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 Correos: Bailar bonito para no perder el empleo.- Nicanor

010. Testimonios
Nicanor :

Adenda a la Plegaria de Aquilina

Rezaba así un hombre de familia que, aparentemente por desgracia, le había tocado como Jefe un fiel de la Prelatura con todo el santo empeño de ejercer la “santa coacción” y la “santa intransigencia” para meterse en sus asuntos privados.

Como Jefe – padre de ocho hijos -, empezó con invitarle a ir por el Centro. El sujeto en cuestión rechazaba sus ofrecimientos con cortesía. El otro insistió con invitarle a rezar una parte del rosario, que se abriese en confidencia y amistad con él, que se integre a un círculo, que se confiese con un cura del Opus… total que el pobre subordinado ha acabado demandándole por acoso religioso. Sabía del acoso sexual, pero ¿religioso? Podrá ser patentado por el Opus, ciertamente.

Otra: érase un numerario que un buen día tomó la decisión de no serlo más. Tras las trifulcas respectivas para hacer estallar la “puerta de salida”, salió. Bien. Este señor trabajó durante décadas en una obra corporativa del Opus, en planilla, excelente profesional y prestigio ganado a tesón de hacer bien las cosas. Tras su salida las cosas comenzaron a cambiar. Aparecieron en su escritorio “memos” por falta de eficacia, eficiencia, productividad y todas las “idad”.

Su jefe inmediato superior le comentó que estaba sometido a una fuerte presión por parte de los numerarios regentes para solicitarle que renunciase. Puesto que en el Opus se nos ha enseñado desde chiquitos que unir el desempeño profesional y la correcta conducta no tienen nada que ver con la pertenencia o no en la Obra para mantener un puesto de trabajo, tal señor habló directamente con la cabeza máxima, el cual le dijo: “La Junta Directiva – o sea yo y unos cuatro pelagatos”, concordamos que ya no cumples “la misión y la visión” de la Institución, “por lo que te instamos” que vayas buscando otro empleo.

Asesorado por su abogado, se mantuvo en donde estaba. La Ley prohíbe excluir a nadie por motivos… ¿de no pertenencia a una Prelatura Personal? Aunque algunos numerarios le hacían la vida imposible, la mayoría de los supernumerarios eran buenos compañeros.

Como el asunto de su renuncia no iba no marchaba conforme la Directiva quería, le ofrecieron la forma de “despedido intempestivo” con los pagos respectivos según Ley. La suma no era poca. Le convocaron nuevamente para que “recordase que no hay que abusar de las Obras de Dios”. Como ya le importaba un copete, exigió el número de pagos de se estipulan (menos mal que el abogado le había bien instruido en sus derechos de ciudadano en medio del mundo)., a lo cual, tal obra corporativa tuvo que redactar documento de despido.

Para hacer más curioso el caso es que, mientras el señor en cuestión acordaba un monto de salarios de Ley y otros beneficios y el Director asentía, cuando se acercaba al Departamento de Contabilidad las cláusulas eran distintas. Moraleja, leer siempre antes de firmar. Así como cuatro veces hasta que cursó carta al Director aclarando situación tan irregular. Él, feliz, por seguir laborando y mandando a buen recaudo los memos sin fundamento. Recuérdese que todo numerario sale del Opus o porque está loco, porque ha cometido pecado gravísimo o cometido delito, nunca porque le dio la gana.

Tras merecidas vacaciones le llamaron nuevamente. “Vamos a concederte lo que pides y te pagaremos en de esta forma ¿Estás de acuerdo?”. Leyó el documento y estaba correcto. Firmó. “Bien, ahora tienes que decir a tus colegas que te marchas por decisión propia”. “¡Un momentito! Yo no quiero marcharme, ustedes me están despidiendo., por tanto a ustedes les corresponde informar a mis colegas las causas por las que me echan”. Y así fue. Entre los que le conocían poco les difundieron que era un mal profesional que no alcanzaba las expectativas de la empresa. Entre sus amigos supernumerarios la cosa fue distinta. “Han de saber que, cuando uno se marcha – y es muy doloroso decirlo (lágrimas de cocodrilo) – ya no puede trasmitir el mensaje de santidad en medio del mundo. Es por eso que hemos despedido a fulano”. Calambre cerebral que atenta contra toda concepción de la vocación universal a la santidad y causó estupor entre sus amigos colegas, ahora ya atenazados por el temor de perder empleo al no estar enrumbados en la “misión, visión, vocación, perseverancia, fidelidad y sumisión” ante “el Estado Mayor” de un Cristo que predestina quién es santo y quién no.

Para culminar, el profundo miedo que trasmiten los numerarios (as), agregados (as) al asumir un cargo directivo de alguna labor corporativa o personal es pan de todos los Continentes. No son ascendidos los de mejor desempeño académico, laboral, productivo, etc., sino los que “les dan bola” a tales directivos. Recuerdo el caso de un joven médico que tenía por jefa a una agregada. Mientras que él, sincerote, le discutía sobre ciertas decisiones otro colega – guapetón – le coqueteaba sin pudor alguno (y esto era comidilla de todas las enfermeras) ¿Quién creen que ascendió? ¡Bingo! El casanova que, al poco de obtener el cargo deseado, se olvidó de ella. Moraleja, a “bailar bonito” para conservar el empleo y aplicar el "santo serrucho" para los críticos aunque sean de primera línea.

Nicanor
eco_challengers@hotmail.com  




Publicado el Monday, 21 June 2010



 
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