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 Tus escritos: Sobre el fraude a la Seguridad Social y otras lacras non sanctas.- Kaiser

120. Aspectos económicos
kaiser :

Sobre el fraude a la Seguridad Social y otras lacras non sanctas de guardar

Kaiser, 24 de noviembre de 2010

 

Como dice Patalibre algo se mueve en esta materia y eso ya es mucho.

En primer lugar, quiero decir que el proceder del Opus Dei se caracteriza en general por un oscurantismo que en este caso deviene suicida, toda vez que para ellos la Administración, sea el Fisco, sea la Jerarquía, sea la Inspección Educativa o, como en este caso, la Seguridad Social, no son más que expresiones institucionalizadas del error en el que se desenvuelve el triste existir de los pobres mortales incapaces de conocer el goce de saberse elegidos para la Gloria a través de asperezas tales como renunciar a uno mismo, a sus apetencias, aspiraciones, derechos, sueños e ideales que no sean la apetencia proselitista, la aspiración a la obediencia, el derecho a no ejercer derecho, el sueño vacío y el ideal de abandonar todo ideal...



Pero la realidad es tozuda y la verdad acabará imponiéndose. No es posible engañar a todo el mundo todo el tiempo. De momento, le está resultando posible engañar a todo el mundo por algún tiempo, antes ya engañaban a algunos todo el tiempo. Ahora se acorta por el concurso de esta web el espectro de quienes pueden padecer engaño y, por otro lado, a través de las Instituciones que ellos consideran ciegas, sordas y mudas, se irá acortando el espacio de tiempo disponible para mantener este estado de cosas con carácter universal.

Dos aspectos me parecen esenciales a la hora de abordar este asunto.

El primero tiene que ver con la consideración jurídica del Opus Dei, o más concretamente de cada uno de sus miembros. No hace mucho traje aquí una norma por la que se extendía la consideración de religioso a efectos de encuadramiento ope lege en el Sistema de la Seguridad Social a los institutos seculares. Mire usted por dónde qué casualidad, la línea divisoria del legislador se ha quedado corta otra vez. Ya no es instituto secular. ¿Qué habría sucedido de serlo? pues, por un lado que se bloquearía sine die la aprobación de esa norma y, por otro, de aprobarse, como ha sido el caso porque ya no les afecta, que habrían aparecido subterfugios para eludirla del tipo de que no se pertenecía al Opus Dei con la sola carta de admisión, que la oblación y la fidelidad en nada cambiaban ese status, porque eran meras exigencias eclesiásticas con las que cumpimentíamos, incluso se sacarían el argumento apropiado para que ni los directores fueran stricto sensu miembros de número del Opus Dei. Ya sabemos que no se tiene ningún pudor en mantener un discurso puertas adentro (niño, eres Opus Dei desde el momento que pitas, así que a forrarte a pobreza, castidad y obediencia hasta las cejas como el que más) y otro puertas afuera (aquí no hay botos ni botines, esto es como ser del Real Madrid), como expresión genuina de la santa pillería. Eso ocurría con la jerarquía en tiempos y no hay motivo para que no siga ocurriendo ahora con quien se presente.

Pero dije suicida. Sí, en este caso, suicida. Porque resulta que el Opus Dei, como institución con pretensiones de perpetuarse incólume por los siglos de los siglos, fiel al pétreo canon fundacional, se adapta mal a los cambios en el entorno y se entera tarde y mal de todo. Así las cosas, creció en un contexto social raquítico, en el que no era extraño que la propia Seguridad Social no te diera de alta en la Seguridad Social. En ese caldo de cultivo medró; pero, ¡ay! no se han enterado de que las cosas han cambiado y mucho últimamente, que ya no se le extravían al Estado montañas de cajas con fichas de afiliación como ocurriera antaño en temporadas de vacaciones en las que no había sustituto para el oficial enterado de la cosa, dejando a miles de trabajadores al cabo de los años sin pensión sin quererlo ni beberlo. Resulta que ahora vivimos en la era de la información. Y no en la del escaqueo, la del secreto, la del amago trapacero. Y ahora la ley obliga a dar de alta antes del comienzo de la relación laboral y no, como antes, ¡ay, se me olvidó!, unos días después. Es decir, ya no se traspapela un cartoncito que alguien olvidó presentar o, una vez presentado, registrar. Ahora debe conocerse el dato antes de que comience todo. Y la Seguridad Social informa puntualmente al trabajador de los cambios que se han operado en su vida laboral para evitar aquellas inaceptables situaciones. Ahora, cuando se descubre algo a posteriori ya es tarde para la conmiseración, señores.

Al margen del estatuto jurídico del Opus Dei, por el que desde su ingreso sus miembros deben quedar encuadrados en el Sistema de la Seguridad Social como religiosos, oiga, y déjese usté de filibusterismos y zarandajas, que lo que usté tiene montado no es un chiringuito de castañas asadas. Al margen de eso, decía, existe un amplio abanico de situaciones a partir de las cuales el miembro y su casa matriz quedan enlazados por lo que se conoce como vínculo laboral, y es en esos casos en los que la dedicación específica del miembro produce rendimiento económico, oiga, parné, dinero, ventura empresarial. Cada cual repase el caso que le apetezca. Hasta el último mono en labores internas en una delegación contribuye a, cuando menos, el mantenimiento de las instalaciones, cuando más al control de las remesas llegadas de los centros, los supernumerarios, los cooperadores, hasta de los mediopensionistas de ocasión, llegado el caso, es decir, procuran un rendimiento gracias a su trabajo, que ha de ser retribuido, no sirviendo de excusa el hecho de considerarse entidad sin ánimo de lucro, véase la ley. 

Pero, ¿por qué decía yo suicida? Ya voy, ya voy, todo llega, como San Martín. Pues porque, entre las cosas que han cambiado en el panorama que se contempla desde el Estado Social, Democrático y de Derecho, que nos hemos felizmente dado, está el de considerar delito el fraude a la Seguridad Social en cierto grado. Se me dirá. Eso ya está arreglado, la gente ya está en general de alta. Bien. Está de alta. Con contratos a tiempo parcial, realizando jornadas maratonianas. Con declaración de categorías ínfimas para puestos de superior responsabilidad. Con encuadramiento en Régimen de Empleadas del Hogar (limitado en derechos sociales, desempleo, etc...) a trabajadoras en centros residenciales, con cabeza de familia ficticio cuando no inexistente como tal. Se les llega a encuadrar como asimiladas a autónomos mediante la firma trapacera de varios ficticios cabezas de familia, para que la responsabilidad de la cotización recaiga sobre ellas, ¡que ni cobran! Suicida. La soga se tensa, trastabilla el taburete bajo los pies. ¿Qué ocurre cuando alguien se pone enfermo, suponiendo que sea de los que, como se admite aquí, esté de alta? ¿Qué ocurre cuando viene con la baja por incapacidad desde el centro público de salud? ¿Dónde se ingresa la nómina? Suicida. Ni el peor de los piratas más defraudadores se atrevería a perpetrar semejante abuso contra el más hipotéticamente indeseable (para él se entiende) de sus trabajadores.

El asunto es de tal envergadura, es tanto lo que está en juego, que sorprende que no se haya hecho nada hasta ahora. Puede que haya quien lo atribuya a la intercesión del santo sin conciencia. Yo prefiero callar.

Saludos.

Kaiser.




Publicado el Wednesday, 24 November 2010



 
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