Muy interesante la observación que hace Heraldo sobre “los grados de pertenencia” dentro del Opus Dei. Pienso que es así, como él dice. Sin embargo, hay cosas llamativas.

Es decir, una cosa es la “pertenencia” y otra la “capacidad” (por darle un nombre).

Hace poco salieron los nombramientos del nuevo consejo general y allí figuraba un… alguien que en su paso por el gobierno regional hizo verdaderos desastres, un mono con navaja (con perdón de los monos). Claro, desastres según quien lo considere. Para sus directores superiores, “hizo lo que tenía que hacer, y lo hizo muy bien”, por eso se lo llevaron a Roma. Me acuerdo que otro numerario me comentaba: este tipo si tuviera que salir a buscar trabajo, no lo contrata ninguna empresa por lo inútil que es. La imagen que tenía entre los numerarios era muy negativa. Sin embargo, quien sí tenía una imagen positiva y mayor capacidad, no ascendió tanto (y aun espera su ascenso inútilmente, porque al nuevo consiliario de Argentina ya lo nombraron y, nuevamente, no le tocó en suerte el tan ansiado cargo). Pues eso de que internamente “no hay aspiración de cargos”, es falso. Se aspira, de manera silenciosa. Y esas aspiraciones, cuando son mínimamente notorias, también se frustran silenciosamente (je, los directores superiores las frustras).

Es paradójico. Se puede dar un alto grado de pertenencia junto a un alto grado de incapacidad. Por lo cual, si quienes tienen un alto grado de pertenencia no son precisamente unas luminarias, ¿dónde está "la Inteligencia" dentro de la Organización? Es la pregunta que me hacía con otro amigo.

Y la respuesta parecería ser que la estructura visible del Opus Dei no es precisamente la misma estructura que toma las decisiones importantes. Es que no se entiende, si no.

Saludos,
E.B.E.