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 Tus escritos: La importancia de ser San Escrivá.- atomito

090. Espiritualidad y ascética
atomito :

El chocolate agrada a Dios (foto por Atomito)

Una cosa que aprendí cuando me hice del Opus, fue que a Dios le gusta la arquitectura, la decoración,  el oro y las piedras preciosas. Pero pasa de la buena música, el buen cine y el arte en general (salvo el arte sacro, obviamente).

Antes de hacerme numerario con 14 años, yo me gastaba el dinero que me daban mis padres en ir al cine y comprar discos, pues siempre me gustaron mucho la música y el cine. Luego que ingresé a la santa mafia, dejé de tirar dinero en esas frivolidades, y se lo empecé a entregar al Opus, para que lo gastara en poner centros a todo lujo, decorarlos con aire aristocrático, hacer cálices y patenas de oro, etc. Lo que yo hice no era nada heroico. Los 2 primeros que fueron a empezar la labor al Uruguay, no tenían ni para comer y mandaban el poco dinero que juntaban  a Roma para que San Escrivá construyera Villa Tevere, y le pusiera todas las mariconadas decorativas que se le pasaban por la cabeza...



Es lo que pasa cuando uno es santo. Uno sabe lo que a Dios le gusta y en qué vale la pena gastar la plata. A Escrivá le gustaban la arquitectura y la decoración. En algún lugar leí que le hubiera gustado estudiar arquitectura, pero se hizo sacerdote porque la familia no le hubiera podido pagar una carrera de arquitecto. Pero cuando el Opus empezó a tener fuerza y pudo recolectar millones que le enviaban de todas las regiones, se sacó el gusto de hacer todos los caprichos arquitectónicos y decorativos que se le ocurrieron, no para disfrutar sus gustos personales, claro, sino para la mayor gloria de Dios. Me acuerdo de leer en las publicaciones internas artículos dedicados a detalles decorativos, ornamentos de oratorios, sagrarios, cálices, etc. que se habían hecho con los mejores materiales (oro, piedras preciosas, mármol, etc.) por artistas bajo las indicaciones del santo. Así el santo cumplía fielmente la voluntad de Dios y sus hijos aprendíamos la importancia de hacer esas cosas y cuanto agradaban a Dios.

En una tertulia en Argentina, donde alguien pregunta sobre gastar mucho dinero en cálices de oro, Escrivá da como ejemplo que los enamorados se regalan cosas de oro y piedras preciosas para demostrarse su amor, no ladrillos o bloques de cemento. Los enamorados que Escrivá conocía de cerca se ve que eran todos de buenos ingresos, porque la mayoría de la gente no tiene como para andar regalandose joyas, y se demuestran el amor de otras formas. Si nos vamos a guiar por lo que dice Jesucristo en los Evangelios, parecería que lo que agrada a Dios son las lágrimas de la Magdalena enjugandole los pies, o las moneditas que la anciana pobre pone en el tesoro del templo. No parece que nadie se haya ganado una alabanza de Jesucristo por regalarle cosas de oro. Y en cuanto al magnífico templo que los judíos construyeron para adorar a Dios, su comentario fue que no iba a quedar piedra sobre piedra, y en lugar de ir a rezar al templo iba a un huerto.

Pero claro, Escrivá era santo y podía decretar lo que era agradable a Dios. Es como que a uno le guste el helado de chocolate pero no el de fresa, y entonces decrete que comer helado de chocolate agrada a Dios, mientras comer el de fresa es una frivolidad.

Algo parecido pasa con el arte. A Escrivá le gustaba el arte religioso. En la Biblia, Dios prohibe expresamente el uso de imágenes en el culto. Moisés cuando baja del monte Sinaí, y se encuentra que los judíos habían hecho un becerro de oro (a Escrivá le encantaría...) se los hace fundir y beberse el oro. Ni Jesucristo ni los primeros cristianos usaron ningún tipo de imágenes (los primeros cristianos eran judíos, y los judíos no usaban imágenes, de acuerdo a los mandamientos que recibió Moisés.) Pero a Escrivá le encantaban las imágenes de la virgen, las hacía poner por todas partes. Y las imágenes de sus padres posando como unos personajes de alta alcurnia. Por eso cuando uno entra a un centro del Opus, siempre se los encuentra. Y las imágenes de la virgen suelen tener flores, como enseñó Escrivá que sus hijos debían hacer. Pero de arte en general, y por ej. de cine en particular (el 7mo arte) Escrivá no sabía nada ni le interesaba. Por eso en el Opus no hay grandes artistas y por eso sus miembros entienden y conocen poco de arte. Salvo que venga un tal Joffe y haga una peli del fundador, en cuyo caso todos los miembros tienen que estar informados del tema.

Alguno podría quebrar una lanza por el santo, y recordarnos las tremendas mortificaciones que practicaba. Si estaba para darse los gustos personales, por qué someterse a tanta mortificación? Recordemos por ej. cómo se daba con las disciplinas, que su hermano y su madre escuchaban los tremendos golpes y veian las manchas de sangre que dejaba. Pero eso es como las terribles dietas que hacen las top models. Una mujer para mantener la figura esbelta que tienen esas modelos, tiene que hacer una dieta muy estricta, y cuidarse de comer chocolate o cualquier cosa que le produzca alguna reacción en la piel (lo cual se vería mal en las fotos), etc. Es el precio que tiene que pagar para poder salir todas las semanas en las revistas y en la televisión. Escrivá también tenía que pagar su precio para que miles de personas lo veneraran como un santo y se arrodillaran a besarle la mano. Por eso cuidó que a su madre,  hermanos e hijos no se les pasara por alto las penitencias y mortificaciones que hacía, y las dejaran documentadas para la posteridad, así todos podemos admirar sus virtudes, y aprender de su ejemplo.

atomito




Publicado el Monday, 15 June 2009



 
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