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 Tus escritos: La formación intelectual en el OD: acariciando lo áspero.- Flavia

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Flavia :

 

La formación intelectual en el Opus Dei: acariciando lo áspero.
Flavia, 4 de diciembre de 2009

Amigos/as:

Estoy un poco asombrada por el tono del intercambio generado a raíz del correo de Damián del 23/11, en lo relativo a la imprudencia y la "defección intelectual" en el opus dei.

Ciertamente el correo es muy confuso en su formulación y atribuye a algunos filósofos ideas que no les pertenecen, pero sin ingresar en polémicas filosóficas, pues no creo que ése sea el objeto de la web, me parece que su intervención apunta a señalar lo limitado y reductivo de la formación intelectual provista por la obra a sus miembros.

Quisiera resaltar algunos asuntos a este propósito, asumiendo que, aunque mi perspectiva es la de quien se dedica a la docencia y a la investigación filosófica en la Universidad –universidad pública y laica-, aspiro a realizar algunas afirmaciones de índole general, sin ninguna pretensión especulativa, pues éste no es el espacio para esas lides...



Lo primero que quisiera decir es que la formación filosófica y teológica del opus dei, es punto por punto, deficiente. No me parece que esto sea ninguna novedad. El od es una institución organizada sobre la negación de la actividad intelectual como ejercicio crítico y reflexivo, de manera que, como actitud general, lo que yo estudié en la formación interna era un guiso mal acomodado de tomismo de quinta categoría, de corte claramente apologético. Las personas encargadas de proveer tal formación, fueran las numerarias o los sacerdotes, estaban, desde un punto de vista intelectual, al mismo nivel que los contenidos de sus clases.

Recuerdo claramente, en mi caso, la expresa prohibición, de parte de las directoras de turno, de que formulara preguntas u observaciones en las clases internas para no generar confusiones en "mis hermanas". Tengo en mi memoria decenas de ocasiones en las que, libros en mano -y me refiero a documentos de la Iglesia, textos del célebre medievalista E. Gilson, los sermones de Agustín de Hipona, inclusive el mismo Denzinger-, iba en búsqueda de aclaraciones a las mencionadas directoras o eventuales profesoras, y en general las respuestas eran ramplonas y formularias.

La cuestión central a la hora de evaluar la formación opusina reside en que tiene el mismo caracter rígido y sectario que el resto de su práxis. Así, el Vademecum intelectual, aquella idea por la cual en la farmacopea del opus dei hay remedio para todo, se activa, por ej., por medio de las recensiones "hechas por gente prudente" de los libros de lectura censurada, que recorrían un espectro amplísimo, de filósofos postmedievales en general y teólogos contemporáneos -entre ellos J. Ratzinger [quitado en 2003 del Index del opus cuando llevaba más de 20 años como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe]*, hasta escritores como JL Borges, Camus, Balzac, Kafka, entre otros.

* Nota de Agustina

Así que a la falta de nivel especulativo y reflexivo en los estudios opusinos, a su tabicamiento por el cual lo medular de la formación es exclusivamente interno, sin solicitar ni admitir aportes de ningún ámbito exterior, se suma un bajísimo nivel de cultura general, que hace que en el opus dei se dé un escaso conocimiento literario, musical, plástico, etc., cercenando el caracter integral de la formación humanística.

Tengo memoria de lo ocurrido con una de las pueriles costumbres opusinas: la carta al Niño. En aquellos años yo había pedido dos regalos, un borrico -que allende su simpatía es la imagen misma de la irreflexión-, y el disco -de vinilo por entonces-, de las sonatas para cello de Bach -originalmente compuestas para viola de gamba-. Fue mi primer pedido de navidad, y ante la imposibilidad de dar con el disco mencionado, pues la encargada de la compra se confundía al solicitarlo, -según me contó unos días después-, me regalaron un disco de música clásica bastante común, que seguramente les fue sugerido por los empleados de la disquería: la Sinfonía Júpiter de Mozart. Mozart no me gusta, pero por lo menos la orquesta era dirigida por Von Karajan.

La anécdota que he comentado aconteció cuando yo tenía unos 15 años, y las encargadas de las compras me doblaban o triplicaban en edad. Así que "el tono humano" del od, supuestamente basado en un cierto nivel cultural -reduzco aquí, por motivos de extensión, la noción de cultura a la de "alta cultura"-, es fruto de unos criterios pequeñoburgueses, de un "buen gusto" elemental y generalmente recargado: años después, fuera ya de la Obra, al recordar el decorado y mobiliario de los centros del opus dei, lo asociaba a la imagen que Walter Benjamin utiliza para describir el gabinete del burgués decimonónico: un estuche, el habitáculo del "hombre estuche", autosatisfecho y vulgar.

La anécdota referida no quiere erigirse en principio universal, pero sí ilustrar un elemento que he percibido como constante durante mi vida en el opus dei, y que luego, en el contacto con miembros de la od por motivos profesionales, he seguido percibiendo. Incluso en aquellos que por su actividad profesional exceden la formación básica de la mayoría de los miembros de la obra, las temáticas y perspectivas a las que se dedican suelen ser bastante limitadas, incluso cuando se estudian autores "alternativos", siempre prima una lógica bienpensante, que incluye, por ej., a Arendt -pobre Hannah- por más "potable", pero por supuesto, no a Adorno, o a Foucault, pues resultan menos aptos, desde un punto de vista sistemático, para su manipulación.

En cualquier caso, los autores del estilo de Arendt son instrumentados en función del mismo repertorio de ideas cuyo bastidor no es otro que el del mencionado guiso de mal tomismo.

Quiero destacar, de modo especialísimo, que el pensamiento de Tomás de Aquino ha sido muy maltratado por el catolicismo postridentino por motivos ideológicos, y que, afortunadamente, este proceso se ha modificado sustantivamente desde las décadas iniciales del XX, con la creación de las primeras cátedras e institutos de Historia de la Filosofía Medieval en las universidades europeas principales, o de centros de estudio de Historia de la Teología. En virtud de tal situación, la figura y reflexión de Tomás está siendo progresivamente devuelta a su "medio social", según la feliz expresión de M-D Chenu OP, tanto en lo que concierne al nivel histórico cultural, como especulativo. Se ha comenzado a dejar que Tomás de Aquino sea Tomás de Aquino, y que nuestra comprensión de un pensador del s. XIII acepte el desafío y el límite de nuestras preguntas presentes, así como el empeño por una tarea interpretativa y especulativa que dé cuenta de sus propios problemas.

La obra, como otras instituciones ultraconservadoras del pasado, que en esta época de la Iglesia, por patrocionio del papa "reinante", renacen y son legión, mantiene una lectura salvaje y fuertemente ideológica de Tomás de Aquino y de la escolástica en general. Pero, en el opus dei, esta concepción se acopla a un engranaje específico.

Con el pensamiento medieval, como una referencia de importancia en el contexto del cristianismo, el od, en especial la universidad de Navarra, no se conduce mejor. Sería largo discutir este punto, pero se las han arreglado para monopolizar cierto mercado editorial de traducciones de obras medievales en español, traducciones que generalmente proceden de traductores externos a Navarra, que necesitan publicar sus trabajos y acceden a la escasa "generosidad" opusina. Lo más notable de estas publicaciones es el defectuoso cuerpo crítico que acompaña al texto traducido, lo cual no siempre es responsabilidad del traductor, más bien es decisión de los editores, por razones crematísticas.

Además de la expresión literaria de lo que vengo argumentado, he escuchado en numerosos congresos, las intervenciones pasmosamente brutales de más de un navarrensis, o de un émulo o émula de los Andes o la Austral, en Chile y Argentina. He sido testigo también del modo despótico con el que los señorones de Navarra tratan a sus becarios, especialmente a sus becarias.

Quisiera, para finalizar, comentar dos cosas. La primera es que habiendo estado desde los 14 y medio hasta los 20 años en la obra, la formación recibida fue, según he dicho, muy pobre, basada en la reiteración formularia de tópicos y esquemas doctrinales sin mayor desarrollo. Poco puede servir la formación opusina para el ejercicio del discernimiento personal, poco puede aportar a la vida espiritual de sus miembros una institución en la que los padres de la Iglesia, los místicos cristianos, los grandes teólogos de este siglo, y también los medievales, son ilustres desconocidos. Los guías de "reemplazo" para el ancho camino que ofrecen los santos, doctores y maestros mencionados, son los consabidos Jesús Urteaga, Salvador Canals y demás personajes del estilo. Sin hablar de Escrivá y su parloteo -y patoteo, como decimos por mi pago-, moralista y pseudoespiritual.

La segunda cuestión, tiene que ver con dos de las expresiones de los correos de contestación al de Damián, por un lado, Sanivo, en su envío del 25/11, comienza su escrito dando una lista de "filósofos" que sí podían leerse en el opus dei -habría que repasar bien la legibilidad de algunos de esos autores según el índex de Escrivá-, pero la enumeración da un poco de risa, si no fuera manifestación de mala conciencia.  La mayoría son historiadores de la filosofía, los hay buenos, como Mandonnet, o Van Steenberghen entre otros, o Lottin -no Lottini, me parece que hubo un poco de copy and paste-, y otros, la mayoría, muy menores. Ninguno es, en sentido estricto, filósofo. Podríamos a lo sumo, estirando la denominación admitir a Balmes, o a Marechal... en último aliento a Millán Puelles. Quedan para destacar, de la raquítica lista, a Donoso Cortés, conspicuo pensador de la derecha más recalcitrante, y Menéndez Pelayo, por su enciclopedismo, y a veces, su agudeza... pero, filósofo...Sanivo.... no es ninguno de ellos, al menos no son Descartes, Kant, Hegel, Marx, Heidegger, Sartre, Adorno, para nombrar al tun tun... a algunos de los que es imprescindible estudiar y discutir.

He leído más de un trabajo de "filósofos" de corte opusino, que quiere "bautizar" a Heidegger, o domesticar a algún desdichado/a fenomenólogo, o jugar el juego contrafáctico, que habla de un autor para señalar su inadecuación con la doctrina tenida por única verdadera. Pero lecturas leales, lúcidas, críticas... no señor, de eso nada.

Finalmente, si hay algo que la obra desconoce por completo, en el campo de estudios que me compete, es, en palabras del clásico de Gilson, "el espíritu de la filosofía medieval", el amor de los pensadores medievales por la variedad de la creación, el goce ante las posibilidades de la palabra, su pasión por la naturaleza física y su dinámica diversidad, la sutileza en la percepción y el análisis de la realidad humana, su radicalidad en el preguntar, en el cuestionar, en el comprometerse en el camino de la verdad. La conciencia, fuertemente medieval, de que la verdad es humildad ante lo real, y que lo real no es algo que podamos manipular, es una complejidad que ha de ser recibida, que nos convoca y desafía. La verdad de los medievales no cabe en ningún bolsillo, contrariando la célebre y nefasta frase de un profesor de filosofía medieval opusino, que supo dar clases en mi universidad. Les decía a sus alumnos: "la verdad, la tengo aquí, en el bolsillo".

En definitiva, la formación que se da en la obra es a la medida de la obra misma, cerrada, elemental, irreflexiva, con fines instrumentales, que en general son los de siempre: el propósito más clara o veladamente apologético, autojustificativo, proselitista, condenatorio, banal. Pero, y de allí la mentirosa fama del opus dei como lugar para obtener una "buena formación", dispuesto con mucho lustre, pensado para unos pocos, a la medida del cretinismo moral de estos tiempos, en los que don dinero manda.

Si, según recordaba el inolvidable filólogo Guillermo Thiele, exilado en la Argentina a causa de la guerra en Europa, "inter armas silent musae", citando la célebre expresión latina, también se llama a silencio la razón que busca la verdad, el espíritu que desea su alimento, cuando la lógica imperante para su ejercicio es de una dinámica devoradora, cosificante, en donde todo posible destello de verdad se reduce a medio o a instrumento, o se incorpora en la máquina de reproducir lógica institucional. 

Hace años que mi impresión general de la obra se reduce a una peculiaridad específica: el opus dei, los miembros del opus dei cuando limitan su persona a esa función, se me presentan como algo triste, con una mueca vacía, helada. Creo yo que esa tristeza es el estado contrario al gaudium de veritate del que hablaba Alberto Magno, ampliando la cita de Agustín de Hipona: alegría de la verdad que se complace en el don del mundo, de los demás seres humanos, de las capacidades por las que las personas podemos conocer, elegir, "cantar y danzar" ante todo lo que vive.

Mientras en el opus dei, las personas, la compleja realidad que nos rodea y nos forja, siga siendo medio para sus fines de autoapuntalamiento institucional, no hay formación que se salve de esa lógica. Pero, como vengo diciendo desde hace un tiempo, el problema, en plano de la dialéctica de medios- fines, es que la obra no quiere nada, me refiero a que la esencia de la obra es un nihilismo rampante, hijo dilecto de quienes quieren agotar la eternidad con los inadecuados medios que les prescribe la voracidad de su deseo: que Cristo reine, por el prestigio, por el dinero, por el poder. Es idolatría que se viste de piedad circunspecta, moralina, y corrección bienpensante, para terminar autodevorándose, para mostrar su banalidad de modos generalmente crueles o inhumanos.

Pero, más allá de Escrivá y similares, Dios sigue eligiendo a lo necio del mundo... y en las noches de estos tiempos aún brilla un Nacimiento, como signo, pobre e indestructible, de la Gracia inagotable.

Ex corde,
Flavia

pd. 1, para muestra un botón, les dejo este enlace a you tube donde Ibañez Langlois nos ilustra acerca de la prudencia opusina en materia libresca, y nos confiesa sus anteriores sufrimientos bibliográficos. http://www.youtube.com/watch?v=iVRYd9KUlx4

pd. 2, por favor Juan (02/11), podrías ahorrarnos (o ahorrarme, pues leo periódicamente la web, aunque no puedo escribir usualmente), estos apotegmas:

"Y por último fue nuestro Padre, San Josemaría, el que dijo que"nosotros somos tomistas como Santo Tomás era aristotélico"; para que aprendamos libertad de espíritu y libertad filosófica".

No sería inútil tener la decencia de llamar a Escrivá por su "mero" nombre, y dejar lo de "nuestro Padre San Josemaría", cuya sola enunciación es tan altisonante como falsa. Y de la enseñanza filosófica de Escrivá, líbreme Dios.




Publicado el Friday, 04 December 2009



 
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