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 Correos: El yerro de Daniel M.- Kaiser

140. Sobre esta web
Kaiser :

"La ignominia está sedienta de consideración" Víctor Hugo. Los Miserables.

Voy a ser considerado contigo, Daniel M.

Andas clamorosamente errado y lo que hace clamoroso tu yerro es el hecho de que te crees en posesión de la verdad y, claro, desde esa posición sólo cabe estar muy seguro de lo que uno cree, de lo que uno piensa y de lo que uno dice. Es como cuando uno se topa de bruces en plena carrera a campo través con una luna blindada. O la luna no debía estar ahí o uno corre por donde no debe. El caso es que la cara que se le queda a uno tras el porrazo pasa primero por la estupefacción de no aceptar lo que a uno le está pasando. Pero la realidad es tozuda y es preferible correr con el convencimiento de que ningura seguridad es suficiente y que todo puede pasar.

Tu yerro, Daniel M., consiste en negar la posibilidad de que una luna blindada se anteponga en tu camino, porque tienes todas las claves de la verdad. Y no las tienes. Nadie puede tenerlas. A la verdad sólo podemos aspirar, con el convencimiento de no alcanzarla más que en la muerte. La única certeza. No hay -como pretendes tú- un único camino correcto. Bastantes incertidumbres nos acechan a los humanos en un sólo día para entender que no es posible precaverse en el más acá para adelantar nada en el más allá sin caer en la ignominiosa petulancia de ignorar que nos movemos a ciegas en un inabarcable cúmulo de errores y que todo lo más a lo que podemos aspirar es a coleccionarlos con suma atención e intentar recomponer un puzzle necesariamente inacabado.

En tales condiciones, nadie puede levantarle la mano a nadie como lo has hecho tú a Emevé. En tales condiciones, nadie puede presentarse aquí, ni en ninguna parte, e incomodar luego a quien le acoge con protesta de ultraje o demandas de justicia. Entre otras cosas, porque si fuera cierto que la justicia consiste en dar a cada uno lo suyo, me gustaría darte lo que te corresponde yo mismo en lugar de las pacientes destinatarias de tus invectivas.

Tu yerro, te decía, Daniel M., consiste en que no nos ves. Como no se ve  una luna de cristal en medio de una frenética carrera a campo través. Por ejemplo, tú no ves en Emevé a una persona a la que no le hace la menor falta que le recuerden toda la preceptiva que recitabas porque ella te la podría recitar de memoria. Elige el tema que desees y te damos una charla.

Tu yerro, te decía, Daniel M., consiste en que no nos ves. Por ejemplo, tú no ves a Agustina como una persona como tú y como yo, que hace bastante más por el bien de muchos que tú y que yo juntos, sino que la ves como una suerte de jueza suprema sin estipendio que debe terciar impertérrita en una justa medieval. 

Ese es tu yerro. Y es tu verdad, en palabras de Nietzsche, un yerro irrefutable. Nada que hacer.  O sí: despójate de tanta norma. Deja al César la ley. Y ábrete al Amor. Sigue su mismo camino ancho y polvoriento. Acaricia al niño que se acerca al Maestro sin preguntarte de dónde ha salido. Detén con Él la mano del que esgrime una piedra pronta a lapidar y acaricia a la víctima y confórtala. Crúzate tras Él con el vendedor de pichones que acaba de desmontar el puesto en el templo ante su sola vista. Llora sangre ante Él crucificado en la ignominiosa compañía de ladrones.

Y no me vengas reclamando justicia con la que has liado, que va a ser peor.    

Kaiser




Publicado el Wednesday, 17 October 2007



 
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