Hola a tod@s:

Como siempre que leo Opuslibros, no dejo de convencerme de que el opus dei es algo bastante diabólico.

Escribe solrac contándonos una serie de arbitrariedades que tiene que tolerar haciéndo de tripas corazón porque es la única forma de conservar su matrimonio. Y ése es el asunto, ¿qué tanto interviene el opus en  las familias de l@s supernumerari@s -a partir de ahora que se de por entendido que si digo supernumerarios, directores, etc, me refiero a los dos géneros... no volveré a usar la arroba-.

El fundador sin fundamento (o sea... san Chema), decía que los supernumerarios eran 'la tropa'... es decir, son los  miembros de segunda, o de tercera clase que tiene el opus. Sirven para dar vocaciones con sus hijos, dinero y otras cosas... su misión es dar al opusdei lo que éste le pida, rapidito y de buen modo.  Se podría pensar que el opus  no tiene tanta influencia sobre la vida de un supernumerario como la puede tener en la de un numerario o un agregado... pero eso es falso. El dark-side se mete hasta a la cama de los supernumerarios escudándose en el cuento ése de la gracia de estado y de la dirección espiritual, tanto en la charla fraterna como en la confesión.

Al opus dei no le importa en lo más  mínimo si los supernumerarios tienen matrimonios felices. Le importa que tengan matrimonios que 'aparenten' ser felices, que tengan muchos hijos para tener 'probables vocaciones' y que todo suceda en un orden políticamente correcto a sus ojos. Es decir, que los supernumerarios tengan amistades pitables, eduquen a sus hijos para que éstos sean pitables, y que la vida se les desarrolle dentro de los lineamientos previstos por el opus dei. Esto es, familias que en apariencia sean felices y unidas para dar ejemplo de lo que debe de ser una familia cristiana.

Por desgracia, y según mi experiencia, la gran mayoría de las familias de los supernumerarios son unas farsas. En los muchos lustros que pasé en el lugar ése, pude constatar, aún en carne propia, en que tanta norma, tanta rigidez, tanta payasada, lo único que consigue es hacer unos bodrios de familias. Tuve que salir de ese lugar para tratar de hacer de mi familia algo normal... y tuve que esforzarme en ver como algo normal, del medio del mundo que algunos matrimonios fracasan, que los hijos adolescentes se ponen rebeldes, que los jóvenes están más interesados por meterle la mano a la novia que por rezar el rosario en familia, que los cuentos colorados dan risa, que los mejores amigos de mi vida son los peor vistos a los ojos del opus porque ninguno de ellos es pitable GRACIAS A DIOS, que a los hijos hay que darles alas para que vuelen alto, no cortárselas para que sean beatorros de club de chicos o de centro de san Rafael.

Tarde comprendí que NUNCA puedes hacer caso de los consejos de un director en cuanto a las negociaciones del matrimonio, ni la educación de los hijos, ni a formar un hogar, principalmente porque un director no tiene ni una idea aproximada de lo que es vivir en pareja, ni educar un hijo, ni hacer un hogar... porque eso de la gracia de estado es una mariguanada del santo Marqués de pacotilla, porque en ningún libro de teología existe ese concepto más que en los eruditos estudios teológicos de san Chema y sus secuaces que son equivalentes a los folletines de Corín Tellado (con perdón de ella, sus textos son infinitamente más interesantes que los del santito). Que los directores son tan intérpretes del Paráclito como la farola que hay frente a mi casa, porque a cada quien el Espíritu Santo le da sus propias mociones y no necesita de recaderos que además tienen una visión muy distorsionada de lo que es el mundo real... ni si quiera del mundo a secas (no pueden ver la tele, ni leer el periódico ni apenas salir casi a la calle). Que los matrimonios son del marido y la mujer; no del marido, la mujer, el cura, el director, el consejo local, la dele, la asesoría, la comisión y villa Tévere.  En fin, que un supernumerario se deje guiar por un director, es equivalente a que un tuerto se deje guiar por un ciego.

Solrac, lo único sensato que te puedo decir es que te sientes a hablar con ella con el corazón en la mano y con mucho cariño la hagas comprender que está metiendo la pata, que debe de separar sus opusinadas de la normalidad familiar, porque está afectando, y que Dios, primero que nada le va a pedir cuentas sobre su vocación de esposa y madre y no sobre su ¿vocación? de supernumeraria. ¡Te deseo mucha suerte!.

Un abrazo grande para todos.

Salypimienta.