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 Correos: De la Barca al Portaviones (ida y vuelta).- E.B.E.

040. Después de marcharse
ebe :

Parafraseando un título de un conocido libro de Gilson, te transcribo Zartán lo del portaviones. Hubiera sido interesante tener el registro sonoro de la meditación, porque la entonación diría mucho más que las palabras escritas (el registro sonoro existe, lo que falta es pasarlo a MP3 y publicarlo, ¿algún voluntario de Villa Tevere por favor?).

 

«Hijo mío, ya te has persuadido, con esta parábola, de que si quieres tener vida, y vida eterna, y honor eterno; si quieres la felicidad eterna, no puedes salir de la barca, y debes prescindir en muchos casos de tu fin personal. Yo no tengo otro fin que el corporativo: la obediencia. ¡Qué hermoso es obedecer!

Pero sigamos con la parábola. Ya estamos en esta barca vieja, que lleva veinte siglos [sí, la de la Iglesia, no la de la Cosa] navegando sin hundirse; en esta barca de la entrega, de la dedicación al servicio de Dios. Y en esta barca, pobre, humilde, te acuerdas de que tú tienes un avión, que puedes manejar perfectamente, y piensas: ¡qué lejos puedo llegar! ¡Pues, vete, vete a un portaviones, que aquí tu avión no hace falta!» (Escriva, citado en Meditaciones, IV, pág. 88 y ss.).

 

Agresividad gratuita, parece. Lo mismo sucede con la Segunda Campanada de 1973, que está dirigida a una persona (es lo que se decía) pero publicada para que la lea todo el mundo (en su momento, no ahora), es decir se enfada con el lector que se le pone enfrente.

 

Con el perdón de los lectores, ese «vete, vete» me resuena a «vete a la mier..». Qué rencor y que pensamientos tan complicados, con suposiciones y prejuicios de propia cosecha aplicados de manera indiscriminada (seguramente ha tenido experiencias concretas donde se habrá sentido traicionado, pero de ahí a formular principios generales hay un salto). No parecen palabras de un espíritu equilibrado.

 

Saludos,
E.B.E.




Publicado el Friday, 01 February 2008



 
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