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 Tus escritos: Más bombos y platillos mediáticos e intelectuales...- Josef Knecht

125. Iglesia y Opus Dei
Josef_Knecht :

Más bombos y platillos mediáticos e intelectuales: el Opus Dei y el papa Benedicto XVI

Josef Knecht, 22 de octubre de 2010

 

 

El reciente comentario de Nicanor acerca de los bombos y platillos mediáticos (15.10.2010), con los que la Universidad peruana de Piura se felicita patrióticamente por la concesión del Premio Nobel de literatura al escritor Mario Vargas Llosa me ha recordado otra estrategia mediática que el Opus Dei despliega desde hace años en otro ámbito. Estoy pensando en el trato que el Opus dispensa al actual Papa Benedicto XVI.

 

Se ha repetido hasta la saciedad en opuslibros que, antes de que el profesor y arzobispo de Munich fuera nombrado por Juan Pablo II prefecto de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe (1981), sus escritos teológicos estaban incluidos en el Índice de libros prohibidos del Opus Dei; en aquellos años aquel índice era un fichero, de uso exclusivamente interno (actualmente tiene formato de libro y soporte informático, también de uso interno hasta que opuslibros lo puso en conocimiento del mundo entero). Poco después de aquel nombramiento de 1981, Álvaro del Portillo tomó la prudente determinación de eliminar del Índice las fichas referentes a los libros de Joseph Ratzinger, pues era clamorosamente ridículo que el guardián de la doctrina católica estuviera incluido en un Índice doctrinal de libros prohibidos de una institución de esa Iglesia. Yo mismo era por aquel entonces el encargado de ordenar y mantener al día ese fichero en mi Centro de numerarios (esto es, introducía las fichas en su sitio cada vez que llegaba al Centro una remesa de ellas) y todavía recuerdo que me llegó la indicación de sacar del fichero las fichas de las obras de Ratzinger y enviarlas a los directores de la Delegación del Opus Dei, a la que yo pertenecía, para que ellos las destruyeran...



Desde entonces las relaciones de los jerarcas del Opus con el cardenal Ratzinger fueron exquisitas, a pesar de que en octubre de 1981, durante la elaboración del actual Código de Derecho Canónico, publicado en enero de 1983, Joseph Ratzinger se hubiera opuesto de lleno a los intereses del Opus Dei (véase el artículo de Daniel M. del 22.01.2007). Incluso le perdonaron los errores doctrinales por los que sus obras habían estado incluidas en el Índice. Prueba de este perdón, nada caritativo ni misericordioso, sino exclusivamente interesado, fue el doctorado honoris causa que la Universidad de Navarra otorgó al cardenal Ratzinger el 30 de enero de 1998, siendo Javier Echevarría prelado del Opus Dei y Gran Canciller de esa Universidad. Diez años después de la investidura de doctor honoris causa, cuando Ratzinger era ya Benedicto XVI, la Universidad de Navarra rememoró con felicidad aquel acontecimiento, del que no se podía olvidar.

 

Al mismo tiempo, un sacerdote numerario de la prelatura, cuyo nombre aquí omito y al que llamo PBS, que es, si no me equivoco, profesor de Teología en la Universidad de Navarra, se ha especializado en el pensamiento teológico de Joseph Ratzinger–Benedicto XVI. Su tesis doctoral, elaborada con anterioridad a la elección de Ratzinger como Papa, se centró en esa temática. Además de publicarla pocos meses después de la elección pontificia (2005), ha escrito en los últimos años otros libros de divulgación acerca de la vida y obra de ese Papa. Seguramente será uno de los teólogos de la prelatura más leídos en la actualidad. Ha fundado también por Internet el “Foro de estudios Joseph Ratzinger”.

 

A partir de estas premisas, que son datos históricos, me planteo varias cuestiones, exactamente dos, acerca de la coherencia o incoherencia del comportamiento seguido por el Opus Dei acerca del alcance moral de su Índice de libros prohibidos.

 

Primera cuestión. Cuando viví como alumno en el Colegio Romano de la Santa Cruz (Cavabianca), escuché una charla, seria y severa, impartida por un sacerdote y profesor a un numeroso grupo de alumnos, acerca de la estricta fidelidad con que un miembro del Opus Dei debía seguir las indicaciones del Índice doctrinal de libros. Aquel sacerdote llegó a decirnos con expresa rotundidad que, si alguno de nosotros incumplía las prohibiciones establecidas por el Índice, ponía en peligro la salvación de su alma. ¡Esto han tenido que soportar mis oídos y mi conciencia!

 

Es por eso por lo que ahora me planteo hasta qué punto es moralmente coherente otorgar un doctorado honoris causa a un autor, cuyas obras estuvieron prohibidas en un Índice que, según los directores del Opus Dei, vincula la salvación del alma de sus usuarios. ¿No es ese doctorado una burla a todos los miembros del Opus Dei, a quienes se amenaza con la condena en el infierno si son infieles a las indicaciones del Índice? Me parece correcto que el prelado del Opus mantenga buenas relaciones con el prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, siendo ambos además residentes en Roma, pero buenas relaciones no implican necesariamente la investidura solemne de un doctorado en la obra corporativa más importante del Opus Dei. La ética lleva consigo la más elemental coherencia: si las publicaciones teológicas de Ratzinger estuvieron incluidas varios años en el Índice de libros prohibidos, no es honrado ni congruente investir a este pensador con un doctorado tan significativo. Se pudieron mantener buenas relaciones con él de manera más discreta; así se hubiera sido coherente con la advertencia, antes mencionada, de la condena en el infierno.

 

Pero ya sabemos que, a la hora de la verdad, a los directores del Opus Dei la ética y la consiguiente congruencia moral les importan un bledo. Además, la cuestión del infierno sólo les interesa de cara a mantener controlada y atemorizada a su gente en el contexto de una “guardería de adultos”. ¡Pura falacia!

 

Segunda cuestión. No acabo de entender muy bien el papel que el sacerdote-teólogo PBS, que se ha convertido en un buen divulgador del pensamiento de Ratzinger, desempeña en la prelatura. Tuvo la “suerte” de haber elaborado una tesis doctoral sobre un teólogo que sería elegido Papa poco tiempo después de terminarla. Por una parte, es evidente que PBS obedece las indicaciones de los directores de la prelatura poniéndose al servicio de la política eclesiástica que a éstos, en el actual momento histórico, les interesa desplegar: que las Facultades eclesiásticas de las Universidades del Opus difundan buena imagen del actual Papa y que ante la opinión pública parezca que se interesan por él.

 

Pero, por otra parte, el trabajo profesional de PBS entra en choque con algo que Isabel de Armas realzó en su libro Apuntes para san Josemaría. La voz de los que disienten (Foca, Madrid 2005) a propósito de la labor de gobierno de Fernando Ocáriz, actual Vicario General de la prelatura del Opus Dei, y que cito a continuación: Fernando Ocáriz es autor de libros y artículos teológicos de buen nivel intelectual y se perfila como posible sucesor de Echevarría al frente de la Obra, cuando éste decida cesar de su cargo o fallezca, ya que en el Opus Dei ningún cargo de gobierno es vitalicio, salvo el de prelado. Ocáriz, en el ejercicio de su autoridad como vicario general de la Prelatura, y haciendo uso de su prestigio profesional, se encarga de marcar el baremo de la «buena doctrina», es decir, de lo que debe ser «ortodoxo» para los sacerdotes de la Prelatura y para aquellos laicos dedicados a tareas intelectuales. En continuidad con la pauta marcada años antes por Carlos Cardona, Fernando Ocáriz establece en la actualidad unos límites muy estrictos de ortodoxia doctrinal que no deben sobrepasarse so pena de incumplir algunos de los compromisos contraídos por los miembros de la Prelatura. Ni siquiera las ideas teológicas del cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe desde 1981 hasta 2005, tienen espacio en los estrechos márgenes de lo que Ocáriz determina como ortodoxo para los pertenecientes a la Obra. Él cumple, pues, la función de frenar una posible recepción de la teología de Ratzinger por parte de los sacerdotes y de los intelectuales de la Obra. Como es bien sabido, Ratzinger, papa Benedicto XVI desde abril de 2005, no se encuadra en el neotomismo, sino que adopta unas posiciones teológicas más en consonancia con distintas corrientes modernas de pensamiento, no necesariamente tomistas. (pág. 180; aconsejo leer de la página 177 a la 183 para mejor ponderar la cuestión planteada).

 

Hay que reconocer que el itinerario académico y el horizonte intelectual de Ocáriz y de Ratzinger son muy distintos y distantes entre sí, por mucho que Ocáriz haya trabajado largo tiempo como consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe al servicio del cardenal Ratzinger. También sabemos lo inmensamente susceptibles que son los jerifaltes del Opus, cuando alguien de los suyos elogia a una persona que, sin ser de la prelatura, puede hacer sombra a alguno de sus directores; es decir, Fernando Ocáriz no estará plenamente satisfecho viendo a PBS dedicado en cuerpo y alma al pensamiento teológico de Ratzinger y no al suyo propio y comprobando que los libros de PBS se divulgan muchísimo más que los suyos. Por eso, no veo del todo clara la posición de PBS en la prelatura: aunque con su obediencia le esté prestando un servicio útil de cara a la galería, no puede complacer a la vez a la intimidad de Fernando Ocáriz, el número dos de la actual jerarquía del Opus; supongo que PBS sabrá qué terreno pisa: no el del infierno, pero sí el terreno, movedizo y maquiavélico, de este mundo, en el que todo transcurre muy de prisa, incluido el pontificado del papa Benedicto XVI. En cualquier caso, quiero que conste que Fernando Ocáriz no comulga con el pensamiento teológico de Joseph Ratzinger y que, en el fondo, a los demás directores del Opus Dei estos debates teológicos les interesan lo mismo que a mí viajar al planeta Marte: ¡absolutamente nada!

 

Es una verdadera lástima que en la Iglesia Católica se pierdan tantas energías con comportamientos hipócritas de este tipo, cuando lo en verdad urgente es invertir esas energías cuanto antes al servicio del Reino de Dios esforzándose en solucionar los graves problemas de la humanidad. También me duele que se manipule a las personas haciéndolas trabajar en beneficio de una concreta política eclesiástica que, además de mudable, tiene muy poco de sincera y mucho de interesada, lo que no me impide apreciar que, desde el punto de vista del funcionamiento profesional, en las Facultades eclesiásticas del Opus Dei se trabaje técnicamente bien. He leído algún libro de PBS y doy fe de que es bueno, aunque siempre tengo presente el triste trasfondo maquiavélico a él subyacente.

 

Josef Knecht




Publicado el Friday, 22 October 2010



 
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