CÓMO VE EL OPUS DEI EL MOTU PROPRIO

Antonio Moya Somolinos

 

Hace tiempo leí un libro de José María Areilza muy sugerente titulado “Así los he visto”. Podría haberlo titulado “Así son”, pero el autor fue más humilde al no confundir su propia apreciación personal con la realidad, algo que no les vendría mal a todos los del Opus Dei, desde el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz hasta el último mono.

En ese libro, quien fuera ministro en la Transición española va desarrollando una serie de recuerdos de gente muy variopinta que él conoció. Muy variopinta, e incluso antagónica, o más, enemigos entre sí, con quienes el autor supo convivir en las situaciones en que la vida les hizo coincidir. Desde los fundadores de la Falange y el propio Franco hasta el ministro de asuntos exteriores de la URSS pasando por todo tipo de gentes, no solo de la política sino de la Iglesia, del folclore, etc.

Al conocer el motu proprio Ad Charisma Tuendum, no podemos perder de vista que tanto quienes leemos o participamos en OpusLibros como la mayoría de los informadores profesionales, las gentes de Iglesia (sacerdotes diocesanos, laicos, consagrados, etc.), somos gente NORMAL, con mayor o menor conocimiento del asunto, pero gente normal, no condicionados por un prejuicio mental que nos lleve a no ver, o a “no querer ver” lo evidente…

Por esto, la abundantísima lectura que en pocos días existe ya sobre este tema, incidiendo en un aspecto u otro, viene a ser coincidente. Basta ver en twitter la voz “Opus Dei” para comprobar la abrumadora mayoría de gente que ha aprobado sin restricciones la medida llevada a cabo por el Papa sobre el Opus Dei, lo cual trasluce asimismo una especie de animadversión contenida hacia el Opus Dei, que de golpe se ha desbocado, junto con un aumento de la popularidad del Papa, por el coraje de meterles mano de una vez.

Cuando yo me fui del Opus y la gente normal empezó a tratarme como un tipo normal, alguna vez he contado que me quedé gratamente sorprendido. Gratamente, pero sorprendido. Un amigo me dio la explicación: “Antonio, lo que te pasa es que en vez de ir por la calle andando a un palmo del suelo, ahora andas por el suelo, como andamos todos los demás, y eso la gente lo nota”.

Por eso, ahora, ante este documento NORMATIVO del Papa en el que este ORDENA unas cuantas cosas, todos los mortales, menos los del Opus, hemos visto una serie de cosas y básicamente coincidimos en las apreciaciones.

Resulta sin embargo muy interesante pararse a analizar “cómo lo ven ellos”, no solo cómo lo ve el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, sino cómo lo ven las bases, esto es, los numerarios y numerarias de a pie, los agregados y agregadas de a pie, las numerarias auxiliares (que siempre son de a pie) y los supernumerarios y supernumerarias, que también siempre son de a pie.

Para empezar, observemos qué es lo que ha aparecido en la web del Opus. Han aparecido tres cosas: El motu proprio, un mensajito del protonotario apostólico supernumerario Ocáriz y un conjunto de preguntas y respuestas, al modo “Catecismo del Opus”.

Lo de las preguntas y respuestas, propio de guardería de adultos a quienes se les trata como memos o como niños de teta a quienes hay que darles masticaditos los textos (masticaditos y manipulados, que es lo que se hace en el Catecismo del Opus Dei, en cuyo preámbulo san Josemaría decía que había que sabérselo de memoria), es algo a lo que ya nos tienen acostumbrados.

Las personas adultas sabemos que ante textos legislativos hay que tener en cuenta dos cosas: Hasta que no aparecen publicados, no existen, son mero borrador. Quizá solo valga la pena leerlos para enterarse de por dónde iba la idea que más tarde se ha plasmado en un texto. La otra cosa a tener en cuenta es que, no siendo desdeñables los comentarios a un texto jurídico, lo importante es el propio texto. Y por supuesto, lo que es una aberración es que se elabore otro texto alternativo en el que te digan lo que dice el texto (que eso es la farsa del Catecismo del Opus Dei).

Por tanto, lo de las preguntas y respuestas entra como algo ya conocido en la secta.

El comentario del protonotario apostólico supernumerario Ocáriz también entra dentro de lo previsto. Obviamente no se podía quedar calladito ante un documento en el que se ve una vez más que “el rey está desnudo”.

Puntualización importante. Habida cuenta de que las preguntas y respuestas son más informales pues se presume que las ha hecho algún yupi numerario del Opus, de estos que no saben casi nada pero son muy influencer, hay que tener en cuenta que en las preguntas y respuestas se dicen cosas que el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, por razón del cargo tan elevado que ocupa, no puede o no debe decir.

(Dicho ahora entre nosotros: Que a nadie se le ocurra pensar que el propio protonotario apostólico supernumerario Ocáriz o Fazio o Pujals no han revisado minuciosamente el contenido de esas inocentes preguntas y respuestas rápidas sobre los interrogantes creados a los del Opus ante el motu proprio del Papa. En la era de Internet y ante el público de esa web, integrante de esa guardería de adultos, sin inquietudes sobre dónde están y a qué pertenecen o no pertenecen, mayormente superficiales en cuestiones de Iglesia y con una ignorancia enciclopédica en cuestiones jurídicas que les atañen, esas preguntas y respuestas están destinadas a que los del Opus NO LEAN el motu proprio Ad Charisma Tuendum, como tampoco han leído la Constitución Praedicate Evangelium, ni la bula Ut Sit, ni por supuesto, sus propios Estatutos y los cánones 294 a 297 del Código de Derecho Canónico. De hecho, la mayoría de los miembros del Opus no saben qué es eso del Código de Derecho Canónico.

En esas inocentes preguntas y respuestas, dirigidas al rebaño, hay expresiones MUY PRECISAS, que se pueden decir en la web y de modo informal, pero que no las puede/quiere decir abiertamente el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz en su mensajito).

Por último, en la web del Opus aparece el propio documento. Esto es una novedad dentro de la tónica normal del Opus de ocultar los propios documentos jurídicos y preferir “contárselos” a la parroquia. Pensemos en la prohibición de san Josemaría de traducir del latín aquellos o los futuros estatutos del Opus Dei, la publicación de la traducción de los mismos en la página web del Opus al no haber otra alternativa, ya que OpusLibros ofrecía ya una traducción desde tiempo atrás.

Pensemos también lo difícil que es encontrar dicha traducción dentro de la página web del Opus. Pensemos por ejemplo en algo tan patente como es que el 99% de los miembros del Opus Dei, incluidos los numerarios, “aristocracia de la inteligencia”, no se ha leído los Estatutos ni siente curiosidad al menos por leerlos.

Por ello, que en la web se publique, tal cual, el motu proprio, es ya una novedad muy positiva que indica un cambio de rumbo, forzado, pero inevitable.

Veamos ahora qué dicen en el Opus sobre esto.

El protonotario apostólico supernumerario Ocáriz dice varias tonterías. Acaso la más sonada, y que nos recuerda a Groucho Marx, es la de decir que el prelado no tiene por qué ser obispo cuando en 1991 decía justo todo lo contrario. “Tengo unos principios, pero si no le gustan, no se preocupe, aquí tengo otros”.

¿Cómo es posible perder la dignidad de esa manera?

Si yo fuera el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, habiendo defendido y dando por saco lo indecible desde 1991 para que el prelado de la prelatura personal de la Santa Cruz fuera obispo, incluso habiendo enviado a Fazio a darle la monserga al Papa con ese asunto, yo, en mi mensaje, hubiera dicho que le he pedido al Papa que me destituya de mi cargo de prelado, por haberme equivocado tantos años y por haber defendido obstinadamente ese error a sabiendas, o lo que es peor, por haber engañado a todo el mundo con esa monserga.

Todo menos perder la dignidad de esa manera.

Un buen ejemplo de dignidad lo tiene ese protonotario apostólico supernumerario en las 42 mujeres que han plantado cara a esa mafia después de haber sido explotadas y engañadas durante años y años, y echadas fuera con lo puesto.

Todo menos perder la dignidad.

¿Por qué? Por algo muy sencillo: porque la dignidad es lo que se lega a la siguiente generación, y por respeto a ella y a lo que se representa para ella, hay cosas que uno debe cuidar. Una persona que en la ancianidad (atiende, Ocáriz) pierde la dignidad, lo ha perdido todo y lo que es peor, ¿qué deja a los que le sigan?

Pero peor que esto, es perder la dignidad y seguir en la poltrona.

Puedo entender que el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, desde 1991 hasta ahora haya cambiado de opinión teológica acerca de si el prelado de las prelaturas personales debe ser o no obispo. Parece que no ha cambiado en la medida en que en estos 31 años anteriores no ha manifestado, DE FORMA RAZONADA, ese cambio de opinión.

El motu proprio del Papa no es algo sorpresivo. Ya Benedicto XVI intentó por las buenas que el Opus Dei cambiara los estatutos y reconociera también que una entidad netamente carismática como ellos no puede estar regida por un obispo. El actual Papa lleva años en esa misma línea. La carta Iuvenescit Ecclesia, de 15 de mayo de 2016, es una auténtica joya teológica, con advertencia incluida, en la que el Papa, a través de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, deslinda muy claramente lo que es una entidad de naturaleza carismática de lo que es la estructura jerárquica de la Iglesia. En la audiencia que el Papa concedió el 30 de enero de 2021 a Ocáriz-Fazio empezaron a darse avisos ya serios.

Durante todos estos años el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz podría haber manifestado un cambio de opinión y no lo ha hecho.

También podría haber hecho otra cosa: Aceptar y obedecer a lo dispuesto por el Papa en Ad Charisma Tuendum pero dejar claro que sigue opinando, con todo respeto, que el prelado de una prelatura personal debe ser obispo. Al fin y al cabo, este motu proprio del Papa no es dogma de fe sino una disposición disciplinar, que reclama obediencia, pero no anula el derecho de cualquier cristiano a opinar teológicamente lo contrario respecto de lo que diga el Papa.

Ahora bien, lo que es totalmente inadmisible es que, SIN MOTIVACIÓN, el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz se despache de buenas a primeras con un lacónico  la ordenación episcopal del prelado no era ni es necesaria para la guía del Opus Dei”.

Esta afirmación, al no ser motivada, es totalmente gratuita y sin poner ninguna objeción a lo determinado por el Papa, lo cual es como decir a la gente del Opus Dei “os he estado tomando el pelo 31 años pero no tengo nada que decir a lo que dice el Papa, porque todos mis argumentos del artículo que escribí en 1991 son pura patraña”.

Ante la gente de fuera, el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz se ha convertido en el hazmerreír de todo el mundillo eclesiástico. Bien es verdad que como teólogo siempre ha sido un mediocre y que su articulillo de 1991 está colmado de disparates. Pero no es lo mismo ganarse honradamente la vida siendo un profesional del arte cómico, como Groucho Marx, que protagonizar una patética y pública mamarrachada.

Otra afirmación del protonotario apostólico supernumerario Ocáriz – esta sí lleva veneno – es la que se expresa así: “La voluntad del Papa de subrayar ahora la dimensión carismática de la Obra nos invita a reforzar el ambiente de familia, de cariño y confianza: el prelado ha de ser guía, pero, ante todo, padre”.

Ese “ahora” parece indicar que no tiene por qué entenderse que todo será lo mismo “después”, siendo ese “después” algo indeterminado que nos recuerda aquello de “ceder sin conceder con ánimo de recuperar”, o lo que es lo mismo, una nula voluntad de obedecer y sobre todo una persistente disposición de dar por saco en el futuro hasta conseguir ser una iglesia paralela tomando como paradigma a la Abadesa de las Huelgas, pretendiendo hacer, de la excepción, norma para ellos. O lo que es lo mismo, que el Opus Dei ni ha estado, ni está, ni estará nunca cómodo en la Iglesia hasta que el Papa y todo el que se ponga por delante haga lo que ellos tengan por capricho.

Otro detalle que no se nos puede pasar es esa expresión que el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz aplica al Opus Dei al mencionar “la dimensión carismática de la Obra”.

Al leer esta expresión, a más de un viejo como yo se nos habrá venido a la memoria esa película de una tertulia de san Josemaría en la que, de pronto, en un ataque de irascibilidad tan típico de él, se pone como un energúmeno y a voces y delante de todo el auditorio empieza a decir que “solo hay una Iglesia que es, a la vez, jerárquica y carismática”.

Cuando yo vi por primera vez aquella película, me llamó la atención que san Josemaría agarrara un cabreo tan sordo al decir eso. Pensé que se refería a cristianos que pretendían anular a los obispos anteponiendo a estos sus “visiones” y delirios carismáticos, que no ha habido pocos ni los hay en esta Iglesia nuestra.

Pero no, lo que san Josemaría tenía en la cabeza en aquel momento era lo mismo que lo que el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz ha sacado a relucir con ese comentario, lo cual COINCIDE EXACTAMENTE con un articulillo publicado en la revista digital Omnes por el rector magnifico de la pontificia universidad de la Santa Cruz, Luis Felipe Navarro el 25 de julio de este año 2022, tres días después del motu proprio del Papa.

Si bien es verdad que la afirmación de san Josemaría no plantea ningún problema, pues efectivamente, la Iglesia es, a la vez, jerárquica y carismática, lo cual ya venía tratado por san Pablo en una de sus cartas, y como digo, viene teológicamente desarrollado de forma magistral por el Papa en Iuvenescit Ecclesia; si bien esa afirmación es claramente cierta, NO ES VERDAD QUE TODA REALIDAD ECLESIAL de naturaleza carismática (como el Opus Dei) SEA A LA VEZ JERÁRQUICA, en el sentido de tener que estar ubicada jurídicamente en la estructura jerárquica de la Iglesia.

Una vez más vemos aquí la perversión continua del Opus Dei de aplicarse a sí mismo categorías que son aplicables a la Iglesia Universal, pero no a cada realidad eclesial, como podrían ser el Opus Dei, los Neocatecumenales, los Dominicos, los Franciscanos, los Jesuitas, etc.

Es verdad que toda realidad jerárquica es también carismática puesto que todo obispo o sacerdote diocesano o toda estructura jerárquica de la iglesia tiene también un don o carisma para ponerlo al servicio de la Iglesia desde esa posición jerárquica.

Pero viceversa no podemos decir lo mismo, pues hay realidades que nacieron carismáticas en un momento de la historia, al margen de la estructura jerárquica de la Iglesia, que les precede, y esas realidades son NETAMENTE CARISMÁTICAS, sin que les esté permitido arrogarse ninguna intromisión sobre cualidad o prerrogativa propia de la estructura jerárquica de la Iglesia, como muy bien puntualiza Y ADVIERTE el Papa en el número 23 de Iuvenescit Ecclesia.

Una cosa es que el Opus Dei no sea jurídicamente una orden religiosa como los franciscanos o los jesuitas, y otra que tenga en común con ellos (que lo tiene) el carácter carismático, dado que los franciscanos sustentan un carisma y el Opus otro, y tanto unos como otros fueron fundados en unos momentos determinados de la historia de la Iglesia, mientras que la estructura jerárquica de la Iglesia la ha fundado el propio Jesucristo, Dios, como muy bien se puede comprobar en el Nuevo Testamento y muy concretamente en los Hechos de los Apóstoles. Amén de que, en el Código de Derecho Canónico, el Opus Dei está FUERA de la parte correspondiente a la Estructura Jerárquica de la Iglesia.

Por otra parte, tanto las órdenes religiosas como el Opus Dei tienen una estructura jerárquica interna propia, como no podía ser menos, ya que no son meras agrupaciones amorfas de curas, sino que tienen incardinados curas en ellas. Es sabido que están prohibidos en la Iglesia Católica los llamados “curas vagos”, esto es, los que van “vagando” por la Iglesia sin depender de nadie para el ejercicio de su sacerdocio.

El sacerdocio requiere una potestad de orden y otra de jurisdicción. Un sacerdote no solo ejerce el sacramento del orden, sino que lo ejerce bajo la jurisdicción de un ordinario. Por poner un ejemplo, el ordinario de los jesuitas es el Prepósito General. Del mismo modo, el ordinario de las prelaturas personales es el prelado y el ordinario de una diócesis es el obispo.

Pero es un disparate decir que, puesto que las prelaturas personales tienen una jerarquía (interna), pertenecen a la estructura jerárquica de la Iglesia o que tienen dos dimensiones, una carismática y otra jerárquica, asimilando esta última a la estructura jerárquica de la Iglesia.

No, las prelaturas personales son TOTALMENTE Y NETAMENTE REALIDADES DE NATURALEZA CARISMÁTICA, con independencia de que no sean meras asociaciones de curas, en razón a que hay en ellas curas no meramente asociados sino incardinados, y de que el prelado no es un mero presidente de una asociación, sino ordinario propio de los curas incardinados en esa prelatura, y por tanto, es quien tiene la potestad de jurisdicción sobre esos curas incardinados.

Pero esto mismo pasa en las órdenes religiosas, donde el superior de dichas órdenes ejerce una potestad de jurisdicción sobre los religiosos-sacerdotes de dichas órdenes.

Pero a nadie se le ocurre decir el disparate de que el superior de una orden religiosa deba ser obispo o que pertenezca a la estructura jerárquica de la Iglesia o que en esa orden exista una dimensión carismática y otra jerárquica, en alusión, esta última a una supuesta pertenencia a la estructura jerárquica de la Iglesia.

Tampoco el hecho de que en las prelaturas personales no exista la “exención”, por no tratarse de consagrados, reclama necesariamente que el prelado deba ser obispo.

Todo esto viene a cuento de que el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, en su mensajito, deja caer inocentemente que el Papa ha querido “subrayar ahora la dimensión carismática”.

No, listo, el Papa no ha querido subrayar ninguna dimensión. Léete bien el motu proprio y no intoxiques a tu parroquia: El Papa, en el motu proprio HA CONFIRMADO el carácter carismático de la prelatura personal del Opus Dei.

Ya os advirtió hace 6 años que no os dediquéis a jugar a ser estructura jerárquica (Iuvenescit Ecclesia número 23) y no habéis querido hacer ni puñetero caso.

Léete bien el motu proprio, en el que el Papa va siguiendo estos pasos lógicos e inequívocos:

PRIMERO: Propósito de tutelar vuestro carisma (ya que sois unos mantas y unos torpes que no sabéis ni siquiera custodiar vuestro carisma, pues pretendéis hacerlo al estilo mafioso en vez de actuando sobre la verdad).

SEGUNDO: Actuar en todo caso en continuidad con la voluntad de su predecesor Juan Pablo II.

TERCERO: En fidelidad absoluta al carisma recibido por san Josemaría Escrivá de “difundir la llamada a la santidad en el mundo, a través de la santificación del trabajo y de los compromisos familiares y sociales”.

CUARTO: De acuerdo con el Derecho de la Iglesia (cánones 294 a 297 del Código de Derecho Canónico), según el cual, las prelaturas personales solo tienen miembros sacerdotes o diáconos incardinados en ellas, pudiendo admitir “la cooperación orgánica de los laicos que se dedican a las obras apostólicas”.

QUINTO: Dejar muy claro que “El objetivo de este Motu Proprio es CONFIRMAR A LA PRELATURA DEL OPUS DEI EN EL ÁMBITO AUTÉNTICAMENTE CARISMÁTICO DE LA IGLESIA, especificando su organización en sintonía con el testimonio del Fundador, san Josemaría Escrivá de Balaguer, y con las enseñanzas de la eclesiología conciliar sobre las prelaturas personales”. Por tanto, nada de subrayar la dimensión carismática, como si hubiera otras. CONFIRMAR, a ver si te enteras, protonotario apostólico supernumerario Ocáriz. Confirmar lo que sois, una entidad de carácter CARISMÁTICO, como se os recordó hace 6 años. Torpes, más que torpes, que entendéis las cosas peor que una acémila.

SEXTO: Este motu proprio es una concreción de lo dispuesto en la constitución Praedicate Evangelium, lo cual es lógico, pues toda reforma arriba viene seguida de reformas abajo, habida cuenta de que “la única (prelatura personal) hasta ahora erigida es la del Opus Dei, en consideración de la PREEMINENTE TAREA QUE EN ELLA DESEMPEÑAN LOS CLÉRIGOS, según la norma del derecho”. Es decir, que los importantes en las prelaturas personales son los clérigos, como no podía ser de otro modo, ya que los laicos no pueden pertenecer a las prelaturas personales, en todo caso cooperar con ellas.

SÉPTIMO: “teniendo que adaptar al mismo tiempo las disposiciones relativas a la Prelatura a la nueva organización de la Curia Romana”. Es decir, que vosotros, los del Opus, no sois el ombligo de la Iglesia. Vuestra visión autorreferencial no pinta nada en la Iglesia, y menos en los tiempos que corren. El “estar en la Iglesia” supone adaptarse a las normas de la Iglesia. Esto es lo que hay.

OCTAVO: “dispongo que se observen las siguientes normas”. El Papa no está pidiendo ni sugiriendo ni suplicando; sino DISPONIENDO, cuyo sinónimo es “ORDENANDO”, como corresponde a una carta en forma motu proprio, es decir, un texto normativo en el que el Papa, como legislador, promulga una norma.

Por tanto, protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, métete por donde te quepa ese falseamiento de las palabras del Papa (“Con estas líneas, os ruego también que recéis por el trabajo que el Papa Francisco nos ha pedido que realicemos, para adecuar el derecho particular de la Prelatura a las indicaciones del Motu proprio Ad charisma tuendum, manteniéndonos -como él mismo nos dice- fieles al carisma”), en el que además veo que tienes cierto reparo a decir las cosas por su nombre: El Papa habla de “los Estatutos propios de la Prelatura del Opus Dei serán convenientemente adaptados”, mientras tú evitas mencionar la palabra “Estatutos”, que todos sabemos que son “santos, perpetuos e inviolables” para decir en forma light “adecuar el derecho particular de la Prelatura a las indicaciones del Motu proprio”.

Una vez dejado claro que el Papa ha confirmado la única dimensión que tiene una entidad carismática como es el Opus Dei, y una vez dejado claro que ha ordenado adaptar los Estatutos, queda claro que le ha tocado al protonotario apostólico supernumerario Ocáriz darle la puntilla a Escrivá y a sus Estatutos santos perpetuos e inviolables, y por tanto hacerse acreedor a las terribles maldiciones de Álvaro del Portillo sobre la tumba del fundador.

Sin embargo, Ocáriz, no te preocupes; no eres el primero que le corrige a tu santo fundador. El primero que lo hizo fue precisamente Álvaro del Portillo, y lo que es peor, lo hizo, además, mintiendo a todos los miembros del Opus Dei. Me explico.

Todos sabemos que el Opus Dei tuvo unos primeros estatutos como pía unión, luego otros como instituto secular y luego otros como prelatura personal. Pero esto no es tan simple.

Inmediatamente de transformarse el Opus Dei en prelatura personal, Álvaro del Portillo se apresuró a escribirnos una carta en la que, entre otras cosas (entre otras mentiras) nos decía que los estatutos que el Papa había aprobado eran “los que había dejado aprobados nuestro Padre”.

Se refería a los estatutos que salieron del Congreso General del Opus Dei, en Roma, que tuvo dos fases, la primera, del 1 al 15 de setiembre de 1969, y la segunda, desde el 30 de agosto al 14 de setiembre de 1970.

Aquel congreso quedó abierto hasta la aprobación del acta en la que se dejaba constancia de la aprobación de los estatutos por parte de Josemaría Escrivá.

El acta de aprobación de dichos estatutos está suscrita por el entonces secretario general, Álvaro del Portillo y por el presidente general Josemaría Escrivá de B., y tiene fecha de 1 de octubre de 1974. En dicha acta se dice que, en esa misma fecha, Josemaría Escrivá “ha aprobado en todas sus partes” esos estatutos en esa fecha.

También se les designa a esos estatutos como “Codex Iuris Particularis” del Opus Dei, para distinguirlo del Codex de 1963, de cuyo texto procede.

También se dispone que “sea debidamente autenticado su texto original, para su archivo en la Secretaría de su Consejo”.

Sin embargo, los estatutos aprobados por san Juan Pablo II al erigir el Opus Dei en prelatura personal NO SON LOS DE 1 DE OCTUBRE DE 1974, es decir, no son los que aprobó san Josemaría como fruto de los trabajos del mencionado congreso general especial.

¿Por qué?

Por lo que todos los que leemos OpusLibros sabemos (y que los del Opus Dei no saben porque se lo han ocultado sistemáticamente durante cuarenta años), pues en estas páginas se ha recogido la carta del cardenal Baggio en la que le comunica a Álvaro del Portillo que las prelaturas personales no van a tener “propio populo”, y en consecuencia no van a estar incluidas en la estructura jerárquica de la Iglesia. Y todo ello como consecuencia de ese informe del entonces cardenal Ratzinger que fue definitivo para evitar el disparate de ubicar las prelaturas personales en la estructura jerárquica de la Iglesia, del que OpusLibros se ha hecho eco una vez más hace pocos días.

Todo esto ocurrió poco antes de que el Papa erigiera el Opus Dei en prelatura personal (28 de noviembre de 1982) y de que se promulgara el nuevo Código de Derecho Canónico (25 de enero de 1983), es decir, posterior a la aprobación por parte de san Josemaría del proyecto de estatutos, el 1 de octubre de 1974, y también posterior a la muerte de san Josemaría el 26 de junio de 1975.

Los estatutos aprobados por san Josemaría – difunto ya en 1982 – como hemos dicho, estaban ARCHIVADOS en la Secretaría del Consejo General del Opus Dei desde octubre de 1974, lo que quiere decir que NADIE LOS HA VISTO, puesto que el Secretario General era en aquel momento Álvaro del Portillo, y en 1982 lo era Javier Echevarría, dos pájaros.

Si los estatutos de 28 de noviembre de 1982 hubieran sido los que aprobó san Josemaría, ni que decir tiene que nos los habrían enviado en facsímil a todos los centros del Opus Dei, con la firma de san Josemaría y de Álvaro al final de los mismos.

Pero no. No los enviaron.

A mayor abundamiento, si nos vamos al apéndice documental del libro “El itinerario jurídico del Opus Dei. Historia y defensa de un carisma”, que tiene por autores a Amadeo de Fuenmayor, Valentín Gómez Iglesias y José Luis Illanes, y que apareció en marzo de 1989 en Ediciones Universidad de Navarra, en el número 59 de dicho apéndice documental se recoge el Capítulo Primero del Codex Iuris Particularis del Opus Dei de 1974, que NADA TIENE QUE VER CON EL CAPÍTULO PRIMERO DE LOS ESTATUTOS APROBADOS POR EL PAPA EN 1982.

El resto de los capítulos NO APARECEN recogidos en el mencionado apéndice documental.

Si solo recogen uno, y no coincide con los estatutos de 1982, de los demás mejor no hablar.

O sea, que Álvaro del Portillo MINTIÓ A TODOS LOS MIEMBROS DEL OPUS DEI al decirles en esa carta que los estatutos aprobados por la Santa Sede eran los que había aprobado san Josemaría en 1974.

Inciso. Nótese que en el título del libro que acabo de citar, historia y defensa de un “carisma”, los propios miembros del Opus Dei reconocen que su institución es carismática, que responde a un concreto carisma. Fin del inciso. Más claro, agua.

Es evidente que ese informe de Ratzinger echó al traste las ansias de poder de san Josemaría pretendiendo hacer del Opus Dei una iglesia paralela (que es lo que pretendía con los estatutos de 1974), como denunciaron en 1982 los obispos españoles que, ante la consulta que les hizo el Papa votaron casi por unanimidad en contra.

Resultan muy esclarecedoras las memorias del cardenal Fernando Sebastián, entonces secretario de la Conferencia Episcopal Española, al hablar de este tema y de las peripecias que pasaron en Roma él y Gabino Díaz Merchán, obispo de Asturias y presidente de la CEE en ese momento, al querer ver al Papa, comisionados por la Conferencia Episcopal Española, muy preocupada por la maniobra de poder que pretendía el Opus en aquel momento, y que si no llega a ser por el cardenal Ratzinger (y porque san Juan Pablo II tuvo la cordura y la lucidez de fiarse de él), el daño que se hubiera ocasionado a la Iglesia hubiera sido de gran alcance.

Como digo, en una difícil tesitura, en 1981 y 1982, con el fundador difunto y los estatutos guardados en la Secretaría General, Álvaro del Portillo optó por aceptar unos estatutos DISTINTOS que ya venían algo adaptados al inminente Código de Derecho Canónico en el que las prelaturas personales quedaban como sociedades de sacerdotes y diáconos incardinados en ellas y dejaban fuera a los laicos.

Optó por un órdago a la grande, por una parte, dejando fuera de la prelatura a los laicos, y por otra afirmando con falsedad consciente y voluntariamente que los estatutos de 1982 eran los que había aprobado Josemaría Escrivá en 1974.

¡Ah!, y echando maldiciones a quien ose en el futuro apartarse de lo establecido por san Josemaría, y dejando al final de los estatutos de 1982 esa frase que dice que esos estatutos son “santos, perpetuos e inviolables”.

¿No será que con esos “cerrojos” lo que pretendía Álvaro del Portillo es que quedaran ocultas durante el resto de la historia sus mafioserías y sus mentiras?

La prisa de Javier Echevarría en beatificar a Álvaro del Portillo, ¿no obedece al mismo fin?

Estas graves falsedades dan idea de la calaña y mafiosería de Álvaro del Portillo, beatificado en Valdebebas (Madrid) en 2014.

Sin comentarios.

Mejor dicho, un comentario: Está claro que Álvaro del Portillo no tenía salida:

O desistía del expediente de modificación de la forma jurídica, lo cual se hubiera interpretado en el Opus Dei como una traición a san Josemaría después de todo lo que este había despotricado sobre la forma jurídica de los institutos seculares y el coñazo que había dado en la Santa Sede para cambiarla.

O bien emprendía una huida hacia adelante bajo la bandera de que el fin justifica los medios, y en consecuencia, mintiendo a unos y a otros e intentando que sus amiguetes del Vaticano, al más puro estilo mafioso, poco a poco, fueran metiendo al Opus Dei en donde él y san Josemaría habían querido (y no podido) por la fuerza de los hechos consumados.

Se ha vinculado la “solución” del caso Marcinkus y de la bancarrota de la banca Ambrosiana con un “aporte” de dinero que misteriosamente tapó el agujero a la vez que a Marcinkus se le hacía desaparecer de la escena vaticana y se le enviaba a su Estados Unidos natal, a la vez que eludía la cárcel gracias a su pasaporte diplomático.

La investigación histórica no va a parar y es de esperar que en el futuro queden más claros aspectos que hoy día necesitan mayor claridad, tales como confirmar si el “precio” conjunto de la prelatura personal más la beatificación de san Josemaría (por encima del fraude del proceso de beatificación) es el tapado del agujero negro del banco Ambrosiano gracias a ese “complicado viaje” de dinero negro de aportaciones sustanciosas de gente forrada (entonces) como José María Ruíz Mateos y otros, y a la ingeniería financiera de numerarios tales como Luis Valls Taberner o Rafael Termes, todos ellos ya difuntos, pero con una demanda de respuesta ante la historia.

Hay que comprender que el aprieto en el que se vio Álvaro del Portillo fue muy grande, pero lo que nunca debió hacer fue faltar a la verdad. Eso nunca se debe hacer, no solo por convencimiento moral, sino porque la verdad tarde o temprano se abre paso y es mucho peor quedar como un mentiroso a la vuelta de los años.

Álvaro del Portillo optó por la segunda salida, la huida hacia adelante y la mentira. Los frutos se están viendo ahora. Y a la postre, aquellas mentiras han sido totalmente inútiles, hasta el punto de que el Opus Dei vuelve a tener un problema institucional de primer orden, peor que en 1974.

De todas formas, esas mentiras han dejado claro una cosa: No pasa nada por no seguir al pie de la letra los estatutos que aprobó san Josemaría. La famosa maldición de Álvaro del Portillo es puro farol y él mismo debía habérsela aplicado en primer lugar.

No te preocupes, Ocáriz, no vas a ir al infierno si le cruzas la cara a san Josemaría proponiendo unos estatutos que, como decía un político español de hace años, no los va a conocer ni la madre que los parió. No solo no vas a ir al infierno por eso, sino que estarás siendo (por fin) un buen hijo de la Iglesia si te liberas de las gilipolleces de san Josemaría, de Álvaro y de Javi, y de una vez, manteniendo el carisma, obedecéis al concilio Vaticano II y al Papa y dejáis de actuar extravagantemente, como venís haciendo desde los tiempos de vuestro fundador, para actuar como gente normal, con sentido común, con fe de cristianos, sin complejos ni gilipolleces heredadas, que son mala herencia.

En las últimas líneas del mensaje del protonotario apostólico supernumerario Ocáriz parece que hay un atisbo de que por fin quizá haya brillado en su cabeza un hilo de inteligencia que le haya hecho comprender lo que acabo de decir. Dichas líneas dicen así: “Con estas líneas, os ruego también que recéis por el trabajo que el Papa Francisco nos ha pedido que realicemos, para adecuar el derecho particular de la Prelatura a las indicaciones del Motu proprio Ad charisma tuendum, manteniéndonos -como él mismo nos dice- fieles al carisma”.

Parece que empieza a entender que la razón de ser de la organización Opus Dei es la de sustentar y dar continuidad al carisma que les es propio. Las formas jurídicas, los detalles materiales, los aspectos organizativos, etc., pueden variar, y no pasa nada. Ninguna norma jurídica es santa, perpetua o inviolable.

En el Opus Dei ese “cuidado de las cosas pequeñas”, del que tan maniáticamente ha hecho gala el fundador y las dos generaciones siguientes, ha terminado siendo psicopatía al más puro estilo escrivariano. Hasta que no se liberen de esa tontuna fundacional no van a hacer nada provechoso en esta vida. Cuento una anécdota para que se vea lo cerrado de mente del fundador y el cerebro de mosquito que tenían él y sus fanáticos seguidores, empezando por Álvaro del Portillo y Javier Echevarría al no tener ni puñetera idea de lo que es la FIDELIDAD a un carisma.

La anécdota es esta.

Hablando san Josemaría en una ocasión de los franciscanos, que como se sabe, se pelearon poco después de morir san Francisco, fruto de cuya pelea se produjeron desmembraciones de la orden original en conventuales, observantes, capuchinos, mínimos, etc.; hablando de esto san Josemaría comentaba como una falta de fidelidad al carisma original, que la tela del hábito de una de las ramas en que se desmembró la orden era de distinto color a la tela original de tiempos de san Francisco de Asís. Ante esto, san Josemaría comentó, haciendo alusión a las “cosas pequeñas” que, si estos señores habían tenido la osadía de no ser fieles en un detalle como ese, no cabía esperar que lo fueran en otras cuestiones más de fondo.

Por eso, que el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz diga ahora que lo importante es el carisma y parezca decidido a emprender la modificación de los estatutos, no deja de ser una buena noticia para ellos.

Me imagino que el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz usará algo la cabeza a la hora de emprender esas modificaciones, que tendrán que tener un amplio calado (no bastará un maquillaje, el Papa no lo aceptaría, y no olvidemos que quien manda en el Opus Dei no es Ocáriz, sino un ex jesuita llamado Bergoglio, actualmente llamado Francisco).

Es de esperar que también abandone la parsimonia al presentar ese borrador de estatutos a la Santa Sede. Nada de marear la perdiz, nada de tomar el pelo. Nada de mentir diciendo (como va diciendo de tertulia en tertulia el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz) que el motu proprio le ha “sorprendido” (el Papa lleva avisándote desde hace mucho tiempo, y desde OpusLibros también, no te hagas el despistado).

Ahora hay que mover el culo y presentar el borrador de estatutos prontito. No creo que el Papa le permita llegar al año que viene sin presentar dicho borrador.

Bueno, Ocáriz, ya sabes que las reformas legislativas no solo requieren ser redactadas, sino que participen las personas adecuadas. Te lo traduzco: Ponte las pilas y apea cuanto antes a la vieja guardia al estilo Ramón Herrando, Pedro Álvarez de Toledo, Juan Vera (este ya está apeado mortis causa) y demás elementos de la gerontocracia opusina.

Y pon en escena gente con la mente un poco abierta.

Es decir, nombra como inscritos a un buen puñado de numerarios que respiren los nuevos aires de la Iglesia, los del Vaticano II. Aprite la finestra a nuovo sole, é primavera, é primavera.

De entre ellos, nombra congresistas a los de mentalidad más abierta y cesa cuanto antes a los congresistas actuales de la vieja guardia agradeciéndoles los servicios prestados, de modo que en el congreso general que apruebe la propuesta de estatutos, los congresistas sean capaces de estar en sintonía con el Papa, con la Iglesia, y por tanto de aceptar una reforma adecuada a vuestro carisma y al Concilio Vaticano II, que es VUESTRA ÚLTIMA OPORTUNIDAD antes de sufrir la debacle en caso contrario.

No olvides que el Papa ha preferido daros esta oportunidad en vez de nombrar un visitador e interveniros directamente, como hizo con los Legionarios de Cristo. No juegues con fuego

Que los protagonistas del congreso que propondrá los nuevos estatutos sean los adecuados.

Este modo de actuar es algo normal. Por ejemplo, ¿sabes lo que pasará en la Iglesia a partir del 27 de agosto próximo?

Pues que ese día el Papa entregará el capelo cardenalicio a 20 nuevos cardenales, lo que supone, por primera vez en este pontificado, que más de los dos tercios de los cardenales elegibles y electores han sido nombrados por Francisco. O lo que es lo mismo, QUE SUS REFORMAS ESTÁN ASEGURADAS porque incluso en el caso de que el Papa muriera, por ejemplo, en setiembre, en el siguiente cónclave, como para que un cardenal pase a ser Papa debe unir al menos dos tercios de los votos de los cardenales, el siguiente Papa está asegurado que está en la línea de las reformas emprendidas por este Papa para rescatar el Concilio Vaticano II, y los deseos de que este Papa muera no van a impedir que el siguiente siga la misma línea. Francisco no da puntadas sin hilo.

Por eso, Ocáriz, ánimo y a mover las piezas adecuadas para que haya unos congresistas adecuados. En cierto modo es una buena ocasión para matar dos pájaros de un tiro: A la vez que, de una vez os adecuáis al derecho de la Iglesia (en los años cuarenta llegasteis con cien años de anticipación), os sacudís de encima la vieja guardia pretoriana inmovilista escrivariana y oliente a naftalina y a moralina, que ya va siendo hora.

¡Ah! Y cuando te sea posible, sacúdete de encima también a Fazio, no solo porque le acompaña siempre su actuación en la muerte de Danilo Eterovick sino porque es un mediocre arribista del que ya me advirtió Alejandro Uteda en un correo electrónico de febrero de 2016 que guardo como oro en paño en el que me decía que en Argentina le conocen perfectamente y que es (decía textualmente) “un inútil”.

Vaya, que se le podrían aplicar las expresiones de san Josemaría en Camino, que siempre está flotando a base de tener poco peso específico.

Líbrate de ese adulador. Si lo haces, harás un gran bien a la institución, de verdad.

Voy a detenerme ahora en esa otra “reacción” al motu proprio protagonizada por el rector de la Universidad Pontificia de la Santa Croce, o sea, de vuestra universidad en la que tú eres el número uno, Fazio (que hubo un tiempo en el que él también fue rector) el número dos y Luis Felipe Navarro, el rector “magnífico”, el número tres.

Conozco a Pipe Navarro del centro de estudios de Santillana. Coincidimos allí hace la friolera de más de 46 años. Entonces él era estudiante, creo, que de físicas. Ahora le veo en la foto institucional un poco más “estropeado” (como decimos en Andalucía), como me imagino que me verán a mí, ya que los años no pasan en balde para nadie.

Primera observación acerca del artículo de Pipe. El artículo viene firmado por un rector de una universidad eclesiástica. Mal empezamos enseñando los galones. No olvidemos que Pipe es fundamentalmente un político, un político de política eclesiástica universitaria.

Normalmente los rectores de universidades no son precisamente los profesionales más brillantes de las universidades, pues mientras sus compañeros se han dedicado a la investigación y a la docencia, un rector tiene encima mucha vida social, muchos compromisos institucionales, muchas reuniones, muchos claustros, muchos eventos, mucha política universitaria, muchos expedientes administrativos, mucho rollo burocrático. En su labor intelectual están oxidados.

No me invento nada. Conozco a unos cuantos rectores y esto que digo es algo común a ellos. Hoy día, para llegar a rector hay que tener influencias, amigos, grupos de presión o lobbys. En definitiva, hay que moverse, hacer política de pasillos.

En el caso de la universidad de la Santa Croce casi basta una sola cosa: Ser un tipo “de confianza” del gran canciller, o sea, de ti. Quizá venga bien además ser mediocre, como viene siendo lo habitual de un tiempo a esta parte en el Opus Dei para tener cargos de dirección al más alto nivel, y por supuesto, nada crítico, nada de pensar por uno mismo y nada de disentir con los directores. “Unidad”, como decís vosotros. Docilidad del barro o del corderito, que para el caso es lo mismo. O sea, ser acrítico, justo todo lo contrario de lo que debe ser un universitario

Estas últimas cualidades no se si las tiene Pipe, pero me imagino que algo de eso tendrá para haber llegado a rector de esa universidad. Subir como la espuma, a base de tener poco peso específico.

Otra cosa: Es evidente que Pipe ha dicho (o ha firmado) lo que tú no has querido/podido decir, al igual que las preguntas y respuestas de vuestra página web. No es extraño. Es un modo vuestro de actuar. Ya nos conocemos: enviar “emisarios con galones” para que se “mojen” ellos y los de arriba no os queméis demasiado. Esto es lo que habéis hecho siempre y lo que en concreto ESTÁIS HACIENDO AHORA CON EL ASUNTO DE LAS 42 EXNUMERARIAS ARGENTINAS, a quienes estáis acosando por todas partes con llamadas, whatsapp, correos, etc. que vienen de parte de otras numerarias auxiliares o de otras mujeres del Opus Dei que las conocen y que no las hicieron ni puto caso cuando se fueron.

Vaya, Ocáriz, parece que no les importa mucho a tus “hijas” la normativa de protección de datos que tanto te preocupaba a ti y por la que le montaste un pollo a Agustina. ¿Cómo es que tus hijas no respetan la intimidad y hacen uso indebido de los datos de carácter personal de las 42 exnumerarias argentinas?

¡Ah, bueno, sí, “es cosa de ellas” y tú no tienes nada que ver en ello!

Ya.

Estábamos con lo del artículo de Pipe. Este es el enlace:

Carisma y jerarquía en el Opus Dei - Omnes (omnesmag.com)

Llama también la atención que es la PRIMERA VEZ que alguien del Opus Dei presta atención y cita en un artículo de difusión la carta Iuvenescit Ecclesia de 15 de mayo de 2016, que fue EL PRIMER AVISO que el Papa os dio con el asunto de vuestra extralimitación de entidad carismática para invadir el terreno de la estructura jerárquica de la Iglesia.

Esto ya me suena, pues se cita de forma torticera la carta Iuvenescit Ecclesia, señalando, sin indicar el número, un pasaje inicial del documento (el final del punto 10) en el que todavía “no se ha entrado en harina”. Y OMITIENDO el número 23 y la nota a pie de página 116 en los que claramente SE OS DICE QUE LOS DEL OPUS SOIS UNA REALIDAD DE NATURALEZA CARISMÁTICA, no perteneciente a la estructura jerárquica de la Iglesia, Y SE OS ADVIERTE que no traspaséis determinadas líneas rojas consistentes en invadir el terreno de quienes sí ostentan la estructura jerárquica de la Iglesia.

Este empleo torticero de un documento tan importante no es nada nuevo en vosotros. Es sabido que en el Concilio Vaticano II había dos bloques en los padres conciliares, los que veían claro que la Iglesia necesitaba una puesta al día y unas reformas, y los inmovilistas. Si nos fijamos en las votaciones de cada documento del Concilio podemos observar que en casi todos ellos el porcentaje de votos favorables está en torno al 90%, mientras que los votos desfavorables, en todos los documentos sueles ser entre el 5% y el 10% o 15%.

Ese bloque minoritario estaba representado por los seguidores del obispo Marcel Lefebvre y otros obispos sueltos entre los que estaba Karol Wojtyla, futuro Juan Pablo II. Algunos de estos frecuentaban Villa Tevere en esas fechas, e intercambiaron impresiones con san Josemaría Escrivá, que claramente era opuesto al concilio y a los documentos que iban saliendo de él. Y, sobre todo, no podía ni ver en pintura a Juan XXIII.

Después de despotricar durante años del Concilio y quizá asesorado por alguien con un poco de sentido práctico, en torno a 1968, san Josemaría empezó a APROPIARSE DEL CONCILIO, de modo que desde el Opus Dei y desde entonces, desde los medios de comunicación del Opus Dei (libros, revistas, universidades, etc.) no se ha dejado de calificarle como “un precursor del concilio” y a Álvaro del Portillo como el inspirador de los documentos más importantes (sobre todo la Lumen Gentium), hasta el punto de que san Josemaría llegó a decir en público que Álvaro “había metido el espíritu del Opus Dei en el Concilio”.

Si no puedes contra ellos, únete.

Ya nos conocemos, Ocáriz.

Ahora Pipe Navarro nos sale comentando la Iuvenescit Ecclesia y omitiendo VOLUNTARIAMENTE lo más esencial de ella que afecta a las prelaturas personales, o sea, al Opus Dei.

Pipe: Te recuerdo que una universidad es el “ayuntamiento de maestros y discípulos en búsqueda de la verdad”. Te recuerdo que tú, como rector de una universidad, como universitario, no tienes por qué ser un mercenario de nadie, sino alguien que, al menos en teoría, busca la verdad.

No caigas tan bajo. No te arrastres. Ten un poco de dignidad, un poco de independencia intelectual, un poco de libertad. Fíjate en mí: Soy el único arquitecto (ya jubilado) de Córdoba que vive alquilado, puesto que en toda mi vida profesional no he reunido el dinero suficiente, no ya para tener un casoplón, como bastantes compañeros míos, sino para tener una modesta casa en propiedad donde vivir. ¿Sabes por qué es? Por entregar mi sueldo durante 42 años al Opus Dei, fiándome de la patraña de que esa secta era “mi familia”. Claro, cuando me fui, algo tenía, pero poco, muy poco. Nunca pude tener casa propia.

Pero, a diferencia de ti, tengo libertad, y le digo las verdades claras a Ocáriz y al lucero del alba si es preciso. No estoy cogido por vosotros por las partes bajas (como esos obispos a quienes el CARF paga los estudios de sus seminaristas en Roma…a cambio de….) ni soy estómago agradecido. “Nada os debo, debéisme cuanto he escrito, a mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho donde yago”.

La mudanza de domicilio que hice hace meses me ha dejado económicamente deslomado y hago a mis 66 años equilibrios divertidísimos (siempre bajo la ley, por supuesto) para llegar a fin de mes.

Pero tengo libertad de criterio, de opinión. Cuando quiero disentir de mi obispo de Córdoba en algo, se lo digo a la cara. Si esto lo hago con mi obispo, ¿cómo no lo voy a hacer con un protonotario apostólico supernumerario?

Te aseguro que prefiero la libertad, con estrecheces, a estar bajo la bota de alguien que tiene poder absoluto sobre mí, tanto en el fuero externo como en el interno (como dicen los Estatutos del Opus Dei).

Vamos a ver un poco lo que dices en tu escrito.

Para empezar, veo que MIENTES al decir lo siguiente:

“En efecto, la Prelatura del Opus Dei fue constituida por Juan Pablo II, con la Constitución apostólica Ut sit, para llevar a cabo un fin propio de estos entes jerárquicos: la realización de peculiares obras pastorales (la otra finalidad es la de contribuir a la distribución del clero: decreto Presbyterorum Ordinis, n. 10; Código de Derecho Canónico, canon 294)”.

Te pregunto: ¿Desde cuándo “llevar a cabo la realización de peculiares obras pastorales” es algo exclusivo de un ente jerárquico? ¿Acaso esto no es esa la razón de ser de la erección de unos entes QUE NO FORMAN PARTE DE LA ESTRUCTURA JERÁRQUICA DE LA IGLESIA, las prelaturas personales, como se recoge en el canon 294 del Código de Derecho Canónico?

Que una entidad de carácter carismático esté formada por curas no quiere decir necesariamente que esa entidad sea jerárquica. Léete el punto 22.b) de la Iuvenescit Ecclesia, que parece que tienes un cacao mental que no te aclaras.

Otra mentira: “Para alcanzar esta finalidad de difundir la vocación universal a la santidad, que no es una tarea exclusiva del Opus Dei, sino de toda la Iglesia (cfr. Lumen gentium, n. 11, y Francisco, Exhortación Apostólica Gaudete et exultate, de 19 marzo de 2018), la jerarquía ha creado una Prelatura, presentando un modelo real y práctico de vivir esa santidad en medio del mundo”

Mientes al decir que para una tarea “de toda la Iglesia” la jerarquía ha creado una Prelatura”.

No, la jerarquía no ha creado ninguna prelatura, sino que ha dado forma jurídica de prelatura personal a una entidad carismática que antes era instituto secular, porque entendió que esa forma jurídica era más acorde con ese carisma.

Por supuesto que la difusión de la llamada universal a la santidad no es tarea exclusiva del Opus Dei, de la misma manera que ningún carisma es exclusivo de la institución que lo sustenta en el tiempo, pero eso no quiere decir que el carisma del Opus Dei se identifique con el don jerárquico, ni que se dé la forma jurídica de prelatura personal a un ente carismático del mismo modo que se erige o “crea” una prelatura nullius dioecesis, que eso sí es un acto de erección de un ente perteneciente a la estructura jerárquica de la Iglesia.

Otro dato que lo tenemos todos delante de las narices y que tú lo mencionas: El Opus Dei se fundó el 2 de octubre de 1928. Sin embargo, la Iglesia, al ser fundada por Jesucristo, el mismo Cristo la fundó CON UNA ESTRUCTURA JERÁRQUICA, que tiene continuidad hasta el día de hoy. En la Iglesia hemos vivido 20 siglos sin Opus Dei y te aseguro que entre todos los de esa secta estáis haciendo oposiciones para que antes de cumplir el centenario, el Opus Dei sea una realidad eclesial del pasado, con solo relevancia en los libros de historia de la Iglesia.

Otra cita tuya que no es exactamente mentira, sino media verdad, que es peor: “Es normal que, ante los dones carismáticos y jerárquicos, la tendencia sea pensar que los depositarios de unos y otros son personas diversas”.

Te repito, léete Iuvenescit Ecclesia, en donde se habla de la interrelación de las dimensiones jerárquica y carismática en el seno de la Iglesia, pero que tú llevas a tu terreno en el párrafo siguiente de tu escrito al decir lo siguiente:

“En este caso, encontramos un ente que es jerárquico (su guía es un Prelado, que actúa con la colaboración necesaria de un presbiterio y de fieles laicos como miembros: cfr. cánones 294 y 296, y Juan Pablo II, Constitución Apostólica Ut sit, artículos 3 y 4), y a la vez carismático: tiene que vivir y difundir ese carisma. Todos sus miembros han recibido la llamada de Dios a ser santos encarnando el espíritu que Dios dio al fundador de la Obra”

En este párrafo sí que hay ya varias MENTIRAS, y de las gordas. Primero, no es exactamente verdad eso que dices que “encontramos un ente que es jerárquico”. Más bien deberías decir que es un “ente jerarquizado”, como lo puede ser un equipo de fútbol o una comunidad de vecinos. Pero no se puede confundir ser un ente jerarquizado con formar parte de la estructura jerárquica de la Iglesia. También los jesuitas son un ente que es jerárquico, porque si no tuviera una jerarquía propia sería un caos no jerarquizado.

El hecho de que ese ente tenga un prelado (prelado, “prelación”, primum inter pares, o sea, cura, no obispo) indica que tiene una propia estructura jerárquica interna. Pero eso no quiere decir que, porque esté jerarquizado internamente, tenga que formar ya parte de la estructura jerárquica de la Iglesia.

Sensu contrario, un ente carismático no quiere decir que tenga que ser organizativamente un cachondeo, sino que tiene que tener, en la medida en que tiene una forma jurídica, una autoridad interna, unas normas, una jerarquía interna.

Ahora viene la mentira más gorda: Dices que tanto los curas como los laicos son “miembros” de la prelatura, y encima tienes la caradura de citar los cánones 294 y 296 del Código de Derecho Canónico que dicen claramente lo contrario, esto es, que solo forman parte de las prelaturas personales los presbíteros y diáconos incardinados en ellas, de modo que los laicos, si los hay, no forman parte de las prelaturas personales, sino que pueden cooperar orgánicamente con ellas, estableciendo los estatutos “cómo” pueden cooperar.

Eres un mentiroso, como el jefe de tu secta, Ocáriz. Y, además, un pringao y un hombre de paja, que se presta a decir en un medio de comunicación algo que Ocáriz no ha tenido lo que tiene que tener para decirlo, entre otras cosas porque si lo hubiera dicho públicamente, hubiera sido un ACTO GRAVE DE DESOBEDIENCIA AL PAPA y al motu proprio que acaba de publicar.

Sois una panda de mafiosos y parásitos indeseables dentro de la Iglesia. El Papa es un santo aguantando a gente de vuestra calaña.

Decíamos que este escrito supuestamente escrito por Pipe Navarro es la primera vez que desde el Opus Dei se presta atención públicamente a Iuvenescit Ecclesia. En OpusLibros de le prestó atención nada más ser publicado, y yo le dediqué un amplio comentario hace cuatro años, en verano de 2018, en esa serie interminable que escribí en Diario Siglo XXI (y recogida íntegra ene OpusLibros, con los comentarios que se suscitaron en el foro) comentando una carta del ahora protonotario apostólico supernumerario Ocáriz de enero de aquel año sobre la libertad (¡Qué sabrá este tipo sobre la libertad!).

Para quien le resulte largo leer el mismo, le recogeré un poco más adelante los párrafos fundamentales de la citada carta Iuvenescit Ecclesia del Papa a los obispos (en realidad no es propiamente una carta del Papa, sino una carta a los obispos, ratificada por el Papa, dirigida desde la Congregación para la Doctrina de la Fe, ya que es una carta de contenido teológico dirigida a los obispos, que son quienes detentan la jerarquía de la Iglesia en las Iglesias particulares, y por tanto quienes tienen la obligación y la potestad de discernir acerca de las realidades de naturaleza carismática, como el Opus Dei, en sus diócesis):

El documento es un poco denso. Para quienes quieran “ir al grano”, les recomiendo que vayan directamente al punto 23 de la carta, el último, en donde se remite a la nota 116 en donde se hace un elenco de cuáles son las “realidades eclesiales de naturaleza carismática” contenidas en el Código de Derecho Canónico, entre las cuales, clarísimamente se habla de “las prelaturas personales”, o sea, del Opus Dei, única prelatura personal existente.

También al final de ese punto 23 aparecen dos “criterios”, el segundo de los cuales es una clara ADVERTENCIA A NAVEGANTES (al Opus Dei): la obligación de “respetar el régimen eclesial fundamental (…), evitando que la realidad carismática se conciba paralelamente a la vida de la Iglesia y no en una referencia ordenada a los dones jerárquicos”.

Es interesante hacer notar que en la carta Iuvenescit Ecclesia, se distinguen las realidades carismáticas más antiguas de las más recientes, que se denominan de modo genérico clasificándolas en tres grupos, “agregaciones de fieles”, “movimientos eclesiales” y “nuevas comunidades”. También se las suele llamar en el documento “realidades eclesiales de naturaleza carismática”.

También es muy interesante un detalle que menciona la carta Iuvenescit Ecclesia: Mientras los dones jerárquicos son ESTABLES, los dones carismáticos no, ya que tuvieron históricamente un principio y pueden tener un final histórico. Lo que nunca faltará en la vida de la Iglesia es LA DIMENSIÓN CARISMÁTICA, pero eso no quiere decir que los carismas concretos sean estables. En una palabra, el Opus Dei podría desaparecer y no pasaría nada, como han desaparecido muchas realidades eclesiales de naturaleza carismática, por ejemplo, la orden de los Templarios y otras órdenes militares. Aunque desapareciera el Opus Dei, nunca desaparecería de la Iglesia la dimensión carismática.

También señala la carta Iuvenescit Ecclesia que entra dentro de lo históricamente normal que de un carisma original surjan diversas fundaciones. (Es el caso, por ejemplo, de los franciscanos). Y no pasaría nada porque fuera también en el futuro el caso del Opus Dei, esto es, que se desmembrase en varias entidades de naturaleza carismática, independientes entre sí, por ejemplo, una prelatura personal, una o varias asociaciones de fieles laicos, una sociedad de sacerdotes diocesanos, una agrupación de laicos consagrados, etc.

No olvidemos que tras Praedicate Evangelium y tras Ad Charisma Tuendum, el Opus Dei está claramente en periodo refundacional.

Hay también una clara alusión a la fuerte autor referencialidad del Opus Dei, absolutamente desentendido de la actividad pastoral de las diócesis donde dicen trabajar. Ese “ir a su bola” se les va a terminar. La carta también da un espaldarazo a los obispos diocesanos para que se tomen en serio eso de que los del Opus Dei vayan por su cuenta en vez de participar de la vida de la diócesis cuya cabeza es el obispo. De hecho, la mayor parte de la gente del Opus Dei, incluidos los supernumerarios, creen que su “ordinario” es el prelado y apenas participan de la vida de la diócesis y de sus parroquias.

Esto que acabo de decir, no se aplica solo a los laicos del Opus Dei, sino a los curas numerarios, como dice la mencionada carta en el punto 22.b).

Como digo, el documento es largo y denso, pero he aquí un extracto de los principales párrafos sin sacar de contexto en donde se ve que el Opus Dei es clarísimamente una realidad NETAMENTE carismática y totalmente diferente de la estructura jerárquica de la Iglesia, y que una cosa es que en la Iglesia existan “dones jerárquicos y carismáticos”, inseparables, pero esto es algo totalmente opuesto a que se considere esta doble cualidad en una realidad carismática con el propósito de hacer de ella parte de la estructura jerárquica de la Iglesia.

La selección de textos es esta que recojo a continuación, por orden de aparición en el documento Iuvenescit Ecclesia. Entre paréntesis aparecen las referencias a las notas a pie de página. Especialmente importante es la nota 116.

(…) “Estos grupos asociativos, de acuerdo con los diferentes carismas, pueden también expresarse en diferentes estados de vida (fieles laicos, presbíteros y miembros de la vida consagrada), manifestando así la multiforme riqueza de la comunión eclesial. La fuerte capacidad de agregación de estas realidades es una señal importante de que la Iglesia no crece «por proselitismo sino “por atracción”»[8]

(…) “El mismo Pontífice ha recordado que para todos estos grupos eclesiales se abre el momento de la «madurez eclesial», que implica su pleno desarrollo e inserción «en las Iglesias locales y en las parroquias, permaneciendo siempre en comunión con los pastores y atentos a sus indicaciones»[11]”.

(…) “La Congregación para la Doctrina de la Fe con este documento tiene la intención de recordar, en vista de la relación entre «dones jerárquicos y carismáticos» (…) Posteriormente, a partir de algunos principios de orden teológico sistemático, se ofrecen elementos de identidad de los dones jerárquicos y carismáticos, junto con algunos criterios para el discernimiento de los nuevos grupos eclesiales”.

(…) “Tanto él (san Pablo) como Pedro dan a los carismáticos instrucciones sobre la manera de ejercitar los carismas. Su actitud es en primer lugar de recepción favorable; se muestran convencidos del origen divino de los carismas; sin embargo, no los consideran como dones que autorizan para substraerse de la obediencia a la jerarquía eclesial o que den derecho a un ministerio autónomo”

(…) “El mismo Espíritu da a la jerarquía de la Iglesia, la capacidad de discernir los carismas auténticos, para recibirlos con alegría y gratitud, para promoverlos con generosidad y acompañarlos con paterna vigilancia”

(…) ”«En varias ocasiones he subrayado que no existe contraste o contraposición en la Iglesia entre la dimensión institucional y la dimensión carismática, de la que los movimientos son una expresión significativa. Ambas son igualmente esenciales para la constitución divina de la Iglesia fundada por Jesús, porque contribuyen a hacer presente el misterio de Cristo y su obra salvífica en el mundo»[30]

(…) “El vínculo originario entre los dones jerárquicos, conferidos con la gracia sacramental del Orden, y los dones carismáticos, distribuidos libremente por el Espíritu Santo, tiene su raíz última en la relación entre el Logos divino encarnado y el Espíritu Santo, que es siempre Espíritu del Padre y del Hijo.”

(…) “En resumen, la relación entre los dones carismáticos y la estructura sacramental eclesial confirma la co-esencialidad entre los dones jerárquicos – en sí mismos estables, permanentes e irrevocables – y los dones carismáticos. Aunque estos últimos, como tales, no sean garantizados para siempre en sus formas históricas[52], la dimensión carismática nunca puede faltar en la vida y misión de la Iglesia.”

(…) “En resumen, los dones jerárquicos propios del sacramento del Orden, en sus diversos grados, se dan para que, en la Iglesia, como comunión, no le falte nunca a ningún fiel la oferta objetiva de la gracia en los Sacramentos, el anuncio normativo de la Palabra de Dios y la cura pastoral.”

(…) “Los dones carismáticos «se conceden a la persona concreta; pero pueden ser participados también por otros y, de este modo, se continúan en el tiempo como viva y preciosa herencia, que genera una particular afinidad espiritual entre las personas»[63] La relación entre el carácter personal del carisma y la posibilidad de participar en él expresa un elemento decisivo de su dinámica, en lo que se refiere a la relación que en la comunión eclesial siempre une a la persona y la comunidad[64]. Los dones carismáticos en su práctica pueden generar afinidad, proximidad y parentescos espirituales a través de los cuales el patrimonio carismático, a partir de la persona del fundador, es participado y profundizado, creando verdaderas familias espirituales. Los grupos eclesiales, en sus diversas formas, aparecen como dones carismáticos compartidos. Los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades muestran cómo un carisma original en particular puede agregar a los fieles y ayudarles a vivir plenamente su vocación cristiana y el propio estado de vida al servicio de la misión de la Iglesia. Las formas concretas e históricas de este intercambio se pueden diferenciar en sí; esta es la causa por la que un carisma original, fundacional, se pueden dar, como nos enseña la historia de la espiritualidad, diversas fundaciones”.

(…) “Entre los dones carismáticos, distribuidos libremente por el Espíritu, hay muchos recibidos y vividos por la persona dentro de la comunidad cristiana que no requieren de regulaciones especiales. Cuando un don carismático, sin embargo, se presenta como «carisma originario» o «fundamental», entonces necesita un reconocimiento específico, para que esa riqueza se articule de manera adecuada en la comunión eclesial y se transmita fielmente a lo largo del tiempo. Aquí surge la tarea decisiva del discernimiento que es propio de la autoridad eclesiástica[65]. Reconocer la autenticidad del carisma no es siempre una tarea fácil, pero es un servicio debido que los pastores tienen que efectuar”.

(…) “Criterios para el discernimiento de los dones carismáticos: a) El primado de la vocación de todo cristiano a la santidad. b) El compromiso con la difusión misionera del Evangelio. c) La confesión de la fe católica. d) El testimonio de una comunión activa con toda la Iglesia. Esto lleva a una «filial relación con el Papa, centro perpetuo y visible de unidad en la Iglesia universal, y con el Obispo “principio y fundamento visible de unidad” en la Iglesia particular»[73]. Esto implica la «leal disponibilidad para acoger sus enseñanzas doctrinales y sus orientaciones pastorales»[74], así como «la disponibilidad a participar en los programas y actividades de la Iglesia sea a nivel local, sea a nivel nacional o internacional; el empeño catequético y la capacidad pedagógica para formar a los cristianos»[75]e) El respeto y el reconocimiento de la complementariedad mutua de los otros componentes en la Iglesia carismática. De aquí deriva también una disponibilidad a la cooperación mutua[76]. De hecho, «un signo claro de la autenticidad de un carisma es su eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien de todos. Una verdadera novedad suscitada por el Espíritu no necesita arrojar sombras sobre otras espiritualidades y dones para afirmarse a sí misma»[77]f)La aceptación de los momentos de prueba en el discernimiento de los carismas. g) La presencia de frutos espirituales como la caridad, la alegría, la humanidad y la paz. h) La dimensión social de la evangelización. También se debe reconocer que, gracias al impulso de la caridad, «el kerygma tiene un contenido ineludiblemente social: en el corazón mismo del Evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con los otros»[82]. En este criterio de discernimiento, referido no sólo a los grupos de laicos en la Iglesia, se hace hincapié en la necesidad de ser «corrientes vivas de participación y de solidaridad, para crear unas condiciones más justas y fraternas en la sociedad»[83]. Son significativos, en este sentido, «el impulsar a una presencia cristiana en los diversos ambientes de la vida social, y el crear y animar obras caritativas, culturales y espirituales; el espíritu de desprendimiento y de pobreza evangélica que lleva a desarrollar una generosa caridad para con todos»[84]. Decisiva es también la referencia a la Doctrina Social de la Iglesia[85]. En particular, «de nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad»[86], que es una necesidad en una auténtica realidad eclesial.

(…) “Es necesario afrontar, por último, algunos elementos de la práctica concreta eclesial acerca de la relación entre dones jerárquicos y carismáticos que se configuran como agregaciones carismáticas dentro de la comunión eclesial”.

(…) “En primer lugar, la práctica de la buena relación entre los diferentes dones en la Iglesia requiere la inserción activa de la realidad carismática en la vida pastoral de las Iglesias particulares”.

(…) “Con respecto a la difusión y peculiaridades de las realidades carismática se tendrá que tener en cuenta la relación esencial y constitutiva entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares” (…) “en cada Iglesia particular «verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica»[90]. Por lo tanto, la referencia a la autoridad del Sucesor de Pedro –cum Petro et sub Petro– es constitutiva de cada Iglesia local[91]” (…) “De esa forma, se sientan las bases para correlacionar dones jerárquicos y carismáticos en la relación entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares. De hecho, por un lado, los dones carismáticos se dan a toda la Iglesia; por el otro, la dinámica de estos dones sólo puede realizarse en el servicio en una diócesis concreta, que «es una porción del Pueblo de Dios que se confía a un Obispo para que la apaciente con la cooperación del presbiterio»[92]” (…) “Del mismo modo, las nuevas realidades carismáticas, cuando poseen carácter supra diocesano, no deben ser concebidas de manera totalmente autónoma respecto a la Iglesia particular; más bien la deben enriquecer y servir en virtud de sus características compartidas más allá de los límites de una diócesis individual”.

(…) “En esta perspectiva, es útil hacer una lista de los argumentos fundamentales acerca de las relaciones entre dones carismáticos y los diferentes estados de vida, con especial referencia al sacerdocio común del Pueblo de Dios y al sacerdocio ministerial o jerárquico, que «aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo»[97]. De hecho, se trata de «dos modos de participación en el único sacerdocio de Cristo, en el que hay dos dimensiones que se unen en el acto supremo del sacrificio de la cruz»[98]”.

(…) “b) También el ministro ordenado podrá encontrar en la participación a una realidad carismática, tanto la referencia al significado de su bautismo, por medio del cual ha sido hecho hijo de Dios, como su vocación y misión específica. Un fiel ordenado podrá encontrar en una determinada agregación eclesial fuerza y ayuda para vivir plenamente cuanto se requiere de su ministerio específico, tanto en relación a todo el Pueblo de Dios, y en particular a la porción que se le confía, así como a la obediencia sincera que le debe a su propio Ordinario[102]. Lo mismo se aplica también en el caso de los candidatos al sacerdocio que provengan de una cierta agregación eclesial, como lo afirma la Exhortación post-sinodal Pastores dabo vobis[103]; esa relación debe expresarse en su docilidad eficaz a su propia formación específica, llevando la riqueza derivada del carisma de referencia. Por último, la ayuda pastoral que el sacerdote podrá ofrecer a la agregación eclesial, de acuerdo con las características del mismo movimiento, podrá tener lugar observando el regimen previsto en la comunión eclesial para el Orden sagrado, en referencia a la incardinación[104]y a la obediencia debida a su Ordinario[105]”.

(…) “23. El presente documento tiene por objeto aclarar la posición teológica y eclesiológica de las nuevas agregaciones eclesiales a partir de la relación entre dones jerárquicos y carismáticos, para favorecer la individuación concreta de las modalidades más adecuadas para su reconocimiento eclesial. El actual Código de Derecho Canónico prevé diversas formas jurídicas de reconocimiento de las nuevas realidades eclesiales que hacen referencia a los dones carismáticos. Tales formas deben considerarse cuidadosamente[116], evitando situaciones que no tenga en adecuada consideración ya sea los principios fundamentales del derecho que la naturaleza y la peculiaridad de las distintas realidades carismáticas”.

[116] La forma jurídica más simple para el reconocimiento de las realidades eclesiales de naturaleza carismática es la de la Asociación de fieles (cf. Código de Derecho Canónico, can. 321 – 326; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can. 573, § 2-583). Sin embargo, es bueno considerar atentamente también las otras formas jurídicas con sus propias características específicas, como por ejemplo las Asociaciones públicas de fieles (cf. Código de Derecho Canónico, can. 312 – 320; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can. 573, § 2-583), las Asociaciones de fieles “clericales” (cf. Código de Derecho Canónico, can. 302), los Institutos de vida consagrada (cf. Código de Derecho Canónico, can. 573-730; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can. 410-571), las Sociedades de Vida apostólica (cf. Código de Derecho Canónico, can. 531-746; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can. 572) y las Prelaturas personales (cf. Código de Derecho Canónico, can. 294 – 297)”.

(…) “Desde el punto de vista de la relación entre los diversos dones jerárquicos y carismáticos es necesario respetar dos criterios fundamentales que deben ser considerados inseparablemente: a) el respeto por las características carismáticas de cada uno de los grupos eclesiales, evitando forzamientos jurídicos que mortifiquen la novedad de la cual la experiencia específica es portadora. De este modo se evitará que los diversos carismas puedan considerarse como recursos no diferenciados dentro de la Iglesia. b) El respeto del regimen eclesial fundamental, favoreciendo la promoción activa de los dones carismáticos en la vida de la Iglesia universal y particular, evitando que la realidad carismática se conciba paralelamente a la vida de la Iglesia y no en una referencia ordenada a los dones jerárquicos”.

 

Hasta aquí el extracto de los párrafos de Iuvenescit Ecclesia que tienen una relación más directa con la prelatura personal de la Santa Cruz de la que estamos hablando.

 

A la vista de estos textos queda patente la chapuza del artículo de Pipe Navarro y la poca decencia de este al prestarse, desde su cargo institucional, a firmar un esperpento así. Verdaderamente lamentable.

 

Un detalle. El artículo de Pipe ha sido publicado en la revista digital Omnes. ¿Qué es Omnes?

 

Omnes es la revista Palabra, una revista del Opus para curas, que tras 50 años de publicación cambió el nombre por “Omnes” hace unos cuatro años. Mal tiene que estar una revista para, después de ese tiempo – que normalmente suele dar solera – tenga que cambiar el nombre y le ponga otro que indica “Todos” en vez de solo los curas, ya que “Palabra” evocaba “predicación de la Palabra de Dios, tarea propia del sacerdote”, mientras que “Omnes=Todos” evoca también a los laicos ¿tendrá este cambio alguna relación con ese afán de intentar evitar que en la opinión pública calase que la prelatura personal de la Santa Cruz es una organización exclusivamente clerical?

 

No sé, el hecho es que Omnes es uno más de los medios de comunicación interpuestos del Opus Dei que forman parte de la voz de su amo y sirven para decir cosas que no pueden/no quieren decir abiertamente.

 

En vez de que Ocáriz haya dicho las tonterías aparecidas en Omnes, al final, estas terminan publicadas en una revista digital que no se sabe quién la dirige ni de quien depende (depende del Opus Dei y mandan en ella los directores del Opus Dei), y dichas tonterías aparecen firmadas por un desconocido para la mayoría de la gente llamado Luis Felipe Navarro, pero que a renglón seguido exhibe sus galones de “Rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, Profesor de Derecho de la Persona, Consultor del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida”, los cuales dan cierto prestigio ante quien lee el artículo y en consecuencia, quien lo lee tiende a no pensar que está mintiendo como un bellaco y que en el fondo es la voz de su amo, Fernando Ocáriz Braña, que no da la cara porque si la diera, en vez de esa “aceptación filial” que expresó en el mensaje que emitió sobre el motu proprio del Papa, quedaría con el culo al aire su desobediencia a la Santa Sede, además de su ignorancia acerca de la eclesiología del Concilio Vaticano II.

 

Pero la realidad es que el artículo de Pipe Navarro es la posición oficial del Opus Dei, incluso hasta el punto de que es muy dudoso que el propio Pipe Navarro lo haya escrito además de firmarlo. Pipe, di la verdad: ¿lo has escrito tú o te lo han escrito y tú lo has firmado en razón de la santa obediencia?

 

Claro que, tal y como están las cosas, si no lo hubieras escrito tú y te hubieras negado a firmarlo, probablemente el asiento que tienes bajo el trasero empezaría a moverse de forma inquietante…

 

Sea como fuere, es una pena que haya quien no tiene el pudor de exhibir sus galones al final de una porquería de artículo como ese.

 

No, eso no es un rector, es simplemente un pobre hombre.

 

Un detalle final sobre este artículo. Si nos fijamos en la foto que lo acompaña en la revista Omnes, vemos al Papa sonriente y a Ocáriz y Fazio con cara de abatidos. Parece como si Ocáriz estuviera diciendo más o menos: “joé, yo quería ser obispo, coño”, mientras que Fazio parece estar diciendo algo así como “la hemos cagado”.

 

Por el contrario, el Papa parece que tiene un ademán sonriente y como de infundirles ilusión. Además, hay un detalle: el Papa les ha recibido en la esquina izquierda de la mesa de su despacho, no con la mesa interponiéndose entre él y los que está recibiendo.

 

Este gesto el Papa lo suele tener con la gente a la que quiere manifestarle un afecto añadido. De hecho, si vemos otras fotos de entrevistas anteriores de Ocáriz-Fazio con el Papa, como la de 30 de enero de 2021, por ejemplo, vemos que, en esas otras recepciones, Ocáriz y Fazio están tras la mesa. Ahora no, están en los asientos de la esquina, sin mesa por medio, más cercanos al Papa.

 

Ocáriz, agradécele ese gesto al Papa. Es una muestra de cariño hacia ti y hacia Fazio. Es una muestra de confianza y de que el Papa TODAVÍA espera cosas buenas de vosotros (que ya es esperar).

 

Sí, es verdad que cuando fuiste nombrado prelado te faltó tiempo para exhibir las insignias episcopales que no te correspondían, y el Papa poco a poco os está situando en vuestro sitio. No es que os haya dado un palo, es que os está situando donde os corresponde estar.

 

Es verdad que has tenido “salida de caballo percherón y llegada de burro sarnoso”, pero también es verdad que vuestro fundador se veía a sí mismo como un “burrito sarnoso”, y en esa historia ñoña del borrico que tanto lleváis a la oración los del Opus, os volvéis locos de alegría por ser un borrico de noria y por ser vuestro gozo el trabajar.

 

En el fondo tenéis lo que deseáis.

 

¿Que el nombramiento de protonotario apostólico supernumerario es un premio de consolación para quienes, queriendo la mitra episcopal, no la han logrado, al igual que le pasó a san Josemaría, quien tras 20 años luchando por ser obispo, se quedó en prelado doméstico de Su Santidad? Puede ser.

 

Pero no me negarás que este nombramiento, con derecho a ser llamado “reverendo monseñor” no está nada mal. Menos da una piedra. Imagínate que te hubieras quedado de curilla raso y que no tuvieras derecho a llevar nada más que una sotanilla o un clerygman de medio pelo.

 

Agradécele al Papa esa distinción y esa dignidad. (noto que todavía no le has agradecido al Papa esa dignidad). No seas desagradecido, que ahí en Roma, llevar algún modelito clerical en el que se manifieste que se es algo más que un curilla, es algo que vale la pena. Ya se sabe que, en Roma, si miras hacia adelante y no ves un cura, y miras hacia atrás y tampoco ves otro cura, el cura eres tú.

 

Te voy a hacer una confidencia, Ocáriz. Yo, desde mi más tierna infancia, siempre he querido ser protonotario apostólico supernumerario y que me llamen reverendo monseñor. Siempre lo he deseado desde pequeño. Además, viendo el modelito que aparece en wikipedia, creo que llevar esas insignias es como para correrse de gusto. Espiritualmente hablando, se entiende.

 

Un cura de mi colegio, el padre Miguel, nos decía que él pensaba que lo primero que hizo el hombre al ser puesto en el paraíso fue dar saltos de alegría y bailar por el gozo de vivir.

 

Yo creo que lo que más se parece a esa sensación que describía el padre Miguel es ser nombrado protonotario apostólico supernumerario y vestirse como tal. Pruébalo a solas en tu cuarto. Seguro que te da un orgasmo, por supuesto, espiritual. Y ponte a bailar, aunque sea solo. Y a dar saltos de gozo, como hacía Peter Sellers en la película El Guateque, cuando se pone un mono de color naranja al haberse mojado el traje que llevaba, y se pone a bailar suelto con ese mono, y a dar saltos de inmensa alegría, no se sabe si por lo bien que le sentaba el mono o porque estaba bailando con la chica de la que en el fondo se había enamorado.

 

¡Ah! y no te duermas en los laureles. Muévete rápido con lo del congreso general especial, que está claro que al Papa no le vas a tomar más el pelo, y como te pongas a remolonear, se te va a ver el plumero y – te repito – no está el horno para bollos y los nuevos estatutos del Opus tienen que estar para ya.

 

Otra cosa: El anillo episcopal, la mitra, el báculo, el pectoral y demás arreos episcopales, ponlos a la venta en wallapop, ebay, todocolección o vinted. Así, además de sacar un dinerillo por ellos, llevaréis a efecto uno de los “criterios” más predicados en meditaciones, charlas, círculos, cursos anuales y convivencias: que los objetos que no usáis, deben ir al cuarto de recuperación salvo que ya no vayan a ser usados por otro, en cuyo caso, hay que desprenderse de ellos por pobreza.

 

Pues hala, a predicar con el ejemplo.

 

Antonio Moya Somolinos

 

 

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