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 Tus escritos: Mi testimonio y gradecimiento a Castalio.- Satriani

010. Testimonios
Satriani :

Quisiera agradecer a Castalio por las colaboraciones que ha realizado a esta página web y especialmente por la de “Cómo fabricabamos numerarios en México”, del pasado 10 de julio.

Su lectura no solo fue agradable e instructiva sino que provocó el mismo efecto en mí que si hubiera entrado “tras bambalinas” en el gran teatro del Opus Dei. He empatizado tremendamente con su aproximación al estudio de “fenómeno”. Por supuesto, también ha tenido que ver que conozco de primera mano personas, costumbres, lugares y procedimientos de los que comenta así como el hecho de que yo formé parte de consejos locales de san rafael durante varios años. Las descripciones de Castalio no pueden ser más exactas.

Asimismo, suscribo especialmente aquello que menciona hacia el final de su escrito: "(…) creo que no puedo negar que en cierta forma los numerarios y numerarias hacen bien a muchas personas y que se cuenta entre ellos, como he dicho, a hombres y mujeres muy admirables. Muchos de mis amigos y parientes se han acercado a Dios gracias al Opus Dei y al trabajo de los numerarios, numerarias y sacerdotes de la Obra."...

Debido a que este escrito es uno de los más justos que he leído de acuerdo a mi percepción de lo que me tocó vivir, me he animado a compartir con ustedes un poco de mi experiencia.

Pertenecí al Opus Dei en México como numerario durante 14 años y desde hace 3 años que lo abandoné, con un gran cariño por muchas personas de la Obra pero al mismo tiempo confuso y deshecho sintiendo que algo no había funcionado y que en el futuro tampoco podía funcionar. Soy lector regular de esta página: me resulta entretenido y catárquico el conocer las experiencias que, de manera libre, espontánea y franca –sin tener que cuidarse de seguir una linea de pensamiento institucional- cada uno expresa de lo que sintió, vió y pensó durante su vivencia dentro del Opus Dei. Nunca, sin embargo, me había decidido a escribir pues me costaba trabajo entender la frustración, enojo y heridas de quienes, con profundo rencor, relataban sus días en la institución. No comparto del todo el tono común de la mayoría de los colaboradores de esta web, aunque lo respeto.

Yo tuve muchos buenos momentos y aprendizajes auténticamente positivos. Adquirí buenos hábitos, retos, excelentes amigos. Tuve oportunidad de convivir con personas de mucha categoría (varios de ellos actualmente ya no pertenecen al Opus Dei). Recibí educación humana y cristiana –qué decir de mis innumerables ratos de oración en esos oratorios tan bonitos, en donde explayaba mil ideas y sentimientos con quien yo creía Dios en la Eucaristía. También recuerdo con gusto las clases donde se estudiaba a los Padres de la Iglesia y se discutía sobre las tendencias modernas del pensamiento, siempre cautelosamente enseñada con los “antídotos”, es decir, acotamientos y aclaraciones en temas que no se explicaban de acuerdo con la enseñanza conservadora de la Iglesia y/o con las ideas del Opus Dei. Realicé innumerables planes “apostólicos” los cuales me proporcionaron una cercanía imborrable con la naturaleza: la montaña, el bosque, los ríos, las playas, el mar… Disfruté mucho las “tertulias” en las que se tocaban diferentes temas de arte, ciencia e historia así como la presentación de los diferentes talentos de los presentes en cuanto a música, drama, poesía, etc. –obviamente, la mayoría “amateur” sin embargo, momentos de amigos, buenos momentos para recordar.

Leo en varios escritos de esta página todos esos lados obscuros del Opus Dei: la intolerancia, la mentira, el manejo sucio de la confianza de las personas, la adjudicación de infalibilidad, su doblez, su narcisismo, su gnosticismo, sus obsesiones estructurales, su anacronismo y una lista interminable de historias personales de frustración, depresión, negligencia, confusión, despojo de ilusiones, libertad, familia, etc. De manera especial me llama la atención el fenómeno de los fármacos en el Opus Dei, de los cuales se hace mención en numerosos artículos de esta web. En una ocasión, cuando realizaba una de las “visitas anuales” al médico, obligatoria para los numerarios, el doctor me recetó una droga antidepresiva. Recuerdo que esa tarde hablé con mi familia y mi madre me conminó vigorosamente a no recurrir nunca a drogas para “curar” periodos de ansiedad, tristeza, preocupación, etc. Me instruyó a trabajar duro y a hacer deporte para proporcionar a mi cuerpo el natural cansancio y descanso que necesita. Nunca más me pasó por la cabeza recurrir a ningún fármaco; desde entonces siempre he recurrido a remedios naturales para calmar los ratos que todos tenemos de hastío y aburrimiento: amigos, deporte, lectura, música. (Aunque he de aclarar que le tengo mucho respeto a la enfermedad causada por motivos fisiológicos y entiendo que hay personas que deben ser tratadas de manera profesional). Una vez fuera del Opus Dei, también he aprendido a disfrutar de la salud mental que causa el tomar un “buen trago” con los amigos, del cine, del teatro y gozar de la salud mental y física que causa una vida sexual activa.

Hubo dos motivos que me hicieron abandonar el Opus Dei. Para mí, ser numerario fue como vivir en una buena familia con muchos hermanos, divertido, pero que, eventualmente, habría que abandonar para pasar a una edad adulta e independiente. Y es que, durante toda mi estancia en el Opus Dei, experimenté de manera permanente la sensación íntima de que mi vida era controlada por una fuerza exógena: siempre me sentí alienado. Mi vida no era “mía”. Fue como retrasar por varios años la emancipación del hogar: una infancia perpetuada, bajo la influencia de una autoridad, sin pensamiento ni decisiones propias, siempre dispuesto a hacer “lo que el Opus Dei te pida” pues “para eso te entregaste”.

El segundo motivo de mi dimisión de la Obra fue la constante pulsión sexual que me llevaba a buscar -fuerza auténticamente natural- una mujer, y fundar yo mismo una familia con todos los retos, alegrías y problemas que eso conlleva. Esto determinó la dirección que mi vida tomaría una vez que las ideas, procedimientos, costumbres del Opus Dei dieran de sí, exhaustas en su infertilidad. Actualmente vivo con mi esposa y mi hija y son, las dos, los más hermosos milagros que me han ocurrido en mi vida y lo que le proporciona sentido, fundamento y vitalidad a mi existencia. Esta vez, mía.

Dije que en la Obra recibí instrucción religiosa. La paradoja es que mi estancia en el Opus Dei, sus múltiples normativas y formalismos, me ha dejado con bastante resquemor en cuanto a las prácticas religiosas. Creo en Dios pero aborrezco lo que tenga espíritu de “sistema” y el manejo de un mensaje como producto comercial: de “mercadeo”. El “sistema” vive para las ideas y arrolla a su paso a las personas. El “mercadeo” hace de los “apóstoles” unos vendedores del mensaje y destruye radicalmente sus relaciones personales, familiares y finalmente lo destruye a él mismo pues lo aisla del básico círculo de confianza indispensable para cualquier persona pues todo aquel que se acerca a él, se convierte en un “cliente” potencial a quien venderle su mensaje, incluídos sus padres, hermanos y amigos que tenía previamente a enajenarse.

Desde entonces, sospecho de la conducta y mandatos de quien maneja las cosas “santas” pues el peligro de la manipulación de sus semejantes asecha en todo momento.

Admiro y comparto, empero, la sensibilidad de quien, con espíritu religioso, intuye a Dios en la pregunta por la existencia del mundo o de la transmisión de la vida.

Yo fui uno de los innumerables muchachos “de a pie” que el Opus Dei cooptó en su labor proselitista, tal cual la describe Castalio. No es una labor fácil reconstruir la visión del mundo una vez fuera del Opus Dei. El escrito de Castalio así como muchos de esta web ayudan a comprender algo de lo que uno no se puede desprender del todo pues involucró nuestras energías más profundas de comprensión de nuestra realidad en el mundo. Es la comprensión de nosotros mismos la que se tiene que re-formular y en esto, el compartir puntos de vista con otros que pasaron por lo mismo, es de invaluable ayuda. Por ello, GRACIAS.

Hasta luego,

Satriani


Publicado el Wednesday, 15 July 2009



 
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