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 Tus escritos: Más sobre la formación en el OD. Lo crudo y lo cocido.- Flavia

070. Costumbres y Praxis
flavia :

Amigos/as:

Las intervenciones que se han seguido produciendo sobre el tema de los estudios en la obra, me lleva a comentar algunas ideas.

Por un lado, creo que EBE tiene mucha razón al decir que el opus dei busca prestigio en determinados intelectuales -en este caso filósofos, pero también en otras áreas-, que han obtenido su formación y realizado su carrera académica en ámbitos diferentes de la obra. Digamos que el prestigio del OD es generalmente prestado, pues siempre se presenta como una heteronomía, como una dependencia de instancias externas.

Si pensamos en el proceso de fundación y consolidación misma de la obra, vemos que generalmente está asociado a buscar su estabilidad en factores externos. Siempre me llamó la atención la importancia que se otorga en la magra legenda opusina a la adquisición de los inmuebles para los centros de la obra, junto con su mobiliario y demás, o al logro de lugares sociales de importancia por parte de algunos de sus miembros. Digo más, la ridícula ostentación con la que Escrivá lucía sus galas de prelado doméstico, revela cómo desvirtuaba grotescamente una dignidad clerical ciertamente módica...



El prestigio social de opus dei surge del modo en que se vincula con algo que en sí  le es externo, el poder y el dinero, al que accede por múltiples relaciones, personales, corporativas, políticas, eclesiales. La carencia de identidad de la obra como tal, -la que hace que permanentemente aparezca la pregunta por su esencia: ¿qué es el OD?-, obedece, en buena medida, a que la obra se construye desde afuera -de modo alienatorio-, por lo que el adentro se resuelve en la vaciedad de sus formalismos y afirmaciones pseudodoctrinales. La sensación de vacío que envuelve la vida de los miembros del od que no se automatizan del todo, o que no se refugian en una doble vida, es prueba cabal del impacto que causa esta dinámica en las personas que permanecen en esta institución, o son afectadas por ella, aunque no haya pertenencia real.

La fuerza del OD no surge de un carisma, de una misión, de una espiritualidad definida, sino de su funcionalidad social y religiosa. Por eso es tan necesario  mantener al "frente interno" en unidad monolítica, pues no hay algo que aglutine a sus miembros en términos genuinos, excepto la caterva de costumbres, y doctrinas que constituyen su pseudo ascesis y su pseudo espiritualidad. El "algo" que funda la pertenencia comunitaria de las órdenes o congregaciones religiosas, es percibido como un don de Dios -tal lo mentado en el término carisma, kháris, gracia-, no como una propiedad -al modo opusino-, y vivido como una misión, por la que se abren circuitos de comunicación de lo recibido.

La estrategia opusina de poner a Cristo en la "cumbre" de todas las actividades humanas, se preocupa más por llegar a la "cumbre" que por discernir cómo Dios ya está presente en todo lo humano, y por ello su presencia busca ser manifestada como compasión, como justicia, como paz, como búsqueda recta de lo verdadero. 

Los intelectuales de los que la obra se rodea, en términos más descriptivos, vienen a fortalecer, por lo alto, los posiciones que "sus" intelectuales sostienen por lo bajo. Lo que en esas personas es genuino, en la obra resulta siendo una pantomima, cuando no una táctica manipulatoria, que generalmente afecta a aquellos cuyo valor es auténtico.

Me gustaría observar algunas cosas respecto del escrito de Haenobarbo, con cuyo contenido discrepo casi en su totalidad, pero que valoro en cuanto a la cuidadosa perspectiva que allí desarrolla.

Ciertamente en el opus dei la formación intelectual refiere, de un lado, a la que se ofrece a los simples miembros. Falsamente se les dice que la formación a recibir será la que se provee en los seminarios eclesiásticos, en cuanto a las materias de filosofía y teología. El modo, los tiempos, contenidos, y docentes a cargo de tal formación, no responden a esa presentación, como bien dice Haenobarbo. Por otra parte, el od se ha encargado de tener centros de formación de proyección académica más alta, me refiero sobre todo a las universidades opusinas, cuya lógica siendo específica, puede ser enmarcada en los elementos señalados respecto de los "objetivos" de la obra en lo que concierne a lo intelectual.

No quisiera detenerme en ello ahora, pero creo que sería interesante que quienes puedan exponerlo por conocimiento y experiencia propia, analicen y describan los modos en los que las instituciones universitarias de la obra diseñan, más allá del conocimiento exterior que algunos podemos tener –es mi caso-, los contenidos y estrategias de enseñanza, docencia, promoción que allí se practican. Entiendo que Ana Azanza se ha referido a ello en su último mensaje.

También es cierto que el plan general de formación provisto por la obra para sus miembros responde, en buena medida, a una ideología preconciliar, como muchísimos otros elementos de su vida interna. De hecho en determinados aspectos resulta muy afín a grupos integristas. Pero, la recomendación pontificia -ya modificada- de estudiar exclusivamente -o con marcadísima preferencia- a Tomás de Aquino se especifica en el od por la versión del tomismo que suele brindarse, hija de una interpretación reaccionaria, generalmente emanada de autores nacional católicos. Ella tiene, como se ha dicho, un objetivo apologético, en tanto comprende al cristianismo -al catolicismo, si se quiere- como una mera doctrina, como un conjunto de proposiciones lógicamente coherentes, que agotan toda verdad y delimitan el campo de lo falso y del "error", como su contrario y su enemigo, con una lógica castrense.

Si la formación de un miembro común de la obra obedece a los criterios descritos, para honrar mejor "la doctrina católica tal como la enseña la Iglesia", según afirma Haenobarbo, habría que decir que tal concepción es, medularmente, reductiva, pues "la doctrina de la Iglesia" ha sido enseñada por muchos maestros, de modos diversos, con diferentes acentos. Y si se estudia la historia y devenires de la Ratio Studiorum de la Compañía de Jesús, y de la Orden de Predicadores -conozco algo de la historia de ésta última-, podrá percibirse lo que acabo de decir.

A eso se suma que la obra, fundada -o lo que sea que haya sucedido al batir de las campanas del 2 de octubre-, en 1928, ha andado un largo camino, y podría, como la inmensa mayoría de las instituciones eclesiales, haber revisado su currícula de estudios, actualizándola, abriéndola a nuevas tendencias e ideas -lo que supone conocer a autores diversos e importantes-. Esta tarea no implica que sea necesario tomar tales ideas o autores en bloque, pero claramente impide que sean rechazados monolítica y acríticamente.

También hubiera sido y sería muy bueno -óptimo, en mi opinión- que se hubieran admitido realmente, como parte de la formación, a las corrientes filosóficas y teológicas surgidas de la tradición cristiana más auténtica, cuya riqueza y fecundidad es manifiesta: la patrística griega, la escuela cisterciense, la mística especulativa, para mencionar algunas de ellas. El od podría también, como se ha hecho en la mayoría de los institutos eclesiales, revisar su visión de Tomás de Aquino. E incluso, aunque se cite a Gilson, con cuyas tesis filosóficas, y algunas históricas, generalmente disiento, tampoco se ha aprovechado en profundidad la enseñanza de este autor. El tomismo opusino sigue siendo de quinto enjuague.

Por otra parte, la obra se empeña en seguir proveyendo una formación cuya curricula articula los contenidos de las ciencias humanas y sociales, medulares para quienes tienen que vivir como “cristianos en medio del mundo”, en la misma línea reaccionaria en lo doctrinal, pero con un pragmatismo hipócrita en sus práxis. Si atendemos al perfil de las escuelas de negocios y asuntos del estilo regenteados y privilegiados por el od, la formación suele tener un corte claramente liberal, lo cual no parece muy coherente con la “doctrina perenne de la Iglesia”, pero viene bien a la hora de obtener dinero y contactos, para que Cristo reine....

Es relevante observar que los grupos integristas tradicionales, en la medida en que no han modificado su discurso sobre estos temas, siguen sosteniendo el reinado social de Cristo, según un modelo antiliberal, que, en su versión más edulcorada, propugna una “democracia” corporativa opuesta al mundo de los banqueros y los empresarios modelo USA. Por este motivo –entre otros- han quedado al margen de los sectores de poder real, más bien en una posición residual -aunque algunas cosas estén cambiando –para mal-, respecto del lugar de estos grupúsculos en la Iglesia, a causa de ciertas “políticas litúrgicas” del actual pontífice, cuyo alcance va más lejos de lo que se puede suponer a primera vista.

Finalmente, yo me pregunto: ¿para qué se provee de formación equivalente –en las palabras-, a la formación eclesial a un miembro de una institución pretendidamente laical? El insostenible prurito de ser “aristócratas de la inteligencia” se apoya en la escuálida formación antes dicha, pero sobre todo entiendo que el perfil y pretensiones de la formación opusina, doctrinaria y apologética, tiene como objetivo marcar un límite, de exclusión, para el error, sin que importe mucho qué implica la verdad.

 

En la obra no sólo se falla por vía positiva, por lo que sí se enseña, también por la negativa: no hay formación en la oración, en el espíritu de la liturgia, en la acción pastoral –o apostolado-, en espiritualidad... porque el interés no está puesto ni en la vivencia de la experiencia cristiana para sus miembros, ni en la predicación de la Buena Nueva, según el modo específico de una comunidad unida por un carisma común.

 

Volvemos al nihilismo como esencia del Opus Dei, que como siempre se hurta a ser expresado con palabras ¿qué es el opus dei?, es la pregunta detrás de la mayoría de las preguntas. Interrogar sobre ¿qué quiere el opus dei? nos devuelve los contornos de su fundamento idolátrico, y también la constancia, domine Fredericus, que cuando el interior de los ídolos se somete al examen del martillo, revelan su condición: nada. Pero, no hay que ser ingenuos, esa “nada”, los revestimientos de esa “nada”, a saber, la lógica institucional del od, son la causa de los dolores, injusticia, malos tratos, de muchos y muchas.

 

La Obra… firme, compacta y segura…”, que no sufrirá el infausto destino de otras instituciones eclesiales, desviadas por errores innombrables, según Haenobarbo, es una máquina de mentira y de injusticia. La puerta del opus dei está cerrada, desde su fundación, para todo lo que pudiera poner en perspectiva su dinámica autorreferencial. La Iglesia misma es para ella un instrumento, pero claro, la Iglesia actual, la que nunca salió de Trento en términos reales, se ha avenido bastante bien a su reducción a instrumento. En la medida en que aún se entiende como un poder entre los poderes del mundo -el mayor de ellos, pues viene "de arriba"-, contradice la gran enseñanza del misterio de la Encarnación, que contemplamos en estos días.

 

Por ello, a la hora de la verdad, y en términos institucionales y jerárquicos, los isomorfismos entre el od y la configuración actual de la Iglesia Católica parecen ser muchos más que los que usualmente admitimos, o nos quisiéramos admitir.

 

Como enseñara el ilustre Claude Levi- Strauss en Lo crudo y lo cocido, es imposible categorizar allí donde no hay una praxis que se corresponda semánticamente con lo que acontece, que organice su sentido. La "verdad" que pretende la formación del od, es, en los hechos, adoctrinamiento, y lo contrario del adoctrinamiento, lo que queda fuera de él, es, axiomáticamente, el enemigo. La formación del od no concierne al prójimo, ni a la complejidad del mundo que se ofrece a la mirada de nuestras facultades. La verdad que se hace tiempo, historia, que se nos da en el otro como llamado irreductible, es donde el Dios Vivo hace sentir su ternura, su alianza permanente, amorosa, con todo lo creado. Pero esa verdad es una tarea de discernimiento, de compromiso, es un itinerario, no una posesión que nos instala en seguridades idolátricas y excluyentes.

 

En fin, les pido disculpas por la extensión de mi mensaje, y por las deficiencias en cuanto a la claridad de la exposición, son muchas las cuestiones involucradas en este tema.

 

Ex corde, Flavia.




Publicado el Wednesday, 09 December 2009



 
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