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 Tus escritos: El fantasma institucional.- Isabel Nath

040. Después de marcharse
Isabel Nath :

EL FANTASMA INSTITUCIONAL

Isabel Nath, 9 de enero de 2008

 

 

Hola a todos (y Feliz Año, por cierto),

 

Estaba leyendo el escrito de Heraldo: “Compromisos o juramentos promisorios” del pasado dia 7 de enero y me ha vuelto a sorprender el argumento central de su discurso, aunque no por novedoso, porque me consta que se repite periódicamente en esta web, lo que debe querer decir que hay un grupo de gente que piensa así: la institución es mala, las personas son buenas (simplificándolo mucho, con los riesgos que esto conlleva).

 

Corrígeme si lo he entendido mal Heraldo, pero me da la sensación de que tú como otros amigos de esta web aislais los aspectos negativos del Opus Dei en cuanto que institución y los desvinculais de las personas que forman parte de ella. Es decir, el Opus Dei sería después de muchas y seguramente muy válidas demostraciones de alto nivel filosófico una cosa negativa porque institucionalmente se hacen las cosas digamos que bastante mal. Pero las personas que forman parte de dicha institución (casi todos nosotros en su momento también) quedan exculpadas de esa negatividad. Es la institución la culpable y por lo tanto responsable, no las personas, a las que se ensalza en su conjunto...



Yo no me voy a meter en diatribas filosóficas porque no sé tanto de eso y menos frente a alguien que sí parece saber bastante de qué habla, pero desde mi punto de vista de espectador de primera fila me gustaría plantear una serie de cuestiones e invito desde aquí a las más que brillantes cabezas que nos acompañan a que alguien dé su opinión al respecto.

 

Entiendo que no es nuestra misión ni la de nadie excepto la de Dios juzgar las intenciones que mueven el corazón de cada uno para hacer o dejar de hacer las cosas que hace o no hace. Pero me parece igualmente claro que las cosas que hacemos son buenas o malas o indiferentes, y hay que llamarlas por su nombre, al menos hay que decirlo alto y claro en el caso que nos ocupa, porque hay demasiadas cosas en juego. O sea, que si por ejemplo decimos que escribir informes secretos en los que se traiciona la confianza de alguien haciendo públicas cosas íntimas contadas en confidencia sin el conocimiento del interesado es algo malo, de forma implícita estamos señalando a todos aquellos que lo han hecho, aunque no estemos juzgando porqué lo hicieron porque eso solo ellos y Dios lo saben. Ese porqué lo hicieron es tan importante como lo que realmente hicieron y dará seguramente lugar a toda una amplia gama de casos más o menos graves, pero a mi modo de ver lo que es incuestionable es que el hecho en sí es negativo.

 

Pero claro, teniendo en cuenta la cantidad de directores y ex directores por metro cuadrado presentes en esta web, me da la sensación de que a muchos les da no se qué llamar a las cosas por su nombre, porque decir que aquel director funesto que tuve y que me tenía manía hizo mal esto y lo otro, es una cosa, pero decir que mi amig@ quien sea, con el que ahora tengo una amistad preciosa lo hizo igual de mal, es otra. A mí también me pasa. Pero es así, qué le vamos a hacer además de trabajar para que no se repita...

 

Yo tengo amigos y amigas que han dirigido muchas cosas en el Opus Dei y seguramente (no se lo he preguntado, pero me consta que es así) han escrito informes de esos secretos acerca de muchas personas. Personalmente pienso que cualquier informe de esos es algo deleznable, pero desconozco los profundos motivos por los que lo hicieron y desde luego no les juzgo por ello. Ahora, si me preguntan qué me parece les diré que hicieron mal. Y eso no quita ni un ápice de confianza a la relación que mantengo con ellos ni les tengo por eso menos cariño. Cuando les conocí ya sabía que habían dirigido muchas cosas en el Opus Dei y por lo tanto es evidente que habían producido o manejado muchos de esos informes, pero las relaciones personales se establecen con la persona, no con sus errores o equivocaciones. Todos cometemos y cometeremos errores, algunos graves si Dios no lo remedia, y no por ello quedamos privados del afecto de los demás.

 

Cada cual debe ser capaz de asumir las cosas que hace o no hace, sean estas positivas o negativas. Pienso que es un punto básico del propio conocimiento y por lo tanto de la madurez como personas, que entiendo es a lo que todos tendemos. Si no nos reconocemos como realmente somos con éxitos y fracasos, no seremos capaces de construir nada sólido. Dentro del conocimiento de cómo somos entra el presente, lo más importante, pero también el pasado nos da pinceladas reveladoras. Las cosas que hicimos, pensamos, las decisiones que tomamos, determinaron quienes somos hoy. No es que haya que volver a engancharse una vez y otra en los errores que cometimos, eso no lleva a ninguna parte, pero hay que reconocerlos y asumirlos como lo que fueron, errores, y aprender de ellos. Y entonces quedan ahí, en el pasado, donde deben estar, y nosotros seguimos viviendo en el presente y mirando al futuro con optimismo y esperanza.

 

Yo pienso que es así, tan simple o tan complicado como esto, y en consecuencia me sorprende bastante ese énfasis en ensalzar a todo el mundo y en exculparle de cualquier cosa negativa que haya hecho en el pasado o incluso en el presente. Que la institución del Opus Dei mueve a las personas a hacer cosas que no son buenas es un hecho, pero esas cosas las hacen personas. No vamos a juzgar a las personas, pero tampoco vamos a hacer como que no han hecho nada. Y no para leerles la cartilla sino porque es la realidad. Lo que cada uno hemos hecho está ahí, y decir que el Opus Dei es malo institucionalmente pero que las personas así en general son maravillosas y no hacen las cosas mal sino que la institución las hace, no me parece que se ajuste a la realidad. Es una opinión que algunos defienden y yo tengo que respetar, y lo hago, pero no la comparto. Igual que no debemos generalizar para mal tampoco debemos generalizar para bien. No conocemos a todas las personas, y desde luego no conocemos lo que las mueve a hacer o no hacer bien o mal las cosas. La misma razón por la que no juzgamos mal a las personas nos debe llevar a no juzgarlas para bien tampoco, e igual que no las culpamos tampoco las liberamos: sencillamente no las juzgamos. No solo porque no es nuestro papel en esta historia, sino porque da una visión falsa de la realidad: no nos atrevemos (menos mal) a condenarlos pero sí a exculparlos, dando la sensación al final para alguien que vea las cosas desde fuera, de que efectivamente el Opus Dei está compuesto por santos en vida, por lo que no nos cabe más que pensar que el problema sea de la institución, porque la gente es fetén.

 

Yo pienso que no. La gente no es fetén, es gente, vosotros y yo, todos tenemos luces y sombras, virtudes y defectos, aciertos y errores. Y lo es tanto cuando uno es del Opus Dei como antes y después de serlo. Pero a tenor de lo estupendos y gloriosos que parecemos ser todos los que participamos de esta web y muchos otros ex a los que cada uno conocemos aunque no participen de opuslibros, cuando todos nosotros éramos del Opus Dei, dicha institución debía ser la bomba... Pero de hecho no lo era, porque de la época en que nosotros éramos del Opus Dei hay seguro en esta web testimonios que dicen lo contrario, que era tan infierno entonces como lo es para otros ahora, luego algo falla. Efectivamente, porque cuando nosotros fuimos del Opus Dei, por razones que solo cada uno conoce, hicimos muchas cosas mal que repercutieron negativamente en las vidas de otras personas, lo mismo que en nosotros repercutió lo que hicieron los demás. Periquita y Zutanita fueron parte de mi personal infierno, y yo fui parte del infierno de otras seguramente. Y lamento decirlo pero me parece que esto es aplicable a cada uno de vosotros también, incluidos los más santos, porque somos seres humanos y cometemos errores, y puesto que vivimos en sociedad (aunque sea una sociedad viciada y ficticia...) nuestras acciones repercuten en los demás y las de los demás en nosotros. Algunas de las cosas que en su día hicimos hoy nos escandalizan y nos gustaría no haberlas hecho, pero las hicimos, y es necesario que cada uno asumamos las nuestras.

 

Ocurre si no que al final parece que las cosas las hace... no sabemos quien, un ente sideral, no sé... No. Las cosas las hacen personas, influidas negativamente por una institución, en la que juegan a la vez el papel de víctima y el de verdugo. Una institución sin personas, no es nada... No?. Sería una entelequia. Es como cuando se dice que el Opus Dei es santo pero las personas cometen errores. Pues sí, cierto, pero se olvidan de que el Opus Dei lo componen todas esas personas que cometen errores, porque si en el Opus Dei no hubiese personas, ¿qué sería el Opus Dei? (o el Club de Atletismo Correcaminos, no sé, me da igual). Por lo mismo que no me parece posible que el espíritu del Opus Dei sea tan divino cuando su aplicación lleva a las calamidades que lleva, por lo mismo digo, no me parece aceptable decir que las personas en el Opus Dei son buenísimas y que tienen buena intención y el problema es de la institución, porque el tener buena intención al hacer las cosas no convierte las cosas que se hacen en buenas. La Historia está llena de garrafales errores bienintencionados que tuvieron consecuencias catastróficas (y si no que le pregunten a Napoleón qué le sugieren las palabras "invierno" y "Rusia"...). Una institución tiene miembros (o socios, o llámese X). Son esos miembros los que la hacen una realidad tangible y por lo tanto son esos miembros los que aciertan y yerran, y con ellos, en cuanto que de alguna manera representan a la institución, es ésta la que yerra o acierta. Cada palo tiene que ser capaz de aguantar su vela, o por lo menos tiene que ser capaz de ver que hay una vela que es suya y en algún momento debe intentar hacerse el ánimo de aguantarla. Y hacer una exculpación general no me parece que sea de mucha ayuda (aunque seguramente dice mucho de la magnanimidad del corazón del que la propone).

 

Entra aquí seguramente el tema del perdón. Primero de cada uno consigo mismo, si no no hay forma de seguir adelante. Luego de cada uno con los que le hicieron daño. Me parece que el perdón es el punto clave para poder llamar a las cosas por su nombre, nombre feo e incómodo en ocasiones, sin juzgar y sin guardar culpabilidad insana o rencor por las cosas hechas o sufridas. La buena intención es como el valor en la mili, que se supone, pero no es suficiente: además de tener buena intención hay que esforzarse por hacer las cosas bien, y cuando no se han hecho hay que asumirlo e intentar corregirlo en el futuro. El asumir las cosas como son es por aquello de que la verdad nos hará libres, ya sabéis...

 

O sea, que de acuerdo en que las personas tienen buena intención (dejemoslo en "la mayoría de las veces"), pero son esas personas bienintencionadas las que a veces se equivocan y hacen cosas mal. Esos errores que cometen cuando representan a la institución, son errores de la institución a la que pertenecen, puesto que una institución no es un ente virtual que toma decisiones por sí mismo e independientemente de las personas que la componen . La institución existe en las personas que la componen, especialmente en aquellas que por el cargo que ocupan tienen una mayor responsabilidad en la toma de decisiones. Porque si en el Opus Dei las personas son buenas y el problema es de la institución, quién se supone que es la institución?????. Quien materializa los errores de la institución????.

 

Un abrazo fuerte a cada uno,

Isabel Nath




Publicado el Wednesday, 09 January 2008



 
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