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 Correos: Biografía de Enrique Rojas.- Novedades

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novedades :

Últimamente he leído mucha información sobre Enrique Rojas y por eso me he animado a buscar información sobre él. Lógicamente aparece su página personal en el buscador. Ahí, me he metido a leer su biografía. La copio aquí:

BIOGRAFÍA DE ENRIQUE ROJAS

No tumba a sus pacientes en un diván. Es un médico del alma que no los trata como meros enfermos ni se cansa de escucharles. El psiquiatra tranquilo desespera hasta a su mujer con sus maneras pausadas. Llegó a Madrid procedente de Granada sin conocer a nadie y ahora es una autoridad. Además de una excepción. Un humanista que convierte cada uno de sus libros, sobre la ansiedad, el desamor o el último acerca de la autoestima, en un "best-seller"...



A primera imagen que te sugiere su aspecto es la de un dandi hecho a sí mismo que se transforma en el hombre de los mil rostros y apariencias. Parece un moscovita de toda la vida cuando lo ves en una fotografía con el Kremlin detrás. O un turista que en Estados Unidos aparenta ser norteamericano de pura cepa, con pantalón rosa y gorra de béisbol incluida. Eso sin olvidar que en una instantánea frente a la Universidad de UCLA lo confundes con un estudiante que ese día ha elegido por indumentaria la típica camiseta de rayas y cuello blanco tan característica entre aquellos universitarios. No es ni muy alto ni muy bajo. Ni entrado en carnes ni flaco en exceso. Moreno, como la media nacional. Voz envolvente, ni grave ni aguda. Con un dulce deje del sur, de cualquier sur, de aquel indefinido común a nuestras raíces. A sus 52 años puede ser joven o mayor. Un transformismo que a buen seguro le resultará muy útil en el momento de enfrentarse en solitario a cada uno de sus pacientes. Cuando nos recibe al fotógrafo José Aymá y a mí, va vestido con una camisa rosa de Hackett y una corbata del mismo tono de Cacharel. Se nota que es muy presumido y un esteta. "Tengo pasión por la estética. Me gustan los contenidos, mucho, pero más la forma". Todo está en el sitio en el que debe estar... Sólo nos falta el propietario. Nos pide disculpas con ademanes exquisitos por dejarnos en compañía de un refresco porque debe terminar con su lista de consultas para ese día: 20 pacientes. Inspeccionamos el lugar. Infinidad de fotos del doctor Rojas con gente importante. Un número mayor aún de artículos enmarcados cuyo autor es nuestro protagonista. Casi todos en ABC y El Mercurio de Chile, periódicos para los que colabora. Cuadros abstractos firmados por E. Rojas. Moqueta azul, todo silencio y al abrir la puerta del despacho donde ansiamos su presencia, un pequeño distribuidor al que dan siete puertas blancas de marco azul a juego con el suelo. Más silencio. No sabemos qué hay detrás de cada una. Sobrecoge. Por fin aparece de nuevo. Pasamos a otro despacho más grande, señorial.

Tiene siete despachos en los 500 metros cuadrados de su consulta en plena milla de oro de la calle Serrano de Madrid. En ese juego de la transformación nos pide disculpas para afeitarse porque lleva todo el día trabajando y desea que su aspecto en las fotos sea el adecuado. Reaparece con la indumentaria perfecta para acompañar al prestigio de la imagen pública. Traje oscuro, camisa blanca impoluta, almidonada, gemelos brillantes y corbata tornasolada a la última moda. Se nota que la vida le sonríe y él cuida de que esto no cambie. Tiene entre las manos su último libro, "¿Quién eres?" , que va a presentar en la Casa de América de Madrid el próximo jueves. "Soy un optimista nato. Tiendo a ver el lado bueno de las cosas. Sé lo que quiero. Tengo muy pocas ideas en la cabeza, pero muy claras". Esto último lo repite en varias ocasiones a lo largo de nuestra charla, también las referencias constantes a la figura de su mujer. "Sé a lo que aspiro y he aceptado bastante bien mis limitaciones, aunque poseo dos defectos que debería corregir: excesivo sentimentalismo e incapacidad para decir que no".

Eso es lo que el doctor, acostumbrado a radiografiar al que tiene enfrente, confiesa de entrada. Pero, cuando vas ahondando en las catacumbas de su personalidad, reconoce una de las características principales de su comportamiento: la lentitud. "Isabel, mi mujer, me ha regalado una corbata con tortugas, unos gemelos con tortugas. No sólo ella, mis amigos también me regalan objetos que llevan una tortuga como principal componente. Mi esposa me insiste en eso: no eres rápido. Ella sí lo es, puede poner la mente en cuatro sitios a la vez. Tiene que explicarme las cosas dos veces y se pone nerviosa ante mi tranquilidad... Pero es que yo vendo tranquilidad... Y equilibrio. En mi consulta la gente viene con ganas de hablar, es tremenda la necesidad que hay hoy en día de comunicarse y el psiquiatra debe convertirse en un médico próximo, de cabecera, sin un reloj despertador en la mesa que marque el final de la consulta a campanazos". Es cierto, en el despacho en el que estamos no hay relojes. Tampoco divanes en los que tumbarse a divagar mirando al techo. "Somos perforadores de superficie. Soy un obrero de la construcción de la psiquiatría, no un arquitecto que lo mira todo desde arriba. Yo bajo a los sótanos de la personalidad. Quiero saberlo todo de mi paciente, pero resumido. Tengo las seis preguntas clave para hacer la primera radiografía y, a partir de ahí, empezar a funcionar". ¿Cuáles son?, le pregunto. "Contésteme, por favor. ¿El día más importante de su vida?". Cuando nacieron mis hijos, respondo. "¿El más triste?". Cuando murió mi padre. "¿Cómo le gustaría morirse?". No quiero morirme. "¿Quiere ser eterno?". No, sólo me da miedo la muerte. "Tiene las ideas claras".

Esta última frase me dio pie (iba tan embalado que si me descuido termina él siendo el entrevistador y yo la entrevistada) a preguntarle por el momento más dramático que ha debido superar. Aquel en el que el psiquiatra necesita de un psiquiatra. "No tengo miedo a la muerte, me gustaría que fuera en brazos de mi mujer y rezando... Pero el peor momento de mi vida fue cuando mi hijo se cayó a la piscina de mi casa. Tenía dos años. Le hicieron una traqueotomía y se fue al otro barrio... Con dos años". Fueron unos minutos de gran intensidad: el doctor Rojas ha permitido aflorar a Enrique, se le han enrojecido los ojos y su voz ha descendido de tono hasta ser casi inaudible. Me callo y bajo los ojos con el propósito de darle tiempo e intimidad para reponerse. No ha mencionado la palabra muerte. Sube la voz. Continúa. "Tuve una reacción sobrenatural. Tengo profundas convicciones religiosas y pensé: si Dios lo ha permitido, no si Dios me lo manda, de eso nada... Si lo ha permitido será para algo bueno. Lo acepto. Se llamaba Enrique, como yo. Ahora ya no tengo hijos. Sólo hijas, cuatro. Mi mujer también es muy religiosa, pero no lo aceptaba como yo. Pasó un año llorando. Sufrió mucho, pero ahí salió el psicólogo; le di mucho cariño, viajamos mucho... Y se disolvió el trauma". El doctor Rojas consiguió con esa terapia lo que practica fuera de casa todos los días. "Es lo que intento hacer con este libro, que el que lo lea se vea retratado en alguno de los desórdenes y de las normalidades de la personalidad". ¿Cómo es la personalidad de un etarra que pega un tiro en la nuca y luego se toma una lubina? "Él cree que con esa conducta libera al pueblo vasco y hace entender al resto la dificultad de los vascos para sentirse comprendidos". Si Bin Laden se sienta donde estoy yo, ¿qué le dice? "La infancia es la época más importante de la vida, indagaría por ahí ... Es un iluminado con fondo kafkiano, pero antes de hablar con él me prepararía muy bien lo que le voy a decir porque hay que aprovechar un personaje de esa calaña para decirle las cosas claras y que éstas le impacten" ¿Cómo nos ha impactado él a nosotros sumergiéndonos en el síndrome de la catástrofe? "Es el estrés postraumático subsiguiente a un impacto tan imponente. El mensaje de B. L. ha sido que ya no habrá paz en el mundo".

(...)

Otra afición de Enrique Rojas es la pintura abstracta. "Me apasiona. Yo no tengo imaginación. Soy muy objetivo. Mis hijas son las que me han ayudado a desarrollar la imaginación por los cuentos. Ellas se tumban sobre mí y yo les hablo de Roberto Alcázar y Pedrín. Voy despacio pensando en la siguiente escena, es lo que leía de pequeño, pero me lo invento. Nunca es la misma historia. Al tiempo las beso y las acaricio. Soy muy tocón. Considero muy importante el contacto físico". Es capaz de pasarse horas y horas hablando de su mujer. Da envidia la admiración que siente por ella. "Habla inglés, francés, italiano. Yo tengo cierta dificultad con los idiomas. Ella es todo vibrar, una número uno en lo que se propone. Es la segunda mujer en España que consiguió ser agente de Bolsa, ahora dirige su notaría. Llevo muy poco casado con ella, 20 años". ¿Eso es poco? "Está muy ocupada y ello me obliga a vivir con intensidad los momentos que pasamos juntos. Hace mil cosas a la vez y llega a la misma conclusión que yo pero un mes antes, por eso le consulto todo. Mi fórmula para mantenernos a flote es dos viajes al año solos, sin niños. Es imprescindible que sea necesario pasar, al menos, 10 horas en avión. Desconectas. Me he casado según las estadísticas un poco tarde, a los 35 años, y creo que por esperar aumentan mis probabilidades de acertar, hay más serenidad. Ante un problema le digo: no pasa nada. Ella se exaspera y contesta: para ti, nunca pasa nada ... Después de mi tesis doctoral sobre 213 casos de suicidio tiendo a quitarle importancia a las cosas. Perdono". ¿Perdonaría a Isabel Estapé una infidelidad? "Sí. Totalmente. Entiendo que puede ser la vida misma, debido a su complejidad".

(...)
 
La biografía es más larga. En cualquier caso, me parece muy poco humilde decir en tu propia página web que "eres un dandi", con un "dulce deje del sur", que "no te cansas de escuchar a tus enfermos", que tienes "ademanes exquisitos", etc. Es cierto que el artículo no lo ha escrito él sino Beatriz Pérez-Aranda. Pero el que decide lo que sale en su página web supongo que será él.
 
Ahora me hago dos preguntas:
 
1. ¿Cuánto cuesta una camisa de Hacket?
2. ¿Cuánto cuesta una corbata de Cacharel?
 
En resumen, ¿cuánto cuesta ir con esa "indumentaria perfecta", "a la última moda", con la que va Enrique Rojas?
 
Otra pregunta:
 
3. ¿Cuánto pueden valer sus siete despachos, cada uno más "señorial" y "más grande que el anterior"?
 
Con esa vida que lleva, como para no ser "un optimista nato". A todos nos gustaría "viajar mucho" para olvidar nuestras penas, como hizo él cuando murió su hijo, pero normalmente los "padres de familia numerosa y pobre" no se lo pueden permitir. Tampoco el "hacer dos viajes al año solos, sin hijos" para mantener su matrimonio. Claro, él sí. Luego en el Opus Dei sorprende que la gente no entienda cómo se vive la pobreza en la institución.
 
Parece que sus defectos, como los de la mayoría de la gente famosa, son siempre un exceso de virtud: "demasiado sentimentalismo" y "nunca decir que no". Pero a nuestro compañero JoseSaturio si que le dijo que no, cuando le pidió cuarenta millones de pesetas para tratarle. (Lógico, si quiere mantener el tren de vida que lleva).
 
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Publicado el Friday, 30 January 2009



 
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