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 Libros silenciados: Mi vida: otra historia que tampoco valió la pena...- No_valio_la_pena

020. Irse de la Obra
no_valio_la_pena :

MI VIDA: OTRA HISTORIA QUE TAMPOCO VALIÓ LA PENA
15 de junio de 2011

Toda la serie completa
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Hola a todos! Por fin me decido a escribir mi historia. Es reciente y si no lo he hecho antes ha sido por miedo. Sin embargo, ya me siento fuerte y creo que ha llegado el momento de contarlo. Es justo que se sepa. Sólo espero que sirva de ayuda. He decidido omitir nombres y datos porque sólo quiero ayudar. Yo no soy quién para juzgar a las personas que me han hecho daño. Les perdono y les deseo lo mejor, pero como no quiero que otros pasen por lo mismo que yo, he decidido escribirlo. Si viera que, a raíz de lo que aquí escribo, hay algún tipo de "ataque" o "presión" hacia mí o algo relacionado conmigo, no tendré ningún inconveniente en defenderme añadiendo los nombres y detalles que considere oportunos (en realidad ésta es "la versión para niños"). Pero esperemos que no haya que hacer nada más, que este sea el verdadero final de mi caso, que como el de muchos otros, fue el de una historia que no valió la pena...



Soy de España. Estudié en un colegio de la obra y desde pequeñito ya iba por un club. Algunos miembros de mi familia son o han sido de la obra. Siempre fui el típico niño de club, majo, encajado, en buen plan, etc. Antes de los 14 años mi preceptor del club (numerario) ya me planteó la vocacion como numerario. Y digo yo: ¿se pueden tomar decisiones de por vida a esa edad? Lo dejo a vuestro juicio.

Después de dos conversaciones con ese numerario (¡de más de una hora!) sobre por qué él estaba convencido de que yo tenía vocación de numerario, me fui a rezar y dije: sí, tengo vocación. Entrego mi vida a Dios de ahora en adelante. Y ese mismo día le dije: ¡decidido! Voy a ser numerario. Recuerdo que no tenía ni 14 años, así que tuve que esperar más de 7 meses antes de poder escribir la carta pidiendo ser aspirante a numerario.

Fui adscrito durante 4 años siguiendo el plan de formacion normal. Terminé el bachillerato y me fui a vivir al centro de estudios. Terminé el centro de estudios (dos años) y me nombraron para un cargo del centro de estudios, así que estuve allí dos años más. A la vez me nombraron director de un apeadero: tenía sólo 19 años, pero era una persona 100% opus, 100% fiel a lo que la obra necesitara. La carrera, sinceramente, no me importaba demasiado, sólo en la medida en que sirviera para la obra, así que mis notas eran correctas pero poco más. De hecho, en mi segundo año de universidad empecé a estudiar dos carreras a la vez, pero como en el tercer año me dieron esos cargos, dejé una de las dos carreras. No había tiempo para MIS cosas, había que entregarlo todo y pasar el día con la gente de la obra y los posibles futuros fieles de la obra de ese apeadero al que iba todas las tardes y los fines de semana. Y lo hacía encantado, que conste, había sido formado para eso y eso es lo que hacía. Pensaba que ése era el plan de Dios para mí y que mi felicidad dependía sólo de su cumplimiento.

Terminé mi carrera sin retrasos. Estudié una carrera relacionada con la educación, en parte porque siempre había deseado ser profesor en uno de los colegios de la obra de la delegacion donde vivía. Pero al terminar la carrera me preguntaron si me importaría trabajar en la delegación y ayudar al director encargado de los numerarios. Dije que adelante. (Por cierto, me parecía curioso que muchos que daban clases en esos colegios no tuvieran una carrera relacionada con la educación, porque de hecho no les interesaba la educacion: en realidad muchos de ellos trabajaban allí para ayudar a la labor, para buscar vocaciones de numerarios- y yo, que sí estaba interesado en la educación, no podia hacerlo). Pero en fin, no puse ninguna pega, me adapto a todo, así que dije que sí. Y dije "sí", porque en la obra siempre dije "sí" a todo lo que me habían pedido. Es más, me ofrecía para otras cosas que seguramente deberían hacer los demás.

En este sentido, recuerdo que el vicario regional asistió a una tertulia en mi curso anual (yo justo había terminado mi carrera ese verano) y dijo delante de todos que en la región necesitaban numerarios todoterreno, dispuestos a todo... como yo, dijo (me puse como un tomate). Luego entendí eso de dispuestos a todo porque ese verano me dijeron:

- En junio: vas a trabajar en la delegación y vas a vivir en tal ciudad y vas a ser el director de un centro de agregados de otra ciudad (tenía 21 años por cierto);
- En julio: vas a vivir en otra ciudad, pero seguirás con las otras cosas que te dijimos en junio;
- En octubre: ya no eres director de ese centro de agregados; eres el director de ese otro centro de numerarios y seguirás trabajando en la delegación.

Y no me quejé. ¿Por qué? Porque veía en todo lo que venía de los directores la voluntad de Dios.

Pues bien, fui director 3 años, como está previsto (los nombramientos de consejos locales son por un trienio) y a la vez trabajé esos tres años en esa delegación. Pero unos pocos meses antes de cumplir mi trienio me preguntaron (porque yo mismo me ofrecí unos meses antes, en ese deseo de ayudar a la obra en lo que convenga) si me importaría ir al colegio romano. Dije que no, que no había problema.

Para los que no lo sepan, en cuanto dices que estás dispuesto a ir a Cavabianca/Aralar, te dicen que ir al colegio romano no quiere decir que te ordenes pero que es bueno que mantengas tu disponibilidad para ordenarte (sic!). Es decir, para los que no sepan cómo funciona lo de las ordenaciones: la obra se cura en salud. Te piden que estés preparado para decir "sí" cuando te necesiten como sacerdote, pero a la vez tienes que estar preparado para que nunca te llamen porque no te necesitan como sacerdote o simplemente porque piensan que no sirves... aunque tú lo desees y hayas pasado varios años en Roma formándote. Te dirán que no pasa nada, porque la vocación es la misma y tal y cual. Pero en realidad lo que hacen es simplemente lo que más les conviene. Aunque digan que para que uno se ordene hace falta que las tres voluntades (Dios, el Padre y el interesado) quieran, tu opinión contará sólo cuando ellos ya hayan decidido si tú puedes ordenarte o no. Y lo que piensen ellos será la voluntad de Dios para ti. ¡Increíble, pero cierto! ¿Por qué lo hacen? Porque son ellos quienes van a decidir si tú tienes o no vocación para ser sacerdote en la obra, porque son ellos quienes saben lo que Dios pide a cada uno. Luego explicaré un poco mi caso y tal vez me entenderéis mejor.

Llegué a cavabianca, al colegio romano. Continuará...

 

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Publicado el Wednesday, 15 June 2011



 
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