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 Tus escritos: Cuando tus padres te roban la infancia (I).- Merlin

080. Familias del Opus Dei
joseyluis :

CUANDO TUS PADRES TE ROBAN LA INFANCIA (I)

 

Mis padres son supernumerarios,  tres de mis hermanos del opus también, por cierto nunca nos han dicho ni mis padres ni mis hermanos que son de la obra, ni del opus. La mayoría de los hermanos no “entendemos”  la obra y será por eso por lo que nunca nos han hablado ni abiertamente ni por señas del tema.

 

Que mis padres pertenecen a la obra lo sé a ciencia cierta porque fueron ellos quienes lo dijeron, pero no a sus hijos, nos enteramos (al menos los que no comulgamos con su fe y logramos escabullirnos de las redes que nos tendieron ) por la prensa. A mi padre lo están preparando para ser santo del opus y por eso – supongo – se dio el paso de salir a la luz publica como matrimonio modelo del opus, como socios del opus que no tienen nada que ocultar.

 

Y la verdad es que hay mucho que ocultar...



Todos sufrimos el acoso en casa : recuerdo con odio los obligados rosarios, las broncas a cuenta de la televisión, el tener que salir por la noche por una ventana (nunca tuvimos las llaves de casa) ya que no podíamos estar en la calle después de las diez (era la hora mágica, siempre me imaginé que después de las diez las calles se llenaban de sátiros y gentes de mala vida), el aporreamiento de la puerta de la habitación para que nos levantáramos, el aporreamiento de la puerta del baño para que saliéramos ya. El tener que ir los veranos a campamentos de adoctrinamiento, y supuestos cursos de idiomas en el extranjero, los llamados clubs donde se intentaba hacerse con nuestro cerebro numerarios bastante mayores que nosotros (desigual bartalla). 

 

Recuerdo el increíble drama que se montó cuando a una de mis hermanas le encontraron en el fondo del armario una minifalda, por supuesto tampoco podían llevar pantalones y toda su ropa tenia que tener el visto bueno de mi madre: era justo la ropa que mis hermanas no querían, pero qué remedio les quedaba.

 

A los chicos nos aburrían a costa de indirectas sobre tocarse, estar en el baño más de la cuenta (te cronometraban el tiempo que pasabas en el retrete), ducharse rápido y no usar la bañera, salir de la cama en cuanto nos despertábamos, incluso estar en pijama era una ocasión de peligro. Todo lo que se acercara remotamente al sexo era caca, cochinadas y marranadas.

 

Recuerdo como me levantaba sigilosamente cuando todos estaban dormidos (por lo menos encerrados cada uno en su habitación ) y ponía la televisión para ver alguna de esas películas pecaminosas de dos rombos. Dios estaba conmigo ya que nunca me pillaron.

 

Con mis hermanos nunca hemos tenido una relación fraternal, vivíamos como en estado de sitio y cada uno hacia su vida, unos intentando mantener a distancia a todo el aparato opusino que nos acosaba con momentos de distinta intensidad  todos en algún momento estuvimos a punto de caer en sus redes) y otros metiéndose de lleno en la boca del lobo opusino ganándose así la aprobación y el aplauso de mis padres. Mis hermanos numerarios – ya digo ellos nunca hablaron del tema – se fueron a estudiar y a vivir a residencias del opus y dejamos de tener trato con ellos, ni siquiera en Navidad que era otra época odiosa donde el sinfín de rosarios, nacimientos, misas en locales del opus y ataques por todas partes no compensaban con una cena especial que duraba unos veinte minutos y un día de reyes austero y santo.

 

Lo hermanos que no “entendemos” el opus nos fuimos de casa en cuanto pudimos y que yo recuerde nunca mis padres se han interesado por nosotros. Sus llamadas y sus preocupaciones siempre fueron interesadas según sus prioridades, primero presiones para bautizar a mis hijos (no digo sus nietos porque nunca han ejercido de abuelos, lo cual no es extraño ya que tampoco hicieron de padres), luego para la primera comunión, luego para llevarlos a colegios de Fomento, nunca se cedía bastante. Ellos tienen la verdad absoluta, actúan asesorados, en grupo, es el fanatismo y la soberbia total, se arrodillan y llaman padre a un extraño pero no es humildad, en su rebajarse cogen fuerzas para violentar a propios y extraños, y sobre todas las cosas a su familia de sangre.

 

Nunca se han interesado por nada nuestro que no fuera la vida espiritual. En las raras ocasiones en que mi padre me llamaba y quedábamos para tener una charla me invadía el desasosiego porque sabia que el fin de la charla era chantajearme emocionalmente para que creyera en lo que no creía . Esto ha hecho que considere a mis padres unos extraños que solo viven para mayor gloria del opus dei, cuyas acciones están siempre calculadas para conseguir sus fines y sin pizca de amor, ni respeto, ni consideración con los semejantes, ni siquiera con sus hijos. Por poner un ejemplo si por la calle los veo (también lo hacen algunos de mis hermanos ) procuro cambiar de acera.

 

Al cabo de los años el recuerdo es de inmensa tristeza y desasosiego, el sentimiento de haber sido violado y robado. De no haber tenido infancia, ni padres, ni familia. Sé que no siempre es así, he oído de casos de hijos de supernumerarios que se han sentido queridos y parte de una familia, lamentablemente no es mi caso.

 

Otra parte muy importantes en una familia del opus es el asunto económico. Contare mi experiencia otro día.

 

Merlin 

 

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Publicado el Friday, 24 June 2011



 
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