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 Tus escritos: Las Crónicas de Mascletá (I).- Matilde

010. Testimonios
Matilde :

Las Crónicas de Mascletá (I)

Matilde, 15 de marzo de 2010

 

Estaba recordando las fiestas de fallas que se viven estos días en Valencia. La gente aglomerada en la plaza del Ayuntamiento para oír, oler y sentir la Mascletá.

 

La primera vez que fui a una no daba crédito. Tanta gente que había salido un rato antes de sus trabajos, estudiantes faltando a la última hora de clase, para ver humo y ruido. Para pasarse cinco minutos con un nudo en la garganta por si alguno de aquellos petardos se descontrola, sale del recinto y explota a tu lado. ¿Tu mejor amiga te ha llevado a donde más cerca se puede llegar de los petardos, prometiéndote que allí es el mejor sitio, y tú solo crees que si sales de allí viva te quedarás sorda el resto de tu vida si o si? En aquellos cinco minutos también te da tiempo de pensar si corriendo hacia atrás, haciéndote milagrosamente paso entre tanta gente, te alejarás de la plaza, pero también sientes el temor de si con aquel nivel de ruido, se romperán los cristales de las casas y te caerán encima...



Resumiendo, se ven tres posibilidades cuando vas por primera vez a una Mascletá: o salir vivo y sordo, o salir vivo y con cortes de cristales, o que alguien te saque siendo fiambre. Lo cierto es que cuando acaba, te palpas, pides a alguien que te hable, sigues oyendo, no tienes sangre en ningún lugar del cuerpo y no tienes recuerdo de haber estado en el túnel de luz (que dicen los que han estado a punto de morir) no sé por qué, pero tras este auto-chequeo médico dices en voz alta y clara: ¡¡Vuelvo mañana!!

 

Y van pasando los días, y no quieres que llegue nunca el 19 de marzo, que será la última Mascletá de ese año. De hecho ese día de ese primer año que viví las Mascletás, me tuve que contener las lágrimas, porque sabía que al día siguiente 20 de marzo, ya no habría más hasta el año siguiente. Increíble pero cierto.

 

¿Seremos los amantes de las Mascletás unos interesantes casos clínicos para estudio, por un equipo multidisciplinar?

 

Y con todos estos pensamientos en mi cabeza, me quedo mirando la orla que tengo de la carrera, con todas las fotos de la promoción, con algunos profesores en lo alto de la orla, y mis ojos van pasando por caras y mi cabeza trayendo miles de recuerdos de los años que pasé en el Politécnico.

 

I Crónicas de Mascletás: El Dragón, Perú y el UNIV.

El UNIV

 

En una ocasión iba caminado por la Escuela, y me paró un profesor y me dijo si podía pasar a su despacho a hablar con él. Era profesor de matemáticas y aunque nunca nos habían presentado, él se dirigió a mí por mi nombre e hizo mención a que yo era numeraria. No sé quien le dio mi nombre pero supongo que el ser la única mujer en la Escuela que lleva faldas todos los días, tapando las rodillas le pudo haber dado el segundo dato... No lo sé. No le pregunté cómo había obtenido esos dos datos míos porque realmente no me interesaba ni me importaba.

 

Pues me senté en el despacho de este profesor y la conversación fue algo así.

  • Se te ve que no tratas mucho con los chicos de la Escuela, como con falta de naturalidad, como que te falta, ¿cómo lo diría? ¿desinhibirte un poco?
  • ¿Perdón?
  • Bueno, tampoco es para tanto, quizá me he expresado mal. Se nota que has cambiado en los años que llevas aquí. Cuando entraste era más acentuado. Tienes que tomarte las cosas de otra manera.
  • Muchas gracias por sus comentarios. Los tendré en cuenta.
  • Esto no es una corrección fraterna ni nada, eh?
  • Por supuesto.
  • ¿Te puedo hacer algunas preguntas?
  • Si se las puedo contestar, no tengo inconveniente.
  • ¿Tú no crees que la Obra se debería abrir un poco? Vamos, ¿que hay cosas que deberían cambiar? Como el trato con las personas del otro sexo, la separación tan excesiva que hay entre las secciones, que si los 5000 km de distancia… jajaja. Es un poco exagerado ¿no crees?
  • Pues la verdad que somos dos secciones diferentes, con muchas exigencias diferentes. Lo que a mí me parece mal de mi sección lo comento a las directoras de mi sección. Creo que comentándolo usted conmigo, pues no está en mi mano arreglar nada de lo que me dice. Coméntelo usted en la suya, a sus directores, lo que le parezca mal.
  • No, no, no quería decía eso. Solo era para saber si en la sección femenina se funcionaba igual que en la masculina, y no conocía a nadie a quien preguntárselo. Espero que no te haya molestado. He visto que estás metida en el viaje a Roma para el Congreso UNIV, pues he aprovechado para preguntártelo, pero no le des importancia, no tiene importancia. ¿Conoces a M., D. e I.? Fueron alumnas mías y he intentado algunos años que vayan al Congreso UNIV. A ver si tú lo consigues.
  • Si quieren ir que vayan y si no, pues no. Plazas hay.

Ese año, dos de estas tres chicas que él nombró se apuntaron para ir al Congreso UNIV. Estuvieron ayudándonos a vender dulces. Unas semanas antes de salir hacia Roma decidieron no ir y pidieron que se les diera la parte correspondiente del dinero ganado, argumentando que quizá lo utilizarían para ir otro año. Yo me negué a dárselo, principalmente porque los dulces que vendíamos, iba yo a recogerlos en furgoneta a cuatro horas de viaje cada semana. El panadero nos regalaba esos dulces para que pudiésemos reunir cuanto antes el dinero necesario, sacar algo de tiempo para estudiar e ir al Congreso.

 

Estas tres chicas, de todo el proceso de recaudación de dinero, ayudaban solamente estando alguna hora a la semana en el puesto que montábamos en San Juan del Hospital. Por tanto consideré que no les correspondía, ni de lejos, llevarse el dinero que pedían, a no ser que sobrase algo después de estar pagados todos los gastos de las que habían trabajado e iban al Congreso, con previa comunicación al panadero.

 

Como no se dio el caso, así acabó la historia.

 

Perú.

 

Y siguiendo con el hilo de los recuerdos que viendo la orla, me llegaban del Politécnico, sigo contando. En una ocasión acompañé a una residente del Colegio Mayor donde vivía, para solicitar ayuda para un proyecto de cooperación, al Rector de la universidad. Ella le llevó toda la documentación del proyecto que se pretendía realizar en Perú, le explicó los objetivos y demás datos importantes. El Rector mostró mucho interés no solo con el proyecto, sino con nuestra marcha en las diferentes Escuelas: yo era de Industriales y ella de Arquitectura. Sobre todo nos regaló un trato de tal calidad humana, que pocas veces he vuelto a ver igual. Nos despidió diciendo que se quedaba con la documentación, que lo estudiaría y que en caso afirmativo, nos contestaría con una carta. Le dejé mis datos.

 

La carta del Rector en que nos comunicaba su conformidad, llegó después de que se hubiera realizado el viaje a Perú. Las chicas que fueron habían conseguido el dinero necesario por otros medios.

 

Cuando me llegó la notificación al Colegio Mayor donde vivía, lo comenté con la directora del centro al que yo pertenecía, y que había organizado entre otras el viaje a Perú. La directora me dijo que se podían llevar al Politécnico las facturas, recoger el dinero, y que luego ella lo iba a destinar a los gastos de las numerarias del Consejo Local que fueran al siguiente Congreso UNIV. Mostré mi desacuerdo y comenté que lo lógico era informar a las personas que habían hecho esa labor humanitaria, para que o bien se devolviese algún tipo de préstamo que hubiesen pedido para la realización del viaje o bien para enviarlo al lugar donde ellas habían hecho lo mencionado en el proyecto que se entregó al Rector.

 

La directora me volvió a recordar una vez más que yo era poco espabilada. Y que las chicas del viaje a Perú no se tenían por qué enterar, y que la secretaria del Consejo Local había ido a Perú y quizá iría al próximo UNIV, por lo que era razón suficiente para que se quedase mi conciencia tranquila.

 

Decidí no ir a llevar ni recoger nada del Rectorado.

 

Nota: para los que pueda extrañar el hecho de que yo recibiera una carta sin antes haberla leído el Consejo Local y poner sus “típicos” comentarios en el sobre, les aclaro que yo era una numeraria viviendo en un Colegio Mayor que no pertenecía al Opus Dei. Los puestos de dirección administrativa del Colegio y el sacerdote que iba al Colegio, sí eran miembros del Opus Dei. Las labores de limpieza y cocina no estaban supervisadas por el Opus Dei. Es decir, desde mi punto de vista, era uno de los pocos Colegios Mayores que llevando la dirección espiritual a cargo del Opus Dei, cumplía las condiciones que una Universidad exige.

 

El Dragón

 

A veces pienso que para explicar las experiencias y circunstancias que se viven o vivieron en el Opus Dei, y sobre todo como explicarlo a personas que no lo han vivido, las palabras se quedan cortas. Los libros también se quedan cortos. A mi modo de ver los foros como este de opuslibros.org o las películas, se acercan algo más a poder explicar los diferentes matices que tiene esta realidad que es el Opus Dei.

 

Me viene a la cabeza dos películas, que a mi modo de ver, vienen al hilo:

 

La primera: “El Dragón Rojo”.

 

Me parecen magníficos Edward Norton, Anthony Hopkins y Ralph Fiennes. Pero los diálogos, y el personaje de Edward Norton es simplemente espectacular.

 

La segunda: “Happy-un cuento sobre la felicidad”. ¡¡¡Me pido ser Poppy….aa aaa, se siente. Lo pedí primero!!!

 

Un cariñoso saludo a todos los preciosos ojos que leen Opuslibros.

 

Matilde

 

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Publicado el Monday, 15 March 2010



 
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