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 Correos: Pregunta sobre Economía religiosa, ingenuidad y fe (en la Iglesia).- Jacinto

900. Sin clasificar
Jacinto Choza :

Querido Dionisio:

No se si nos conocemos personalmente o no, pero quiero agradecerte muy calurosamente tu escrito “Las riquezas del opus”, del 25/01/2010, porque me aclara muchas cosas y me permite encajar bien un montón de piezas del rompecabezas que no tenía situadas.

Y ya que eres ingeniero y sabes sumar, como yo soy de letras y eso me cuesta un poco, te quería hacer una preguntas-sugerencias, por si tienes tiempo y ganas de responderlas.

Me falta información sobre las finanzas de las diferentes instituciones religiosas del mundo, a fin de poder comparar las de la Iglesia católica con las de otras confesiones religiosas, pero me gustaría tenerla.

Mientras tanto me gustaría preguntar si sabes algo de las finanzas del Vaticano. Quiero decir, de los gastos regulares, como embajadas, viajes, misiones especiales, costes de un concilio, financiación de Universidades, y del uso de los fondos reservados en relación con gobiernos y empresas de diversos países, etc. También si sabes algo de los ingresos por donaciones extraordinarias, herencias, etc., de la Obra y de la Iglesia. Por ejemplo, de la herencia que dejó Luis Valls Taberner y cosas por el estilo. Por ejemplo, de la posibilidad de que el Estado Vaticano emitiera deuda pública.

La revista “The Economist” publica periódicamente unos índices de corrupción de los diversos estados del mundo, a efectos de informar a los inversores y empresarios de las cantidades que hay que destinar a engrasar la administración de los países y de las empresas con los que se quiere trabajar. Desde hace mucho tiempo, el país con menor corrupción del mundo es Finlandia, con un 2 a 3 %, y le siguen muy de cerca los otros países escandinavos. Los países con más corrupción suelen ser Nigeria, Indonesia y a veces Rusia, con tasas cercanas al 30%. Eso significa que por cada x cantidad que se quiera invertir, hay que destinar el 3% o el 30% a lubricar los conductos administrativos. En ese índice nunca ha aparecido El Vaticano, hasta ahora, porque no es un destino frecuente de inversores y empresarios.

Sería magnífico, para ayudar a todos los que creen en la Iglesia, entre los que me incluyo, ubicar en la tierra la "Civitas Dei", la "ciudad de Dios", y depurar la fe en la Iglesia, en que es el Sacramento de Cristo y en que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella, de ingenuidades.

Son ingenuidades suponer que la administración eclesiástica es celestial y no tiene los rozamientos que la burocracia tiene en cualquier otro medio, y que los servidores del aparato no tienen ninguna de las debilidades humanas que tienen los servidores de los demás aparatos burocráticos del mundo.

Esa ingenuidad es paralela de la que lleva a creer que las personas consagradas y los clérigos no tienen problemas en relación con ninguno de los 10 preceptos del decálogo. Es, por otra parte, una ingenuidad que puede enmascarar la fe y suplantarla, y que lleva a veces a las personas que pierden la ingenuidad a sentir que han perdido la fe.

Tener fe en la Iglesia no es creer en la existencia de una especie de Inmaculada Concepción de sus estructuras burocráticas. No hay estructuras burocráticas concebidas sin pecado, sin rozamientos y sin burócratas. El aparato y los burócratas tienen las mismas características siempre.

Escrivá nos contaba a los que vivíamos en el Colegio Romano entre 1965 y 1967, al final del Concilio Vaticano II y en el post-concilio, que el santo más importante en el Concilio era San Marco, mientras que Santa Peseta y Santa Lireta (refiriéndose a las divisas de entonces, el marco alemán, la peseta española y la lira italiana) no tenían categoría ninguna.

En esa misma línea se encuentran las anécdotas y chistes que se referían de Juan XXIII en sus entrevistas con la prensa.

- Santidad, ¿cuánta gente trabaja en el Vaticano?

- Pues... aproximadamente la mitad

Si eso es cierto hay que decir que ya quisieran muchas administraciones de los estados europeos tener una productividad tal alta como la del Vaticano.

- Santidad, ¿es verdad que usted ha hecho milagros...?

- Bueno, es que en el Vaticano hay que hacer de todo.

También la elección del presidente supremo mediante sistema de compromisarios tiene las mismas características dondequiera que se aplique. Eso le permitió a Weber estudiar comparativamente la elección de presidente de los Estados Unidos y de Romano Pontífice de la Iglesia Católica, para señalar la mayor o menor probabilidad de que salga un candidato favorito o no. También los estudios de Max Weber podrían llevar a personas en quienes la ingenuidad está suplantando a la fe o está muy mezclada con ella, a dejar de creer que el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia y la gobierna.

Se puede creer que el Espíritu Santo tiene su papel en la Iglesia, y que para cumplirlo le da igual que la elección de los obispos, o del papa, sea por compromisarios, por presentación de ternas, por aclamación popular o por sorteo entre todo el episcopado. ¿Por qué no iba a tener el Espíritu Santo una flexibilidad comparable a la de Giulio Andreotti y ser capaz de gobernar con cualquier composición de las Cámaras? El poder desgasta, le decían aludiendo a la cantidad de tiempo que se mantenía arriba. Sí, respondía, sobre todo al que no lo tiene. Ese no era su caso y se puede creer que tampoco el caso del Espíritu Santo.

Bueno, te agradeceré mucho, a ti y cualquier otro lector de Opuslibros algunas respuestas en esta línea.

Muchas gracias de nuevo por tu escrito y un cordial abrazo

Jacinto Choza




Publicado el Monday, 01 March 2010



 
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