Hola Orejas,

En un correo reciente, Bilbo, muy gentilmente, tras leer un correo mío, hace referencia al mantenimiento de la ortodoxia y su iluminación a la luz del pensamiento de BXVI, sin asperezas.

Lamento que mi tono sea amargo, pero me temo que la situación no da para dulzuras. En mi opinión, el pensamiento de BXVI será muy fino e intelectual, muy alto. Pero al final, la práctica es "aquí manda el que manda".

Quería, por además, matizar lo siguiente: la ortodoxia, en nuestra iglesia, la define el que manda. O sea, el papa. No se puede discutir. Ortodoxia es "doctrina recta", es decir, sin contaminar por prejuicios humanos, sin conceptos que son nuestros, y no de Dios. Con frecuencia, se confunde ortodoxia con tradición y ésta con tradicionalismo y éste con rigidez mental y mantenimiento de conceptos o formas que no sirven para nada en el mundo en el que se vive.

Hoy día sabemos que Lutero (y Jan Hus, y si me apuras Calvino, quitándole la predestinación) tenían razón al 1000 por 1000. Lo de las indulgencias era un grandísimo pecado. La gente debe leer el evangelio. Los padres deben dar catequesis en casa. Se debe cantar en la Iglesia. Se puede leer la biblia en lengua vernácula. Todo esto, que hizo herejes a tantos, hoy nos parece natural. El pecador era el Papa, no Lutero. Pues algo parecido pasa ahora: cuando Roma (BXVI) ha pensado que alguien era heterodoxo (como si San Pablo no lo fuera, como si Agustín no hiciera manifestaciones casi heréticas) lo ha perseguido hasta arruinarle, al menos académicamente. Ahí está Boff, y Massiá y ahora mismo Pagola y Arregui. Cuando han querido, vaya que han sabido y ejecutado sin prudencia y sin parsimonia.

Es a lo que me refiero cuando digo que con el Opus Dei tienen respeto, parsimonia, prudencia, calma y cuidado. Cuando resulta que hay gente sufriendo, gente que se queda con lo puesto en la calle, etc. ¿Y se enteran ahora? ¿Y actúan con prudencia? Ojo, se puede actuar con decisión, pero siempre respetando a las personas y sus sentimientos. No es incompatible.

Por supuesto que Bilbo está en su derecho para ser optimista, y esperar lo mejor. Es lo bueno de la discrepancia. Ojalá, además, que tenga razón.

Con Dios

Ramón