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 Tus escritos: LA INJUSTICIA EN EL OPUS DEI.- Damián

125. Iglesia y Opus Dei
damian :

La Justicia es dar a cada uno lo que le pertenece. Su defecto es negar el auxilio al que lo necesita y su exceso es negarse a atender a un corazón contrito y humillado, esto se muestra en el reproche la censura y la excesiva corrección. El opus Dei muestra una notoria delgadez en el ejercicio de la Justicia. El corazón contrito y humillado de sus miembros de continuo es golpeado con correcciones fraternas, con severas sentencias condenatorias emitidas por los directores en la charla fraterna, con decisiones adoptadas sobre su conducta espiritual por los consejos locales y por las continuas amenazas de sufrir un infierno en vida al perder la vocación...



Desde los años posteriores a la segunda guerra mundial, el proceso de expansión de la obra ha sido descomunal, no sólo en España sino en toda Latinoamérica. Sucedió que se estableció un sistema de reclutamiento masivo de futuros integrantes que causó una rotación muy veloz en los cuadros dirigentes y todos los objetivos de la organización pivotaron sobre la gestión de un crecimiento desmedido e ingobernable. Así pues los objetivos espirituales quedaron postergados frente a los objetivos empresariales y floreció la injusticia. En el plano de la interacción entre las personas con una justicia conmutativa, en las relaciones del opus dei con los individuos la obra es claramente injusta al organizar una maquinaria de atrapamiento de niños inocentes de catorce años para constituirlos en socios sin tener condiciones físicas ni mentales para adoptar esa decisión.

El opus dei al provocar en los menores la vocación apela de modo torticero a los sentimientos genuinos de temor de Dios y conculca gravemente la dignidad y la libertad de estos adolescentes. También se refleja su modo de proceder conmutativamente injusto con los individuos al segregar y apartar de sus familias de sangre a los asociados a la organización porque la quiebra de la relación natural familiar no solo afecta al integrante de la obra sino que también este sufrimiento gratuito recae sobre los familiares consanguíneos. El opus dei ha retenido el justo salario de muchos de los que han trabajado internamente. Muchos directores laicos al carecer de la real gracia sacramental del perdón de los pecados equivocan sus mandatos y conducen a una tristeza inexorable a sus dirigidos pues sus amonestaciones y censuras están desprovistas del perdón de Cristo.

Es injusta la violencia organizacional interna en el opus dei. Muchos directores en las controversias conversacionales con sus dirigidos aprovechándose de una supuesta gracia de estado se han comportado y se conducen al presente, con altanería bravucona. Yo he recibido, burlas, ironías, zarandeos y empujones impropios de un director. Yo he visto con mis ojos en la supuesta vida de familia peleas que más bien parecían adecuadas a una banda de matones arrabaleros. Este comportamiento agresivo de los superiores, ha inyectado miedo en los inferiores y ha provocado además que muy poca gente se atreva a hacer correcciones fraternas a estos matachines. Es un derecho de todos los fieles de la iglesia que ninguna institución les aflija con un “rejalgar” provocado.

El opus dei ha masacrado a muchos de sus asociados que han decidido abandonar la institución sin haber cometido ningún delito, les ha sometido a torturas mentales despiadadas para luego dejarles en la indigencia económica y privarles de su fama, se les ha difamado con un miserable “rejalgar” que les convertía en unos judas traidores. Siendo de bien nacidos el ser agradecido, es un deber de justicia el que cualquier institución gratifique y compense los servicios cumplidos cuando uno de sus miembros decide abandonarla, porque durante algún tiempo ha entregado a la organización todo su ser, todo su amor y todo su dinero. Es injusto evitar que en la disolución de un contrato no se satisfaga la reparación que se le debe a la parte débil que ha intervenido en un convenio.

El opus dei no ha establecido ningún plan global institucional de ahorro que resuelva las jubilaciones de muchas personas que le han entregado sus años de trabajo activo, bien hayan perseverado en la organización o no. Resulta gravemente injusto condenar a la pena de defunción moral al que decide no continuar. No es justo calificarle como traidor por su no perseverancia al que decide irse, pues la misma organización dada la contundencia de los hechos, ha llegado a intelectualizar el fenómeno del abandono masivo de sus socios a lo largo de su historia inventando el concepto de “Vocación temporal”. No es justo que el que renuncie a continuar en la obra se vea condenado a una muerte civil, cuando se le despoja de todo el dinero que pueda manejar para incardinarse en una nueva subsistencia. No es justo que se publiquen malas noticias sobre el que ha abandonado la obra, pues se ciegan muchas de sus alternativas para una reconstrucción autoestimativa. No es justo que al que ha abandonado la obra se le considere de por vida como un ser culpable irredento y ello algunas veces se intente difundir por toda la cristiandad.

En el plano distributivo de la justicia, en las relaciones del opus dei con las corporaciones cívico-religiosas la obra en ciertas ocasiones ha maltratado de palabra y de obra a las organizaciones católicas tales como la curia vaticana, algunos obispos y ciertas órdenes religiosas. Además y dada su intromisión exagerada en asuntos temporales, la obra algunas veces ha luchado con manos sucias contra organizaciones educativas o sociedades editoriales que pudieran ensombrecer su expansión, tal fue el caso español del consejo superior de investigaciones científicas, de cómo una organización civil pública sufragada con el dinero de todos los españoles fue fagocitada por la obra para impedir que reflotaran instituciones intelectuales republicanas más prestigiosas. En el plano difusivo de la justicia social, en las relaciones del opus dei con la sociedad, esta organización se ha visto engañada en algunos países por gobiernos que sólo han velado por la prosperidad de unos pocos privilegiados y han puesto la razón de estado por encima de cualquier derecho humano, por lo que la obra se ha hecho cómplice involuntaria de los corruptos. Tal es el caso de la junta militar chilena, la junta militar argentina, o la presidencia de fujimori en Perú.

En el ámbito de la justicia social, las finanzas del opus dei son opacas y apenas aportan rendimiento social impositivo a los países donde esta organización se halla radicado. Es injusto que se procure por todos los medios ocultar a los estados y a la Iglesia la verdadera situación contable de los dineros y patrimonios de la obra, evitando así el redituar a la sociedad y a la cristiandad romana los pagos sociales y tributarios que toda organización debe hacer para contribuir a una solidaridad social y socorrer a los desasistidos. Si el opus dei quisiera redimirse debería destruir su maquinaria injusta de atrapamiento de adolescentes y jóvenes inocentes. El opus dei debería reparar moral y económicamente a los asociados presentes y a los que han abandonado porque han resultado lesionados debido a su injusta rapacidad económica, a su injusto murmurar maledicente y a su injusta violencia organizacional. El opus dei debería reparar a los condenados a la injusta muerte moral del “rejalgar”. El opus dei debería reparar sus complicidades involuntarias en materia de política. El opus dei debería reparar los dineros que injustamente ha retenido y no ha entregado a la Iglesia y a los estados seglares.

Damián




Publicado el Wednesday, 09 December 2009



 
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