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 Tus escritos: Sobre los testimonios de los numerarios que pasan por aquí.- Torch

140. Sobre esta web
Torch :

Esta no es una respuesta a ningún correo ni comunicación. Leí el comentario de EBE hace un par de semanas sobre las personas de la Obra que han venido por aquí a escribir. Concuerdo completamente. Yo, estando dentro, también pensé en hacerlo, aunque ahora que escribo ya no soy numerario. Nunca pensé en escribir en OpusLibros para defender a la Obra o para atacar a los que en esta página escribían. Me motivaba más bien el hacer sentido de mi experiencia y la de los que se habían salido.

Ya lo sabréis los que alguna vez estuvisteis o estáis en el Opus Dei. Lo digo de todas maneras, son bien pocas las razones aceptadas ahí adentro por las que una persona se puede salir. Es más o menos legítima la salida cuando los directores ordenan no renovar (antes de la fidelidad). Pero nunca es legítima aquella salida en la que el sujeto toma la iniciativa. Como en muchos otros campos, ahí también tienen un doble discurso. Hacia fuera dicen que no juzgan por qué dejan el Opus Dei los que lo hacen, que ‘de internis neque Ecclesia judicat’, sin embargo en las charlas, meditaciones y lecturas internas se deja muy claro que los que se van lo hacen porque han perdido el sentido sobrenatural, han descuidado su vida interior, y han ‘perdido la batalla’. San Josemaría lo dijo claramente: la vocación no se pierde, se tira por la ventana. Quizás muchos de los que nos hemos marchado hemos salido con estas convicciones en la cabeza. Esa duda – o más que duda, en algunos casos – de si estaríamos diciendo que no a Dios al dejar el Opus Dei, y si estaríamos condenándonos para la eternidad. La famosa maldición del rejalgar…



Estoy casi seguro de que en la mayoría de los casos, las personas que defienden a la Obra en este foro lo hacen por fines estrictamente personales. Quizá alguno lo haga con un mandato tácito o explícito del apostolado de la opinión pública (aop), pero creo que las razones personales son más poderosas: hacer sentido de la propia vida. Hay una etapa en todos en la que dejamos de creer en cuentos de hadas. En la Obra esa etapa es bastante tardía – quizá porque las redes que ha tejido la Obra (muy bien descritas en otro artículo de EBE), van ejerciendo presiones y miedos en las personas. Pero esa etapa llega, y es ahí cuando uno trata de re-convencerse de lo que tantos años ha creído.

En mi caso, ahí empezó el proceso de salida. Me cuestioné si todo lo que se me decía, y yo había predicado tantas veces, se podía en efecto comprobar. Mi primera lectura de OpusLibros se debió a que quería confrontar lo que en esta página se decía (prohibida tajantemente, aunque quizá “ya ha cambiado” hasta eso –como dicen por ahí). La lectura que entonces hice me confirmó en mi permanencia en la Obra. Leí tan sólo los correos y testimonios personales de muchos. No me parecieron convincentes (ahora pido perdón por ello), eran tan contrarios al discurso oficial que cuando se hablaba de abusos, mentiras y demás, yo se las endosé a los sujetos concretos que las habían cometido.

No me fue difícil hacerlo. Ya en mi vida como numerario me había tocado un director con tacto de elefante que tenía a todo el centro muy mal. En aquél entonces pude diferenciar y separar a aquél individuo de la institución. Es obvio que las personas nos equivocamos y a veces también hacemos el mal. Intuí que los que escribían en OpusLibros habían tenido una experiencia particularmente negativa con algún orangután de esos que hay en la Obra (también hay gente muy guay y buena, es verdad). Quizá también el cilicio o las disciplinas, o el agua fría – que antes era mortificación obligatoria, pero a mí, por ejemplo, se me desaconsejó – o el índice de libros prohibidos, o las hagiografías sesgadas del fundador de los 1970, 1980 y 1990, o que las mujeres duerman en tabla y no usaran pantalones, o que la gran mayoría de los numerarios/as y agregadas/os no tienen un trabajo en el mundo, o los enfados monumentales del fundador, etc. Quizá todo esto era –pensaba yo – lo que motivaba a los escritores de Opus Libros a quejarse de la institución. Si era mi camino, ¿qué más me daban errores que creía accidentales?

No os aburriré con lo que pensaba escribir, pues ahora estoy convencido de lo contrario. Sin embargo yo, como lo expone EBE en su escrito, quería encontrar una razón o confirmación que justificara la vida tan rara que llevaba como numerario. Mi incursión a OpusLibros fue precisamente porque quería hacer sentido de mi propia vocación, y la literatura oficial ya había dejado de convencerme hacía un buen tiempo.

Cuando descubrí a algunos de los autores en OpusLibros – gente que había conocido antes y de los que no podía dudar de su veracidad – fue cuando me empecé a plantear si realmente ser numerario me correspondía. Y ya no tuve argumentos para defenderme. Los escritos de Don Antonio Ruiz-Retegui, de Castalio, de Heraldo, de Josef Knetch, de Gervasio, del mismo EBE y de tantos otros, realmente daban en el clavo.

Es por eso que estoy de acuerdo con EBE en que argumentos como “ya las cosas han cambiado” son engañosos. Por un lado los libros de meditaciones se seguían leyendo todos los días en los centros hasta, al menos junio del año pasado; me consta que las numerarias auxiliares siguen dirigiéndose a las numerarias como ‘señorita’; una vez que había manifestado mis dudas y dejé de vivir en un centro, me corrieron de una residencia a la que fui un día para asistir a la misa, pues estaba dando ‘mal ejemplo’ (¡!) y esto no hace más de ocho meses; cuando pregunté que por qué en la Obra se violaba la prohibición de juntar gobierno con dirección espiritual me contestaron que a la Obra no le aplicaba esa prohibición pues era una prelatura (¡y hablo también de hace menos de un año!), que así se los habían dicho a los consejos locales; etc.

Por otro lado, invocar que “ya no se hace así” tampoco es un argumento convincente: no estaría nada mal que miembros de la Obra respondieran a lo que aquí se ha escrito, no sólo diciendo que las cosas han cambiado (por ejemplo que el índice de libros prohibidos está en internet).

Que defiendan, sin manipular la verdad, la peculiar manera de llevar la dirección espiritual en la Obra, o las razones por las que los numerarios – que, se supone, son laicos y no hacen votos – sí viven los tres consejos evangélicos (con mucho más rigor que algunos venerables religiosos, me consta). O su peculiar manera de entender las prelaturas personales, y por tanto, la naturaleza de la vocación a la Obra, que no comparte nadie fuera del ámbito del Opus Dei (ni el entonces Card. Ratzinger como ya se ha dicho aquí).

Que dejen ir el monopolio de la historia de la Obra, que sigue secuestrada por la institución. O que defiendan los mecanismos de planeación y ejecución del proselitismo, así como las vocaciones a los 14 ó 15 años y su particular manera de entender el discernimiento vocacional (“basta con haber visto la vocación por un segundo para no dudar jamás”). Y tantos asuntos más.

El silencio ya no es un argumento válido, porque muchos escritos de esta página – si no es que todos - están hechos con recta intención, con afán de que la verdad sea conocida, la institución reformada, y se reconozcan estos errores y abusos institucionales públicamente.

Ya sé que muchos de la Obra leen Opus Libros y a veces escriben para dar información valiosa. Enhorabuena. Hay gente convencida de su estilo de vida en el Opus Dei, no lo niego, ¡qué bueno que su vida sea maravillosa! Pero no es eso lo que se está discutiendo. En fin, que viva la libertad de expresión y ya el lector juzgará.

Pero mientras no haya un reconocimiento público de que había – ¡HAY aun! – prácticas abusivas por parte del Opus Dei, que cambien las cosas no es justificación válida. Menos aún cuando esos errores institucionales han afectado a miles de personas.

Saludos,

Torch




Publicado el Wednesday, 02 March 2011



 
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