Leyendo vuestros últimos envíos, tengo que decir que me siento identificado. Desde mi entrada en el Club Juvenil, con 9 años de edad, hasta mi salida del Opus con 21 años (gracias a Dios que me fui, a Dios y a mis amigos de verdad, los de fuera, ya os lo contaré), fueron unos años importantísimos en mi educación.

Qué pena: Aprendí a fumar, aprendí a beber, aprendí a decir tacos ("hombre, estamos en el mundo y tenemos que diferenciarnos de los frailes y clericales",...) además los agregados éramos como de segunda clase, como más del mundo que nadie, como la clase "Obrera", jajajaja....

Qué desperdicio de tiempo, la incultura empieza por ahí...

Me gustaba leer ya desde pequeño y cuando pité a los 15 me dijeron que tenía que consultar todo lo que quisiera leer. Así que por si no me había dado por enterado mi primer encargo como agregado fue hacer fichas de la biblioteca y poner al día las clasificaciones de los libros. Con lo cual mis amigos podían leerse todo lo que caía en sus manos y yo no. El cargo de conciencia que se te creaba si sólo pensaras en leer algo con cllasificación 3 o más era como una losa. Por lo tanto ya no te planteabas leer (un problema menos de conciencia). Nunca entendí el punto de Camino: "al que quiera ser sabio no le perdonamos que no lo sea" (o algo así).

Me gustaba ir al cine y, muy "apostólico", me fui con otro amigo (14 años) a ver Ben-Hur (peliculón donde los haya). El director me dijo que no, que cómo se me había ocurrido. Fue cuando me explicaron lo de que ir al cine está prohibido. Yo no daba crédito a lo que oía. "Pero hombre, si es Ben-Hur, si sale Jesús,..., si voy con un amigo a hacer apostolado,... si ya tengo la entrada comprada,...". Pues no señor, que no hay tu tía, imposible convencer al dire (por cierto se ordenó al cabo de unos años el "numerata" arquitecto recién terminado).

Bueno:
1.- como a mí no me entró en la cabeza eso de que ir al cine no es del espíritu de casa;
2.- con lo que a mí me daban de paga mis padres de familia numerosa y pobre no era cuestión de tirar una entrada;
3.- como yo ya había quedado con mi amigo (la amistad por delante);
4.- como siempre, creo que es lo que me ha salvado, he hecho uso de mi libertad, que para eso es la libertad, para usarla;
5.- y como siempre he querido a mis amigos por ser amigos y he antepuesto su amistad a los intereses de la obra (de hecho yo NO traje a ninguna vocación a la Obra porque he respetado de una forma exquisita a mis amigos y ellos me han respetado igual, por eso sigo teniendo amigos, y eso NO lo aprendí en el Opus, me lo enseñó mi madre), otra cosa distinta es que yo no dejé de hacer apostolado con ellos, pero sin ninguna coacción, con total respeto, a mi manera. De igual forma me gustaba que me respetaran a mí. LIBERTAD, RESPETO, AMISTAD. Si algo de esto chirríaba algo estaba fallando;

6.- entonces me fui a ver el peliculón con mi amigo.

Vaya movida, el director apareció en el cine y me sacó literalmente de la sala. Vaya bochorno. Mi amigo alucinando. Claro, luego tuve que explicarle que el espíritu de la cosa donde yo me había metido no te permitía ir al cine. Empezamos bien...

(Cuando me fui del Opus iba todos los miércoles -día del espectador- y después de cualquier examen de la carrera con mis amigos al cine).

Lástima que ese mismo día no me fuera por piernas. ¿Por qué? Pues porque en esta anécdota se resume prácticamente toda mi época en el Opus. Siempre era lo mismo, la falta de LIBERTAD. Con la excusa de los dichosos votos de obediencia, pobreza y castidad te tenían enganchado psicológicamente, económicamente, con unos cargos de conciencia increíbles, etc, etc, etc.  Creo que con 14 años no te haces la idea qué significan los votos (pero si yo lo que quería es ser supernumerario, como mi padre). "No, hombre, no,... Tu vocación es de... cha... chan... ¡AGREGADO!". Ah bueno, pues nada, agregado, gracias.

Tuve que dejar de impartir clases particulares de dibujo (BUP) en verano (me sacaba unas pelillas para mis gastos) porque iban niñas y no era cuestión de tontear con la tentación. Bueno pues tuve que dar clase, por compromisos familiares, a una prima y su amiga. Desde luego que no pasó nada, pero tuve que mentir y dar las clases en horas extrañísimas para que en el Club no se percataran. Qué pasa, pues que al final tienes que ir con "faltas de sinceridad", vamos que tienes que mentir, porque es absurdo la mentalidad retorcida de esta gente. Más cargos de conciencia...

Todo fué así (ya os iré contando), pero con el daño añadido de que ya dejé de leer, dejé de ir al cine, dejé de coleccionarme discos, por supuesto fue la época que salieron los vídeos, con lo cual de comprar o alquilar VHS ni te cuento.

A eso añadimos que fumar, beber y decir tacos en las tertulias estaba bien visto, el nivel cultural era de aúpa. De eso te das cuenta luego. Ahora con cuarenta y tantos he dejado de fumar, bebo si quiero y si quiero no, y procuro desde hace tiempo cuidar mi lenguaje (mi mujer me ha ayudado). Terminé Arquitectura estupendamente (aunque como me fui del Opus con la carrera empezada en Navarra me quisieron hacer la vida un poco más complicada pero resulta que me fué mucho mejor) y en estos momentos de crisis me estoy sacando otra carrera. (Por cierto hay otras Universidades que no tienen nada que envidiar a Navarra). Es curioso pero hay algo más fuera de allí donde se respira aire libre. El síndrome de Estocolmo cuesta superarlo pero se supera.

Digamos que intento recuperar el tiempo perdido. Me han hecho odiar la mediocridad donde están situados y que intentan adornar de mundanal éxito profesional (jajajaja....), apostólico y teológico (viva Santo Tomás y San Agustín, que les dan cien vueltas). No tienen educación. Si tuvieran un mínimo de educación sabrían qué están haciendo con las almas.

Menos mal que al estreno de Star Wars pude ir porque todavía no había pitado. IMPRESIONANTE.

(Continuará)

Un saludo,

Chewaka.