Alberto Moncada nos advierte sobre el problema de formar una “pandilla” entre los “ex” de una secta que nos haga vivir como dependientes del asunto. Por su lado Ramón Rosal nos indica lo que por su experiencia vamos a encontrar en una reunión de ex opus y por ende, cuáles son las motivaciones o expectativas que sí van a verse cumplidas y cuáles no ( a menos que hayan ciertos requisitos o actitudes, etc).

Ambos tienen razón, no entiendo por qué Alberto dice que Rosal pretende liderar nada y menos entiendo quiénes son los que “le siguen”. Intuyo, ya que soy la única que contestó al escrito de Rosal, que se me cataloga como seguidora. Y eso es ya tener demasiada imaginación.

A ver, a ver. Pienso que se toma con mucha ligereza el asunto de “desprogramarse” de la secta en la que estuvimos. Pienso que el primer paso para sacarse ciertas concepciones perjudiciales es aceptar que las tuvimos, que las tenemos. Si uno no acepta que no todo mortal es “carne de secta” y que hay algo en nuestras personalidades, muy diferentes de por sí, pero con un “carácter” común a todos, que nos ha hecho creer que un viejito aragonés con aires de noble, un poco amanerado y bastante histriónico era “Nuestro Padre” y que el grupete de gente que a su alrededor se juntó eran “nuestros hermanos”, algo hay que hay que curar. No digo sólo los que se creyeron eso por 40 años, digo los que se creyeron eso por 40 minutos. Que ya es demasiado. La ayuda de un profesional sirve de mucho, pero hay otros caminos.

Pienso también que el estar en la “órbita” de opuslibros, en alguno de los interesantes blogs amigos (y casi socios, como el de Antonio Gonzáles) y en alguno de los foros y chats, nos expone ciertamente a armarnos una “pandilla” de amigos ex opus y nos ponen en el riesgo de involucrarnos personalmente con gente que ha sido “carne de secta”, y la gran mayoría de esta carne, ni siquiera acepta haberlo sido.

Y no solo eso, sino que luego a los que rondan el mundillo “exes” se les ocurre reunirse para lo que sea (cervezas, conocer a los que escriben, arreglar sus vidas, tener relaciones amorosas o sexuales, etc.) y se crean mayores expectativas. Y luego ¿qué? ¿más decepciones? ¿Por qué esperar a decepcionarnos si alguien nos puede informar cuál ha sido su experiencia en reuniones exitosas entre ex opus y lo que haría falta para que la amistad y posiblemente el amor surja sin problemas? Tal como yo lo entiendo, Rosal simplemente comparte su experiencia para ayudar precisamente a aquellos que pasan sus horas rondando en este mundillo de “exes”, para bien o para mal. Y habría que agradecerle, además, que lo haga gratis.

Por su lado, Alberto nos advierte que no es bueno juntarse en pandilla. Y tiene toda la razón. Pienso que al inicio de la reconstrucción juntarse con una o dos personas (a mi parecer la multitud no promueve la apertura del alma y sí el anonimato) estará bien, pero luego permitir que el mundo gire alrededor de la “pandilla exes” no es sensato. Y ya esto se lo debe plantear cada uno de los que se sienta parte de la pandilla “exes”. ¿Cuál es una señal clara de ser parte de esta pandilla? Si de tu lista de correos de “amigos” tienes 20 exes, 5 in y 5 parientes cercanos, de 30 que son el total, haz sonar la alarma. Yo me lo planteé tiempo atrás y me hizo mucho bien, por eso lo sugiero.

En resumen, “es bueno culantro.. pero no tanto”. Hay que tener un término medio entre la reconstrucción personal y el compartir experiencias con otros exes. La solución a ese problema, sólo la podemos dar cada uno de nosotros, nadie más. Pero cuando alguien nos quiere dar un consejo (como Ramón y como Alberto) hay que agradecerles, tomar lo bueno de cada quien y seguir adelante, basta ya de rasgarse las vestiduras por todo y por todos. Incluso por mis opiniones, que mías son y no se imponen a nadie.

Saludos a todos,

Emevé