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 Tus escritos: La medida del derecho a criticar. Para Calandria.- Aquilina

140. Sobre esta web
Aquilina :

  La medida del derecho a criticar.

Para Calandria.- Aquilina, 23 de marzo de 2009

A mí siempre me afectaron especialmente la lectura de las intervenciones en la web de los de dentro. No sé, no he llegado a profundizar mucho las razones de esto, pero me imagino que será porque no acaba de asombrarme, después de tanto tiempo, el cambio tan grande que se dió en mi consciencia entre cuando, con sinceridad, luchaba para perseverar cuando aún pensaba que el Opus Dei era acertado y yo no por no poder seguir allí, y ahora que con igual sinceridad veo las cosas con perspectivas tan radicalmente distintas. Tengo la tendencia a proyectar en los que nos escriben desde dentro la misma honradez que sé que tenía yo en aquella época...



Y aunque esto pueda no ser acertado en unos cuantos casos, por cierto lo es en muchos otros.


Y sí encuentro muy acertadas las palabras que leí en la última intervención de Armando:

Porque la institución sin personas no puede hacer daño alguno a nadie, son los que la integran, los que la conforman, quienes ejecutan esta forma de proceder tan particular y destructora de la personalidad. En esto unos más, otros menos, pero todos somos responsables, con diferente grado de responsabilidad si se quiere, pero algo nos toca en parte

y las asumo por lo que a mí se refiere, también es cierto que cuanto más sigo reflexionando en la situación de mi conciencia encontrandome yo aún dentro de la obra, más sigo convencida de que educación y ambiente familiar, deformaciones sociologicas del medio en el que te crías, la propaganda –“formación”, la definíamos- reiterada a lo largo de años, las inseguridades de caracter, … pueden llegar a volver la conciencia de un adolescente y de un joven invenciblemente erronea. Erronea, por cierto, pero de una forma realmente invencible mientras que algo no intervenga a cambiar las condiciones interiores y exteriores en las que se desenvuelve el proprietario de dicha conciencia. Y puede pasar mucho tiempo antes de que uno, ya adulto y mayor, llegue al nivel de consciencia necesario para advertir que seguir dentro de un sistema como el opus es algo inconciliabile con la propia conciencia.


Por todas estas razones, nunca me atrevo a juzgar las intenciones, la conciencia de quienes nos escriben desde dentro, mientras que estas voces sean lo suficiente educadas y respetuosas en la forma, aunque su contenido pueda ser más o menos difícil de aceptar, y más bien creo que una parte de la misión importante de Opuslibros sea la de tender una mano, además de una oreja, a quienes desde dentro están elaborando y maturando su proceso de salida, o, al menos, interrogandose acerca de su permanencia en la institución.


Con esta actitud personal me refiero a la última intervención de Calandria. Él nos reprocha haber echado demasiada leña al fuego, que Sonsoles, hablando de sus sueños acerca de la obra, haya escrito con ligereza, y aunque nos reconozca que sólo los que hemos pasado por la desilusión por la que ahora pasan los de dentro podemos quizá entender su sufrimiento, poco hacemos para filtrar las criticas más fundadas de otras que a él le parece que hablen sólo de oidas y con superficialidad.


No sé, a lo mejor es posible que Calandria tenga alguna razón. Yo misma, al leer algunas intervenciones, experimento una sensación de superficialidad, de revanchismo no demasiado argumentado, de personas que hablan de oídas y no con suficiente conocimiento de causa. Pero… pero esto, aparte de ser tan solo una pequeña parte de lo que se lee en esta pagina, es el precio que hay que pagar para practicar el riesgo de la libertad, de no juzgar las intenciones de las personas al escribir -como no se juzgan las tuyas- de dejar que los argumentos vayan tomando su sitio por su propio peso especifico y no por el juicio, que puede ser equivocado, de quien lo lee desde su perspectiva particular y personalísima.


Ya escribí otras veces acerca de esta actitud, tan facil de asumir por cada uno de nosotros, de buscar el justo medio, y de encontrarlo precisamente en el punto exacto donde uno ha llegado: por tu sensibilidad personal, por el punto en que has llegado de tu enfoque crítico hacia el Opus Dei, por lo que de momento, en tu perspectiva particular, tú percibes como critíco y criticable, determinadas intervenciones te parecen como frivolas, poco argumentadas o argumentadas con superficialidad, quizá crueles hacia vosotros que desde dentro sufrís en el contemplar el mundo ideal en el que habeis puesto vuestro ideales, vuestros deseos de santidad, vuestra ilusión moza, venir abajo.


Y no sólo creo que tienes que asumir que a lo mejor el justo medio entre demasiada crítica y demasiada condescendencia es muy posible que no se encuentre en el punto exacto donde tú lo percibes, sino que argumentar desde el proprio sufrimiento, decir “parad ya, pués sufrimos demasiado” me parece, más que una razón, una manipulación, un mezclar planes distintos –el racional y el emotivo- no para llegar a una integración, sino para suplir a una falta de razones. Yo creo que te puede ayudar, al momento de leer esta pagina, más que fijarte en el sufrimiento que esto te provoca (sufrimiento que tú decides libremente asumir, pués no te lo indican en la charla, no es una norma ni una costumbre, más bien lo haces quizá desobedeciendo a indicaciones concretas recibidas por seguir algo que tu conciencia percibe como constructivo), intentar comprender, acoger, las razones de los demás, de todos. También -para poner un ejemplo entre otros posibles- de jovenes que quizá han pasado tan sólo por los colegios de Fomento o por algún club y no llegan a poder hacer críticas profundas y argumentadas al sistema, pero han quedado igualmente afectados y su conciencia no demasiado formada en su tiempo sigue sufriendo las consecuencias de una de-formación escrupulosa y angustiosa. O, para hacer otro ejemplo, de chicos hijos de padres supernumerarios, que a lo mejor no han ingresado en la obra, o tan sólo por breve rato, pero llevan en sus almas las cicatrices de educaciones demasiado severas y desencarnadas, de haber vivido desde siempre dentro de una burbuja, o hasta de sentirse rechazados de sus propios padres y hermanos al salir del más o menos breve parentesis dentro de la institución.


En la obra hay la tendencia de exagerar la recaída de nuestras actuaciones sobre el posible escandalo que se puede causar en los demás. Más que una forma de respeto –como quiere parecer- esta tendencia responde, según me parece, a dos razones: la primera es mirar a la gente alrededor nuestro como a unos perpetuos menores mentales incapaces de custodiar por si mismos sus convicciones y sus opciones vitales, la segunda es controlar la expresión del pensamiento, y –evitando el entrecambio- cortar su desarrollo crítico.


Nosotros no podemos callar nuestras reflexiones criticas acerca de nuestras vivencias dentro de la obra por las razones que tú dices. El proceso de reconstrucción pasa por estas reflexiones, y muchas veces también el tono destemplado que algunas intervenciones pueden asumir responde a la necesidad de descargar rabia, frustraciones, desilusiones,... que de otra forma van a desembocar, o a profundizar, en la depresión. Las personas que así se expresan, en la mayoría de las veces, son personas aún heridas, anuladas, machacadas por su paso dentro de la obra. Si alguien es una excepción, si le gusta mojar su pan en el sufrimiento real que se puede encontrar en esta pagina y descargar su mala leche sin razones objetivas, allá él con su conciencia. En todo caso, se trata de excepciones, no de la regla.


Es cierto que unas cuantas de estas participaciones en la pagina pueden ser exageradas o injustas, pero yo creo que, mientras la página siga siendo caracterizada por la seriedas y la profundidad que desde sus comienzos la han hecho tan distinta de otras paginas críticas de mucho menor altura, esto no es muy importante. Los testimonios y las análisis tienen cada uno su peso especifico, y su misma fuerza de gravedad lograrà que unos cuantos queden como piedras miliares de nuestro –¡y vuestro!- proceso de reconstrucción, y que otras sean olvidadas.


Para que tu sufrimiento, y él de otros, pueda tener sentido y servir para vuestro recorrido de liberacióny reconstrucción, es necesario que se comprenda y se asuma que vuestro sufrimiento, y el nuestro, no nace de “poner demasiada leña al fuego” sino de los mecanismo intrinsecos a la institución que provocan tantas contradicciones, tanta falta de respeto a las más basicas exigencia del ser humano libre y responsable, tanta imposibilidad de crecer y madurar como cristianos adultos, quedandose dentro del sistema. Sin miedo a agotar la verdad, como diría el fundador :-)


Te deseo con toda sinceridad y respeto que puedas recorrer tu camino de consciencia hasta el final, te lleve donde te lleve.

Aquilina






Publicado el Monday, 23 March 2009



 
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