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 Tus escritos: Indignados.- Vallelaencina

090. Espiritualidad y ascética
vallelaencina :

Querida Vega: gracias por tu testimonio. Desde dentro, te puedo decir que quizás en parte de lo que escribes llevas razón. Yo no considero la Obra una secta porque de otro modo, no estaría dentro. Pienso que con la Obra, en la Iglesia, ha ocurrido como con un niño pequeño que se hace adolescente y ahora se enfrenta a su padre y a su madre.

Me explico: la Iglesia otorgó unos estatutos a la Prelatura cuando en 1982 la creó. En esos estatutos se reconoce la facultad del Prelado para dictar normas y leyes que regulen la vida de los que entran en la Prelatura. Con el paso del tiempo, esas facultades se han ejercido extralimítándose un poco (vademecunes, praxis, glosas, experiencias sobre el modo de llevar charlas fraternas... en fin "toda la farmacopea" que existe y que la Prelatura quiere que se quite de esta web porque da vergüenza que se conozca)...



Resulta que en esas normas se regulan ya aspectos que exceden los límites de lo que razonablemente debería gobernar el Prelado de la Obra y sus directoras, y que incluso se pisotean derechos fundamentales de los fieles (libertad en la dirección espiritual, en la confesión, libertad de elegir al sacerdote con el que hablar. ¡Cuántas confesiones y charlas de dirección espiritual son un fraude porque, "el día que toca confesiones" alguna te avisa diciendo: "ha llegado el sacerdote". Para no hacer un feo, vas, pero con el deseo de que aquello acabe cuanto antes. Haces un gran acto de fe pidiéndole a Dios que te creas que ese señor inaguantable es de verdad un sacerdote. Aguantas sudando sus consejos que parecen sacados de manuales guardados con alcanfor (para todas lo mismo, y lo que le suele haber dicho antes la directora, que siempre es la primera en entrar para ponerlo en antecedentes. Y la confianza "sobrenatural y humana" que suscita es menos que nula).

La Obra, con el paso de los años, se siente madura, mayor de edad, y con capacidad de hacer normas sobre derechos y obligaciones de los fieles que están fuera de su competencia. Es como el adolescente que se enfrenta a su padre y le dice: "ahora hago lo que me da la gana, que para eso soy mayor de edad". Piensa la criatura nueva (Opus Dei) que es más lista que su padre (Iglesia), que la ha creado, y se siente por encima de ella.

El resultado de ese modo de actuar a la vista queda: denuncias en esta página web, denuncias internas, denuncias a la autoridad eclesiástica, demandas civiles, demandas laborales, llamadas al orden por parte de la autoridad eclesiástica sobre el tema de la dirección espiritual, el proselitismo voraz con menores de edad, etc.

Sobre lo que dices de la gente que se va, por lo que veo, algo de razón pienso que llevas. De todas maneras, en la Obra somos expertas en negar lo evidente y justificar nuestros propios actos erróneos. En la Obra defendemos una opinión, y con la misma fuerza, la contraria si hiciera falta (Acuérdate: homilía de San Josemaría en el Campus de la Universidad de Navarra: "¡¡¡¡El Opus Dei no pondrá NUUUUUNCA seminarios!!!!" (¿Y Bidasoa en Pamplona? ¿Y el de Roma?). "¡¡¡¡El Opus Dei no pondrá NUUUUUNCA colegios!!!!" "porque no es misión nuestra..." (¿de risa, verdad?). Lo escribo abiertamente en esta web porque ya lo he dicho muchas veces internamente). Si alguien se va de la Obra y se queda en la miseria se dice: "ella se lo ha buscado. Conocía bien lo que dice el Catecismo de la Obra".

He visto y vivido en centros de estudios que estuvieron llenos y cuento con los dedos de una mano las que quedan. He vivido en centros en los que ya no queda en la Obra ninguna de mi generación, etc., etc. Cuando hace unos meses, en una meditación, un sacerdote numerario comentó que "en el Opus Dei lo que hay es sobre todo fidelidad", y lo repetía por activa y por pasiva (aparte de tener unos fuertes sentimientos encontrados en ese momento mitad ganas de reir a carcajadas y mitad ganas de llorar y salirme), después de desayunar nos preguntamos unas cuantas en qué mundo puede vivir ese señor. En nuestra ciudad ya no existe el centro de estudios que hace años estuvo lleno. Como está recién ordenado, se lo pasamos. Le daremos otra oportunidad, a ver con qué sandez sale la próxima vez.

Y sobre quienes se van, también pienso que es cierto lo que escribes. Trato a menudo (por motivos de trabajo y sobre todo de amistad) con muchas de ellas. Hoy he "perdido" la mañana en mi consulta con una persona que fue de la Obra muuuuchos años. Además de ofrecerle los consejos profesionales que me pidió, abrí el bolso y le dí todo lo que llevaba en el monedero, los 100 euros que saqué el viernes pasado de la caja del centro. No os hacéis idea de la vergüenza que le dio tomarlos, mientras me decía que "la habían usado, la habían explotado, la habían exprimido, y cuando ya no servía para nada, la habían aparcado como se mete en un trastero un recuerdo de familia. Y que encima, le habían echado en cara su "infidelidad". Dice el Evangelio que cuando una obra buena se hace pública pierde su mérito. Mejor haberme callado, pero es que solo quería reflejar la situación de esa persona, que no es una situación aislada.

Es muy, muy, pero que muy penoso el lamentable estado en que quedan muchas de estas personas (sobre todo agregadas y numerarias) que habiéndose dejado el pellejo, las espaldas y la vida 20, 30 o 40 años en el Opus Dei, salen sin nada, de nada, de nada: ni curriculum profesional que presentar en ningún lugar (sobre todo las que han estado en encargos internos o han sido directoras y administradoras), sin patrimonio personal (algunas, después de dejar mucho, mucho, mucho para la Obra), sin casa propia, ni una casa donde ir, sin derecho a una pensión de incapacidad las que están enfermas, porque no han cotizado a la Seguridad Social. ¡¡Lamentable!! Para mí son unas auténticas mártires del siglo XXI: extenuadas hasta el extremo por servir a Dios (engañadas).

Cierto es que a muchas de entre 40 y 65 años irse de la Obra les frena por las situaciones penosas que contemplamos y sabemos que viven algunas de las que se van. Incluso en medios de formación personales se ponen como ejemplos de lo que ocurre al dejar la Obra "como maldición divina", o algo semejante. "Mira a Fulanita, cómo ha acabado", o "mira a Menganita, la vida tan rastrera que lleva". Las que se van desamparadas son modelos que se citan cuando alguna se plantea a una edad madura marcharse, harta ya de tanta intransigencia e injusticia maquillada de sobrenaturalidad.

Es encomiable el trabajo que muchos de vosotros que escribís y leéis esta web hacéis por los que se van. Es paradójico que no sea la Obra y tengáis que ser vosotros "la madre guapa" que acoge. Gracias a vuestro esfuerzo habéis salvado de la ruina psíquica, moral, social y económica a buen número de almas que se van de la Obra completamente desubicadas del mundo. No es un alago tonto. Es una realidad. También les habéis salvado la fe a buen número de personas y Dios os lo recompensará, a pesar de lo que ya sabéis (o imagináis) que dentro de la Obra se dice de vosotros.

Sabemos que hay un "movimiento de indignados" dentro y fuera de la Obra a quienes nos gustaría que todas estas cosas cambiaran. Pero no hay que ser ingenuos ni idealistas esperando una varita mágica que con un toquecito lo cambie todo de la noche a la mañana. Una vez, comentando todo esto con un sacerdote en un curso de retiro, me dio la razón y me dijo que "habría que esperar a que pase la generación que ahora nos gobierna en el Opus Dei para que muchas cosas cambien". Me ayudó a tener esperanza, pero no a justificar todo lo que veo a mi alrededor que está ocurriendo.

¿Y por qué no me voy yo? Os preguntaréis algunos al leer esto. Ya os lo contaré. Mis razones tengo. Por ahora pertenezco a ese "grupo" inexistente de "indignadas idealistas" que resistimos gracias a Dios, convencidas de que podemos hacer más bien desde dentro que desde fuera.

Vallelaencina




Publicado el Wednesday, 03 August 2011



 
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