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 Correos: Derritiendo el Río.- Emevé

040. Después de marcharse
Emeve :

Derritiendo el Río

 

A Isa y a quien corresponda.

 

 

Mi querida Isabel, tú sabes (porque sabes) lo importante que es para mi compartir contigo lo que siento, sabes de lo que hablo sin hacerme dar vueltas a las cosas. A mi en los últimos meses no hay cosa que me canse más que explicar, porque es como tú dices: "Dar explicaciones de cara a los demás es justificar las decisiones que tomamos en libertad para nuestras vidas, y eso no me parece que tenga demasiado sentido" y también "Darnos explicaciones a nosotros mismos significa que no nos fiamos de nuestro corazón, sino de nuestra cabeza, que necesita tener las cosas atadas y bien atadas, todo organizadito, seguro, sin fisuras, como un bloque compacto fácil de manejar. Y quizás ahí está uno de los mayores fallos, que la vida no es un bloque compacto, sino más bien algo fluido, como el agua, sin aristas. Cuando escuchamos al corazón la vida nos lleva de forma suave. Cuando somos todo mente es como si el río se hubiese helado o por lo menos como si tuviese grandes placas de hielo en la superficie, que impiden que el agua se mueva con libertad, y la navegación en el río se complica."...



Intento llevar mi vida de esa manera y me va bien. Sabes (porque me conoces y conoces detalles que no vienen a cuento) que me cuesta montones no darle vueltas a las cosas y ver todo desde el corazón, pero te digo que desde que he empezado a intentar, lo estoy haciendo cada vez mejor y siento esa "alegría y paz" que nada me había dado antes. Dices "Uno de los retos más importantes con que se enfrenta una persona al dejar el OD, es precisamente ese: re-aprender a percibir el corazón que te habla, re-aprender a entender lo que te dice, y re-aprender a seguir sus consejos. Cuando lo conseguimos, vivimos la vida con plenitud, y sin duda podemos decir que nos hemos reconstruido." Y es muy cierto. Eso es exactamente lo que siento que me ha ocurrido. ¡Soy una nueva yo, siendo exactamente la mismita! Y muchos de los que me leen más o menos seguido (y tú misma) saben que yo del opus salí hecha trizas: depresión, intentos de dormir para siempre, 30 kilos de más gracias a la ansiedad… vueltas y vueltas sin sentido tratando de "entender" (y sólo pasé allí 5 años ¡no me quiero ni imaginar pasarme 30!). Pero mira tú cómo es la vida, la cosa no iba por entender con la cabeza sino por aceptar desde el corazón y vivir en tiempo presente. Sigo aprendiendo, supongo que este aprendizaje me durará toda la vida, pero estoy contentísima conmigo por haber sido capaz de intentar.

 

Vuelvo sobre la idea de mi escrito anterior acerca de que la peor maldición del opus (el rejalgar) no es que te nazcan hijos "enfermos" o que te quedes sin trabajo porque toda tu vida hiciste labores internas y el currículo lo tienes más limpio que calzoncillo de pescador. ¡No! Eso ocurre por todos lados. La verdadera maldición que nos dieron (y que además algunos valoramos como un "bien") es esa desgracia de creer que al corazón (porque es imbécil y no sirve para nada más que para meter problemas) hay que tenerlo bajo siete candados. Y claro, es la mejor táctica para lavar el cerebro y (por qué no decirlo) para jodernos la vida. Porque como bien dices "En el corazón habita la conciencia, que es Dios, la voz de Dios. Pero Dios, ya lo dicen las Escrituras, habla en voz muy baja, y para darse cuenta de que te está hablando, hay que ser capaz de tener silencio interior. Y si además de darte cuenta de que te habla quieres  entender qué te dice, todavía más silencio. Pero cuando una persona es solo cabeza, el incesante parloteo de la mente le impide por completo escuchar al corazón. Ni te enteras de que tienes corazón. Y yo creo que es esa la idea de fondo: que te olvides de que tienes corazón, que no prestes atención a esa voz que intenta prevenirte de que algo no marcha bien: que no eres feliz, y que tú estás aquí para ser feliz. Nada más y nada menos".

 

Y el punto no es si leen o no leen a Isa o a Emevé, si mi ego, el tuyo o el de quien sea quiere crecer a costa de obligar a los "intelectuales" a prestarme atención. El punto está en graficar (demostrar con un ejemplo para que se entienda) que quieran o no, se creen (y no lo digo como reproche ni como alabanza sino como algo que es así) que quienes hablan desde la mente son superiores a quienes hablamos desde el corazón. Y se engañan. No porque el corazón sea superior, sino porque ambos son igualmente importantes y cada uno debe cumplir las funciones que les corresponden. Y no es que tú escribas así "como escribes, como informal, porque a la gente le hace gracia..."  o que yo le de toque así como "caribeño" a la web (te juro que esto me lo ha escrito un amigo y no paro de reírme), o que las dos seamos la cara "amable" que tiene como función hablar de sentimientos como para "matizar un poco"… ¡No! A mi (ni a ti) nadie (que haya sobrevivido al intento) me dice de qué hablar o no hablar ni dónde hablar o no hablar (o escribir). Y si lo hago es porque SÉ que mi voz es importante, tanto como los tratados maravillosos que se publican (y los aburridos también), y por eso sigo y seguiré: tenemos que despertar a los osos dormidos, y ya me gustaría a mí que seamos muchos más los despertadores.

 

Como ves, coincido plenamente cuando dices "Me parece importante que haya gente que haga análisis jurídicos, y etc, etc. Me parece importante que estén los documentos internos. Me parece importante sobre todo que la gente escriba lo que le apetezca escribir, incluso si son solo elucubraciones mentales o ejercicios de retórica pura y dura. Pero a mí me importa sobre todo y más que nada la gente, cada persona, y la felicidad de cada persona. Y la experiencia me dice que la retórica no da la felicidad; el vivir una vida plena, sí. Y solo se puede vivir una vida plena si entra en juego el corazón". Es eso Isa, es eso. Y en mi caso no es sólo la experiencia. Soy muy perceptiva y cuando leo a según quién que sólo hace análisis interesantes yo (que soy como soy) siento el dolor, el vacío y el parloteo incesante de su mente subyaciendo sus palabras y hasta puedo probar el sabor de su infelicidad y me parte el alma… a lo mejor soy un poco "esotérica" pero qué diantres, mi "percepción" es tan fuerte que es casi la única razón por la que sigo en opuslibros escribiendo.

 

Lo repito, mi escrito sale desde el corazón para el corazón de quien lo lea. Y que quien lo lea lo perciba desde el corazón. Y si no es su momento, que pase al siguiente escrito. Esto (como todo) tiene destinatarios que yo no conozco pero sé que le vendrá bien y en el momento preciso a quien esté listo para dar el salto y despertar. No sé si tengo la paciencia que tienes tú a los tiempos de las personas porque básicamente huyo de quienes me dan "energías tristes", pero ahora la vida me va enseñando que huir de quienes no son como yo no es la salida y me parece que empiezo (porque me ha tocado así) a respetar los tiempos de otros pero no sé si me irá igual que a ti, jaja.

 

Una cosa de la que no has hablado y yo sí porque me ha pasado es que al abrir el corazón nos ocurren cosas "diferentes". Vamos a ir por allí como queriendo enamorarnos del primero (la primera) que muestre interés en nosotros. Y eso no es así. No porque no nos enamoremos (que sí lo haremos) sino porque ese enamoramiento se estrellará contra la pared y la pasaremos negra. Y nos provocará volver a encerrar el corazón en 7 cerrojos y uno más por si acaso. Pues nada… en esto (como en todo) hay que dar tiempo al tiempo. Ya he contado mi propia experiencia, como un ejemplo gráfico de lo que ocurre y de que (aunque duela) no ocurre en vano: el corazón necesita ejercitarse, aprender, crecer, hacerse fuerte, lidiar con los sentimientos y luego serenarse y ejercer la sabiduría que tiene. Dejemos que el niño crezca y se vuelva sabio, o como dice Isa: fluyamos por la vida, sin miedos.

 

Saludos a todos,

 

 Emevé




Publicado el Wednesday, 18 February 2009



 
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