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 Tus escritos: Intercambio epistolar entre Gervasio y E.B.E. Sobre el autoengaño.- Gervasio

125. Iglesia y Opus Dei
Gervasio :

Intercambio epistolar entre Gervasio y E.B.E.

SOBRE EL AUTOENGAÑO

 

 

 

De Gervasio a E.B.E

17-9-10

Querido Ebe:

            He tardado en leer con calma tu última publicación en Opuslibros Repudio y negación de los religiosos de 6 de septiembre, y por eso me retraso en escribirte. No sé por qué, me parece que debo escribirte algo cada vez que publicas en Opuslibros. Será porque me parece que soy muy directamente destinatario de tus escritos.

            Como siempre me ha gustado mucho. El único inconveniente de leerte es que te mueves en un mundo —el de las actitudes subjetivas de las personas desde un punto de vista psicológico— con el que no estoy muy familiarizado, pero que me resulta apasionante...



            Yo añadiría que en Escrivá hay una crecida dosis de ingenuidad y que engañó auto-engañándose. Lo recuerdo, rodeado de alumnos del colegio romano, a los que hablaba un día y otro día —luego dejó de hacerlo—, mientras escuchaban embelesados. Y entre otras cosas decía:

            -Creo en muy pocas cosas. Creo en Dios. Creo en vosotros. Creo en mis hijos.

            El engaño es mutuo. El cree en sus hijos, porque sus hijos creen en él. Escrivá considera que no puede estar en un error o engañando, porque hay quienes creen firmemente en él y en lo que dice. Si sus hijos creen firmemente en él, es porque él no los engaña. Eso pasa mucho, me parece, también entre los intelectuales. Alguien lanza una teoría o una afirmación en la que apenas cree. Conforme va encontrando adeptos, la va aceptando él mimo con mayor intensidad y convencimiento, hasta hacerla más suya que antes.

            Con un abrazo

Gervasio

           

De. EBE. a Gervasio

24-9-10

 

Querido Gervasio,

muchas gracias por tu mail. En parte, creo que eso de contestar a los artículos es también por amabilidad de tu parte, que uno aprende tanto en casa de sus padres como también posiblemente en la prelatura por eso de la delicadeza en el trato con los demás.

Tus observaciones siempre son un aporte valioso, por lo cual, si bien no quiero que te crees ninguna obligación de escribir –que ya de obligaciones tuvimos a montones y aún sigo quitándome y al mismo tiempo fabricándome nuevas, gracias al paso por la prelatura-, pues no quiero que te crees ninguna obligación de contestar, pero sí te confirmo que lo que escribes siempre es interesante, por lo cual bienvenidos tus mails siempre.

He pensado un poco el tema del autoengaño que dices de Escrivá. Algo ya escribió también Aquilina en la web. El ejemplo que traes es da para reflexionar desde la perspectiva del autoengaño, sin duda.

Hace un tiempo, uno que estuvo en Roma también me decía que él pensaba que todo se justificaba dentro de la prelatura en que “Dios así lo quiere” y al creerse eso son capaces de justificar cualquier cosa que sea necesaria para “hacer el Opus Dei”.

El tema que no me termina de cerrar es la falta de reparar el daño hecho.

O sea, se puede vivir autoengañado –como bien dices con las teorías científicas- durante mucho tiempo. Yo mismo cada vez que escribo me pregunto si no estaré totalmente equivocado, como para equilibrar el entusiasmo con el que escribo algunas ideas.

Sin duda pienso que sería muy tranquilizador para todos que la causa última de todos los daños que produjo Escrivá fue el autoengaño, porque salvando su inocencia también salvamos nuestra integridad mental, evitando pasar por lo traumático: lo traumático de pensar que Escrivá, por ejemplo, era narcisista y el Opus Dei es resultado de ello.

Creo que otro elemento del autoengaño que no me cierra es que comienza a dar beneficios y por lo tanto la rectitud de intención. Al principio podría haber autoengaño pero luego tiene que haber una fuerte voluntad de “no querer ver” debido a que se vendría todo el invento abajo, todo lo construido hasta ese entonces.

Al principio el autoengaño puede ser un error.

Con el tiempo, el autoengaño se vuelve una necesidad, y ahí las cosas cambian. Un autoengaño indefinido es difícil que sea honesto.

En realidad pienso que el autoengaño es un medio, no una causa.

La causa es, por ejemplo, el narcisismo y el autoengaño es el medio para “no ver”. O sea, en un punto, en un lugar recóndito de la conciencia, se sabe que uno se está autoengañando, pero no lo quiere saber. Mientras no se toque ese punto, por ejemplo mediante una terapia psicológica profunda, es posible evocar inocencia.

En fin, los mecanismos de la mente humana son sorprendentes y no tienen nada que ver con la filosofía ni con la ciencia. Es como el mundo del revés.

Pienso que una de las fallas dentro de la jerarquía de la Iglesia es el poco conocimiento de psiquiatría y psicología. De ahí que en ese escrito “Defendiendo lo indefendible” trajera a colación a Neuhaus y su defensa a ultranza de Maciel, porque es un caso puntual de juicio moral con ausencia de conocimientos de psicología básico.

Respecto al engaño mutuo, creo que sería viable si no hubiera durado tanto. Es decir, sucede con los enamorados, que a los años se divorcian y reconocen que “en aquél momento cada uno se había engañado a sí mismo”. Pero que eso dure toda una vida, me parece muy difícil, porque en un punto –como a los enamorados- la vida comienza a manifestarse tal cual es y ahí viene el momento de la prueba, de poner a prueba el autoengaño.

Fíjate que ni siquiera el autoengaño “de los hijos” (en el Opus Dei) dura toda la vida: en algún momento llega “el divorcio” del OD y se van (muchos dejan de creer en Escrivá, otros no saben qué pensar y otros directamente no quieren cuestionarse nada y creen en Escrivá a pesar de perder todo e irse con una mano atrás y otra adelante). En este sentido, es interesante el autoengaño de los que se han ido “y sin embargo siguen creyendo”, pues por alguna razón no quieren dejar de creer (sería muy traumático).

En cambio, la otra parte –el Opus Dei-, sigue viviendo no ya del autoengaño genuino e inocente sino de la negación. Ahí las cosas cambian, ahí comienza “la conciencia de no querer tomar conciencia”. Es un autoengaño a la fuerza y para nada espontáneo. Comienzan a taparse todos los huecos por donde pueda entrar una pizca de luz sobre la conciencia.

Me inclino a pensar que –al menos hasta que haya otra teoría que parezca más contundente- que el Opus Dei es producto de alguna patología en Escrivá –ya sea narcisismo o la patología que fuera- sobre la cual se montó todo un espectáculo ilusorio, que nos los creímos los seguidores y se lo creyó el mismo Escrivá. Pero en un punto Escrivá sabía que eso era una ilusión, por eso tanta coacción y forzar la realidad para que todo encaje.

Desde ya, el otro tema es porqué la Santa Sede dejó que el asunto diera para largo sin ponerle frenos. Creo que en parte por falta de psicología y en parte tal vez porque tampoco quisieron mirar muy a fondo el asunto. Pienso en Maciel, por ejemplo: está claro que en 2006 cuando frenaron todo enjuiciamiento “por razones de edad” ya sabían el desastre que había detrás y que se iba a destapar. ¿Por qué no lo destaparon en 2006 y no en 2009? Parecen pocos años, pero para las víctimas seguramente fue una eternidad. En realidad, pienso que ya se sabía de antes en la Santa Sede, pero por lo visto la Santa Sede tiene sus tiempos y no hay modo de acelerarlos (ya sean conveniencias políticas, estratégicas o de la naturaleza que sean). En parte es un alivio que la Santa Sede haya encarado el tema en 2009 pero en cierta forma también es un tanto decepcionante.

Hace poco alguien me decía de “mirar para adelante”. Sin duda, sería muy saludable y hasta todo un alivio olvidarse del tema. Pero mientras todo siga igual y no pase nada, pienso que es como a los ex legionarios: muchos habrán cortado con el pasado de manera abrupta pero otros no podían olvidar lo sucedido mientras la verdad no saliera a luz (que tampoco va a salir completa, seguramente, lo cual incluye autocrítica de la Santa Sede, impensable desde mi perspectiva).

Te mando un abrazo Gervasio,
E.B.E.




Publicado el Monday, 27 September 2010



 
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