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 Tus escritos: Una definición breve del Opus Dei.- E.B.E.

125. Iglesia y Opus Dei
ebe :

Nota: no se aconseja leer el siguiente texto en horarios de comidas.

Una definición breve del Opus Dei – E.B.E.

El Opus Dei podría compararse a una comida apetitosa y de muy atractiva presentación, pero cuya digestión resulta imposible de lograr y por eso todo termina en una gran devolución o salida.

Lo curioso es que al chef lo hayan canonizado debido a sus logros culinarios. Pero no es tan incoherente el asunto: seguramente los encargados de canonizarlo no han probado jamás su receta sino sólo la han admirado visualmente y debido a ello la han calificado de magnífica. No vendría mal que algún día degustaran de este plato para conocer lo que se siente, una vez ingerido.

Mientras tanto, quienes siguen en el Opus Dei necesitan de eficaces digestivos para contrarrestar las náuseas. Por eso el aumento del recurso a los psiquiatras y a los psicofármacos. Que nadie se levante de la mesa, porque significaría rechazo, y causaría la ira del chef. Y al parecer, el chef se airaba con facilidad. Para conservar en la memoria su rostro amable, mejor no provocarlo.

Depende del estómago de cada uno, las resistencias pueden variar. Pero llega un punto en el cual el cuerpo toma la decisión sin consultar a nadie, y sin ningún temor de ofender al chef por la abrupta reacción. Si se lo provoca, el cuerpo responde, y es importante saber que de suyo no conoce las reglas de la cortesía y la etiqueta.

Se le puede adornar y abundar con los aditivos más gustosos, pero el plato del chef tiene algo que resulta intragable, o más bien, indigesto. Y no hay modo de ocultárselo al cuerpo: tarde o temprano lo detecta y no lo deja pasar, se lo devuelve al remitente.

Sin embargo, no es extraño toparse con escenas extravagantes: mientras unos alaban y llenan de elogios al visual manjar, otros -al lado nomás- se retuercen sin poder hablar. Y todo el asunto como si fuera simplemente una cuestión de opiniones divergentes, sin más fundamento que del gusto estético. El que se retuerce apenas puede explicar lo que le pasa, mientras que el novato –recién acaba de llegar al ágape- se la pasa recitando la receta como demostración de que todo allí es completamente sano y digno de celebración. Doble tortura. Y no hay nadie que ayude, todo son reprimendas. Pero en realidad deberían indignarse con el chef, el comensal no tiene la culpa. No hay caso.

Están por supuesto aquellos que no son tan novatos: llevan años alimentándose del plato del chef y lo admirable es que no necesiten tomar ningún digestivo. Resulta altamente sospechoso el asunto, aunque pensándolo bien es posible que hayan perdido la mínima sensibilidad estomacal –incluso el estómago mismo- y sean capaces de tragarse cualquier cosa. Tienen una moral a prueba de balas. Aclaro, no es un elogio.

La receta, en todo caso, la deberán de estudiar quienes canonizaron al chef, como para determinar qué cosa es la que causa una reacción irreprimible en el estómago.

Pues, lejos de ser algo que con el paso del tiempo se incorpora, el Opus Dei sale intacto de la misma manera que entró, aunque -claro- con otro aspecto. Pero es evidente –a las pruebas me remito- que como producto no se puede digerir –ni siquiera al cabo de años y de constantes entrenamientos abdominales- y por eso es expulsado completamente. No hay digestión ni incorporación de ninguna de sus propiedades, porque aún aquello de bueno que pueda tener es malogrado por aquél misterioso elemento que causa la revulsión del estómago.

Saludos,
E.B.E.




Publicado el Monday, 16 May 2011



 
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