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 Tus escritos: Por qué sus víctimas pueden juzgar al Opus Dei.- Canencio

140. Sobre esta web
canencio :

POR QUÉ SUS VÍCTIMAS PUEDEN JUZGAR AL OPUS DEI

Canencio, 22 de febrero de 2010

 

La naturaleza de la mente humana creada por Dios, está originariamente facultada para crear conceptos sobre las cosas, establecer juicios sobre ellas y argumentar raciocinios sobre lo juzgado y, esa actividad, es el pensar natural cuyo actuar es inevitable. Y acompaña a un individuo a lo largo de toda su vida. No hay día en que no recuerde haber juzgado a cuatro muchachos muy jóvenes, cada semana, durante cuatro meses, escuchando sus confidencias fraternas. No hay noche en la que no me estremezca por aquello. Tuve la fortuna de no escuchar ninguna escabrosidad pues eran unos benditos y, para beneficio suyo y mío, fui eximido de esa terrible responsabilidad muy pronto pues yo creo que, aunque yo no lo supiera, se me notaba a las claras esta ansiedad...



El mundo natural social en el que vivimos se mueve a golpe de juicios. Los jóvenes juzgan a sus futuros cónyuges y se enamoran, las empresas juzgan a sus empleados para promocionarlos o despedirlos y los jueces juzgan con seriedad las desavenencias civiles o penales que realizan los ciudadanos entre sí. Es más, es tan natural la actividad de juzgarse los humanos entre sí dentro de la sociedad, que Cristo ha regalado el sacramento de la penitencia para que cada individuo pueda encontrar un modo particular de autojuzgarse, de reparar a los ofendidos y satisfacer sus remordimientos. Si bien es cierto que la actividad enjuiciadora es natural, también sucede que existen buenos y malos juicios, pero no sólo existen enjuiciamientos grotescos o impecablemente pulcros sino que, también, los hay verdaderos o falsos por lo que cualquiera que juzgue a un ser humano es responsable de ello tal como señala Cristo “No juzgues y no serás juzgado.” (Lc 6,36-38). Estas divinas palabras expresan, palmariamente, que si un individuo juzga a otro será responsable de su juicio y será divinamente reputado por ello, pero nada le impide realizar esta indispensable actividad social; sólamente se le dice que se debe juzgar según nobles condiciones, las cuales no dañen a la persona juzgada.

Una de las condiciones cristianas para establecer un juicio equilibrado es el prever las consecuencias del veredicto emitido; otra segunda condición es conocer la específica naturaleza del “Otro” a quien se juzga; una tercera condición necesaria para realizar un juicio adecuado consiste en defenderse de las pasiones que pueda provocar el individuo juzgado en la mente del juez y, una última propiedad para realizar un juicio imparcial cristiano, radica en tomarse el tiempo adecuado para tener toda la información posible sobre el sujeto juzgado, emplear el tiempo apropiado para entender toda la naturaleza individual de la persona que es juzgada y emplear mucha delicadeza al emitir el dictamen de lo juzgado.

Salvador Pannikar expresa sutilmente como supuestamente equivocó un juicio sobre el opus dei al expresarse de forma destemplada. “Recuerdo que hace unos años, cuando ya hacía tiempo que había salido del Opus Dei, cenando a tres con una alta autoridad académica y política del mundo europeo, al preguntarme si pertenecía a la Obra, le contesté dando un juicio demasiado tajante sobre el Opus. Me arrepiento de haber dado un juicio tan simplista.” Es muy bonita su autocrítica pero impedir juzgar sobre el opus dei a los que lo han abandonado al sentirse víctimas, requiere suspender la capacidad de conceptuar las vivencias personales de los que han estado ahí dentro demanda detener todo raciocinio posible sobre el origen de un sufrimiento no solicitado y supone el evitar la restauración de unas naturalezas cristianas destrozadas.

Solyienitsin cuando escribió “Un día en la vida de Iván Denisóv” demostró a la unión soviética y a toda la humanidad que él era una víctima más de una maquinaria destructora de naturalezas humanas creada por una ideología. Con posterioridad, en su excepcional magna obra “Archipiélago GULAG”, allí expuso como el GULAG, acróstico por el que se denominaba a organización que agrupaba a todos los presidios soviéticos era una factoría que desintegraba y despersonalizaba a los individuos incluso con la muerte. Y pudo hacerlo porque relató desnudamente su acontecer allí dentro como víctima. Solyienitsin previó las consecuencias de su veredicto emitido y aceptó la persecución que vivió en su país hasta que fue expulsado. Solyienitsin, en todos los años que padeció el injusto internamiento, se ocupó esforzadamente en conocer al “Otro”, a sus compañeros, a sus verdugos y a la ideología que impregnaba ese mundo siniestro. Solyienitsin se defendió de la posible compasión que pudieran provocarle sus verdugos aunque fueran unos pobres diablos que, por razones de pobreza o ignorancia, no podían evitar sus condiciones de crueldad. Solyienitsin se tomó el tiempo adecuado para tener toda la información posible sobre el GULAG y empleó la máxima delicadeza que otorgaba su excelente forma literaria rusa para emitir el dictamen de lo juzgado. Solyienitsin mostró al mundo la existencia del mal absoluto revestido de formas rotundamente idiotas. Hay gente incauta que se atreve a pensar que “No todo lo nazi era malo” y eso ofende de modo ontológico a lo seis millones de judíos que sufrieron la Shoáh, el holocausto.

Las personas cuando vemos sólo el mal ajeno, suele suceder porque solo nos percibimos a nosotros como víctimas y no nos es dado evidenciar cómo puede ser que este insufrible sufrimiento nos traicione. ¿Acaso supone esto que cualquier queja de una víctima es un acto inmoral contra sus verdugos? Hay gente aparentemente bonachona que se aventura a decir que “Si sólo nos empeñamos en mantener vivo el recuerdo del holocausto de los judíos, sólo conseguiremos facilitar su repetición.” Cuando una víctima sufre el mal ajeno, suele suceder que deteste a cualquier materia humana que se comporta cruelmente y abomine de cualquier forma personal que convierta a un individuo en un verdugo. ¿Acaso supone esto que cualquier queja proferida por una víctima la convierta en un verdugo? Hay gente dañada que es capaz de quemar sus pasaportes de españoles, europeos, cristianos, creyentes, por las barbaridades que se han cometido con ellos.

Cuando una víctima se ve atormentada por el opus dei suele suceder que juzgue según su experiencia a cierta materialidad católica humana que se comporta cruelmente y desprecie a las instituciones estatales que han permitido que ciertos individuos se conviertan en verdugos. ¿Acaso supone esto que cualquier queja proferida por una víctima desesperada la convierta en un ser puritano? Muchos de los que intervienen en esta Web son víctimas del opus dei que merecen ser tratadas con reverencia sagrada; es indecente e injusto tratarlas como sujetos inmorales que solo actúan por odio.

La gran mayoría de los que intervienen en esta Web son víctimas del opus dei que expresan sus quejas y, de modo muy tímido, sólo piden ser reparadas pues saben a ciencia cierta que la legítima venganza es única cosa de Dios. “Mía es la venganza y la retribución; sucederá que en un momento adecuado el pie de ellos resbalará, pues el día de su calamidad está cerca.” Deuteronomio 32:35. Casi todos los que intervienen en esta Web son víctimas del opus dei que emiten juicios basados en su experiencia lacerante; muy pocos juicios sobre el opus dei se expresan de forma grotesca. Si alguien detecta que alguna experiencia que aquí se haya emitido era falsa, ha podido demostrarlo y esto no ha sucedido, porque los que intervienen en la Web relatan sus evidencias absolutamente ciertas. Insinuar que alguna víctima ha podido calumniar es cruel y solo puede venir de gente habituada a comportarse como verdugos.

Hay personas que se asoman por esta web, se atreven a acusar destempladamente a las víctimas del opus dei de una específica malicia emanada del odio y se aventuran generosamente a perdonarlas, pero ya que juzgan así, están obligados, si son católicos, a demostrarlo y señalarlo tal como proclama Cristo. “Si he hablado mal, muéstrame en qué , y si bien, ¿por qué me abofeteas?” (Jn. 18,22.23). Estas personas puritanas deberían saber que el diccionario de la real academia española define la palabra odio como “Sentimiento de aversión y rechazo, muy intenso e incontrolable, hacia algo o alguien.” Por lo cual ya no les es dado acusar de inmoralidad o malicia deliberada a las victimas que expresan sentimientos de aversión y rechazo, muy intenso e incontrolable, hacia el opus dei ¿No será que estas personas estén victimizando aún más a las víctimas? ¿no será que estén añadiendo más sufrimiento a los que sufren? ¿no será que cualquier acusador de odio a los que se expresan en esta web sea en realidad un verdugo?

Canencio




Publicado el Monday, 22 February 2010



 
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