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 Correos: ¡Felicidades Nana! Y unas reflexiones sobre aniversarios.- Armando

010. Testimonios
Armando :

Muchas felicidades Nana por este aniversario, comprendo y me sumo a tu alegría y felicidad al alcanzar un año más de vida real, de vida auténtica, de vida que sí es vida sin tanta complicación, sin… en fin, todo lo que tu, los que acá acuden y yo sabemos.

Y casualmente yo también deseo compartir con todos un aniversario, el cual visto así de pasada podrá parecer como reflejo del rencor o bien frívolo, ninguna de las dos cosas, es el aniversario de una de las peores humillaciones que recibí dentro. ¿Y todavía te acuerdas, lo tienes aún presente?, sí, no lo olvido porque me sirve tenerlo presente. No es rencor, ya he perdonado a los implicados, lo digo de corazón, no obstante, celebró ese día como fiesta y esto lo hacía aún estando dentro. Pero vamos a los hechos...



Hará tres lustros y un par de años que me ganaba la vida en una labor personal, a la cual dediqué muchos años y dicho sea de paso, le estoy muy agradecido porque aprendí mucho. Total que llevaba un buen tiempo dedicado a aquello y con la fidelidad hecha, por tanto esto dicho mal y pronto era una persona “madura”. Como resultado de mi trabajo, me hice amigo de un grupo de chicos a quienes intenté tratar para llegar a los medios de formación y fracasé rotundamente.

Estos me dijeron claramente que la amistad sí, pero que de eso a ir por los medios de formación que eso no, que no querían caer como otros que luego los llevan a los centros, pitan y después se acabó amistad y todo. Yo obviamente negué rotundamente que esto fuera así, es más, defendí lo indefendible y aún con todo, se forjó una bonita amistad. Una amistad tal cual: sana, desinteresada, noble e inocente. Esto último lo digo porque yo era bastante ingenuo en aquel entonces.

Obviamente tenía presiones en la charla para llevar a estos amigos al centro, pero no yo, sino que los acercara a otro numerario para que éste los llevara a su centro, donde podían pitar personas de su nivel económico. Así una y otra vez, yo pasaba momentos amargos y duros porque no sé, no me atrevía a hacerlo y ahí estaban, dale que te pego, mañana, tarde y noche.

Y en esas llegó un 24 de junio que no olvidaré. Era una mañana gris, había llovido la noche anterior, el ambiente estaba un tanto brumoso por la humedad y el calor, uno de esos días agitados, de un ir y venir con asuntos y cosas, tal era la situación cuando uno de los directores de la obra corporativa me manda a llamar.

Empezó con una serie de comentarios sobre mi trabajo y una vez logró un ambiente de distención, me dice que cuide el tema de la soberbia, el apegamiento del corazón y un montón de cosas más. Yo me quedó boquiabierto porque no era con quien hacía la charla, sí que era miembro del cl del cual dependía yo pero de eso a tratar este tema, en el trabajo y fuera de la charla me pareció absurdo.

Salí totalmente confundido, sin saber qué decir, aún con el trance y se acerca el otro director numerario del lugar y me viene a decir que debo evitar las amistades particulares y en concreto con, éste, éste y aquél; porque no está bien y son un peligro para mi vocación.

Y remató la faena el cura diciéndome que si podía hablar con él, para venir a preguntarme cómo estaba viviendo la pureza. Me es difícil explicar lo que sentí en aquel momento, fui acusado a mis espaldas, de repente resulta que no podía hablar con una serie de personas, cuando unos días antes me insistían que lo hiciera para acercarlos al centro.

Hace unos meses alguien acá dijo que si uno hablaba con los directores a tiempo, todo se arreglaba. Yo en aquel entonces creía que eso era cierto y cometí el error de acudir a la Comisión para hablar y decir que me parecía que no estaba bien el que se me acusara sin escucharme antes o por lo menos, que se dijera de qué se me acusaba.

El director que me atendió, me escuchó y concluyó diciendo que los directores tienen gracia de estado, que lo que tenía que hacer era obedecer, llevarlo a la oración y poner los medios, sobre todo, que no perdiera la visión sobrenatural.

Salí peor de cómo llegué, era de noche, llovía a cantaros, no tenía carro (coche) así que tuve que salir a pie hacia la estación de autobús. No sé si lloré porque el agua que caía sobre mi cara me hacia dudar si lo que rodaba en mi rostro eran lágrimas o la lluvia. Me sentí solo, una sensación de soledad tremenda que me abrumó. Y en ese momento me di cuenta de todo con una claridad total, comprendí que la amistad está sobre todas las cosas, que Dios cuando se hizo hombre y habitó entre nosotros tuvo amigos, a los cuales quiso, sin miedo, sin reservas, sin intereses.

Desde ese día todos los 24 de junio los dedico especialmente para celebrar a mis amigos. Y desde ese día viví la amistad tal cual es, sin otros planteamientos, sin importar lo que vendría como consecuencia de aquella actitud. Asimismo ese día me di cuenta que donde estaba no era lo que yo pensaba, era otra cosa, porque comprendí el divorcio existente entre el mensaje de Jesucristo y lo que se vive en el Opus Dei. ¿Por qué no me fui?, por miedo, sí, un miedo terrible a lo que podría pasar. Ese miedo lo vencí 12 años después.

Calado hasta los huesos llegué a casa, si no con una sonrisa en los labios, sí más sereno y convencido de lo que haría en adelante. Lo que vino después fue el típico interrogatorio en el centro: del cura al director, del director al cura, con paradas en el oratorio para ver ante el Sagrario en qué había fallado y que regresará para decirlo. Yo no veía nada, sencillamente me quedaba con la conclusión antes apuntada.

A veces me sorprenden escritos donde anuncian de los cambios que se han dado, Dios quiera que sea cierto por los que aún están dentro, no obstante, si es real que esto es así, me da una profunda alegría pensar que nadie más pasará por situaciones similares a las acá compartidas.

Un abrazo a cada una y a cada uno, muchos de los que acá me leen son mis amigos, mis amigas, a quienes aún en la distancia, tengo presentes todos los días.

Ángel Valdés Estrada

avaldese@gmail.com




Publicado el Wednesday, 23 June 2010



 
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