Quisiera dar respuesta a lo que expone tan real y claramente Merlin. Yo también fui supernumerari@. Lo que viví aquellos años fue un infierno. Mi vida no era una vida cristiana y eso lo palpaba en el fondo de mi corazón. En cuanto a los hijos, te doy toda la razón: para el Opus Dei son poco más que objetos, enseres, muebles. Están a disposición de los destinos de la Obra. No cuentan como personas autónomas y libres. Son poco más que soldados que se entrenan para una misión: dar gloria a la Obra. Imagínate si alguno de tus hermanos hubiera sido discapacitado! Te lo digo por propia experiencia. Quizá a este hermano no lo hubieras visto jamás, pues es algo que estorba a la función de TENER más y más hijos. Se le aconseja entonces al supernumerari@ que lo ingrese en algún centro y se dedique a la tarea de engendrar más. Para los directores de los supernumerari@s no existe casi nada más que el Opus Dei, lo cual inculcan con ahinco a sus dirigidos, y esos como padres lo aplican a sus hijos, los cuales deben concordar con todos los parámetros opusianos. Ay de ellos si no concuerdan!

Un pequeño consejo. Aparta de ti esta tortura que te impide vivir. Vive intensamente y si para ello hay que poner el cerrojo a la caja de los pensamientos, ponlo si es posible. Tus heridas no se irán, pero cicatrizarán y su visión te servirá como referente para no cometer los mismos errores, que seguro no cometerás después de lo vivido.

Yo tuve la suerte de que, en un momento de mi vida y por razón de uno de mis hijos, vi una lucecita que me indicó que primero eran mis hijos que la Obra. Seguramente tus padres estaban tan teledirigidos que no tuvieron oportunidad de ver esta lucecita. Y no los estoy disculpando pero intento entender lo que puede llevar a unos padres a considerar a sus hijos como propiedad del Opus Dei. Seguramente es el mismo argumento que levita en las vidas de los fieles de la prelatura: la falta de AMOR.

Os quiere
Perladeladriático