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 Tus escritos: Gracias a Dios siempre. Para Mariapeza.- Melqui

020. Irse de la Obra
Melqui :

Muy estimada Mariapeza:

 

Me uno a tu acción de gracias a Dios por haber pertenecido a la obra. Yo también le doy gracias por ello en lo que me toca. Sólo que además le doy las gracias por haberme ido, como reza el encabezamiento de está página. Una cosa no quita la otra.

 

Yo sé que Dios ha estado a mi lado cuando me empujaron a entrar (compelle intrare, ¿recordáis?), mientras estuve dentro (aunque permaneció oculto tras el "dios Tiquismiquis" que me ponían delante, según acuñó Heavy) y cuando me fui (aunque yo reaccionara entonces mandándole lejos a Él junto con la Obra). Y hoy por hoy, gracias a Dios, sigo siendo hijo de la Iglesia...



Por supuesto que casi 40 años después, creo no tener ningún trauma de aquella fase de mi vida (y digo casi porque a veces mi mujer y mi director espiritual no opinan lo mismo). Y es que la vida se construye con cosas buenas y malas, con aciertos y errores, y, sobre todo, con mucho amor. Sólo que a veces hay gente que no encuentra (no sabe o no puede) la cantidad suficiente de amor para sanarse tras un trauma interior.

 

Dios escribe derecho sobre renglones torcidos. Lo que significa que Dios es infinitamente misericordioso y poderoso. Y que los renglones siguen estando torcidos. Que muchos que hemos pasado por el Opus Dei sigamos siendo hoy hijos de la Iglesia demuestra, efectivamente, la veracidad del dicho. Dios sigue escribiendo derecho y el Opus Dei sigue estando torcido.

 

Si en esta página muchas personas denuncian que en su vida se toparon con unos renglones torcidos dentro del Opus Dei, se están limitando a poner sobre la mesa esos hechos que muchos hemos vivido. Eso no es necesariamente rencor, ni implica necesariamente falta de confianza en Dios. Los hechos son como son. 

 

Por supuesto que al mirar hacia atrás puedes hacerlo recordando sólo el dolor, el sufrimiento y la desolación; o puedes hacerlo también amorosamente, entrelazando siempre tus recuerdos con esa "alegría de la  memoria" que se llama gratitud. Es una elección personal. Pero a veces no es una elección fácil, ni siquiera una elección posible sin ayuda externa cuando bien por temperamento, por carácter, por las circunstancias vividas o por cualquier otra causa, uno tiene el alma dañada e incluso enferma. La herida que mana sangre no lo hace por rencor; es que no puede hacer otra cosa mientras no se cierre. Y no siempre es fácil sanar el alma.

 

Por eso me parece que hay que respetar mucho a todas las personas que hay detrás de los testimonios de esta web (también el tuyo, Mariapeza). Y es que no parece buena cosa juzgar sentimientos o intenciones de las personas (tampoco el rencor).

 

De todas formas, desde ese respeto y cercanía quería apuntarte algunas cosas sobre tu escrito:

 

-         Lo primero, que pareces tener un temperamento determinado, con una gran confianza en ti misma, según deduzco de tus expresiones como creo tener más objetividad, soy una profesionista de éxito, siempre hay que mirar hacia delante (aunque luego te contradices al decir que hay que mirar atrás en forma positiva), orgullo, etc. Eso quiere decir que las cosas podrían afectarte a ti de manera diferente a cómo les afectan a otras personas que no tienen quizá esa confianza en sí mismas o que, incluso, se la han destruido dentro de la Obra.

 

-         Afirmas que fuiste numeraria más de 10 años, incluso con cargos de gobierno. Y te fuiste. No explicas hasta dónde llegaste en el proceso jurídico de incorporación ni por qué te fuiste. Pero ¿no crees que algo falla en una institución que “fabrica” vocaciones a una especie de vida consagrada, con celibato incluido, que le dice a las personas que vista una vez la vocación no hace falta verla más, que amenaza a los que ponen la mano en el arado y echan la vista atrás, que les da cargos de gobierno internos a esas personas, para a los 10 años darse cuenta de que no existía tal vocación?

 

-         Como he dicho antes, no explicas los motivos de tu salida. Pero permíteme que me maraville de que una persona dedique los mejores años de su juventud (supongo que de los 14,5 a los 25 o así) a una institución, con una entrega total (“entregando todo, todo, todo”) y que después salga de esa institución como si nada hubiese pasado, sin una lágrima. Es como si un hombre y una mujer fueran novios desde los 14,5 hasta los 25 años, con una entrega y fidelidad totales, y se dejaran después como si tal cosa, sin ningún sentimiento de dolor por la separación, un cierto sentimiento de fracaso, siquiera de vacío, un cierto interrogante sobre “quién puso más”, que diría Victor Manuel.  Por eso, o faltan ingredientes en tu historia o estás hecha de una pasta especial, tan dura que podría obstaculizarte gravemente para comprender determinadas reacciones humanas frente al desengaño.

 

-         Te pido perdón por adelantado. Pero ese “lo que sí me da pena es los que responden con rencor”  me suena demasiado a la forma en la que se suele juzgar en la Obra a los que no son como ellos. Se dice “me das pena”, pero no es verdad. Lo que se hace es juzgar negativamente. Porque en la vida real, cuando te da pena una persona esa pena te lleva a sufrir con él, a acogerle, intentar ayudarle … Pero esa afirmación, según cómo se diga, a veces equivale a decir: “fulanito es un pobre hombre, fulanita es una pobrecita mujer, qué lástima me dan con el daño que se hacen a sí mismos … pero bien merecido lo tienen y no pienso mover un dedo por ellos".

 

-         Por último, permíteme una pequeña maldad. Cuando dices que al paso de los años me siento muy realizada como lo veo en mis hermanas, ¿a qué hermanas te refieres? ¿a las de la Obra o a las de tu familia de sangre?

 

Un cordial saludo, sin acritud.

Melqui




Publicado el Monday, 31 August 2009



 
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