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 Correos: Me fui asustado.- Coplasuelta

105. Psiquiatría: problemas y praxis
coplasuelta :

El mío es más sencillo porque la clase de tropa no se merece más, supongo. Por razones que aun no entiendo, aparecí en la universidad y comencé a reconocer que todos los que me rodeaban en la cosa eran de ultraderecha, ultraconservadores, hasta la náusea. Los quería, ¿por qué no? me parecía una forma de vida, la de ultraconservador, que tenía sus ventajas. El acceso al poder y al dinero lo tenían tan fácil que era imposible ser persona capaz, trabajadora y responsable. Es más fácil ser fanático, simplón y amargado, si tu vida la rodeas de placeres sólo reservados a los elegidos. ¿Quién no quiere pertenecer a un club de elegidos? El amor sólo era sexo, como han vivido muchos numerarios. El matrimonio, una cruz que se llevaba dopado con alcohol o con amoríos escondidos. Ser un ultraconservador es de tal tensión, es de tal asfixia, que revientan por donde menos te lo esperas. Esa doble vida, la perdonabas, porque los querías, sabías que no se puede ser feliz, santo, si te meten esa basura en la cabeza. No era algo diferente a todos los que conocí de extrema izquierda, viviendo en esa perenne hoguera que no acaba de arrasar el universo entero para empezar de cero...  



Cuando comencé a ver que los mejores, los más capaces, trabajadores, animosos e inteligentes, mejor formados y sensibles, los más leídos, dejaban la cosa o aparecían empastillados, reconocí que el problema no era ser ultraconservdor. Sólo los ultraconservadores podían aceptar la existencia de la cosa, de sus normas y sus objetivos. Los ultraconservadores eran el corazón de la cosa. La misma cosa. La Cosa. Y era una mafia. Colocaba a su gente.

Así se lo plantee al listo de turno que me tocó para hablar en la delegación de turno. Un payaso que tenía de director espiritual, laico, no paraba de decir que conmigo no podía, que tenía que pasar por la delegación esa. Yo no le contaba nada de mi vida desde hacía meses. ¿Qué le vas a decir a un pobre descerebrado sobre la cosa si él está encantado con ser ultraconservador, integristas y conspiranoico? ¿Le dices que la cosa es para ellos y sólo para ellos? Ya lo sabe. Lo que no sabía yo es qué hacía en medio de toda esa mierda. Qué sí, que las normas, que vivir la profesión como nunca, que sí que vibrar con iluminar con la Fe cada rincón de mi existencia. Pero no era eso. Era dejarse los cuernos por hacer valer ante el poder y el dinero a los integristas más atroces. No era dejarme libertad para hacer lo que me venga en gana. No, Apoyar a una panda de integristas como se ven en Sudamérica y poco más. Porque esos sólo son los promocionados, los publicitados, los que escriben libros y están en política. La religión o la Fe no es más que un ropaje. Se coge de ella lo que afianza la ideología y nada más. El resto es o de religiosos o de rojos.

Yo creo que el monstruo ese fundador tenía, como todos los integristas, un complejo infinito ante la organización comunista. La organización de la cosa no es más que un sistema cerrado de control del partido al estilo que Stalin implantó por todo el orbe. Lo que sí me da miedo es la deriva que está tomando la cosa. Al principio se conformaban con la difamación o la injuria. Doy fe de ello. Homosexual, primero, desequilibrado, con problemas de personalidad desde niño, segundo, de padre alcohólico, tercero, casado con una enferma mental, cuarto, con problemas matrimoniales insalvables, quinto, progresista, sexto, y no sé qué estarán diciendo ahora. Mi vida sigue siendo un espejo de la gracia de Dios y punto. Pero ahora que Novaliólapena llega a Roma, lo empastillan y lo puede contar, como otros cientos de miles, sólo les quedará hacer desaparecer las pruebas.

Antes de dejar salir a uno lo destrozan con pastillas con tremendos efectos secundarios y sabe Dios sí de por vida. En su enajenación como grupo a la deriva de la desaparición el siguiente paso sería el provocar el suicidio. Sé de uno que se fue a nado y no volvió. Mucho ojo con lo que se está haciendo ahí dentro. Mucho ojo. No es ninguna broma. No es tal o cual forma de ver la vida o la Iglesia. Estamos hablando de dar medicamentos desproporcionados y con una finalidad muy clara.

A quienes estéis dentro, poco a poco, poneros en contacto con personas normales, que vean lo que tomáis. Lo único que consiguen es, en el mejor de los casos, retrasar unos años la salida. Los métodos para reducir a los que dejan el partido, los que traicionan al grupo, se están pasando de rosca. La cosa nunca ha sido de Dios pero ahora se ha vuelto peligrosa, lo que no es lo mismo. Y me da igual que la Iglesia me apoye o no. Está claro que si me viola un cura, pasta y silencio. ¿Entendido? Dios es más que todo esto y la Iglesia ha pasado por peores momentos, sin duda. Aún quedan sacerdotes santos que toman las pastillas que les dan los médicos: catarros, tensión alta, anemias, o lo que les toque a los pobres. Nada más.

Y sobre la JMJ no os podéis hacer idea de la panda de imbéciles que la dirigen y la respuesta generosa, limpia y maravillosa que estamos dando en las parroquias. Cuando no estás en sectas, nada se puede manchar, nada se puede enturbiar. Tener la excusa para pasar horas y horas, hombres, mujeres, niños, sacerdotes, deficientes, minusválidos, casados, solteros, mayores y jóvenes, trabajando juntos para preparar la acogida, para dar el mejor lugar a obispos y peregrinos, eso sí que es vida. Vida. Amo a mi Iglesia como nunca, aun teniendo siempre la sombra del Diablo sobre ella.

Coplasuelta




Publicado el Friday, 15 July 2011



 
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