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 Tus escritos: Agregados.- Ex_apendice

076. Agregados
Ex apendice :

Hola a todos y a todas:

 

Heavy, Armando, Nacho y quizá alguien más, a quien ruego que me disculpe si no lo cito, se han animado a romper una lanza a favor de los mal conocidos y bastante vituperados agregados. Yo escribí, casi al comienzo de la publicación de opuslibros, algunos comentarios que llamé “Pinceladas sobre mi vida en el opus”, o algo así. Recuerdo que Alberto Moncada, en dos correos privados que intercambiamos, con motivo de esa comunicación mía, me comentó, que hasta entonces nada o casi nada sabía de los agregados y mucho menos la marginación real a la que están sometidos dentro del opus.

 

Esto lo digo para corroborar esa afirmación en la que todos coincidimos: “segregados”, desconocidos, segundones… y sobre todo sin ninguna seña de identidad común, pues en el saco de la vocación de agregados cabe una variopinta gama de personas de muy, muy, pero que muy, dispar condición intelectual, social, económica y familiar. Parece ser que lo único que tienen en común los agregados entre sí es la imposibilidad de ser numerarios; por no sé que peregrina razón, la verdad. Es un secreto que debió llevarse a la tumba el santo marqués.

 

Estoy muy de acuerdo con esa manera tan periodística y documentada con la escribe Nacho, con la ponderación de Armando y con la respuesta muy “ad hoc” (adecuada) que da Heavy al “fenómeno” Ancasti. Todos enfocan el “tema agregados” con veracidad y conocimiento de causa, reflejando la realidad que cada uno ha vivido a su paso por el opus...



Os escribo desde el otro lado del muro. Luego, al final, si tenéis paciencia para leer todo este mamotreto, comprobaréis porque digo esto. Voy a intentar reflejar algunas de las sorpresas y perplejidades que la vida real dentro del opus, depara específicamente al entusiasta agregado, que lleno de un “santo orgullo” se toma en muy en serio, como si fuera la decisión más importante de su vida, su “agregación” a la selecta pollada (numerarios) de Escrivá. Se lanza, entonces, alegremente, a vivir la  aventura de ser del “opus”. Tiene nuestro agregadillo, cuando pita, el ánimo muy resuelto y la moral muy alta, porque, además de sentirse engallado por dentro y… por fuera, debido a su evidente condición de ser hijo de Dios (según dice la Biblia-Camino), ha sido admitido en el club de los selectos: una gran familia en la que todos son hijos del mismo padre, que tiene un puchero común del cual todos comen por igual y bla…bla… En fin es un enchufado, que no siendo gran cosa humanamente hablando, se codea con gente importante.

 

Aquí, (ingenuo de él, y un tanto vanidoso, todo hay que decirlo), cae en una falta de perspectiva que le lleva a sentirse igual que los numerarios, con algunas pecualiaridades, eso si, que carecen de importancia. Poca cosa. Nada digno de tenerse en cuenta. Pobrecillo, es solamente un cabo, mejor dicho un soldado raso (por emplear un termino castrense) y ya ¡se codea con los generales! ¡Qué maravillosa familia he encontrado! 

 

No sabe aún (sorpresa) que esa familia es también un ejercito que tiene sus jerarquías militar y rígidamente definidas en distintas graduaciones, (Presidente General, eufemísticamente llamado Padre, Directores centrales, regionales y locales, numerarios electores, numerarios inscritos, simplemente numerarios, agregados etc). Él ocupa el último escalón, pertenece a la clase de tropa, a lo sumo a la de los suboficiales y jamás ascenderá a capitán, ni a teniente ni siquiera a alférez, pero quizá llegue a sargento, que no está nada mal para un segundón como él. Alguien (¿Dios en persona?) ha decidido que así será. El agregado aún lo ignora. Descubrirlo será otra sorpresa. La ilusión que tiene y el sentido sobrenatural que le han inculcado le llevan a asumir todo lo que se le venga encima. “¡Adelante, sin miedo no miréis atrás!, con los ojos en el capitán”.

 

No le han dado a leer la letra pequeña, ni se la darán nunca, (eso también lo ignora) él no puede leer los  documentos internos, no tiene acceso a ellos porque son muy densos, demasiado ricos en “contenidos proteicos” (en realidad son indigestos), solo aptos para mentes superiores y preparadas o con el espíritu del opus bien cogido.

 

Pero no hay porque preocuparse; para eso están las nodrizas-director: para darle la teta, la papilla, para comentarle de viva voz y explicarle, que el conocimiento de ciertas cosas es exclusivo de los “mayores” y no apto para los niños, “como en cualquier familia normal, le dicen,  en la que hay muchas cosas que solo saben los padres y a lo sumo algún hijo mayor paro no los pequeños”. Así le van “aclarando” las ideas y ponen al alcance de sus cortas luces todas las “misericoridias” de Dios para con sus hijos agregados, contenidas en esas misteriosas y secretas instrucciones, fichas y guiones, solo aptas para iniciados y mentes privilegiadas, que el agregado no podrá leer jamás.

 

Se trata del famoso plano inclinado, común a numerarios y agregados, que en su caso lleva incluidas  algunas perlitas especiales para su condición de “añadido”. Así, poco a poco, sin que se de mucha cuenta, pues ya se sabe que le cuesta “enterarse”, su director-nodriza lo irá “destetando” (retirándole la teta progresivamente) a la vez que le “revela” (¡con cuánto celo, cuánta paciencia y cuánta dedicación!) en que consiste su condición de agregado, ocultándole cuidadosamente, algunos aspectos que más adelante podrá llegar a entender.

 

Algún día, aprovechando que el agregadillo esté en buen plan, le comentará así como sin darle importancia (nueva gran sorpresa exclusiva para agregados) que como no es numerario vivirá siempre con sus padres, hermanos, o, en su defecto, en una pensión, o en donde sea pero nunca en una casa de numerarios, después aprenderá la coletilla: “a no ser que, excepcionalmente sea dispensado”.

Bueno, la verdad sea dicha, a estas alturas de la película, o antes… o después… el agregadillo, por muy corto de inteligencia que sea o aunque tenga mucha visión sobrenatural, según casos,  ya ha empezado a abrir los ojos, y suele plantearse algunas preguntas “tontas”…

 

Advertencia para navegantes:

¡Cuidado, mucho cuidado! No te metas en dibujos… Como es bien sabido, entre la gente del opus, no es de buen espíritu hacerse preguntas “tontas”, hay que ser como un borreguito fiel. (¿O mejor burrito fiel?).

Pero, a pesar de esa advertencia que le da vueltas en la cabeza, al fin se decide y se atreve a formular preguntas similares a estas:

 

PREGUNTA TONTA ¿Por qué fulanito de tal, que cursa la misma carrera universitaria que yo, y va a trancas y barrancas en sus estudios, mientras que yo los he culminado brillantemente, siendo su familia más o menos como la mía, etc etc… es numerario y yo agregado?

RESPUESTA LLENA DE SABIDURIA Y DE SENTIDO SOBRENATURAL. Eso son cosas de Dios. Dios sabe como hace las cosas. Sé humilde y ponte en las manos de los directores. Ellos saben más.

INFORMACION ADICIONAL. El hermano de fulanito de tal era Don I. F. N, sacerdote numerario muy influyente en Roma y que además le caía a Escrivá la mar de bien.

 

PREGUNTA TONTA OBVIA. ¿Por qué yo no puedo ser numerario?

RESPUESTA LLENA DE…. ETC.  Respuesta idéntica a la que se da en la pregunta anterior.

 

PROPUESTA INUTIL: Yo la hice, cuando ya había hecho la fidelidad como agregado y hubo un momento en la oración en que me sentí inspirado (¿Por Dios?) para hacerla (¿En qué estaría yo pensando, tonto de mi?):

Me gustaría ser numerario.

RESPUESTA DADA SOBRE LA MARCHA, AL MOMENTO, Y, POR TANTO, SIN TOMARLA EN CUENTA, NI MUCHO MENOS TOMARSE LA MOLESTIA DE PLANTEARLA EN INSTANCIAS SUPERIORES: A estas alturas es mejor no molestar en Roma porque eso sería complicadísimo. Director “dixit”. No hay más que hablar, ni preguntar.

 

Aclararé, sin ninguna modestia, de mi parte y sin ninguna falsa humildad que yo soy una persona que desde que pité, siendo aun bastante jovencillo, he parecido siempre un numerario, por mis estudios, por mi prestancia personal, por mi formación familiar, y otras cualidades que han llevado a bastantes numerarios y a otras personas de dentro y fuera del opus, a preguntarme con asombro, en la facultad, en seminarios, etc. o a lo largo de mi trayectoria profesional, después de conocerme un poco como persona y saber que era agregado: ¿Pero tú no eres numerario? ¿Por qué?

 

En los demás aspectos: vida interior, identificación con el espiritu del opus, etc. nunca he pensado. Pero creo que serían más o menos igual que los un numerario corriente. Incluso he conocido numerarios, que ahí están dentro todavía, con una vida, que, la verdad, era escandalosa, evidentemente muy poco edificante y desde luego muy alejada de los parámetros del opus. Lo asombroso es que nunca me dijeran porque yo no podía ser numerario.

 

Y puestos a hacer declaraciones (ja, ja, ja...) diré que dejé yo al opus cuando quise (nadie me echó y me rogaron mucho que no me fuera) después de 23 años de prestar servicios y de haber puesto mi profesión, mi vida entera sin restricción alguna al servicio de la causa. Siempre dándolo todo, en lugares bastante difíciles, en primera línea de combate, pasando bastantes privaciones y trabajando en ayuda de los más pobres y desheredados. Cosas todas ellas que supusieron un desgarro enorme para mí y para mi familia. Lo hice a gusto, con mucha visión sobrenatural y con espíritu de servicio total, como tanta buena gente que hay en el opus y otros que ya no siguen. No me quejo.

 

Cuando salí de ahí, de esa institución, que me había chupado la vida después de exprimirme como a un limón, no me llevé nada, ni siquiera la ropa adecuada que ponerme. Tenía yo entonces 42 años y regresé a casa de mis padres, con una mano sobre otra, después de haberlos dejado de lado durante muchos años, (15 años totalmente ausente de ellos y 8 viéndolos una o dos veces al año). Ellos me acogieron con todo su cariño. Recuerdo que mi mamá me llevó un día a unos grandes almacenes y me compró la ropa necesaria para que estuviera un poco presentable, desde los calzoncillos hasta los pantalones. Lo mismo hicieron mis hermanos y hermanas, para la más pequeña de las cuales era casi un desconocido. Pero dejemos eso a un lado. Supe salir adelante. Tengo tres hijos que son ingenieros y economistas. Tengo una vida desahogada y feliz. Nada de rejalgar.

 

Otras muchas preguntas “tontas”, sobre la propia condición de agregado, se pueden enumerar, pero siempre la respuesta es la misma: "Dios sabe más, etc..." Una vez logré, por fin, enterarme indirectamente del porqué uno es agregado.

 

Era yo algo así como administrador de una residencia del opus, no regentada por la sección femenina, por circunstancias que no vienen al caso. Tenía a mi cargo vigilar al personal de servicio y de limpieza y procurar que todo estuviera en orden. En fin estaba metido en un encargo, que nada tenia que ver con mi profesión, como tantas otras veces me ha ocurrido dentro del opus. En una ocasión, se celebraba allí una convivencia de numerarios y, al hacer yo la ronda por las habitaciones para verificar  su estado, entré en la del director, que descuidando la norma de cerrar bajo llave todos los documentos “delicados”, se había dejado sobre la mesa una de las instrucciones, que yo había visto  tantas veces en manos de algún jefe, cuando nos daba una charla a los agregados, pero que nunca se nos permitía leer.

 

Sin pensarlo mucho, me puse a leerla con avidez, con prisa, un poco por encima, no fuera a ser que me sorprendieran. Tenía la tal publicación interna, en un papel suelto, una nota en la que se decía quienes estaban autorizados a leerla. Para mi asombro vi que su lectura estaba prohibida terminantemente a los agregados.

 

De ese modo  pude enterarme de algo parecido a esto (no es textual, pero si exacto en cuando al sentido): Una persona tiene vocación de agregado porque así lo deciden los que tienen gracia de estado por estar en los consejos locales, en las comisiones regionales (vicarías como se llaman ahora) y lo comunican al Padre que da su visto bueno, si así conviene, habiendo consultado con Dios y con su propia conciencia  y a la vista de las circunstancias especiales que concurren en el sujeto.

 

¡Chúpate esa!, me dije, ya sé porque soy agregado. Es decir,  ahora lo sé menos que nunca porque lo que es decir, decir, aquel cuadernillo no decía gran cosa. Nunca pude saber cuales son esas famosas circunstancias especiales. Nunca las he visto enumeradas y especificadas. Se ve que Dios sólo se las ha dicho a ellos, a los jefes, jefazos y jefecillos, que, por otra parte, las obvian fácilmente cuando así les place. Ya se sabe somos una familia: “Toos iguales”

 

No hablo por hablar. Poco tiempo después, de hacer yo la pregunta que señalo mas arriba como una propuesta inútil e inconveniente, varios agregados (plantas) fueron “trasplantados” (símil grotesco usado en estos casos dentro de la terminología del opus) a un lejano país. Pues bien, cuando llegaron allí, según le oí contar varios años después a uno de ellos, estaba todo arreglado y obviado para que, sin dejar de ser agregados, tuvieran dispensa (que ellos no pidieron) y pudieran vivir en una casa de numerarios. Como en este caso era interés de Dios (a ver ¿Quién es el guapo que se atreve a llevarle la contraria a Dios?...) pues allí estuvieron como un numerario más (salvando las distancias, faltaría más), viviendo entre numerarios, durante muchos años, y algunos aún siguen alli, supongo que hasta que se mueran. Pero  no nos engañemos, el hecho de que vivieran, y aún vivan, algunos agregados en una casa de numerarios, no les exime de su condición y en la vida cotidiana se producen, como he podido saber, situaciones muy penosas y discriminatorias, que, aunque pretenden ser minimizadas por los jefes, ponen de relieve el sentido clasista y elitista del opus, en el que radica precisamente, según mi opinión, la causa de que exista ese muro aparentemente invisible (pero muro al fin y al cabo y además de calicanto), que separa a los numerarios de los agregados, o, lo que no es igual, aunque parezca lo mismo, a los agregados de los numerarios. Pero de eso ya hablaremos otro día.

 

 

Un ex-apéndice (agregado)




Publicado el Monday, 01 September 2008



 
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