¡Qué conversaciones! ¡Qué bajeza y qué... asco! - Y has de convivir con ellos, en la oficina, en la universidad, en el quirófano..., en el mundo.

            Si pides por favor que callen, se te burlan. -Si haces mala cara, insisten.  -Si te vas, continúan.

            La solución es ésta: primero, encomendarles a Dios y reparar; después..., dar la cara varonilmente y emplear “el apostolado de la mala lengua”.  -Cuando te vea ya te diré al oído un repertorio.

Camino, nro. 850

Qué conversaciones, qué bajeza, y has de convivir con ellos en Internet, diría la versión actualizada. Si pides que cierren el sitio web, publican la última carta del prelado. Si haces mala cara, publican un decreto del prelado que no lo deja bien parado. Si te vas de Opuslibros, continúan publicando. La solución es esta.

No es otro que el apostolado de la mala lengua enseñado por Escrivá, el que utiliza esta visitante de la web. Lo extraño es llamarle, a la facultad de insultar, «hacer apostolado». Lo que no se entiende tampoco es en qué sentido el insultar puede ser una «solución», ya que no resuelve nada, salvo una imperiosa necesidad de descargar la propia calentura. Eso sí lo resuelve, estamos de acuerdo (aunque hasta por ahí nomás).

Es característico de la Obra: buscar la justificación adecuada que convierta lo prohibido en virtuoso. Este modo de renombrar permite obtener licencias para cualquier cosa, y además convertir esas cosas en ejemplares y santas.

Si se hiciera un resumen de los mails que envían quienes apoyan incondicionalmente a la Obra, se vería que una parte se dedica a encomendar y la otra a insultar. Como enseña Escrivá en su punto de Camino.

Si había alguna duda sobre «el repertorio», Sabrina nos ha aclarado el asunto. 

Saludos,
E.B.E.