canonización confiere a una institución fundada por el Santo en cuestión no es mayor que el de cualquier orden religiosa, instituto secular, o asociación internacional de fieles de derecho pontificio fundada por cualquier otro santo.

Ahora bien, ¿es compatible la canonización con la afirmación de Manuel Mindán Manero de que SJME "era un buen sacerdote sujeto a dos pasiones dominantes: la de presumir de alta alcurnia y la de dominio y mando sobre los demás"[1]?  ¿Pueden los rasgos de personalidad descriptos en [2], [3] y [4] ser compatibles con un caso de práctica heroica de las virtudes? A mi juicio, y disintiendo en este punto con [1], no sólo son compatibles sino que fortalecen el caso en cuestión, porque acarrear el bagaje de una personalidad semejante hace que sea más heroico vivir la fidelidad a Jesucristo, no menos. O en otros términos, el mismo grado de heroicidad "interno" en la adhesión a Jesucristo (que sólo puede ser medido por Dios) produciría mejores frutos "externos" en una persona con personalidad "sana" que en otra con personalidad "defectuosa", pero rendiría a ambas el mismo grado de gloria. Por otro lado, las conductas debidas a los rasgos defectuosos de personalidad son en gran medida inculpables, tal cual reconoce Vado Via [2]: "sé positivamente como sufren las personas con estas conductas neuróticas, muchas de las cuales tienen reacciones y conductas “automáticas”, como si fuesen vidas independientes, en que la responsabilidad del sujeto está muy disminuida porque la voluntad está muy restringida por la “automaticidad” de esas conductas “instantáneas”." Debe además tenerse en cuenta que desde los 40 SJME fue diabético insulinodependiente, y que las variaciones del nivel de glucosa en la sangre afectan fuertemente el humor y comportamiento de tales pacientes.  Queda así claro que:

Por un lado, la canonización es completamente compatible con los rasgos defectuosos de personalidad de SJME descriptos en varios artículos de Opuslibros (descripciones que yo simplemente tomo como hipótesis de trabajo).

Por otro lado, tales rasgos de personalidad pueden haber afectado sustancialmente la calidad objetiva de sus actos y, sobre todo, de las características, particularmente normas y costumbres, que confirió a la institución por él fundada.

Por lo tanto, ¿estaba SJME movido por el Espíritu Santo en su actividad apostólica? Sí, al igual que cualquier sacerdote santo. ¿Estaba esa actividad apostólica afectada por los rasgos negativos de su personalidad? Sí. ¿Realizaba Dios su obra en SJME (su santificación personal) y a través de SJME (y no me refiero a la validez de los sacramentos administrados, lo cual está fuera de cuestión)? Sí, al igual que la realizaba en y a través de cualquier otro sacerdote santo, y a pesar de sus defectos de personalidad. ¿Es el Opus Dei con respecto al conjunto de órdenes religiosas, institutos seculares, y asociaciones internacionales de fieles de derecho pontificio una especie de Virgen María entre los santos, la única toda santa sin mancha ni arruga? Definitivamente no. Más aún, probablemente esté debajo del promedio en lo que podríamos llamar "índice de calidad objetiva" = 1 - (características debidas a defectos humanos / características debidas a la inspiración divina) ¿Es el Opus Dei "la obra de Dios"? En principio, tanto como cualquiera de las instituciones nombradas, y en detalle probablemente menos que el promedio de ellas. ¿Realiza Dios su obra en el Opus Dei y a través del Opus Dei? Sí, al igual que la realiza en y a través de las otras instituciones, y a pesar de las características negativas del Opus Dei e incluso a través de estas, sin por eso implicar que las apruebe. Quiero decir que el hecho de que Dios permita que el Opus Dei imponga una carga excesiva sobre sus miembros para dar ocasión a que muchos de éstos practiquen las virtudes en grado heroico no implica que El positivamente quiera la imposición de esa carga. Similarmente, el hecho de que Dios permitió que la Inquisición encarcelase a San Juan de Avila por dos años y a Fray Luis de León por cinco para darles ocasión de dar frutos de caridad en la adversidad no implica que El positivamente aprobase los encarcelamientos.

El párrafo 3 refleja una confusión muy grande. Si bien es totalmente correcto que "hay que tener Fe" (y no solamente "un poco", agrego), esa Fe consiste en creer en Dios y en creerle a Dios, a la verdad que Dios ha revelado. Y como el Dios en que creemos es la absoluta plenitud del ser y de toda perfección, la suma verdad, el sumo bien, la suma belleza, y "su obra es esplendor y majestad, ... las obras de sus manos son verdad y justicia," (Sal 111) la fe NO es creer en lo que "aparece como equivocado, torcido, falso, repulsivo". Y esto enlaza con lo dicho anteriormente y con el párrafo 4: no hay que confundir lo que Dios hace y lo que Dios quiere con lo que Dios permite. Que Dios se sirva de instrumentos defectuosos no implica que se complazca en esos defectos, o que quiera positivamente aquellas características del Opus Dei (o de cualquier otra institución) que sean consecuencia de esos defectos, o que no quiera que los miembros actuales de esas instituciones corrijan esas características negativas.

En el párrafo 5, por último, al manifestar que no puede tomar como verdaderas las afirmaciones de Jacinto Choza [7] y otros sobre el narcisismo y el carácter fraudulento del Opus Dei porque significaría decirle a Dios "creo más a Jacinto Choza, creo más en unas cuantas líneas publicadas en Opuslibros en un determinado momento que lo que TU me has dicho, dado y enseñado durante toda mi vida", Calandria revela una vez más su confusión sobre qué es lo que Dios le ha revelado, a ella y a cada católico. Reiterando la Nota Doctrinal de la CDF sobre el Motu Proprio "Ad tuendam Fidem", lo que Dios ha revelado es, con certeza absoluta, "todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida por la Tradición, y que la Iglesia propone para ser creído, como divinamente revelado, mediante un juicio solemne o mediante el Magisterio ordinario y universal" y solamente eso. Y con 100% de certeza relativa, "las doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo", y solamente eso. Y lo que el Magisterio de la Iglesia propone a los fieles para Creer con certeza absoluta es que SJME "ha practicado heroicamente las virtudes y ha vivido en la fidelidad a la gracia de Dios" y que desde por lo menos 1992 (año del milagro) está gozando de la Visión Beatífica, y solamente eso. El Magisterio de la Iglesia no propone a la fe de los creyentes que SJME tuvo una revelación divina en 1928, o que las características que forjó en el Opus Dei fueron divinamente inspiradas.

Con respecto a la afirmación de Jacinto Choza [7] acerca del "carácter fraudulento y falsario en cuanto a sus orígenes sobrenaturales y en cuanto a la santidad de su fundador" debe ser vista en conjunto con su otra afirmación acerca de que SJME "era una personalidad narcisista y fantasiosa, que siguiendo sus delirios se embaucó a sí mismo y a mucha gente de buena fe." Al decir que SJME "se embaucó a sí mismo" acerca del origen sobrenatural del Opus Dei y de su propia relevancia, queda excluida cualquier mala fe de su parte y por lo tanto cualquier obstáculo insalvable para su canonización. Y esto está totalmente en línea con las conclusiones de Marcus Tank en [4] que cito extensamente a continuación porque resumen admirablemente el tema:

"Sobre el mundo interior de la subjetividad del fundador, pienso que, de los datos mencionados y conocidos, puede aceptarse que no actuó con intención y conciencia de engañar en lo sustancial, sino movido por su personalidad trastornada. No obstante, tengo la impresión de que no faltaron las ocasiones en que tuvo clara conciencia de estar manipulando la verdad para conseguir sus fines. Y, a pesar de todo, pienso que esto puede ser compatible con una sincera búsqueda de Dios, pues nadie es quién para juzgar sobre su conciencia y su real o ficticia santidad.

Ahora bien, lo que no puedo admitir es que el Opus Dei que conocemos sea una “criatura” más o menos inspirada por Dios, pues en ella no se descubren los signos distintivos de las obras de Dios. No me cuesta admitir que tal vez la mayor parte de los excelentes miembros del Opus Dei, que fueron seducidos por el señuelo de lo divino, hayan actuado con rectitud, entregando sinceramente sus vidas en favor de los demás según el carisma de la santificación en las tareas seculares. De ahí es de donde han brotado los buenos frutos, en el universo mundo, porque el “buen Opus Dei” lo han hecho gentes con buena voluntad, y aun a pesar del Escrivá real."

En este punto acoto que la fuente última de donde han brotado los buenos frutos es el Señor, cuya misericordia llega hasta el cielo y su fidelidad hasta las nubes (Sal 36 y 57). El tiene compasión del pueblo que lleva su Nombre, de la Iglesia Católica, el Cuerpo Místico de su Hijo Unigénito. (Si 36) El Señor gobierna a su pueblo y se compadece de sus siervos (Sal 134), y los que en El confían no quedan defraudados (Dan 3). A aquellos miembros del Opus Dei que todavía no son capaces de entender que las características negativas del Opus Dei no vienen de El, les da fuerza para perseverar en el camino de la santidad y dar fruto mientras están adentro, y a los que son capaces, les hace ver la verdad y los ayuda a salir y perseverar en el camino de la santidad y dar fruto cuando ya están afuera. Continuando ahora con la cita de [4]:

"Con el paso del tiempo, al cabo de las décadas, la semilla de falsedad que se encontraba en la raíz de este montaje se ha desarrollado y ha contaminado casi todo, ya que los sucesores de Escrivá —también fautores de la manipulación— continúan resistiéndose a mostrar la verdad desnuda. Por eso han optado por mantener el mito y el fanatismo a toda costa, usando medidas de control asfixiantes, e integrando en el escalafón de su particular “jerarquía” a dóciles ejecutores que saben aparcar su conciencia. Es así como ha llegado a corromperse casi todo y ya no existe tarea pastoral incontaminada, ni reducto de aire sobrenatural limpio, ni reunión familiar “interna” que no sea artificial. Una obra religiosa donde no está el hálito de Dios, sino que es el desarrollo empresarial de una idea humana, deforme y sin verdad, es una organización de sectarios fanáticos. Y lo seguirá siendo mientras no triunfe en ella la verdad."

Este último párrafo, durísimo como es, explica perfectamente el fenómeno, también durísimo, de la multiplicación de casos de miembros del Opus Dei con problemas psicológicos como "depresión, síndromes de pérdida de personalidad, problemas notorios de inmadurez, crisis de identidad", muchos de ellos "medicados con psico-fármacos", que reporta Segundo en [8]. Y da también la clave para la solución del problema: la verdad. Reconocer la verdad de la realidad del Opus Dei y la Verdad de la voluntad de Dios como Jesús nos la enseña, confrontar ambas verdades para discernir cuáles características del Opus Dei están de acuerdo con la voluntad de Dios y cuáles son consecuencia de los defectos humanos del fundador o de sus sucesores, y tener el coraje de cambiar estas últimas. La Inquisición fue transformada en el Santo Oficio y finalmente en la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Podrá el Opus Dei transformarse a sí mismo?

Termino mencionando dos claves esenciales para esa transformación. Una es nuevamente la verdad, específicamente la manifestación abierta de la verdadera naturaleza del Opus Dei, tanto a sus propios miembros como a los potenciales candidatos a serlo. Y aquí vuelvo a mi contacto personal con el Opus Dei, el numerario con el que trabajé varios años en una empresa grande. Cuando me explicó el régimen de vida que seguía, me surgió espontáneamente decirle: "Pero vos sos un monje: vivís en una residencia con gente que no es tu familia, entregás tus ingresos al Opus Dei, empleás la mayor parte de tu tiempo libre en prácticas de piedad, estás dispuesto a mudarte donde el Opus Dei te destine. La única diferencia con un benedictino es que éste trabaja en la huerta, viña o imprenta del monasterio vistiendo un hábito, y vos trabajás en una empresa del mundo secular vistiendo un traje." Y me complace (intelectualmente) verificar que esta simple observación espontánea está en línea con el análisis detallado que hizo Gervasio en [6]. Una consecuencia de esto es que es completamente impropio plantear la vocación de numerario a cualquiera, de la misma manera que un benedictino o un franciscano no andaría tratando de reclutar a cuanto católico practicante y todavía soltero se le cruzase en el camino. Y sin embargo ésta es precisamente la praxis del Opus Dei, como describe Castalio en [13]. La otra clave esencial para la transformación es el respeto a la libertad de conciencia, tema extensamente tratado por Oráculo en [5].

 

Para aquellos que hayan llegado hasta aquí, un último pensamiento. Recen por aquellos que están adentro. Por aquellos que alguna vez verán lo que vieron Uds, para que cuando ello ocurra no se debilite su fe, sino que puedan tirar el agua y conservar el bebé. Por aquellos otros cuya resistencia subconsciente al régimen está siendo apagada a fuerza de psico-fármacos. Y por los de arriba, para que tengan el coraje de reconocer y cambiar lo que debe ser cambiado. Y no duden en invocar la intercesión del Santo al que más le interesa que esto ocurra: San Josemaría Escrivá mismo. Puede parecer chocante, pero es exactamente así.  Sabemos con certeza absoluta que SJME está en el cielo. En el cielo nada defectuoso entra: todo rasgo desordenado es expurgado en el Purgatorio si es a nivel moral, o desaparece con la muerte si es a nivel puramente psicológico. Por lo tanto SJME, a partir de la Visión Beatífica, percibe claramente y reconoce totalmente la verdad sobre las características negativas del Opus Dei debidas a sus defectos, y sobre el efecto que esas características tienen en sus miembros.  Al estar inflamado por la caridad divina y sin ninguna pasión contraria a ella, desea totalmente y sin reservas el bien de los miembros del Opus Dei. Y al estar gozando de la gloria celestial, no le afecta ni importa en absoluto que en la Tierra se reconozcan abiertamente sus defectos si esa es la condición necesaria para la transformación del Opus Dei. Por lo tanto, si hay un Santo que va a interceder sin descanso para que se reforme el Opus Dei a partir de un crudo reconocimiento de la verdad, es precisamente San Josemaría Escrivá. 

 

Agustín B.

 

Referencias:

 

[1] Manuel Mindán Manero (1995). Libro "Testigo de noventa años de historia. Conversaciones con un amigo en el último recodo del camino", Zaragoza 1995, editado por el autor e impreso por la Librería General. En el capítulo V, "Los últimos cursos en el seminario" dedica el apartado 4, a "Mi compañero José María Escribá" (pp. 115-120)

[2] Vado Via, 6 de diciembre de 2006. "Qué personalidad! ¡Qué pena! Pero, ¡detengan la locura!"

[3] Doserra, 23 octubre 2006. "La compleja personalidad del Fundador del Opus Dei".

[4] Marcus Tank, 26 noviembre 2008. "El trastorno narcisista de la personalidad del fundador del Opus Dei".

[5] Oráculo, enero de 2007. "La libertad de las conciencias en el Opus Dei".

[6] Gervasio, febrero de 2009. "La espiritualidad del Opus Dei".

[7] Jacinto Choza, 15 de febrero de 2010. "Lo que queda del día".

[8] Segundo, 6 de agosto de 2008. "Argentina: Una labor en caída libre".

Segundo, 24 de noviembre de 2008. "Argentina: una labor en caida libre (II)".

[9] http://diario-de-una-prelatura.blogspot.com

[10] Calandria, 26 febrero 2010. "Sobre lo que Jacinto Choza escribió."

[11] Calandria, 14 diciembre 2009. "Los integrantes de Opuslibros carecen de sentido sobrenatural." De paso, Calandria tiene total razón en este artículo. Es totalmente correcto, y era práctica común en la pintura medieval y renacentista, incluir al oferente de una pintura de un acontecimiento de la Historia Sagrada en la escena pintada en una actitud de contemplación del acontecimiento, reflejando que realmente lo contempla con los ojos de la fe.

[12] Juan Pablo II, 18 de mayo de 1998. Carta Apostólica dada en forma de 'Motu Proprio' «Ad tuendam Fidem». Junto con Nota Doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 29 de junio de 1998:

[13] Castalio, 10 de julio de 2009. "Cómo fabricábamos numerarios en México".

 

 

 

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