Mi deteriorada memoria me facilita el olvido de la mayoría de los acontecimientos de mi vida. No obstante, con frecuencia y de manera repentina, recupero una parte pequeña de mi historia y, como en el caso que ahora relataré, me cuesta reconocerme en la persona que fui, y me avergüenzo de mi comportamiento.

En cierta ocasión, me llamó la directora de la delegación para encomendarme, como tantas otras veces, una misión delicada...

Aquel día estaría de paso por mi ciudad determinada numeraria que, al parecer, había entablado amistad con otra numeraria mayor que vivía en mi centro. Mi misión consistía en averiguar si tenían planeado un encuentro. Simplemente eso. Y telefonearla por la noche para comentarle el resultado de la gestión.

Me sentí muy mal acudiendo a la estación en plan Sherlock Holmes, pero lo hice.

Como tantas otras veces, acallé mi conciencia y traicioné a mis hermanas en un comportamiento servil hacia mis directoras inmediatas.

Y seguí predicando el espíritu de libertad de nuestro santo fundador: el gobierno en la obra se basa en la confianza. Hijos míos ¡sois libérrimos!

• En la obra, están prohibidas las amistades particulares. Ellos dicen que como prevención a que surja una afectividad torcida.
• El motivo real es consecuencia del comportamiento sectario. El máximo peligro para la obra es la comunicación entre los suyos, y por eso la impiden hasta extremos paranoicos.
• Es enorme el beneficio de esta página web donde los que pertenecen a la institución encuentran un espacio para comunicarse y pensar sin que se lo den pensado, y liberarse así de pensamientos preconcebidos.
• La comunicación pondrá fin al invento de Escrivá.

Un cariñoso abrazo para todos, pero especialmente para los que se sienten expiados,

Fueraborda

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