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 Tus escritos: ¿LISTA DE PSIQUIATRAS y SACERDOTES DEL OPUS DEI?.- Trucha

105. Psiquiatría: problemas y praxis
trucha :

Estimados amigos de Opuslibros y con especial interés para Isabel Caballero y Fernando Sánchez,

En primer lugar quisiera mostrar mi apoyo a Isabel Caballero por su arduo trabajo mostrando la catadura moral de un notorio miembro del Opus Dei, el cual compatibiliza su pertenecia a una organización que se dice cristiana con el más vergonzoso y delictivo ejercicio de suplantación profesional para cuyo éxito no duda en emplear la mentira.

El caso que Isabel nos relata me parece muy ilustrativo en múltiples sentidos. Este psiquiatra parece encarnar el cínico comportamiento que en el Opus Dei abunda, por el cual se hace compatible ora el proselitismo más feroz sin disimulo y la captación de menores apetecibles, a través de la mentira y el chantaje emocional, ora el maltrato y la coacción, con mensajes oficiales de santidad, amor a la Iglesia y a los hombres, que distan mucho de la vida y prácticas institucionalizadas en esta organización y no precisamente de manera oficiosa sino mediante todo tipo de documentos, y por tanto pruebas. Así que la pertinencia del desenmascaramiento de Enrique Rojas en esta página queda fuera de dudas en la medida que ejemplifica un comportamiento que no por inmoral deja de ser el patrón a seguir por los miembros del Opus Dei...



Asimismo, no puedo dejar de enternecerme al leer cómo Isabel se pregunta cómo estos abusos pueden pasar en nuestra sociedad. Me recuerda el impacto que me produjo encontrar Opuslibros cuando con toda intencionalidad buscaba información sobre la organización desde la que se me presionaba para unirme pero cuya actuación  y maltrato) chocaba con la versión oficial que de ésta se ofrecía y que fue la que me llevó a querer participar de su espíritu.

Cuando después de muchísimo malestar por extraños comportamientos por parte de los numerarios y los sacerdotes del centro al cual asistía, pero los cuales carecían de explicación (¿Cómo iba a pensar yo en que las verdaderas razones eran el proselitismo y la megalomanía? :"¿Cómo en la Iglesia va a darse este atropello contra sus fieles?", "¿Sectas? sí, extraños grupos con extravagantes teorías de salvación en naves espaciales y seguimiento a excéntricos gurús sólo interesados en el dinero"...) encontré esta página la luz se hizo para mí; de manera natural todas las piezas del puzzle encajaron. Pero es aquí cuando comenzó una terrible etapa de sufrimiento indescriptible: mi mente no estaba preparada para digerir esta verdad: la organización que amaba, admiraba, a la que quería servir y a la cual me sentía emocional y vitalmente unido era una secta. No oficialmente, claro está, pero sí se comportaba como tal. Como digo, sabía de la maldad humana, pero la creía lejana, justificada por sistemas, ambientes o educaciones pero nunca tan voluntaria y cercana. Al igual que no se puede comprender que tras el día no venga la noche, mi mente no procesaba esta información. Y claro esa sinrazón y la persecución posterior por parte de la institución acabaron por enfermarme.

Me encontraba como pensé que pudiera haberse encontrado el pobre de Jim Carrey en "El show de Truman" al descubrir que todo era una circense puesta en escena. Pero cuál fue mi sorpresa cuando a nadie parecía importarle tamaña noticia: con muchísima suavidad mostré  a numerosos sacerdotes mi estupor por esta situación y por la facilidad con la que la Iglesia toleraba tanto mal para sus fieles y nunca encontré más que una heladora indiferencia (cuando no la certidumbre de que eran agregados a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz) que yo juzgaba contraria a labor de cuidado espiritual que se le supone a los sacerdotes. Porque si el resto, en su estrechez moral, no se interesaba en denunciar esta situación, no importaba, pero si la propia Iglesia enaltecía esta organización de comportamiento tan anticristiano y abandonaba a los damnificados todo mi edificio existencial se derrumbaba con ello.

La casualidad quiso que estando yo en tratamiento médico y sin mejora alguna, encontrara a una psiquiatra que por sus recomendaciones y formación parecía estar hecha expresamente para entender mi desazón por las presiones sufridas por parte del Opus Dei. Sin embargo, faltando a sus deberes como profesional obstaculizó mi curación entretiéndome a propósito al evitar tratar todo tema relacionado con la Obra y por tanto abordar lo que yo creía el detonante de mi malestar. Por más que le justifiqué razonadamente lo lógico que era que la perniciosa influencia de una organización sectaria llevara a alguien a la enfermedad, esta médico se negaba siquiera a considerar el tema. Ante esto y ante las pruebas que nunca escondió sobre su simpatía-relación con la Prelatura sólo argumentaba su absoluta imparcialidad dentro del ámbito profesional. Pero mientras tanto yo seguía empeorando y ella seguía cobrando por un servicio que no cumplía y del cual el paciente manifestaba frecuentes quejas. Y así que pudiera haber estado toda la vida si por ella  se tratara.

Este hecho, junto a la falta de ética, profesionalidad y humanidad de numerosos psiquiatras y psicólogos que me tratarían después (alguno de los cuales también estuvo relacionado con la Obra, para mayor desgracia mía) contribuyó a mi progresivo deterioro del cual sólo salí al ser tratado por el doctor López-Ibor.

Es por esto y más, Isabel y Fernando, por lo que, salvando la distancia, creo poder comprender vuestro sufrimiento: ser víctima de quien se supone debe cuidarnos (la Iglesia) y curarnos (los médicos), y experimentar la soledad y la incomprensión al denunciar estos hechos. Así pues, sólo puedo apoyar vuestra lucha y aseguraros que de haber un profesional que merezca crédito por los resultados, más allá de su prestigio, ese es López-Ibor.

Con respecto a éste, creo poder afirmar con toda seguridad que no es miembro del Opus Dei. Asimismo, esto me lleva a proponer una tarea que creo sería de enorme utilidad para muchísima gente más allá de los directos damnificados de la institución: crear un listado de miembros del Opus Dei que desempeñen las labores de psiquiatra o sacerdote en una parroquia. Con esto, aquellos que fueran a ser tratados por médicos o sacerdotes del Opus Dei podría decidir libremente si la pertencia de estos a esta organización afecta o no sus labores. Obrando así sólo se pretendería informar de la pertenencia a la Obra, como ya lo hiciera Jesús Ynfante; lo que ya es poco teniendo en cuenta los informes, confidencias, libertades en el secreto de confesión y listas que los numerarios realizan sobre tantos y con fines más allá de lo simplemente informativo. Por qué no ahorrar, si se puede, el mal trago, el dinero y el tiempo de aquellos que, de saberlo, no contactarían con el Opus Dei. Por qué no dar la posibildad de que cada uno elija el cuidado médico y espiritual que quiera. Con nombrar los miembros, única y exclusivamente, no se comete ningún mal contra ellos, pero sí mucho bien para aquellos que no tienen motivos para querer tratarlos. ¿Es que no es suficiente haberlos sufrido en los centros como para tenerlos que sufrir fuera?

Por último animo a Agustina (más allá de la simpatía personal que "distorsionara" mi análisis del debate de la Noria, una vez más la superioridad en argumentos, la honestidad y la afabilidad fueron las mejores defensas de su posición, ¡enhorabuena, Agustina!) a facilitar un medio a través del cual comunicar los nombres de manera privada.

Trucha

pdt: Aquí ya han aparecido unos cuantos nombres: Enrique Rojas, Aquilino Polaino, Manuel Gupergui, Carmina Gómez Lavín ...




Publicado el Friday, 03 April 2009



 
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