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 Correos: El mito de la libertad (y 3).- Aquilina

900. Sin clasificar
aquilina :

El mito de la libertad

 

En los tiempos del fascismo yo no sabía que estaba viviendo en los tiempos del fascismo.

Hans Magnus Enzensberger

 

"Lo había entendido ya todo Aldous Huxley, hace más de setenta años. Es del 1933, efectivamente, su celebre libro utopico Un mundo feliz, en el que él supo prever casi todo lo que, sustancialmente, iba a pasar en lo que se refiere al control del comportamiento de las masas de nuestras «iluminadas» sociedades democraticas. Quince años más tarde, George Orwell iba a escribir 1984, una anti-utopía que, al contrario, prefiguraba un mundo dictatorial inspirado a una evolución según el ejemplo de dictadura stalinista.

La descripción de Huxley ya se realizó en su mayoría. De la descripción de Orwell se han realizado sólo unos cuantos aspectos, los más inquietantes...



Un totalitarismo de molde stalinista se fundamenta sobre el mito de la racionalidad. Mito de la racionalidad y racionalidad no son en absoluto la misma cosa”.

Nota: en nuestro caso me parece especialmente significativo subrayar la no necesaria coincidencia entre “mito de la libertad” y “realidad de la libertad” que se vive dentro del Opus Dei, pero también la discrepancia entre otros mitos/realidades: el de la secularidad, el de la familia sobrenatural, el de la santificacción del trabajo, y muchos más.

“Una dictadura stalinista pretende organizar la actividad de todos los ciudadanos de forma centralizada, ejecutando un proyecto racional perfecto. El problema está en que el proyecto racional no es perfecto y a menudo, si lo miras con cuidado, tampoco es muy racional. Como, sin embargo, el mito principal es el de la racionalidad, en una dictadura de ese tipo los libros –vectores por excelencia de proyectos y razonamientos racionales- son respetados, temidos y, en el caso, prohibidos. Se logra de esta forma el objetivo opuesto al que se buscaba, es decir la curiosidad hacia lo que está prohibido. El libro prohibido se carga entonces de simbologias importantes y se vuelve aún más peligroso por el sistema.

Un totalitarismo de estilo democrático se fundamenta sobre el mito de la libertad. Mito de la libertad y libertad no son la misma cosa. En una dictadura de estilo democrático cada libro en sí mismo no tiene ningún valor simbolico. Pues en una dictadura democrática el mito no es el de la racionalidad, sino de la libertad, la existencia de los libros es importante en sí misma y no por el valor racional de lo que contienen. Que la tesis de un libro esté fundamentada o no, está percibido como esencialmente no relevante, pues el elemento de valor de la existencia de un libro es el mero hecho que pueda ser editado y no por el acierto de lo que en el libro se afirma.

Cuantos más libros hay, más sale reforzado el mito de la libertad. En realidad, nadie está realmente libre de leer lo que quiere, pues lo que quiere le está cientemente inculcado en la cabeza ya desde la más temprana edad por medio de un constante bombardeo de informaciones en su mayoria insignificantes. Por lo tanto, si aparece un libro, entre millares de otros, que relata lo que puede haber pasado efectivamente en el día del más espectacular acontecimiento terrorista que nunca se vio en la television, del acontecimiento que cambió la historia del mundo, eso no afecta en lo más mínimo la estabilidad del sistema pues nadie, fuera de una pequeña fracción de la población, nunca lo va a leer. De la misma forma que en Un mundo feliz de Huxley, los ciudadanos de nuestro mundo están aturdidos en la medida ajustada para garantizar la estabilidad del sistema, logrando su obediencia por medio de la instalación en todos los cerebros de los estados de ánimo y de las creencias oportunas La represión del individuo nace de esta forma también y sobre todo desde el interior del individuo mismo”.

Nota: por lo que se refiere al tema de los libros, si la distinción que ese autor opera tiene fundamento, y a mí me parece que lo tiene, vemos que el Opus Dei vive en cierta confusión acerca del estilo de totalitarismo que quiere encarnar, pues sí tiene pretensiones de racionalidad (la importancia que se otorga a los contenidos más o menos ortodoxos de los libros y la existencia del Índice interno son señales de esta postura), pero al mismo tiempo también se actúa un totalitarismo de estilo democrático, con el repetir en todas las formas y momentos que los miembros son libres, que la auténtica libertad consiste en hacer lo que es justo y recto, y con la pretensión de que cada miembro cultive “libremente”, como forma de la ascetica propia de la institución, los estados de ánimo y creencias oportunas (la alegría, el sentido de filiación, el cariño en la vida de familia, etc.). De esta forma, lo que se logra es precisamente tener todos los problemas de las formas de totalitarismo: la curiosidad y la obsesión por lo que está vedado, la falta de auténtica libertad interior, la indiferencia hacia un real compromiso personal en la búsqueda de valores vitales (la institución es la única autorizada a transmitir los valores corporativos, pero exige que sean vividos como valores auténticamente personales), y realmente se realiza lo que señala el autor: en el Opus Dei, mientras que perdura la adhesión íntima y personal a la institución, cada uno es el más eficaz y precavido guardían de su propia ortodoxía institucional, no según sus instancias interiores sino según las indicaciones, criterios –más o menos variables-, que llegan desde la cúpula institucional. De esta forma, el termino “libertad” queda vaciado de cualquier contenido propio y especifico suyo.

“Para colmo de ironía y de auntentica mofa, nos han inculcado también la falsa creencia de haber aprendido algo de la historia. Hemos sidos devotamente instruidos a guardar la memoria de los horrores pasados, enseñados a reconocerlos para combatirlos por si acaso vuelven a presentarse y hasta aquí todo bien. Pero solo en el caso de que los horrores vuelvan a presentarse exactamente como los hemos vistos en los documentales historicos: en blanco y negro, al compás del paso de la oca, decorados por esvásticas y fascios (o quizá – filón alternativo menor- por hachas y martillos), gritados con enfasis de otros tiempos bajo ridículos bigotes o brillantes cabezas peladas apoyadas en mandíbulas cuadradas, en coreografias populadas de vestuarios imponentes y saludos con brazos tendidos (...)”.

Nota final: aquí dejo la cita, pués el autor vuelve a referirse de forma más concreta al tema de su libro y eso, como ya hemos aclarado, no es el tema de Opuslibros. Lo que me interesa subrayar al momento de concluir esta intervención es que, por lo visto, el Opus Dei no es un caso único en el tiempo y en la geografia, ni quizá el más importante en términos numéricos. Que nos engañaron, que nos dejamos engañar, que no obstante nuestros esfuerzos y nuestros testimonios tardamos en lograr atención y justicia, etc... no es tan raro y no debe extrañarnos, aunque esta consideración no tiene que quitar energia a quien está empeñado en luchar para que las cosas cambien. Quizá sí, en cambio, tiene caracter de excepcionalidad la eficacia con la que el Opus Dei realiza la actuación de su proyecto utilizando de hecho técnicas manipuladoras propias de las sectas, pero logrando guardar, al mismo tiempo, una formas, un estilo de actuación que hace difícil reconocerle como tal y en muchos casos sin darse totalmente cuenta de que está actuando de esta forma. Una vez encaminados por recorridos sectarios, hay en la realidad del mundo psicológico y social como unas fuerzas que de alguna forma contribuyen a que se logre el objetivo, y que los interesados explotan sin que en muchos casos ni se enteren totalmente de eso. En muchos casos la utilizan sin conocerlas. Creo que sólo el esfuerzo personal para no dejarse llevar, para no delegar nuestro sentido crítico, para no conducirnos por prejucios, aún sin garantizarnos el éxito, nos permite al menos intentar vivir una vida menos mitológica y más auténtica. También creo que, igualmente pero al contrario de los mecanismos descritos, también un compromiso personal hacia la autenticidad y la honradez intelectual de alguna forma acaba por desencadenar una serie de otros mecanismos virtuosos, psicologicos y sociologicos, que ayudan el que quiere de veras a realizar su proyecto de una vida más auténtica.

F I N

Elena

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Publicado el Friday, 16 September 2011



 
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