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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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LEJANOS VIENTOS DE CAMBIO

MANUEL -Argentina-, 19 de enero de 2005

 

Antes de escribir sobre mi ilusión en los diminutos vientos de cambio en la Obra, quería dar primero las gracias a Opuslibros. Me ha servido mucho leer las experiencias y pareceres. El año pasado dejé la Obra como numerario tras nueve años. Creo que en una primera etapa estás en un estado de shock en el que tratás de entender bien claro que fue lo que pasó. En mi caso, gracias a Dios, al salir tuve el valor de animarme a aceptar y discutir todo -por más doloroso que fuese. Una parte de ese animarme fue el leer "Tus escritos". Creo que cuando te vas, algunos abusadores te llenan de culpa. Una parte importante de mi proceso de entendimiento fue leer el informe AG -que encontré en esta web-. En este año pude entender qué es lo que pasaba, por qué estaba a disgusto en un marco que supuestamente era perfecto y por qué tenía yo tan poca madurez afectiva... Cosas en mí estaban mal, pero desde luego que algo en la Obra también lo estaba.

Quería darles el mensaje de que huelo lejanos vientos de cambio (por lo menos muy de a poco entre los jóvenes de Argentina en la Obra) desde luego no diría que esto signifique una pronta apertura en la Obra, pero que pueden ser las brisas previas a la tormenta. Creo que la Obra (no es demoníaca ni celestial) en mi vida ha dado más luz que sombra. Y aunque me encontré con mucho monstruo, me encontré con más gente de Dios. Creo que está en una crisis de identidad fuerte y se está estancando en 1928. Lo mismo le pasó a los Jesuitas, tuvieron épocas luminosas a las que le siguieron épocas horribles. Su crisis puede dar lugar al cambio. Creo que la lucha será interna, será la desigual lucha de los "auténticos" contra los "talibanes".

La lucha contra los "Talibanes"

En mis últimos años de vocación (me fui a fines del 2003), que tuvieron lugar en mi país Argentina, noté que los numerarios jóvenes más abiertos mentalmente nos estábamos comenzando a contar las cosas entre nosotros con confianza y a percibir "que algo olía a podrido en Dinamarca". Cuando hablo de numerarios jóvenes hago referencia a los que teníamos entre 26 y 40 años y que por trabajo teníamos roce con el mundo. Desde luego no incluyo aquí a los pobres chicos del centro de estudios que hasta tres años después de pasar por allí no se atreven a ser personas o a respirar.

Los más open minded (que no nos íbamos) empezábamos a tomar cierta distancia espiritual e intelectual de los que llamábamos: "Talibanes" (Este mote interno se está extendiendo en la Obra en Argentina y sirve para definir a los numerarios duros, intransigentes, forjados por las primeras generaciones de numerarios españoles de la década de los 50 y es una analogía con el movimiento religioso afgano que dinamitó dos milenarias esculturas de Buda en el 2000).

Primero quiero aclarar que este fenómeno entre jóvenes de la Obra lo percibí solo en la Argentina y por supuesto de manera incipiente y jamás organizada. Hago esta diferencia (regional) porque en el 2003 siendo todavía numerario vine a España a hacer un master, eran los prolegómenos de mi partida (en ese entonces yo creía que lo que me asfixiaba era el ambiente un poco cerrado de la Obra en Buenos Aires). Cuando llegué a Madrid me encontré con que los numerarios de mi edad (en su gran mayoría) eran intransigentes, duros y sin ningún tipo de amplitud mental. "Disculpa tío pero el sábado pasado a la mañana estuviste escuchando música en el salón, si tienes tiempo libre avísale al director", que? Qué? QUE???? O también "Tío que bajaste en camiseta y jersey a Misa, no es el tono que Dios nos pide". Esperaba encontrarme en Europa a gente que viviese el espíritu con más soltura y para mi absoluta tristeza encontré que eran por lejos más duros: recuerdo al director del centro engominado y tirano (a este parece que no lo mataron por la espalda) y que a sus veintipico de años tenía la chulería más increíble que vi en mi vida, desde luego que oficial de comisión (de los que trabajan pegando estampillas en los sobres o alguna de esas boludeces).

Con respecto a esta percepción de jóvenes deseando cambio y que por ahora solo encuentran más crisis y excusas tontas, me gustaría situarlos en un marco. Esquematicé unas categorías forenses y frías pero que resumen y explican las etapas y posturas que encuentro entre los numerarios (desde luego confieso que fui algunos de ellos, aunque nunca el taliban):

A) Niños rellenos de mijo (o muñecos de alpiste): etapa de algodones y nubes de pedos en los clubs. Si tienes corazón y ganas de cambiar el mundo y amas a Jesús (ojo lo sigo amando como ese día) escribe la carta. Los chicos se divierten en excursiones al mismo tiempo que tienen sus primeros encontronazos con este mundo hermético. Una etapa de corte Darwiniano, los menos aptos desaparecen: "Che, fulanito no lo veo más! Dónde está?": Darwin Predixit.

B) Los Panzer Divisionen (Centro de Estudios/West point): "ni cuarteles ni conventos"; ¿es necesaria esta aclaración si esos centros no dieran ese aire? Es decir yo nunca me encuentro en la necesidad de explicarles a los invitados a mi casa: Ojo que esto no es un cuartel! La frase habitual de los chicos del centro de estudios "te vienes a la meditación?" La pasé fatal. Primero un director cuarentón que acabó frustrado y se sintió desdichado cuando lo sacaron del centro de estudios; luego un bicho de 40 años criado en los sótanos de la delegación. Al primero fue al único hombre al que temí en mi vida. Me juré nunca más tener miedo a otra persona. Los numerarios que pasan por etapa de Centro de estudios son de temer: creen saber todo (las teorías) y que el espíritu santo aletea en las palabras de los directores. Son temidos cuando desembarcan del centro de estudios a otro centro y para colmo con cargo. Esta fue mi etapa más intolerante, (mis compañeras de universidad me veían como un Xiborg venido de la luna Titán), perdón mamá por las idioteces que me habrás escuchado decirte. No lo veo como una manera de vivir la vocación sino más bien como una etapa que atravesamos todos.

C) Los Panzer Divisionen "Plus ultra": los que llegan de Roma ordenados. Huye si puedes, son alfombras en las que pisar blando, es decir tan blando que te engullen. Antes de tirarse un pedo rellenan una cuartilla (mitad de A4) a máquina y la mandan a Roma. Realmente creo que el colegio romano debe ser un infierno. Me alucinan las anécdotas degradantes que cuentan, pero llenos de alegría del tipo: "Yo era el sub encargado 2 de juntar las ramitas del jardín del cortile Veccio, me acuerdo que un día de fiesta vino Don Filomeno y nos dijo que lo hacíamos fatal y que nos quedáramos sin comer juntando ramitas, que buenos eran que bien nos formaban". Quieren pitajes ya. No quemes a tus amigos con estos fanáticos, guardátelos para un cura con más experiencia y menos brios.

D) Numerarios temidos, superados y auténticos: (en el léxico interno de Argentina se los denomina "personajes"): Su frase: "mejor pedir perdón que pedir permiso". Son aquellos que están de vuelta de todo, se putearon con directores o manifiestan sus opiniones (anti oficialistas en público), pasaron las peores depresiones y salieron de ella, son amigos de los que se van y quieren a la gente no por sus posibilidades de vocación. Son los mejores consejeros que conocí. Quieren vivir y hacen lo que creen: si viajar, viajar; si cenar con amigos, cena con amigos: SON LIBRES. No piden permiso sino que avisan lo que van a hacer. No les importan los juicios de los consejos locales. Vida interior alucinante (estos tipos sí que le sacan el jugo a su oración). Desde luego marginados de cualquier cargo de dirección y recluidos en centros para freaks (en Argentina tienen a muchos en un solo centro: Clay es el mejor sitio pues la gente dice la verdad no se andan con fachadas). Cuando te acerques mucho a uno, es posible que un Taliban te advierta: "Ojo con fulanito que es muy personaje". En Argentina serán dos docenas (Son mi pequeña ilusión del cambio, entre ellos hay sacerdotes).

E) Numerarios rotos: Son aquellos que se sienten angustiados, deprimidos, perdidos y no saben qué les pasa. Su frase: "La Obra es maravillosa; si yo estoy así es porque estoy enfermo", viven con pastillas. Y tratados como convalecientes. Si no avanzan profesionalmente por la crisis se les consigue un trabajo pedorro que los hunde más. Hay algunos que son verdaderos tesoros. Conozco algunos buenísimos con corazones de oro que te dan pena, no saben lo que les está pasando, creen que Jesús en esta vida les pide la cruz de perseverar siendo infelices. Eso si, los atiborran de cine "narcótico licito para olvidar penas". Este tipo de numerario es lamentablemente muy habitual

F) Los Talibanes: No tienen una edad promedio. Los talibanes en su oración levitan y entran en contacto con Dios, por lo tanto con una seguridad electrizante te pueden decir quién tiene vocación o qué debés hacer con tu vida. Ni sueñes con ver una película con una chica escotada, son capaces de apretar el FF del mando en el acto. Son super legalista e in-so-por-ta-bles. Dentro de la Obra buscan refugio en cargos. Fuera de la Obra la gente se ríe de ellos. Son los típicos que te ponen de ejemplo de lo horrible que es el Opus Dei que el pobre defensor no puede decir nada a su favor. Lo mejor, es cuando son ellos los que se quiebran y se van. Dios les dé la gracia para arrepentirse de cómo torturaron a otros. Son un número importante, digamos el 30%.

G) Los cínicos: estos son los que hace tiempo que no viven el espíritu de la Obra pero que formalmente cumplen los mínimos. Son otro tipo de víctima, tienen miedo de irse a la edad que tienen. O a veces tienen puestos en obras corporativas y les gusta el cargo aunque no su vocación. Conocí un caso extremo en el que incluso buscaba esporádica compañía femenina. Son INRIs para el Opus Dei, su mal ejemplo es terrible. Los envían lo más lejos que pueden o se desentienden de ellos dejándoles que hagan lo que quieran mientras no en público. Estoy convencido de haber conocido directores cínicos (pocos). Creo que son una minoría dentro de la Obra. En el capítulo cínicos quisiera hacer especial hincapié en los psiquiatras (numerarios o no) al servicio de la Obra, son la peor clase de cínicos, son gurkas que ponen su ciencia al servicio de los Talibanes. Desobedecen su juramento Hipocrático y prefieren reducir personas a escombros antes que ayudarlas a ver lo que realmente les pasa. En Uruguay hay un numerario famoso por ser el psiquiatra-Mengele de la región. SON MONSTRUOS, que el Señor los juzgue.

H) La vieja guardia: Muchos son españoles de 60 en adelante, en Argentina. También hay naturales de 50 en adelante, crecieron escuchando las meditaciones del padre Emilio. Te ponen como ejemplo a personajes del estilo del dichoso: Juan Gimenez Vargas (que dicho sea de paso era un ogro). Sus anécdotas preferidas del Padre son las broncas: "Recuerdo cuando el padre nos dijo: Hijo mío no sirves para nada" y vos te quedás helado diciendo huuuyyy qué lindo recuerdo del Padre. Hay muchos buenos, coherentes y nobles. Pero sin apertura mental. Es gente dura de cabeza. Los conozco con corazones de oro. Tienen terror al cambio y se están amargando al oler la crisis que se viene. La respuesta: mortificarse más. Cambiar algo? Aggiornarse? Noooo. Son bastantes pero en extinción. Perdón, anécdota inverosímil, entre estos estaba un consiliario argentino nacido en el país y que hablaba como si fuera español. Nos daba la meditación y decía: "Jóvenes os insto: vogad mar adentro" y yo decía ¿por qué habla así? Luego me di cuenta que era que adoraba a los españoles que lo formaron allá en los cincuenta, por eso no podía decir con el acento de la tierra que lo vio nacer: "Chicos igual que decía Jesús, los insisto: métanse mar adentro". Con un numerario muy gracioso imitábamos al consiliario y no decíamos en secreto y engolados: "Vogaddddd mar adentro".

I) Los auténticos en búsqueda: Son gente que trata de vivir el espíritu y que cuando tiene dudas de cómo vivirlo apelan al corazón. Quieren a la gente que tratan y la cuidan. Se preocupan por sus hermanos. Se hacen preguntas pero no se animan a mirar con frialdad los problemas, jamás se animarían a cuestionar nada. Creo que componen la gran mayoría de la Obra y son las joyas que atraen con la luz de Cristo a los demás. Si maduran con el tiempo pueden hacer mucho bien. Me parece que podemos ver en ellos el porqué la Obra no se le ve lo malo tan rápido. Que Dios cuide a estos favoritos suyos porque va a sufrir mucho.

Por ultimo en este escrito le deseo a la Obra que le llegue pronto la crisis más fulminante (si Dios lo quiere que les evite el trago); no para que se hunda sino para que cambie y no se alargue el dolor de este verla dormitar en las saudades de 1928. A los que están dentro y están convencidos: que tengan coraje para vivir como Dios les muestre (no como les digan los códigos muertos) y que rescaten lo santo de la institución (que lo hay y mucho) y que destierren sus defectos (gordos y horripilantes) por lo menos en el ámbito de su ingerencia. Dios existe y nos ayuda.

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