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 Tus escritos: Mi último 19 de marzo en la Obra.- Marta

060. Libertad, coacción, control
MARTA :

Era trece de febrero del último año que pasé en la Obra. Por la tarde, como todas las demás, tenía clases en Fuenllana, pero esta era una tarde distinta de las otras. Me sentía más fuerte para hacer lo que quería (irme) y además tocaba pagar las clases así que disponía de dinero. Esto solo ocurría una vez al mes, pues manejaba el dinero justo para comprar unas medias nuevas (que me traían por la calle de la amargura) o una pasta de dientes… En fin que cambié mi uniforme de nax por el de colegiala, cogí mi bolsa y parte del dinero -solo lo justo-  y escribí una nota que dejé en lo alto de mi mesa con el dinero sobrante. Salí como de costumbre pero esta vez no fui a Cuatro Caminos sino a la estación de Chamartín.

 

Mi afán por no llevarme lo que no me pertenecía estuvo a punto de hacer fracasar mi plan. No llevaba dinero suficiente para coger el primer tren que me llevara de vuelta a mi hogar, con mis padres. Así que me resigné a comprar un billete para el último tren que saldría aquel día, “el rápido” (yo aún no entendía porqué aquel tren era mas barato). El caso es que tenía toda la tarde por delante hasta las 21:30 h no saldría, aún no entiendo por que (yo no había sido fumadora nunca) fui y me compré un paquete de Ducados y me senté impacientemente paciente a esperar fumando. ¡Estaba a punto de ser libre! Todos habréis tenido esa sensación tan particular así que me ahorro contarla.

 

Cuando faltaban escasos cinco minutos para mi partida llamé al centro donde había estado viviendo para avisar a la directora de que me marchaba, no quería que se asustaran al ver que no llegaba. No contesté a la pregunta de donde estaba pues sabía que vendrían a por mí. Colgué y corrí al tren como si alguien pudiera retenerme en el camino. Sentía pánico de encontrarme a alguien de la Obra en la estación…

 

Al fin el tren partía, la noche fue eterna parábamos en cada una de las estaciones desde Madrid a M. Pero merecía la pena. Ya nadie podría retenerme.

 

Claro que yo no contaba con que la GESTAPO también conocía y usaba el teléfono. Así que conforme bajaba del vagón del tren llegaron dos personas, una conocida y  otra no, una se puso a mi derecha y otra a mi izquierda, y me llevaron a la prisión más cercana que había. Así que después de tanto esfuerzo: intento fallido.

 

Tuve que confesar, y simular delante de mis padres que la cosa estaba estupenda. Solo me atreví a hablar con mi hermana previa promesa de que no lo diría a mis padres.

 

Y claro a los tres días ya estaba de vuelta en Casa.

 

Una vez allí ¿Qué podían hacer para mantenerme contenta? ¿Un viaje a Roma? Para mí sería la tercera vez, y a nadie le amarga un dulce. Pero la única condición era renovar el 19 de Marzo que pasaría de viaje. ¿Y yo que otra cosa podía hacer? Claro, solo había dos posibilidades renovar en Madrid o hacerlo en Roma. Yo escogí. Y como había empeñado mi palabra renové.

 

Así fue como vendí mi alma por otro viaje a Roma en mi último año en la Obra.

 

Marta.




Publicado el Monday, 23 March 2009



 
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