Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Tus escritos: La incultura disfrazada de intelectualidad.- Mediterráneo

060. Libertad, coacción, control
mediterraneo :

"No es cierto que existan lecturas de verano y lecturas de invierno. Hay libros y lectores, vinculados por una cadena azarosa de decisiones, impulsos, influencias y modas que cuajan en momentos de lectura, que son horas –quiero pensar– de libertad radical para cada individuo. Una libertad que sólo molesta a quien quiere controlar las mentes y las vidas.

Como le pasó a la hermana del tío Baixamar, en la Catalunya oscura de finales de los años cuarenta, cuando un adulto le dejó una novela que consideraba que valía mucho la pena de ser leída. Con catorce años, la hermana mayor de Baixamar era una lectora ávida, inteligente e interesada por todo lo que le rodeaba. Un joven de veintitantos, que trabajaba para el negocio familiar, quiso ampliar el horizonte de la chica y le pasó una obra que a él le parecía buenísima y apasionante...



Una mañana, de camino hacia la escuela, la muchacha recogió el libro y lo guardó dentro de la cartera. Una vez en el aula, la monja, que todo lo vigilaba obsesivamente, descubrió que aquella alumna llevaba, entre sus cosas, un volumen que no era de estudio. La reacción de la monja –hermana la llamaban las niñas- fue drástica y fulminante. Le arrebató el libro en medio de grandes aspavientos, diciéndole: “Esto no puedes leerlo”.

La chica regresó a casa entristecida y preocupada. ¿Qué explicaba aquel libro para ser objeto de la requisa de la hermana? La censura, como es natural, incrementó el deseo de leer aquella historia. Al día siguiente, la monja ordenó que la adolescente asustada acudiera a su despacho y, con ademán inquisitorial, le dijo: “He rezado por tu alma toda la noche porque te vas a condenar”. El juicio de aquella presunta educadora era irrevocable: la condenación eterna por haber osado asomarse a unas páginas que, según aquella servidora de la fe, estaban prohibidas a los buenos creyentes. La paradoja es que la chica todavía no había tenido tiempo de comenzar la novela en cuestión y, por lo tanto, estaba condenada, ya ven, sin conocer el sabor del pecado. “He destruido el libro y no digo nada a tus padres –añadió la severa monja– porque es la primera vez, pero, si hay una próxima, serás expulsada del centro”. Este último comentario sirvió para que la joven estudiante confirmara su sospecha: la monja sí había leído la obra y quizás otras hermanas también lo harían en el futuro.

Con los escasos ahorros de que disponía, compró un nuevo ejemplar de la novela y, después de leerla con atención, la devolvió al chico que era su propietario. La monja, a pesar de sus esfuerzos, fracasó completamente.

Hoy, aquella niña que ganó la batalla contra la superstición y la ignorancia es una señora elegante, madre y abuela feliz, que sigue leyendo con gran placer. Este verano relee la obra que le mostró el camino de la verdadera y necesaria libertad: Ana Karenina de Lev Tolstói." - Francesc-Marc Álvaro, La Vanguardia, sábado 13.08.11

Escribo esto porque este artículo retrata, punto por punto, lo que nos sucedió a tantos y tantas en esa peña con las lecturas, no ya en los años cuarenta sino bien entrados los ochentas y noventas, cuando el aire fresco barría España de Cádiz a Hondarribia y de Almería a La Coruña. ¿Quién no se sorprendió al saber que uno de sus libros favoritos, de esos que se releen una y otra vez, tenía una clasificación que desaconsejaba su lectura? ¿Quién no se angustió cuando se dio cuenta de la incultura atroz, disfrazada de intelectualidad, que reinaba en esa peña? ¿Quién no echaba de menos comentar libros, lo corriente que se hace entre amigos, "tienes que leer XX, te encantará", "por cierto, ese libro que me recomendaste, lo leí pero no es mi estilo" "he leído la crítica de FF, puede estar muy bien ese libro", "me acosté a las 04:30 leyendo, no podía dejar el libro"?

He perdido la cuenta de las correcciones fraternas que me cayeron por hablar de libros ("se nota que lees mucho pero tienes que vivir la humildad y no decirlo", "hay gente que no lee tanto y es una falta de caridad" están entre las que recuerdo) y, oh paradoja de paradojas, por no hablar de ellos también ("tú has leído mucho y puedes ayudar a mejorar el nivel"). Sin comentarios.

Teníamos que hablar en la confesión de los libros que leíamos, como si - como la niña del artículo - ya estuviéramos condenad@s de antemano, como si el libro tuviera que hacer daño sí o sí, como si fuera arsénico puro tomado a cucharadas. No había lugar para el pensamiento positivo, para el buen criterio, para la confianza en las personas ("me fío más de la palabra de un hijo mío que de la de cien notarios juntos", menuda patraña, otra de tantas). En serio, ¿alguien cree que después de 10, 20, 30 años en la peña esa un@ no sabe qué le hace daño y qué no? ¿En tan poco se tiene al personal? ¿Qué tiene de malo fiarse y decir "si ves que te perjudica, por favor déjalo y coméntalo con el sacerdote"? ¿No se fomentaría así la responsabilidad personal y la tan cacareada libertad?

Vivimos una dictadura, pura y dura. L@s español@s por partida doble porque no content@s con Franco, nos metimos en una peña que lo reproducía a menor escala y en mayor intensidad, controlando todos y cada uno de los movimientos de la persona y otorgándole independencia cero; la diferencia fue que Franco no defendió la libertad y el escrivá se llenaba la boca hablando de libertad. La de él debía ser, porque al resto no le dio ni un ápice.

Y termino con una cita de un autor muy mal mirado en la peña esa. Porque sí, porque me da la gana J

"Nadie rebaje a lágrimas o a reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche".- Jorge Luis Borges.

Mediterráneo




Publicado el Monday, 15 August 2011



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 060. Libertad, coacción, control


Noticia más leída sobre 060. Libertad, coacción, control:
La libertad de comunicación en el Opus Dei.- Oráculo


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.149 Segundos