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 Tus escritos: De las relaciones como aspirante del Opus Dei.- Nicanor

030. Adolescentes y jóvenes
Nicanor :

De las relaciones como aspirante del Opus Dei

Nicanor

 

Querido JM,

 

Te escribo porque considero un deber de conciencia compartir contigo mi experiencia y la de tantos millares de personas que han pertenecido a la Prelatura.

 

En los albores de la vocación, como tú que eres aspirante, habrás dado cuenta – si haces un poco de reflexión – que tu vida ha cambiado en varios aspectos vitales. La relación con tus padres, no sé si serán supernumerarios, con tus amigos, con tus amigas, con tus familiares, con tus estudios, con tus aspiraciones profesionales, con tu relación con Dios...



Con tus padres, familiares, amigas y amigos podrás notar que se va secando el cántaro, como se reza en el Salmo II. Tu vida tiene ahora como Sol la “casa” de la Obra y por satélites tu casa paterna y las de tus amigos y amigas de quienes vas distanciándote como por un “plano inclinado” (Ref. Escrivá – Formación Inicial) aconsejado a través de la “charla fraterna” y los consejos del sacerdote con a quien te han designado como confesor. Si eres listo, como creo que lo eres, te preguntarás: “¡Vaya! Pero si me ha sucedido lo más grandioso de mi vida, que Dios mismo me ha elegido para promover el Opus Dei… ¿Por qué no lo puedo compartir abiertamente con los demás?”. La respuesta salta como resorte presionado: “Porque tu vocación es como una pequeña llama encendida que hay que cuidar” (Escrivá – Trato con vocaciones recientes). No merecerá, en la mentalidad de la Prelatura, que puedas compartir lo que más te ilusiona con tus mejores amigos: tus papás, algunos familiares (tíos, primas, primos), amigas o amigos. No, no conviene que hables de ello sino sólo con Dios y con tus Directores. Te pregunto, ¿Es eso normal? Por ejemplo: cuando recibí la llamada de una Universidad ofreciéndome plaza por las investigaciones que había colgado en mi Blog, me sentí muy honrado y se lo conté a mi esposa y familiares. Si en algo tan sencillo como eso, se puede compartir, ¿Por qué no puedes compartir lo que más te está llenando la vida?, ¿Por qué pueden desilusionarte? Al contrario. Te dirán, “en el Opus Dei todos nacen mayores de edad” y, parte de esa “mayoría de edad” radicará en que sabes sobrepasar las cosas, emitir un juicio personal, sopesar las cosas. Pensar de modo distinto es “desconfianza”, tal cual. No confían en ti y por ello deben meterte en un castillo de marfil, tenerte lo más posible dentro de la “casa” y las “labores” e ir desvinculándote de todos aquello que “distraiga” o “entorpezca” tu vocación porque te harían pensar en ella y – pensar en la vocación – se asocia a “manosear” (Escrivá – Camino) la misma, algo divino que no puede ni debe ser cuestionable. Te pregunto, ¿Y por qué no la puedes cuestionar si es que eres “aspirante”? Justamente lo eres porque aún no recoges la edad para la admisión y – sin embargo – ya vives como todo un numerario ¿Qué te diferencia de un numerario? Sólo que no vives en “casa” y tal vez el uso del cilicio y la disciplina. Por lo demás, no hay diferencia. Sin embargo, no lo eres pero “tienes que” vivirlo porque así son “las exigencias de la vocación”. Así pues, tu relación con el mundo se transforma, te alejas de lo ordinario a la donación de tu persona a la Prelatura y sus necesidades, a la sumisión de tu personalidad, al recorte de tus lecturas, de lo que te gusta (bailar, cantar, jugar Warcraft, etc.,) Eres ya un “numeperante”.

 

Con tus estudios porque todo ese tiempo que antes empleabas para exigirte en ser un buen estudiante - asumo que lo eras – ahora tienes que repartirlo ya no con tu forma ordinaria y corriente de ser: salir a una fiesta, al cine, a un centro de diversiones, a visitar a los abuelos… ahora tus tiempos se ven exprimidos en las labores proselitistas y, quien debe “pagar” la ofrenda de sacrificio será – justamente – lo que te hace una persona normal y corriente. Dime tú si le preguntases a alguien ¿En qué utilizas tu tiempo libre? Y tendrías que responder: en hacer mis oración, lectura, evangelio, misa, asistir a la tertulia, estudiar en una biblioteca de un Centro Cultural, citar a mis amigos para charlar de su vida interior y llevarlos a confesar, rezar el Rosario en “familia”, atender una labor apostólica… Me dirás si es la respuesta usual de un amigo tuyo. La pregunta que inmediatamente afloraría de una persona que escuchase algo semejante es: “serás un excelente cura”, ¿Por qué? Porque tu círculo se va cerrando, vas pasando de una sociedad mayor a una menor, a un grupo cerrado y selecto, de códigos y formas. ¡Pero si estuviera con enamorada tendría que hacerme a su forma de pensar y de ser! Sí, tienes toda la razón. Lo mismo que perteneciste a un grupo amplio de amigos que tú elegías y ahora otros eligen por ti. Pero ya me dirás si esos códigos y formas de grupo se parecen en algo a los propios del Opus Dei, que se ufana de “no sacar a nadie de su sitio” (Escrivá – De Spiritu).

 

Tus aspiraciones profesionales ahora pasan a ser manejo de tus Directores. Si tu vocación no está de acuerdo a lo que puede serles útil, te desaconsejarán que vayas por tal o cual carrera. Si ven que eres candidato para el Colegio Romano, te pedirán que estudies algo corto: farmacología, pedagogía. Si vas a por carreras desaconsejadas como la psicología, psiquiatría, comunicaciones, arte, literatura, danza, música, teatro… ¡Uhum! Verán qué te pueden ofrecer en la UDEP y si es que tus padres te lo pueden costear – porque es re caro – y, de si tus padres no pueden financiarlo, a estudiar algo inocuo, que no prefigure una amenaza a la libertad de pensamiento sino a lo que debes de pensar porque en el Opus Dei hay que pensar según piensa el “Padre” (Escrivá – De Spiritu) y no como tú quieres. Me dirás, si es que esto se lo dices a alguien ajeno al Opus: “escucha, yo pienso y quiero como quiere otra persona que es superior a mi”, te responderá: “serás un buen monje, ¿A qué Orden perteneces?”. Peor aún si les comentas que todo lo que ganes y lo que te regalen van directo a una Caja o un armario, “entregado” santamente a otra persona. Te podrá decir: “¡Ah caramba!, si que es estricta la Congregación a la que perteneces”.

 

Tu relación con Dios perderá flexibilidad, el dinamismo propio del trato con otra persona, la Persona. Se regirán por normas, aquellas prácticas que, si cumples todas, te garantizan el Cielo (Escrivá - Cartas de Familia). Poco a poco se fosilizará tu esa relación, tan ruda como el deber de llevarle una flor a Dios no porque quieres sino porque tienes que querer, no como amar a quien amas sino deber amar porque con el tiempo ya te enamorarás (Escrivá – Camino). Verás que pronto irás paranoico pensando en las normas que te faltan por cumplir para marcar el check list al hacer el examen de conciencia. El mismo proceso de fosilización se presenta en la “vida en familia”: preparar la tertulia, forzar las conversaciones, necesidad de hablar del proselitismo… todo un libreto donde sólo faltará la cámara de video.

 

JM, me dirás si tu vida sigue siendo la de un cristiano ordinario, común y corriente, como la de los demás, sin diferencias. Que sigues siendo una persona del mundo pero no mundano.

 

JM, rompe el cuadro, haz un pentágono o una forma ameboidal porque te da la gana. Algunos días confiésate con el cura de la parroquia, haz la “charla fraterna” con tu papá, tu mamá, tu tío, o tu mejor amiga y amigo. Verás que nadie te pedirá cuentas, rendimiento, números sino un “ama y haz lo que quieras” (Agustín de Hipona).

 

Seguramente soy todo un atentado para tu vocación. Sabes dónde encontrarme y charlamos. No creas que no respetaré la decisión que tomes, pero si la tomas sólo quiero que sea la acertada.

 

Nicanor Wong

nicanor.wong@gmail.com




Publicado el Wednesday, 14 September 2011



 
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